Dice que no tiene miedo. Que sabe que saldrán a desmentirla, pero que, tarde o temprano, la verdad gana. Que esto no tiene “nada que ver con política” ni con el Partido Nacional, donde milita desde su infancia. Es “un duelo”, un “mano a mano”, dice Romina Celeste Papasso Oliver, que hoy, a sus 30 años, decidió salir públicamente a denunciar a un político de su partido por haber abusado de ella cuando tenía 13 años y aún se identificaba como varón.

Papasso, más conocida como Romina Celeste e identificada por un estilo de militancia combativo, cumple por estos días una condena de libertad a prueba por haber protagonizado incidentes en la explanada de la Intendencia de Montevideo durante la visita del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en enero pasado. Debió pedir disculpas y llegó a un acuerdo abreviado con la Fiscalía.

A pesar de su frágil situación judicial —que, entre otras cosas, la dejó en stand by en un llamado laboral que había ganado en OSE—, esta semana Romina Celeste se animó a dar un paso arriesgado y denunció por “pedófilo” a un político blanco, sin dar su nombre, por hechos ocurridos hace más de 15 años. Luego de constatar que sus palabras podían estar “ensuciando” a otros correligionarios, resolvió “dar la cara” y aclarar, en diálogo con Montevideo Portal, que el político al que alude es el senador Gustavo Penadés.

Dice que no hará la denuncia judicial porque no tiene pruebas, pero sí se dispone a hacer un relato pormenorizado de lo ocurrido en 2006. El legislador, consultado al respecto, evitó hacer comentarios.

La movida de Parque Batlle

—A los 13 me escapaba. Para los que salen a condenar a mis padres: yo me escapaba de mi casa. Y hay muchas historias de adolescentes que agarran y les dicen a los padres “me quedo en la casa de mi amiga”, pero van a callejear. Pasa con las nenas y con los varones. Así empiezan las cosas, y así empecé yo.
Esta persona fue la primera que me paró a mí en la calle. La primera persona que me paró cuando yo no tenía idea de nada. Yo después lo veía en el parque [Batlle]. Él pasaba por ahí y levantaba. Y me enteré de todo.

—¿Qué es todo?

—La movida del Parque Batlle en ese momento.

—A tus 13, ¿militabas? ¿Lo conocías de la política?

—No, no. No tiene nada que ver con la política. Ni sabía quién era. Nunca más lo vi ni tuve contacto con él. Después me acordé, cuando empecé en su misma lista, pero un poco más grande. […] No sé qué habrá sentido él que salió a atacarme ahora.

—¿Estás segura de que te identifica?

—Ah, capaz que no. Pero calculo que sí. No estoy segura.

—¿En ese momento te vestías de mujer o de varón?

—De varón. Él no quiere saber de nada con las personas vestidas de chica. A él le gustan los hombrecitos.

Cuenta Romina Celeste que Penadés la subió a su auto cerca del Parque Batlle, por una de las calles laterales del Estadio Centenario, por donde ella solía caminar cuando se escapaba. Según su testimonio, no fue el primero con el que tuvo relaciones, pero sí fue el primer hombre que le pagó por sexo, y por él se enteró de “la movida de Parque Batlle”, cuando le dijo: “Acá paran guachitos”.

—Y cuando me deja, me dice: “Te voy a dejar acá que es más discreto”. Y era adentro del parque. Y ta, cuando me bajo de ahí ya me para otro auto. Después volví ahí porque me di cuenta de cómo era la movida: apenas me dejó un auto, me levantó otro.

—¿A dónde te llevó para tener relaciones?

—A un motel [lo nombra, sigue existiendo]. Ni te preguntan cuando entrás en el auto. Él me dijo “agachate” en el asiento. Evidentemente sabía lo que estaba haciendo.

—¿Ahí cobrabas?

—Sí.

—¿Él te pagó?

—Sí, no sé cuánto.

—¿Se repitió?

—Sí, hubo una vez más. Después lo veía pasar.

—¿Era habitué?

—Sí, claro.

