Por Joaquín Symonds
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Fernando Romano hace bastante más de 40 años que está inmerso en el derecho, primero como abogado especializado en materia laboral dentro del Ministerio de Trabajo y luego como fiscal letrado. El magistrado es de esas personas que le gusta tanto su trabajo que termina provocando rispideces dentro de su familia, dado que trabaja desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche. Sin embargo, fuentes de su entorno comentaron a Montevideo Portal que en esta etapa de su vida está buscando un mayor equilibrio y poder cumplir con aquel dicho de que los problemas del trabajo quedan en la oficina.
A lo largo de su carrera como fiscal, que comenzó sobre fines de los 90, estuvo en Artigas, Dolores, San José y Las Piedras. Siempre buscó el buen relacionamiento con sus pares y trabaja bajo la premisa de que la víctima de un caso policial siempre es lo más importante, más allá de que es consciente de que el sistema tiene que priorizar qué cosas atiende primero.
Desde que rige el nuevo Código de Proceso Penal (CPP), Romano ha logrado un récord de imputaciones: en 2018, formalizó 410 investigaciones; en 2019, 444; y en 2020, alcanzó las 421 resoluciones de la Justicia. El magistrado, que ahora ocupa la titularidad de la Fiscalía de Flagrancia de 9° Turno, participó en el proceso de cambio normativo que encabezó el exfiscal de Corte Jorge Díaz.
Desde Fiscalía comentaron que Romano siempre se mostró abierto a trabajar de formas diferentes, aunque también manifestó preocupación porque entiende que quizá el sistema no estaba preparado para una transformación como la que se implementó desde noviembre de 2017.
Lo cierto es que los números indican que ha cumplido con su trabajo y no suele rehuir de los desafíos que la profesión le coloca por delante, ahora al frente de la investigación sobre el exjefe de la custodia presidencial Alejandro Astesiano, dado que la fiscal Gabriela Fossati se certificó por 15 días y él es su subrogante.
El pasaje por Artigas y la puesta en orden
En 2002, Romano tuvo su primer gran desafío en el área penal. Si bien ya ejercía como fiscal desde 1998, cuatro años después comenzaba a cumplir funciones en la ciudad de Artigas. Había una computadora, que era usada por un administrativo, y la velocidad de banda ancha de aquel entonces era tan rápida como un caracol en un día de lluvia.
Al llegar, al fiscal le informaron que tenía más de 400 expedientes esperando vista, las que tuvo que pasar a mano para que luego el único funcionario administrativo digitalizara. Romano llegaba a las 7:00 y regresaba a su casa a las 19:00 horas, en parte, porque su familia había quedado en Montevideo y lo visitaba solo los fines de semana.
En su pasaje por la capital artiguense, que duró hasta 2004, hubo un par de casos bastante escabrosos que marcaron la labor del magistrado. El primero fue el asesinato del comisario Montesano, encargado en ese momento de coordinar las actividades de la Jefatura Departamental.
La víctima estaba cenando y el balazo fue certero: directamente al cráneo. Fuentes vinculadas a Romano comentaron que una de las cosas que más le llamó la atención fue que muy poca gente preservaba la escena del crimen y entraban como si allí no hubiera pasado nada.
En aquel momento, el magistrado estaba enfrentando un problema de salud que lo llevaba a maltraer, y también el crimen le impactó, dado que la víctima era parte de la fuerza policial y la Fiscalía trabajaba par a par con este organismo.
El segundo caso que conmocionó a Romano fue el crimen de un productor rural. El hecho estuvo planeado por los asesinos —tres menores y un mayor de 18 años—, quienes lo terminaron matando a golpes con un rolo, para luego rematarlo de dos balazos.
Finalmente, lo ataron en una cuerda como se suele hacer con los animales para consumo. Romano logró reconstruir el hecho y que la Justicia impusiera las debidas responsabilidades a cada uno de los que participaron de la escena del crimen.
De Artigas, Romano pasó a Dolores, departamento de Soriano, donde tuvo un transitar bastante más tranquilo dado que no lideró investigaciones tan complejas. Su tarea en Artigas le había costado quebrantos de salud y varios meses de trabajo solo para poner en orden todo el papeleo que encontró cuando llegó.
Conjugar la vida familiar
Al fiscal su trabajo le genera, hasta el día de hoy, problemas familiares. Sus hijas le piden por favor que no se exponga tanto en los medios, que controle sus dichos para cuidar su seguridad, mientras que también le reclaman que no esté tantas horas inmerso dentro de las investigaciones.
Si bien busca dejar los problemas atrás, en la dinámica del día a día no es algo que pueda lograr con tanta facilidad. Cuando pasó por Libertad, San José, eligió viajar todos los días desde Montevideo para no provocar que su esposa renunciara al trabajo, pero cuando llegó a Artigas no tuvo la misma suerte y en determinado momento prefirieron hacer una mudanza familiar. De allí se fueron a Mercedes, capital de Soriano, y Romano viajaba todos los días a Dolores.
