Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti
En 1997 el niño Willian, de 10 años, quería ser abogado cuando fuera grande. Quería ser abogado, para hacer justicia, sobre todo pensando en los más desvalidos.
Ese mismo año, ese mismo niño, que vivía en campaña, en el norte del país y nunca había visto un partido de Peñarol por televisión, tuvo la chance de ir a ver a su cuadro en el estadio Goyenola de Tacuarembó. Para la ocasión, trocó las alpargatas por botines de fútbol con tapones de goma a estrenar, se metió a la cancha e hizo que los cracks Bengoechea, Aguilera y un joven Pacheco, entre otros, le firmaran una camisa celeste que llevaba ese día.
Ese niño creció, se recibió de abogado y desde diciembre de 2020 es el presidente de la Asociación de Magistrados Fiscales del Uruguay. Desde ese cargo y con impecable traje negro, Willian Rosa (34) concedió una entrevista donde alertó sobre la “temeridad” de los dichos de Manini Ríos denunciando animosidad, dijo que los recientes dichos del ministro Heber fueron “gruesísimos” y señaló que no podía ni contestar afirmaciones “carentes de sustento” como la de la senadora Graciela Bianchi, quien denunció que el Poder Judicial está “infiltrado” por la izquierda.
Rosa, además, denunció la carencia de recursos con la que trabajan los fiscales en Uruguay, de cómo éstas se acentúan en el interior del país, y se preocupó por lo desbordadas que están las fiscalías de delitos sexuales. Además, dijo, el gremio que dirige no tiene postura respecto a la LUC. Pero -recordó- en su momento, la asociación fue al Parlamento a señalar algunas observaciones, cuando la ley todavía era un proyecto.
Este fiscal -muchas veces cuestionado en redes sociales por su apariencia, ¿o será porque es negro y usa barba?- descarga las tensiones de su trabajo yendo al estadio a ver a Peñarol, o escribiendo, en sus ratos libres. Escribe poesía, cuentos o novelas, y algunos de esos textos los sube a una cuenta de Instagram. Uno de ellos dice: “Entonces cuando lo que se pudre no se ve, pensamos que no pasa nada, que no hay de qué preocuparse y no entendemos después cómo se rompió el juguete en manos de otros violentos, que nunca ni por asomo somos nosotros, aunque ya nos comience a supurar y heder hasta el alma la infección que tiene nuestro cerebro”.
"Hay infinidad de delitos que se cometen por personas muy preparadas para cometer esos delitos, que tienen una organización, y eso les permite alejarse del brazo de la ley. Y se trabaja sobre un adicto que rompió un auto por 30 pesos"
-Naciste en Paso Libindo, un pueblito a 100 kilómetros de Tacuarembó y otros 100 de Melo. Creciste junto a tu padre, peón rural, en el campo. ¿Podés decir que creciste en la pobreza? ¿Pasaste hambre o frío?
-Sí, absolutamente. En el 98 me fui a Tacuarembó, y desde ahí hasta el 2003 fue una época jodida. Mi viejo siempre fue peón rural, y el sueldo era una miseria absoluta. Te pongo un ejemplo: antes de la crisis mi viejo dijo un día: “Vamos a darnos un lujo, vamos a comprar un huevito para escuchar música”, y las cuotas eran de 11 dólares. Un día el dólar pasa de 10 pesos a 33, y lo arruinó. Ese es el parámetro. ¿Hambre? Cuando estábamos en campaña, en Paso Libindo, mi viejo, al trabajar en una estancia, le daban la carne y sacábamos fiado. Cuando nos fuimos a Tacuarembó, esa posibilidad de sacar fiado ya no estaba y teníamos que pagar alquiler...
-En ese contexto rural, ¿cómo nace la vocación por el Derecho?
-La ilusión era que a través de la abogacía poder hacer algo por la gente. Pelear por la justicia, desde ahí. Ponele que tenía 10 años y ya tenía presente la abogacía. Obviamente no me proyectaba siendo fiscal sino un abogado defensor de familia o de un consultorio de la facultad...