—En el video en el que hacés tu relato decís que te pidió el celular. ¿Había celular en ese momento?

—Sí, claro. Yo tenía un Sony Ericsson. Fue mi primer celular.

—¿Le diste el número?

—Sí.

—¿Y te llamó?

—Claro. Me llamó; yo estaba con mi madre en ese momento. Me dijo para encontrarnos en el parque.

—¿Por qué hubo una sola vez más?

—Porque él [hace una pausa] buscaba algo sexual que no me iba. Nada malo.

—Cuando estuviste con él, a los 13, ¿él te preguntó tu edad?

—No. Pero, evidentemente, si te dicen “bajate” para que no te vean al entrar al motel…

—Deducís que él sabía que eras menor.

—Sí, claro. Había gente que te pedía la cédula cuando yo trabajaba ahí. La cara te vendía. Mirá la cara que tengo ahora, imaginate a los 13 años. Ahora parezco de 18 [se ríe].

—La gente que paraba ahí…

—Mucha droga, mucha droga.

—¿Eran menores?

—Sí.

¿Había mayores también?

—Sí.

—¿Hombres y mujeres?

—No, cuando empecé a ver mujeres trabajando fue cuando empecé a parar en la esquina. Siempre tuve problemas porque me sacaban de ahí a cadenazos, cuchillos, gas en la cara… Todo un tema. Yo eso lo viví en plena democracia. Con el Frente Amplio.

—¿Cuánto tiempo fuiste a Parque Batlle?

—Hasta empezar con el transformismo, a los 17. Cuando empecé a ser quien yo quería ser, ahí no volví más.

—¿A Penadés lo seguiste viendo?

—Sí, lo veía pasar y levantar a otros. Siempre varones.

—¿Menores?

—No sé eso. Pero había menores ahí. Cuando yo arranqué, era la más chica. Con 13 años no trabajaba. A los 15 empecé a prostituirme y hacer más plata, porque como varón hacés más plata.

—¿Entre los 13 y los 15 cobrabas, pero no era una actividad regular, digamos?

—Ahí va. A los 15 años le dije a mi madre que iba a trabajar en un restaurante, y me iba todas las noches. Por eso, con 13 no me dejaban salir mucho, obviamente. Pero con 15, sí.

Por qué ahora

Romina asegura que durante más de 15 años se guardó esta historia para sí misma: “Son cosas que una vive y capaz la vida te enseña que tenés que seguir de largo”, dice.

Sin embargo, unas declaraciones de Penadés a propósito de su detención tras el episodio del escupitajo en la explanada municipal fueron el detonante de su decisión de romper el silencio. Concretamente, Penadés catalogó de “lamentable” lo sucedido y dijo, en diálogo con Subrayado, que no le constaba que Romina fuera parte de su fuerza política. “Puede ser votante o simpatizante, pero que yo conozca no integra las estructuras políticas del Partido Nacional”, indicó. También dijo: “Tiene todo el derecho de expresarse”, pero “no eligió ni el mejor lugar ni el mejor momento para hacerlo”. Al escucharlo, Romina Celeste dice que sintió que no debía callar más.

—Después de que pasó lo de la Intendencia me encontré sola. Tenía al Frente Amplio atacándome. Yo era la maldita, la mala de la película. Prácticamente había matado a 20 personas. Y dentro de mi partido sale Álvaro [Delgado] —yo hablo por teléfono después con él—, esta otra persona que no voy a nombrar [se refiere al diputado Javier Radiccioni, con quien en 2022 mantuvo una alianza con miras electorales, pero este año se quebró]. Empezaron a atacarme o desmarcarse mis propios compañeros. Sentí que me soltaban la mano. Y en eso sale este personaje, que no tengo ningún tipo de relación política ni nada. ¿Por qué sale? Yo solo tengo relación con la 404 y con Álvaro Delgado, que no dijo que yo no fuera militante del PN, sino que yo no era socia. Él, como secretario de Presidencia, tiene un millón de problemas; no tiene por qué saber si soy o no. Entonces, sale Penadés a decir que yo no era parte del PN ni militante. Y eso me trajo los recuerdos. Y fue lo que me hizo decir “pah”. Yo lo había querido borrar.

