Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti
Patricia era enfermera y se anotó en la Escuela Nacional de Policía porque le dijeron que debía pasar por allí para trabajar en el Hospital Policial. Pero cuando comenzó esa formación se dio cuenta que le habían mentido. No le importó, le gustó y se quedó como policía tras los escasos cinco meses de preparación para la función. Antes de eso había sido catequista en Las Piedras y trabajado en voluntariado en barrios carenciados.
Como mujer policía se bancó improperios y propuestas indecentes de gurises beodos a la salida de los boliches, cuando viajaba en bus -uniformada- de Canelones hacia Montevideo los sábados de madrugada. Participó de tiroteos como agente de calle en el centro de Montevideo, y hoy cumple un rol un poco más tranquilo, aunque de mucha mayor responsabilidad: es la vocera principal de un sindicato de policías (Sifpom) que ya tiene 11.000 afiliados, el doble que tenía en 2018. Es el sexto gremio en tamaño de todo el país.
Con un histórico lugar en el secretariado ejecutivo del Pit-CNT, luego de que la central sindical desestimara la expulsión solicitada por el sindicato de Artes Gráficas (por segunda vez), el Sifpom que lidera Patricia Rodríguez (45) hoy está fortalecido y goza de cierta popularidad. De cara al referéndum por 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración que impulsó el gobierno, Rodríguez aclara que el sindicato no puede pronunciarse ni a favor ni en contra… pero igual lo hace. O, al menos, dice que “la mayoría, la muy mayoría” de los policías se sienten más respaldados por la LUC, y que la realidad demostró que no hubo ninguna “avalancha” de abusos policiales desde la vigencia de la mentada ley, como había pronosticado la oposición.
Un día después de reunirse con el presidente de la República en Torre Ejecutiva, Rodríguez señala el apoyo del gobierno en temas sensibles como la salud mental de la institución policial, un flagelo que marca que por cada efectivo que muere en actos de servicio, cuatro se quitan la vida.
"Trabajando en la cárcel tuve enfrentamientos con algunos que no querían ceder y se me paraban enfrente, a cinco centímetros, y era yo solita con mi alma. Y no podía dar un paso atrás, porque no lo recuperás más"
-De chica, ¿qué querías ser cuando fueras grande?
-Quería ser monja o maestra. Se ve que ahí estaba la influencia de un colegio de monjas.
-¿En qué momento te diste cuenta que querías ser policía?
-Se dio sin buscarlo. Yo era enfermera, entonces entré al Ministerio del Interior para que me pasaran al Hospital Policial. Me dijeron que tenía que hacer la Escuela de Policía y ahí después me trasladaban al hospital. Pero resulta que no era así, que si hacías la escuela, quedabas como policía. Hice la escuela de formación, los seis meses, y quedé en la escuela dando clases de primeros auxilios y en la comandancia de guardia, en la escuela de formación de subalternos. Y ya no pedí para ser enfermera, quedé como policía. Creo que el que se queda es porque siente el llamado del servicio, siente el valor del servicio. Yo había trabajado como voluntaria en asentamientos, trabajaba de catequista en los oratorios salesianos, o sea que toda mi vida tuvo que ver con solidaridad, con ayuda al otro, con darle una mano al que la pasa mal.
-¿Cuál es la situación más peligrosa que te tocó vivir, trabajando como policía?
-Después que salí de la escuela me fui como policía de calle a la Seccional 3ª en la calle Paysandú, a tres cuadras de Avenida Libertador. La situación más peligrosa fue un tiroteo. Estábamos en el turno de la noche y nos llaman porque en el centro se estaba dando un enfrentamiento con delincuentes y nosotros llegamos como apoyo. Y fuimos cuando ya estaba pleno tiroteo… ¡Es una adrenalina impresionante! Estábamos todos a los gritos, es algo indescriptible.