-En una nota con La Diaria contaste una anécdota vinculada a un episodio que te tocó vivir el 9 de mayo, Día del Abogado, en Uruguay, que de alguna forma ilustra tu profesión. ¿Me lo recreás?
-Nosotros habíamos recibido un caso de usurpación, unas personas estaban ocupando un terreno. La Policía identificó a esas personas (tres mujeres), y uno al principio despersonaliza la cosa porque son nombres. Las citamos a Fiscalía. Lo que se estila es conversar con la gente, hacerles ver que tenés que formalizarlos porque entraron de forma clandestina. Vino el de seguridad y dijo que si las mujeres podían pasar con sus hijos chicos. Las empecé a entrevistar, una por una, y les hice ver que había una persona que reclamaba por su derecho de propiedad privada.
“Esta acción que están cometiendo infringe el derecho de propiedad. Es un delito, y tenemos que buscar la solución...” y todas me decían: “Sí, doctor, tiene razón, vamos a ver qué podemos hacer...”. Y el abogado les decía que las podíamos contactar con el Mides u otras alternativas. Pero todas reconocían: “Sí, tiene razón”. Yo me quedé con la sensación de que tenía razón, sí, porque el derecho protegía eso y yo estaba haciendo lo correcta. Pero me quedé con la reflexión de qué pensaría aquel niño de 10 años que se planteaba estudiar Derecho o el jovencito que después vino a Montevideo a estudiar en la facultad... Me quedó ese ruido: tal vez uno esté haciendo lo corresponde, pero no te puede impedir nunca hacer una reflexión al respecto.
-No perder la humanidad...
-Claro, uno tiene que hacer su trabajo, pero hacerlo con una visión humanitaria te ayuda a tener otras perspectivas, por más que uno no tenga otro camino.
-"Hay muchos casos en los que se criminaliza la pobreza", dijiste en esa entrevista. ¿La ley o la Justicia es más dura con los que menos tienen que con los delincuentes de cuello blanco? ¿Eso decís?
-Es como una frustración personal, como fiscal. Uno ve infinidad de delitos que se cometen por personas que están muy preparadas para cometer esos delitos, que tienen una organización detrás, y eso les permite alejarse del brazo de la ley. A la Policía se le complica porque ocultan sus rastros, pensemos en narcotráfico de alto impacto, estafas de gran cuantía, en lavado de activos... Generan una red criminal a la que es difícil seguirle los pasos. Y uno cuando ve que sobre lo que trabaja es sobre una persona que es adicta a la pasta base y rompe el vidrio de un auto para robar unas monedas, lo filma una cámara de la Policía, lo detienen enseguida, no ofrece resistencia, le sacan 30 pesos en monedas de a 10 y se le imputa el delito de hurto, más el daño que le hizo al auto... Ojo, me parece bien que se persiga esos delitos, porque detrás de esos delitos hay una víctima, al que le rompieron el vidrio del auto. Pero en los otros delitos hay muchísimas más víctimas, que sufren mucho más el daño y las consecuencias, y le es más difícil al Estado, en este caso a la Fiscalía, lograr reunir los elementos para imputarlos y hacerles caer con todo el peso de la ley.
-¿Y cómo zafás de eso? Porque la Justicia la hacen los hombres, y vos sos un operador jurídico. ¿Cómo actuás para no criminalizar a la pobreza y ser lo más justo posible?
-Dentro de las herramientas que uno tiene uno se guía por esos parámetros. Si uno ve que la conducta no es de gran impacto, aplica el principio de oportunidad. Voy a poner un ejemplo irrisorio: una persona se roba tres chocolates de un kiosco. Está filmado, justo llegaba un policía y lo detiene, llaman al fiscal y éste aplica el principio de oportunidad, porque fue una sola vez tres chocolates, no es que la misma persona siempre le robaba al mismo kiosquero y le generara un gran perjuicio. Ahí se aplica el principio de autoridad, y queda por esa. Es una de las pocas herramientas que al fiscal le van quedando para ir sorteando acciones que son de escasa entidad.