—¿Qué sentiste?

—Me volvió todo. Eso me recordó la juventud. Ese momento horrible… Yo siempre fui alta, pero antes era re flaquita mal. Y que un tipo así te haga lo que yo conté en las redes… [se frena].

En su video, asegura: “Te sentís vulnerada, te sentís… a esa edad, que un tipo de 40 y pico de años te venga a toquetear, te venga a pagar, te venga a parar en la calle, te pida el teléfono y todo, es como todo raro, todo muy raro”.

Ahora, en diálogo con Montevideo Portal, afirma que después de grabar ese mensaje pensó que quizás se había equivocado.

—El comentario lo hice para contarle a mi gente, pero cuando me di cuenta de que capaz había sido demasiado sincera o transparente, y que al nombrar a un partido estaba metiendo a otras personas adentro, dije “tengo que dar la cara”. Me equivoqué. Bueno, no sé si me equivoqué. Porque el día que no le diga a la gente las cosas en la cara, me dedico a otra cosa. Si voy a mentir o no voy a ser yo misma… Entonces, yo a la gente le conté algo que hace dos meses y medio se me volvió a la mente. Él me lo recordó; él mismo. Él al salir a decir que yo no soy parte del partido. ¿Con qué necesidad? Para mí, él sabe bien quién soy. Estoy segura.

Desde que publicó el video y sus palabras empezaron a replicarse, en las redes se generó conversación y dudas acerca de a quién se refería. A las horas, ella aclaró especialmente que no se trataba de Álvaro Delgado. En las tendencias de Twitter se instaló “Penadés”. A Romina la llamaron varios miembros del partido, entre ellos la senadora Graciela Bianchi. “Me sorprendió que ella estuviera sorprendida por la situación, de lo que me había pasado. Porque me conoce. Ella ya sabía de quién estaba hablando. Nunca hablamos de nombres”, relata. Y agrega:

—Intentaron ensuciar a Álvaro, al futuro presidente. Conozco a Álvaro, y están ensuciando a un compañero, además de la figura política. Lo primero que hice fue salir a defender a Álvaro, que además tiene familia, conozco a la mujer y soy amiga de su secretaria.

—¿Tu abogado te recomendó salir?

—Sí, me dijo: “Esto es algo que vos sentiste, y si no lo dijiste antes fue porque te costó; no importa”. Obviamente yo me lo iba a guardar. ¿Por qué ahora? Porque desde que pasó lo de la Intendencia, eso me quedó adentro. ¿Por qué debo tener algo acá? [señala la garganta]. Lo tuve guardado 15 años, pero esto me lo reavivó. Y yo no tengo por qué guardarme nada. Cuando sentí que a mi compañero, Álvaro, lo empezaban a ensuciar y faltarle el respeto, involucrándolo conmigo […], obviamente voy a salir a defenderlo. El otro nombre que estaba sobre la mesa era el de Gustavo Penadés. Y bueno, esa es la persona con la que pasó eso cuando yo era chica.

Dice Romina Celeste que en 2014, aproximadamente ocho años después de los abusos que hoy denuncia, volvió a ver a Penadés porque militó un tiempo en la Lista 71, específicamente en la agrupación Ni me callo ni me voy.

—¿Vos lo reconociste en ese momento?

—Sí, sí. Pero él no era de acercarse a la gente ni nada; no tuve un encuentro.

—¿Él hizo alguna alusión?

—No, en ese momento él era un señor de traje y corbata. Políticamente es como otra persona. Es otra persona totalmente.

La política y los daños

A pesar de ser ambos blancos, Romina Celeste dice que Penadés no le “interesa” y que en su denuncia “la política no tiene nada que ver”. La responsabilidad de que ahora se sepa, considera, es del propio legislador.

—Esto lo sacó a la luz él porque yo sentí como un ataque y lo tomé personal. Porque yo no tengo ningún tipo de vínculo político con él. Acá no hay nada político; la política no tiene nada que ver. Esto fue un ataque personal de él por lo que pasó. Y capaz por miedo.