Y después trabajé en la cárcel, en el CNR de Colón, cuando era de varones. Me tocaba vigilar a los primarios que venían de Comcar o Canelones, era una situación de diagnóstico, como 45 días donde estaban apartados del resto y ahí evaluábamos si ellos podían quedarse con el resto, ya que era una cárcel de mínima seguridad. Ahí veías los que podían salir adelante e incursionar en una profesión, y con los años se fue deteriorando ese perfil de personas que entraban. Era más complejo buscar un perfil para ese tipo de centro y los jóvenes llegaban mucho más destruidos, muchas veces por las drogas. Y ahí era uno que tenía que marcarle los límites y hacerle ver que venían de un centro de reclusión como Comcar a un centro abierto pero distinto, donde tenían que cumplir horarios de trabajo y otras costumbres. Había que reeducarlos. Y tuve enfrentamientos con algunos que no querían ceder y se me paraban enfrente, a cinco centímetros, y era yo solita con mi alma. Y no podés dar un paso atrás, porque no lo recuperás más. Ahí aprendí mucho a forjar el carácter.
-¿Cuáles son las expresiones más claras de machismo que recordás haber experimentado en tu trabajo?
-Yo vivo en Canelones, entonces cuando era joven me tocaba los sábados de mañana en Montevideo. Iba en ómnibus y agarraba la salida de los boliches (yo era más flaca y jovencita, con 20 y pico), me decían “esposame” y cualquier divague que te puedas imaginar. Yo viajaba uniformada. Imaginate que a un policía varón no le dicen nada.
Hay un antes y un después en la sindicalización, porque en la Policía, en un régimen vertical y de mando, hay mucho acoso sexual, muchísimo. El que está arriba tuyo se siente con la potestad… Tiene una forma de presionarte, si quiere, y una discrecionalidad que tienen, cuando llegan a ciertos mandos, que pueden jugar con la vida de un trabajador. Si yo me negaba a una orden de un jefe ya es posibilidad de que te cambien de turno, de que te cambien de lugar de trabajo. Vivís en una punta del a ciudad y te mandan a trabajar a la otra punta de la ciudad…
-Hoy hay redes sociales y hay sindicato…
-Claro, pero hace unos años no. No había redes y no había sindicato. Ganábamos muy poco. Yo cuando entré ganaba 5.000 y pico de pesos. No se te ocurría ir a un abogado porque no lo podías pagar. Ibas a Asuntos Internos y se enteraba antes el jefe denunciado que los que debían investigar. Estabas sin ningún resguardo como trabajador. El Ministerio de Trabajo no lo usábamos, prácticamente. Quedabas a la intemperie. Ahí va mucho en la formación que uno tiene. No es lo mismo un trabajador que sabe sus derechos, pese a tener todo en contra, que alguien ignorante de sus derechos.
"Había mucho temor a sindicalizarse porque los mandos te hacían ver que si te sindicalizabas eras un 'policía comunista', que estabas en contra de la institución. Nosotros habíamos estado en la vereda de enfrente a los sindicatos"
-Hace poco más de 10 años atrás era una rareza pensar en policías sindicalizados. ¿Cómo recordás la oposición recibida cuando nacieron los primeros sindicatos de policías? No las tuvieron fácil, los miraban como bichos raros...
-Muchos se juntaban en lugares clandestinos a pergeñar el sindicato. Se ocultaban para juntarse porque estaba prohibido. Yo entré en 2010, pero ellos venían reuniéndose desde 2006. Había mucho temor a que un trabajador armado pudiera sindicalizarse, o que pudiera ser usado como brazo de alguna cuestión política. Algunos dicen: “son el brazo represor del Estado”. Es al revés, a nosotros lo que nos limita, nos da un plus diferente, porque nosotros no podemos hacer militancia política partidaria. Lo tenemos prohibido. Entonces acá, en una reunión sindical, vos no vas a escuchar ninguna expresión política, pese a que el resto piensa que sí. Como ya sabemos que no podemos, ni siquiera se nos ocurre hablar de política partidaria.