"Yo vivía en Paso Libindo todavía, y la sensación de escuchar un partido por la radio y disfrutarlo por la radio, es increíble. Cuando vivís en el campo te sabés hasta los avisos de memoria que hace el locutor comercial"
-Supongo que en algún momento se te pasa por la cabeza que a esa persona la estás queriendo mandar a la cárcel, en el estado de las cárceles hoy...
-Y para que no nos olvidemos de eso, tenemos un recordatorio recurrente. Nosotros, muchas veces acá en Montevideo, tenemos asignada la competencia de cárceles. Los mismos fiscales que mandamos a la gente a la cárcel, sabemos qué sucede adentro de la cárcel: que lastiman gente, que las cortan, que abusan sexualmente de esas personas, que les hacen horrores… hay casos tétricos, de una manera en que uno se llega a horrorizar porque ni siquiera los animales se comportan así. Entonces, ese recordatorio uno lo tiene presente.
Uno como fiscal quiere imputar. Yo trabajo en el segundo piso de la calle Cerrito, y para bajar a la sala indagatoria, lo hago por una escalera trasera, y voy al subsuelo donde está la sala indagatoria. En el camino voy pensando que le voy a ofrecer la mayor pena posible por lo que hizo, pero después cuando ves a la persona, ves la situación y te ponés a pensar que vas a mandarlo a “esa” cárcel… ya lo reflexionás un poco más. Es una cuestión profesional: al ser fiscal todo el tiempo, tu idea es condenar a esa persona por el delito cometido. Nos ponemos del lado de la víctima, pero después conocés a la persona, hablás, y tratás de llegar a algo más ecuánime.
-Recién en 1996 viste un partido de fútbol en televisión. ¡Te perdiste casi todo el Quinquenio!
-¡No me lo perdí! Yo vivía en Paso Libindo todavía, y la sensación de escuchar un partido por la radio y disfrutarlo por la radio, es increíble. Lo que más llegaba era radio Carve, estaban Carlos Muñoz y los comentaristas eran (Mario) Bardanca y (Juan Carlos) Scelza. Yo no me los olvido más. Capaz que me preguntás por un partido del 2000 para acá, que lo vi por televisión, y no me lo acuerdo tan gráficamente como aquellos partidos que escuché en la radio. Cuando vivís en el campo te sabés hasta los avisos de memoria que hace el locutor comercial.
-O sea que el 97 también lo escuchaste por radio…
-El año 97, cuando Peñarol gana en Quinquenio, lo escuché por radio todo el campeonato. A finales del 97 va Peñarol a Tacuarembó, a jugar un amistoso contra la selección de Tacuarembó, en el Goyenola. Mi viejo me dice: “Vamos al partido”. Fuimos. Llegamos a Tacuarembó y me dice: “Te voy a comprar unos zapatos de fútbol”, Yo andaba con una camisa celeste y un jean. Me compra unos Ki-chute, unos zapatos brasileros con suela de goma y tapones de goma, y lo primero que hice fue ¡sacarme las alpargatas y ponerme los Ki-chute para ir al Goyenola!
Estábamos en la tribuna arriba, y mi viejo me dice: “Mirá, si vas por ahí, te podés meter a la cancha, como esos gurises”. Y me metí… Parecía un colectivero, con camisita celeste, jean y los zapatos de fútbol con tapones de goma. Empecé a cruzarme con jugadores a los que yo no veía en TV, los veía en un diario viejo, ponele, al “Pelusa” Magallanes definiendo. Era un amistoso, entonces en el segundo tiempo estaban en el banco el “Pato” Aguilera, Bengoechea, todos esos fenómenos… Pedí una lapicera y me hice rayar toda la camisa celeste con autógrafos. No sé por dónde anda esa camisa, pero nunca se lavó…
"Después que la ley está vigente nosotros ya no tenemos ninguna posición respecto de la LUC. Y la posición de Willian Rosa la voy a exponer en el cuarto oscuro, adentro de un sobre"
-¿Tenés posición sobre los 135 artículos en pugna de la LUC que están bajo cuestión en el referéndum?