—¿Sos consciente del daño que le puede generar?

—En realidad, ayer me enteré de cosas que no tenía ni idea. Parece que no soy la única persona que tuvo problemas con él. Viste que hay cosas que querés olvidar, y más cuando son cosas asqueantes. Hoy por hoy lo puedo contar con naturalidad porque son cosas que te pasan.

—¿Evaluás radicar una denuncia judicial?

—¿Después de 15 años? ¿Qué pruebas llevo? Yo cuento la experiencia de lo que viví con esa persona, porque la persona me atacó públicamente. Es un ataque, una puñalada, un ataque público de un senador a una persona que no es nadie, que soy yo, que políticamente no soy nadie.

—Entonces no denunciás por falta de pruebas.

—Exacto. Yo cuento lo que viví. Ahora, la gente tiene imaginación y no me interesa lo que pueda pensar.

—¿Y del daño, sos consciente entonces?

—No creo que le cause ningún daño. La Justicia para mí en este país no es justa.

—Pero decís que no vas a denunciarlo. Me refiero al daño político, público.

—Me parece que lo privado debe quedar por fuera de lo político. Pero sí, puede que haya daño público, obvio. La gente no es boba. Y yo le estoy contando a la gente la verdad de lo que hacía cuando era chica: que me escapaba, que siempre fui para adelante, que siempre me compré mis cosas, que la luché, que mi madre no podía conmigo.

—¿A qué te referís cuando decís “la gente no es boba” en relación con Penadés?

—Que después de esto salió mucha gente a decirme cosas, como por ejemplo una madre que dejó de llevar al hijo a militar a la lista de él porque le habían dicho que a él le gustaban los jovencitos. ¿Me voy a andar callando con algo que no tiene nada que ver con política? Capaz que esto sirve para que las personas que pasaron por cosas parecidas o peores suelten traumas o malestares horribles que pasaron de chicos.

—Al no tener pruebas, puede ser tu palabra contra la de él.

—Y obviamente él va a decir… me imagino las respuestas: no la conozco, está mintiendo, yo nunca fui al Parque Batlle. Lo va a desmentir. Lo espero que desmienta ya.

—¿Tu abogado te advirtió de posibles demandas de su parte por difamación?

—Él me dijo que diga nombres. Yo estoy diciendo lo que me pasó. Que él haga lo que tiene que hacer. Él ahora va a jugar el papel de víctima. Los monstruos son víctimas. Así que no me sorprendería. Espero las dos cosas: que salga a desmentir y que me haga una demanda. Acordate de lo que te digo.

—¿No te da miedo?

—¿Miedo? ¿A vos te parece que yo puedo tener miedo? ¿A qué le puedo tener miedo yo? Hoy por hoy me da lástima. Yo estoy en mi mejor momento: físicamente, de salud, de fuerza y de todo. Penadés me da lástima. Penadés solo no es nadie.

—¿Pensás que en el Partido Nacional te van a apoyar con esto?

—No voy a mencionar al partido porque no tiene nada que ver el partido en esto.

—Pero vos sos militante y él es del partido, y ya te llamó una senadora del partido, y obviamente todo esto se va a mezclar.

—Pero el partido no tiene nada que ver. Esto es algo personal. Yo lo veo como un duelo, un mano a mano. Él salió públicamente; yo no iba a salir a hablar nada. Yo puedo pasar un mal momento, me puedo tropezar, puedo equivocarme, puedo perder, pero siempre voy a seguir intentando la revancha. Yo voy sin miedo al éxito: cuando estás contando lo que pasó, te pueden decir lo que quieran. Pero vos sabés que es la verdad, y tarde o temprano la verdad o la persona que hace el bien siempre gana. Así que me voy a quedar como espectadora a ver qué pasa y que se maten los que se tienen que matar. Me imagino todo cómo va a ser y voy a quedarme prendida a la tele a ver cómo el señor sale a desmentir y a hacer una demanda. Pero yo lo viví. Por dentro, voy a decir: “Qué cobarde que sos”.