Nosotros estamos en el Pit-CNT desde esa época (fines de 2010), ahí teníamos coordinadores. Nos habían puesto coordinadores porque había muchos sindicatos policiales, y la mayoría no sabía nada de militancia sindical ni social. Iban, se peleaban entre ellos. Costó entrar al Pit-CNT, entramos con un margen pequeño de votos. Los que hoy son gobierno, y eran oposición, no querían. Casi todas las alusiones eran en contra de que los policías nos sindicalizáramos, y sin embargo, hoy ponen como ejemplo al sindicato policial.
-¿Qué se ha logrado en estos 11 años del sindicato? ¿Cuáles son los principales logros?
-El principal logro es que el policía tenga voz. Ya de por sí, nosotros en nuestra ley orgánica, tenemos prohibido expresarnos. Salvo que tengas una anuencia del Ministerio del Interior, un policía no podría estar dándote esta nota. Sin embargo, el sindicato puede ser la voz de los policías, sin la anuencia del ministerio. Podemos dar nuestra propia visión de la seguridad, sobre todo en lo que atañe al funcionario. Podemos expresarnos, tenemos un ámbito donde denunciar, le damos asesoría gratuita a los afiliados en todos los temas (administrativos, penales y hasta una coyuntura que tenemos nosotros, de divorcios y retenciones que agregamos, para evitar la desmesura en torno a la violencia doméstica). Había mucho temor a sindicalizarse porque los mandos te hacían ver que si te sindicalizabas eras un “policía comunista”, que estabas en contra de la institución y que no estaba bien. Nosotros siempre habíamos estado en la vereda de enfrente a los sindicatos.
Teníamos todo en contra. Nosotros salíamos y estábamos horas -pero horas, eh- para afiliar un solo compañero. Ibas seccional por seccional, tenías cuatro horas para explicarle por qué no era malo, por qué no lo iban a perseguir y al final venías con un formulario de afiliación y era todo un logro. Ahora es fácil: ahora vienen solos. Yo abro las redes sociales y tengo cantidad de mensajes de policías que piden ser afiliados. Eso era impensable en un inicio. Fue todo a pulmón, pero teníamos la convicción de que era el camino correcto para poder mejorar laboralmente.
Y de hecho lo hicimos: mejoramos el salario, blanqueamos el 222 que estaba en negro (ahora suma para la jubilación), mejoramos un montón de aspectos laborales, hoy tenemos tripartita en el Ministerio de Trabajo. Mejoró en todo: es un antes y un después.
-El año pasado el Pit-CNT se planteó la expulsión del sindicato policial, algo que recientemente volvió a suceder. Decían que la Policía es “el brazo represor del Estado”, el que siempre los reprimió a ellos. ¿Entendés los motivos del sindicato de Artes Gráficas para pedir su expulsión?
-Puedo llegar a entenderlo; no estoy de acuerdo, obviamente. Cuando nos han intentado juntar en alguna reunión, (los argumentos que esgrimen) tienen que ver más con el pasado. Tiene que ver más con lo que ellos vivieron en alguna época oscura, y de alguna manera nos cargan con esas mochilas que no son nuestras. Como que vieran a un policía y se retrotraen a esa época, a ese momento. Y como que no ven una evolución, que es notoria. Ya que el policía se sindicalice es una evolución, en sí misma. No lo ven.
Uno de los argumentos es: “Ustedes no hablan en contra cuando hay una represión”. La palabra “represión” para nosotros no es mala palabra, porque es parte de la actividad del policía. ¿Eso quiere decir que vamos a apoyar cosas desmedidas? No. De hecho, no lo hemos hecho. Nos ponen el episodio en Plaza Seregni como ejemplo, y me parece que no es un buen ejemplo, porque quedó demostrado que los únicos que resultaron heridos fueron tres compañeros. No podés salir porque sí, por una cuestión ideológica, a decir que está mal la represión. Está mal también tirar piedras, está mal también salir encapuchado. Las reivindicaciones de los trabajadores en la calle se hicieron históricamente y no tienen que ver con esa conducta.