-Tenía -teníamos en la asociación- en el capítulo de lo procesal, que estaba en el anteproyecto, después en el proyecto, y en la discusión en las dos cámaras, y ahí hicimos varias puntualizaciones. Fuimos al Parlamento y les hicimos saber nuestro punto de vista. Discrepábamos en sacar la suspensión condicional del proceso por una medida caricaturesca que se había creado de la herramienta (te acordarás el caso de un hombre al que se lo penó haciendo tortafritas, y tres casos más, entre centenares de casos suspensión condicional del proceso, una herramienta útil para nosotros), así como restringir los procesos abreviados… Nosotros le planteábamos que si lo que se buscaba era más imputación y más condena, que esto no resulte lo contrario, que no perjudique al Estado en lograr la persecución penal y la imputación.
Y lo mismo lo dijimos respecto a las potestades que se le otorgaban a la Policía. En ese momento nosotros decíamos: “Hay abogados de imputados que van a presentarse acá y van a decir que se le tome declaración a un imputado en sede policial sin presencia de su abogado está mal, o que haya una dilación en el plazo en que se le comunica a la Fiscalía”. Ellos van a decir que se le restringen garantías al imputado. Nosotros no estamos diciendo eso, lo que decíamos es que eso podía perjudicar la investigación.
-Todo eso era cuando la discusión de la ley en el Parlamento. Pero la ley está vigente hace 19 meses.
-Después que la ley está vigente nosotros ya no tenemos ninguna posición respecto de la LUC. Respecto al referéndum, no tenemos ninguna posición. Y la posición de Willian Rosa la voy a exponer en el cuarto oscuro, adentro de un sobre.
-Pero en lo que hace a la labor judicial, o a la Policía, que son sus socios en el combate al delito, desde la oposición se ha hablado de "gatillo fácil", de que aumenta la discrecionalidad de los policías al actuar, se ha ampliado el concepto de legítima defensa. Tu ex colega Gustavo Zubía está muy a favor de todos esos cambios... ¿Vos?
-No tenemos posición en ese sentido, a favor o en contra. Podemos pronunciarnos en cuanto a si a la hora de trabajar nos es más fácil o no. Pero no hacemos conjeturas ni fallos contundentes respecto a la LUC, porque desde el punto de vista institucional de la Asociación de Fiscales, hay fiscales que pueden estar de acuerdo y fiscales que no con esto. Quiero dejar algo claro: nosotros los fiscales podemos opinar respecto a la discusión de las leyes, y sobre el derecho, podemos hablar porque el estatuto nos da libertad para hablar. Ahora nosotros en este panorama no hablamos de eso porque no hay una visión unívoca dentro de la Asociación de Fiscales que nos permita decir: “Estamos a favor o estamos en contra”. Si alguien quiere saber el pensamiento de la Asociación de Fiscales respecto del proyecto, puede ir a los documentos que presentamos y a las actas del Parlamento. Después, somos aplicadores de la ley.
"Cuando tiene que haber un trabajo mancomunado se siembra un resquemor respecto a un funcionario que tiene que trabajar todo el tiempo con los otros funcionarios, y se le dice 'esta fiscal está en contra de ustedes', es gruesísimo eso"
-La Asociación de Fiscales hará un relevamiento de "presiones" y situaciones que afectan al funcionamiento del sistema de justicia, para presentarlo en la Federación Latinoamericana de Fiscales. ¿Esto se da por la presencia del ministro Heber en el caso del homicidio de Santiago Cor por parte de dos policías? ¿Lo sintieron como una presión indebida?
-Para nuestra percepción, sí. Escuché hablar al doctor (Andrés) Ojeda y él decía que si será importante este caso que ameritó la movilización del sindicato de policías (Sifpom) y la presencia del ministro (del Interior, Luis Alberto) Heber, algo que no se da nunca. Entonces, hay un reconocimiento de la presencia de Heber fue algo excepcional. Nosotros observamos aquellas situaciones que pueden afectar derechos que tienen los fiscales. La independencia técnica es un derecho que tenemos los fiscales. Es el derecho a actuar de determinada forma sin recibir órdenes ni recomendaciones de autoridades internas o externas.