Su último destino antes de Montevideo fue Las Piedras, Canelones, donde también tuvo que enfrentar la voracidad de una ciudad que suele ser “el dormitorio” de la capital nacional. Allí investigó motines de relevancia y todo tipo de hurtos y rapiñas.
En 2013, el exfiscal de Corte Jorge Díaz le ofreció renunciar a la dependencia de Canelones y desembarcar en Montevideo como secretario letrado de la Fiscalía de Corte. Romano aceptó, sabiendo que el cambio de CPP estaba cerca y eso implicaría nuevas oportunidades en su carrera laboral.
La tarea que le designó Díaz fue generar vínculos con todos los organismos del Estado, sobre todo los ministerios. Para el exfiscal de Corte esto era muy importante y Romano lo sabía de primera mano.
En noviembre de 2017, Romano concursó, y en junio de 2018 asumió la titularidad de una fiscalía en Montevideo que encabezaba el actual diputado del Partido Colorado Gustavo Zubía.
“Los delitos no pueden quedar impunes”
Quienes conocen a Romano o han compartido con él ámbitos de trabajo, saben que una de las frases que repite es: “Los delitos no pueden quedar impunes”. Ante la consulta sobre cómo se logra alcanzar las penas, el fiscal suele responder a secas: “Trabajando”.
En esa labor por priorizar a las víctmas, Romano se fue metiendo en los casos de violencia en el deporte. En 2021, cuando Peñarol se galardonó como campeón del Torneo Uruguayo dirigido por Mauricio Larriera, los jugadores mirasoles festejaron y fueron filmados mientras realizaban cánticos ofensivos. El fiscal entonces notó que varios de los deportistas estaban entonando canciones sobre muertes de hinchas de Nacional. A su vez, horas más tarde toda la directiva tricolor también fue grabada mientras cometía una acción similar.
Romano llamó al fiscal de Corte, Juan Gómez, y le dijo: “Mirá, yo creo que hay que citarlos. Esto no puede pasar porque va a estar complicado”. El titular del Ministerio Público le dijo que tenía su apoyo, por lo que Romano decidió comunicarse con Mario D’Elia, porque la Unidad de Violencia en el Deporte está en la órbita de la Jefatura Departamental. El jerarca policial lo respaldó y Romano decidió abrir su primera investigación de oficio. Allí citó a la dirigencia de Nacional y Peñarol, pero también manifestó públicamente que el clásico de verano no se debía jugar en Maldonado.
Otra investigación que tomó de oficio fueron los disturbios en el partido de Peñarol contra Colón de Santa Fe por la Copa Libertadores, donde se pudo ver que muchos hinchas aurinegros pasaban de una tribuna a la otra para concretar una riña con los demás simpatizantes.
Hoy en día, la Unidad de Violencia en el Deporte “confía mucho” en el fiscal Romano, dijeron a Montevideo Portal fuentes del Ministerio del Interior. Gracias a este vínculo, el magistrado ha logrado formalizaciones en casos como el de Peñarol contra Colón, o como el de Aguada contra Goes, donde se dieron disturbios. Sin embargo, su núcleo íntimo confesó que muchas veces se siente “presionado” por la prensa deportiva.
Romano suele decir que muchos periodistas no investigan este tipo de hechos, como sí sucede en otros casos policiales. El sentimiento del fiscal es que en el ámbito deportivo también hay una cierta desidia, que impulsa a que los principales dirigentes no brinden información.
A modo de ejemplo, la directiva de Nacional no colaboró con la Fiscalía cuando Romano investigó la grasa que apareció en los paravalanchas del Gran Parque Central en el marco del último clásico. El presidente tricolor, José Fuentes, no quiso decir quiénes ingresaron al estadio en la previa al partido.
El caso Astesiano y la relación con Gómez
Romano considera que el fiscal de Corte quedó solo desde que comenzó a subrogar a Díaz, porque todos los temas pasan por él. Esto se suma a la situación económica y de recursos de la Fiscalía, que provoca una acumulación de casos en las 16 dependencias de Flagrancia.
En casos grandes, como por ejemplo el de Astesiano, Romano considera que el problema fundamental es que no se da respuesta a las víctimas y también peligra la calidad del proceso en cuanto al trato con los indagados.
Precisamente sobre esta causa, en la que está supliendo a Fossati, Romano ha preferido no brindar declaraciones, ni siquiera a sus familiares más cercanos. Para él no es más que un desafío momentáneo, en el que buscará dar lo mejor de sí dentro del poco tiempo que posee para dar posibles pasos.
En este marco, el fiscal le ha dejado claro a Gómez que sabe que está dando lo mejor de él. Además, es consciente de que su superior no tiene posibilidad de salir de licencia.
En lo que sí ha demostrado su desacuerdo es en el cruce entre fiscales por redes sociales o medios de comunicación. Para Romano, esto atenta contra la institución, la que debería ser el horizonte de todos los fiscales.
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