No va a ser ahora que ellos (el sindicato de Artes Gráficas que pide la expulsión de Sifpom) cambien de opinión, ni que se dé un ida y vuelta positivo. Capaz en futuro, cuando las generaciones vayan cambiando, sí. Es lo que yo espero. Nosotros estamos abiertos, no es nuestro sindicato el que tiene problemas con los demás. Estamos abiertos a que nos conozcan. Dicen: “No militan contra la LUC”. Es que no podemos. No entienden las limitaciones que tenemos. No podemos hacerlo, lo tenemos prohibido. O se cuestionan que el Dr. (Andrés) Ojeda sale a hablar por nosotros, y lo asocian con el Partido Colorado. ¿Y a los demás abogados se les pregunta su filiación política? Él sale en los medios porque el nuestro es un sindicato diferente; el 70% de las notas son por cuestiones de procedimiento. Entonces, el abogado es protagonista. Ahora, yo quisiera saber si en la Plaza Seregni otro abogado habría dicho que no hubo represión. ¿Lo dirían de otros sectores? Acá tenemos a siete abogados, y no se les pregunta a quiénes votan. No me importa. En este caso -el de Ojeda- necesitamos un abogado con llegada a los medios, y que esté dispuesto a pelear mediáticamente por nosotros, poner la voz del policía que no se puede expresar.
-¿Cómo ves a Marcelo Abdala como presidente del Pit-CNT? Sifpom no lo apoyó...
-Nuestra oposición no fue a la persona, él lo sabe y está todo bien. La nuestra fue una apreciación política sindical. Sabemos que la imagen del Pit-CNT viene deteriorada desde hace mucho tiempo (las encuestas lo dicen, no nosotros). Entonces, pensábamos que la imagen de Marcelo es lo opuesto a Fernando Pereira: viene de un ala más radical, del Partido Comunista, tiene otra impronta, y no nos parecía que fuera lo más adecuado para ese cambio que nosotros buscamos: un Pit-CNT más inclusivo, que no importe de qué lugar venís, qué tarea realizás, ni religión, ni nada.
-Curiosamente, Abdala los defendió, cuando otros quisieron expulsarlos…
-Porque él lo entiende. Él sabe que nosotros no integramos su corriente, nosotros integramos Articulación que es la más moderada del Pit-CNT, por lo tanto, preferíamos a (Fernando) Gambera. Para hacer ese contrapeso con Abdala está Elbia Pereira, de la FUM, creo que ella va a ser la que actúe en esos equilibrios. Y nosotros vamos a estar para apoyarla.
"Dicen: 'No militan contra la LUC'. No podemos hacerlo, lo tenemos prohibido. O se cuestionan que el Dr. (Andrés) Ojeda sale a hablar por nosotros, y lo asocian con el Partido Colorado. ¿Y a los demás abogados se les pregunta su filiación política?"
-Hace unos 15 días se supo que en esa misma semana se habían suicidado dos policías y que por cada policía muerto en acto de servicio, hay 4 que se suicidan. Es un dato que preocupa, en un país donde la tasa de suicidios es de por sí muy alta.
-Esa cifra que citás la dijo (el ex director de la Policía, Julio) Guarteche en una de las últimas entrevistas. Es evidente que tenemos una gran problemática en salud mental. De hecho, nosotros hace poco hicimos un simposio sobre el tema porque creemos que hay que ponerlo encima de la mesa. Y sólo en 15 días de octubre se suicidaron cuatro compañeros, más todos los que se suicidan por mes. El problema de la salud mental en la Policía es grave, es urgente, y no se está abordando de la manera adecuada. Netamente es algo que corresponde a la función policial, porque vos entrás sano -de hecho, tenés un montón de pruebas antes de entrar al Ministerio del Interior, que te dan que estás apto y sano-, así que tu tarea tiene que ver con ese desenlace. Hay muchísimos compañeros con depresión, ataques de pánico, ansiedad, cuestiones que tienen que ver con lo que viven cotidianamente.