Cuando supimos que iba a ir el ministro, pensamos: “Pah, qué delicado esto, qué inconveniente”. Después se lo entrevista al ministro allí, y dice: “Lo que pasa es que esta fiscal está en contra de la Policía”. ¡Es terrible eso! Para cualquiera de los 350 fiscales del país que se diga que un fiscal está en contra de las personas con las que tiene que trabajar, es terrible. Hay que tener en cuenta que la Policía son los ojos y las manos de la Fiscalía en la investigación preliminar. Entonces, cuando tiene que haber un trabajo mancomunado y se siembra un resquemor respecto a un funcionario que tiene que trabajar todo el tiempo con los otros funcionarios, y se le dice “esta fiscal está en contra de ustedes”, es muy grueso, es gruesísimo…
La invitación (al ministro) es a la cautela, a pensar esto en clave institucional, en clave del conjunto de instituciones que llevan adelante la persecución penal.
-¿Lo de Heber fue algo aislado o recordás otras presiones similares de actores del sistema político?
-Vuelvo al 1° de noviembre de 2017 y te recuerdo los cruces con el Ministerio del Interior anterior (gestión de Eduardo Bonomi), cuando se hablaba del “efecto noviembre” y los pronunciamientos que teníamos nosotros como fiscales, también sobre el Caso Sendic y lo que se decía del fiscal Luis Pacheco, ahí la Asociación de Fiscales también salió al cruce de esas acusaciones.
Cuando se da lo del senador Guido Manini Ríos, nosotros también salimos al cruce. Manini dijo: “Hay fiscales que son prevaricadores”, es decir que a sabiendas que es injusto lo que están haciendo, igual siguen adelante. Sería que a sabiendas que es una investigación injusta y no se tiene pruebas, igual la formalizo. Eso es algo de absoluta temeridad y no se corresponde con la realidad en absoluto. Conlleva a sembrar en el imaginario colectivo una duda, un debilitamiento del sistema de justicia, empezando por la Fiscalía, que es sumamente jodido para la institucionalidad. Es jodido decir que los fiscales son prevaricadores, es jodido decir que los fiscales llevan adelante imputaciones con falta de evidencia. Decir que es a sabiendas desliza una intencionalidad de los fiscales.
Lo que yo advierto con esto es que se genera un ruido y, después, el ruido es lo importante, no la sustancia. Por más que nosotros consigamos infinitas evidencias, ya no será suficiente porque en el imaginario colectivo va a estar: “son prevaricadores”, “están infiltrados” por determinada ideología. Y se va más allá, porque no es sólo la Fiscalía, ¡el Poder Judicial! El fiscal malvado que lleva adelante ese caso pasa el filtro -el fiscal Fulano dice: “a éste lo quiero joder, y por más que no tenga pruebas, lo imputo igual”-, pero uno de afuera dice: “No pasa el filtro judicial. Va a caer en el juez de garantía o en el juez de apelaciones, o en la Suprema Corte de Justicia”. Ahora, si se deslizan suspicacias por el Poder Judicial también, uno está yendo por todo. Entonces no hay resultado posible que despeje la duda.
"Se piensa: 'Están infectados por la ideología de género, y la ideología de género sabemos que proviene de la izquierda'. Si el otro construye un silogismo a partir de premisas endebles, la conclusión va a ser la que se le antoja”.
-¿La Justicia está "infiltrada" por la izquierda, como dijo la senadora Graciela Bianchi?
-Comentarios como ese son tan carentes de sustento en lo que refiere a cómo se manejan los fiscales y cómo se manejan los jueces…Es sembrar animosidad por la animosidad misma. Alguien podría decir que se hizo una encuesta respecto a qué votó cada integrante de la Fiscalía y salió tal resultado. Ningún fiscal -que lo que quiere garantizar es su objetividad y ecuanimidad- va a caer en hacer público qué vota en el cuarto oscuro.