Les toca vivir situaciones de demanda, de violencia, o les toca asistir a un niño fallecido o sacar a una persona ahorcada, todas situaciones que no son naturales para nadie, ¡y tampoco para el policía! Por eso digo que debería trabajarse la prevención. Si vos tenés un suceso, en el día, de cualquier índole que tenga que ver con un abordaje, que se dé inmediato: que vayan al Hospital Policial y tengan un psicólogo de puerta. Hoy no lo tenemos. Si yo voy ahora al Policial, cuento mi caso, digo que me siento mal, me van a llamar a un psiquiatra, para que me medique y después tenga mil problemas más para que me devuelvan el arma… Ahora, si vos les ponés un psicólogo de puerta (ahora, y no para dentro de dos meses), ahí es cuando realmente empezás a trabajar en la prevención.
-La LUC, según el gobierno, le ha dado más apoyo a los policías, los efectivos se sienten más respaldados por el Ministerio del Interior. Desde la oposición se dice que la LUC abona el terreno del gatillo fácil y la discrecionalidad para disparar un arma. La diputada del MPP, Bettiana Díaz, me dijo que con el artículo respecto a la legítima defensa se permite que en este país "se ande a los tiros". ¿Qué opinión tenés?
-Lo que dice la diputada Díaz no coincide con la realidad. El funcionario sigue teniendo la misma responsabilidad si dispara su arma ahora que antes de la LUC. Yo te puedo decir que la voz del funcionario es que es verdad: se sienten más respaldados. Es lo que ellos nos transmiten. Es lo que la mayoría (muy mayoría) piensa o siente.
-¿Y no abona el gatillo fácil?
-No, me parece que en este país hay una muy buena Justicia. A veces el funcionario está mucho más complicado que hasta el propio delincuente. No hay funcionarios (policiales) que salgan a ver si hoy pueden matar a alguien… Si hay, será un loco suelto. Gracias a Dios no tenemos esa Policía.
-No es eso lo que sugieren. Entiendo que el razonamiento es: “Ahora, con la LUC, si tengo que dispararle a un delincuente o sospechoso, le disparo. Antes de la LUC, lo pensaba dos veces”.
-Bueno, al pensarlo dos veces se te puede ir la vida a vos, si estás enfrentando a un delincuente. Hay que estar en los zapatos de ese funcionario. Hay un caso emblemático de hace algunos años atrás, un hombre de apellido Coronel, que era un cabo de años: le entraron, él hizo la mímica, pero no sacó el arma… y se le fue la vida al compañero. No está bueno que los compañeros tengan miedo a defenderse y a disparar cuando tengan que disparar, porque la vida de ellos también vale. Yo creo que la LUC no abona el gatillo fácil. Si pasara eso estaríamos formando mal a nuestros funcionarios. Todo tiene que ver con la formación policial: vos tenés que saber cuándo, cómo disparar y por qué.
"Si yo voy ahora al Hospital Policial y digo que me siento mal, me van a llamar a un psiquiatra, para que me medique y después tenga mil problemas más para que me devuelvan el arma… Ahora, si vos les ponés un psicólogo de puerta, ahí realmente trabajás en prevención"
-¿La formación policial hoy es buena?
-No, a mi entender no. Le falta mucho. El Dr. Ojeda está dando talleres de consecuencias jurídicas que pueden suceder a posteriori de ciertos procedimientos. Lo que más nos preguntan es, por ejemplo, si hay una fuga, si deben disparar o no, o grabación con un celular, cuestiones que hacen a la cotidianeidad. Primero, es impresionante la gente que se anota en los talleres, hay lista de espera. Lo bueno es que quieren estar formados, pero lo malo es que te das cuenta en los talleres que hay muchas preguntas o dudas que no deberían tener. Nosotros creemos que debe ser más larga la formación; hoy es de cuatro a seis meses. Y vos con ese tiempo, de repente saliste de la escuela ayer y te tenés que enfrentar a un narcotraficante.
-¿Cuántos abusos policiales han contabilizado desde que rige la ley?