Sobre cualquier tema hay bibliotecas. Ahora, que tú me digas: “Está la ley tal y tal fiscal la interpreta así, y tal fiscal la interpreta de esta otra forma, porque de un lado se ampara en tales y tales autores sumamente reconocidos, y del otro lado se amparan en tales y tales autores, que también son muy reconocidos”. ¡Eso no tiene que ver con ninguna infiltración! Es la interpretación que tiene que hacer un aplicador del derecho respecto de la ley que está aplicando.
Lo que pasa que después cuando se hila fino respecto a esa aplicación, se dice: “Esto se ve porque están infectados por la ideología de género”, porque al aplicar los fiscales y los jueces leyes con perspectiva de género (lo transforman en una ideología, eso que la ley establece que se debe aplicar en determinados casos). Se piensa: “Están infectados por la ideología de género, y la ideología de género sabemos que proviene de la izquierda, ya está”. Uno lo único que puede decir es: eso no es así, y nada más. Si el otro construye un silogismo a partir de premisas totalmente endebles, que las construye como se le antoja, la conclusión va a ser la que se le antoja. Y uno no puede derrotar todo eso más que diciendo: “eso está mal”.
-Has hablado de "carencias de recursos" en la Fiscalía, pero aclaraste que no pasa desde fines de 2017, sino que vienen desde antes, solo que antes no se sabía. ¿Cuáles son esas urgencias?
-Uno siempre tiende a pensar que lo que hay que crear son fiscalías, abundantes fiscalías y cargos de fiscales. Nosotros caímos en esa trampa de pedir más fiscalías. Después vimos que para que nos dieran bolilla, teníamos que estructurarlo de manera seria. Es cierto que necesitamos que se creen fiscalías, y por lo tanto, cargos fiscales, pero se necesitan en lugares donde hay fiscalías de turno único, porque es inviable trabajar así. Entonces, la inviabilidad hace la urgencia de que se creen fiscalías. Después, lo que necesita la Fiscalía es tener herramientas y recursos que le permita ser eficiente en la investigación. Por eso esto es en conjunto con la Policía: la Fiscalía necesita recursos y la Policía necesita recursos, para que las dos instituciones, cuando están trabajando en conjunto, lo hagan en perfecta sinergia.
-¿Siguen desbordados y extenuados los fiscales, como a fines de 2017, cuando los primeros meses del vigente CPP?
-Aquello era el acabóse. Falleció una compañera en su lugar de trabajo… Pensemos esto: cuando la compañera Susana Rivadavia falleció existían dos fiscalías de delitos sexuales, hoy hay ocho. ¿Cómo no van a estar desbordadas esas compañeras? Ella falleció en su lugar de trabajo, y nos había enviado a la Asociación de Fiscales reiteradas comunicaciones diciendo que la situación de esa fiscalía era inaguantable. Nos había advertido varias veces que estaban desbordados, y era una compañera que le ponía el alma a los casos en los que trabajaba, y en delitos sexuales uno termina devastado, porque son casos muy jodidos.
Esas fiscalías siguen estando con sobrecarga, siguen estando si posibilidad de abordar en forma debida todas las causas que tienen, y eso que ahora hay ocho. Pensemos cuánto era en aquel momento. Se ha acomodado mucha cosa, pero lo cierto es que aparecieron otros problemas. Aparecen situaciones en las que hay cada vez más juicios orales, juicios con muchos imputados y con determinadas cuestiones, se comienzan a complejizar…
-En denuncias de delitos sexuales las fiscales especializadas no dan abasto... ha quedado clarísimo en el último tiempo. Solo el 13% de denuncias de delitos sexuales obtuvo condena en 2020, por ejemplo. ¿Se termina priorizando la investigación de algunos delitos por sobre otros?
-Hay que diferenciar la realidad de Montevideo con la realidad del interior. Hay que decir que en Montevideo los recursos son mayores. Si en Montevideo escasean los recursos (que escasean), en el interior escasean más. ¿Qué pasa en una fiscalía del interior? Ese fiscal que tiene que investigar un delito sexual, tiene que investigar también la rapiña que acaba de ocurrir, un hurto, o lo que sea. Pensemos en Las Piedras, Libertad o Ciudad de la Costa, acá nomás. Vos tenés tres detenidos por rapiñas y una denuncia por abuso sexual. Evidentemente, por la urgencia de personas detenidas, de que tenés que hacerlo sí o sí porque si no se te vence el plazo, y si se vence el plazo y no lograste la imputación, (eso) te mata.
Los delitos sexuales requieren otra forma de investigación, totalmente diferente. Tenés que respaldarte en la Unidad de Víctimas, en los técnicos que tiene la fiscalía, en las pericias, analizar las pericias… Es otra manera de investigar.
-Y mientras pasa el tiempo tenés cientos de víctimas que se sienten indefensas y un montón de depredadores sexuales que están sueltos…
-Es así, es así… La reflexión tiene que ser institucional del Estado todo, y de todas las instituciones involucradas.
-Más de una vez en redes sociales se te ha criticado por tu apariencia, han dicho que no puede ser que vos seas el presidente del gremio de fiscales. Me consta que sos consciente de esto, porque has contestado algunos tuits. ¿No te afecta?
-No me afecta en absoluto. He pasado tantas situaciones complicadas que llego a comprender que el problema no es uno. Me preocupo si alguien dice que dije una barrabasada y está mal por tal cosa. Ahí sí me preocupo, y voy a estudiar. Me preocupo de sobremanera cuando me critican por mi metier. Ahora, cuando una persona en vez de criticarme por lo que estoy diciendo, lo hace por mi apariencia, no me preocupa. Ahora bien, esa es mi postura personal, no significa que esas no sean situaciones que quizás encuadren en un delito, y que están mal. Yo las pongo de manifiesto. Yo en Twitter le voy a contestar, le diré: “Che, soy feo, pero soy laburador”. Le saco la carga de dramatismo con respecto a mí. Yo no voy a hacer una denuncia por eso, y si se quiere, mi posición de fiscal es una posición de privilegio, entonces tengo que ser muy medido y no ponerme como víctima. Pero sí lo pongo de relieve porque son situaciones jodidas.
-Tu cuenta de Twitter te presenta como abogado, fiscal, presidente de la Asociación de Fiscales, pero también dice "Escritor" y tiene un link que lleva a la cuenta "Un escritor cualquiera" en Instagram. Contame sobre eso...
-Toda la vida escribí. Desde chico escribía poesía, escribo ficción… Imaginate lo que te genera trabajar en un lugar como éste, con tanta miseria humana, con tantas cosas feas que le pasa a la gente, a uno le dan insumos que uno los tiene que transformar en algo productivo. Tengo publicado un libro que se llama La breve vida del hombre nuevo, que es una preocupación que yo tenía en ese momento de gente a la que se califica como “locos”. Esto de tratar a la salud mental como algo que está mal y hay que excluirlos lleva a dejar de lado a muchas personas que a veces tienen reflexiones muy acertadas, y pensamientos y formas de sentir que nos haría falta a los que nos creemos cuerdos. Es una pequeña novela.
Y también tengo unos 30 cuentos de situaciones… Y permanentemente voy escribiendo, sobre cosas que me pasan en el día a día. Es una manera de sacarse la tensión y ola crispación de este trabajo. Cuando yo entro en la manija, paro a leer (toma su ebook Kindle) y esto para escribir (una libreta colorida) y siempre ando cargado (abre el saco y tiene dos bolígrafos que brillan)…
-¿Sos feliz?
-…
-¿Te sorprendí?
-Sí… a pesar de que sabía que me lo ibas a preguntar. Lo hablé con mi novia y le dije: “¿Qué le respondo?” Mirá… pienso en algo de Juan José Morosoli en Perico: “Cuando uno hace lo que le gusta, no precisa más”, esto decía un niño, cuando su padre era arenero y era feliz siendo arenero. Bueno, yo soy fiscal y me gusta, y escribo, que también me gusta. Haciendo lo que me gusta no preciso más, por ende, soy feliz.
Por César Bianchi
@Chechobianchi
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