-Muy pocos. Recuerdo el caso del policía que le da un golpe o dos pidiéndole que borren un video. Era socio nuestro, y no lo defendimos, porque no había actuado correctamente. No lo expulsamos porque somos una asociación civil con personería jurídica, se lo investiga y lleva un proceso, pero en primera instancia la dirigencia sindical lo que hizo fue repudiar el hecho y no acompañarlo. A los que están mal, no se los defiende.
Yo recuerdo dos o tres. No se dio esa avalancha de casos de abusos policiales que dieron que se daría después de la LUC. Los abogados de oficio dijeron que tenían cantidad de denuncias. Bueno, nosotros fuimos a Fiscalía de Corte y nos dijeron que hasta ahora no habían llegado las pruebas de las denuncias. A veces el policía queda en el medio de un fuego político. ¿A quién le interesa que haya abusos policiales? A los que están en contra de la LUC. Y a los otros al revés, porque así lo usan a favor.
-¿Sentís que los policías son respetados en la calle? ¿O todavía hay un componente de odio o prejuicio a los uniformados?
-Ese prejuicio está latente. Vuelvo a la LUC: hubo que poner una norma para que se respete el funcionario policial. Uno de los artículos que se discute es eso: hubo que poner una norma que pene la falta de respeto al policía. Y no estoy hablando de funcionamiento policial. Muchas veces vas por la calle, te tiran una piedra y no sabés ni de dónde vino. Son cuestiones que tienen que ver con tu uniforme, con la institucionalidad. O sea que es una discriminación hacia el funcionario por su tarea, no hacia la persona o no porque esa persona haya cometido un abuso. Y muchos son muy jóvenes, no les podemos señalar la dictadura, porque quizás ni nacidos eran.
-Ayer miércoles 17 tuviste entrevista con el presidente Lacalle Pou. Le fuiste a plantear preocupaciones del sindicato como la recuperación salarial, la jubilación, la vivienda y hasta la preocupación por la cantidad de policías afectados con problemas de salud mental. ¿Qué respuestas te llevaste?
-En una reunión que duró una hora y media se trataron varios temas. Los que nosotros queríamos plantear y algunos proyectos que llevamos presentados: la recuperación salarial, porque el sindicato estaba preocupado de cómo se daría, y se pidió también la posibilidad de un bono especial, tique extra o como le llame el gobierno, para fin de año, porque creemos que los funcionarios policiales se merecen una compensación económica, no solo por su rol en la pandemia, sino por la bajada de las cifras y por cómo está trabajando para el bien de la sociedad. Ahí quedó en que hablaría con el Ministerio de Economía para ver qué posibilidades había.
Hablamos de vivienda, de que se vuelva a formar la comisión de vivienda que no se convoca desde que asumió Larrañaga. Esa comisión es la que debe administrar un fideicomiso, para el que nos descuentan el 1% del salario. Eso sigue sin resolverse. También se le dejó un proyecto que tiene que ver con las soluciones posibles a no permitir una jubilación que sea de más edad, porque nos parece que dada la especificidad de la tarea y cómo llegan los policías a más de 65 años, no es algo bueno que se dé un aumento en los años para poder jubilarse. Y, obviamente, que nos retiremos con una mejor jubilación para no tener que dedicarnos a otra actividad después de jubilarnos.
Y también se habló de la salud mental y la prevención de suicidios de los trabajadores policiales. Le pedimos también -lo venimos solicitando hace tiempo- un psicólogo de puerta que esté las 24 horas para atender a los funcionarios en lo cotidiano, para así apostar a la prevención. Muchas veces van y salen con un pase a dos meses para atenderse con un psicólogo, y los atienden psiquiatras que pueden llegar a quitarles el arma y medicarlo, y eso hace que no consulten. El presidente nos dijo que se encargaría de eso, de que haya un psicólogo de puerta, en principio. Y que elevaría el proyecto que presentamos, para trabajarlo en conjunto con el ministerio.
"No está bueno que los compañeros tengan miedo a defenderse y a disparar cuando tengan que disparar, porque la vida de ellos también vale. Yo creo que la LUC no abona el gatillo fácil"
-¿Te gustaría o te hubiera gustado que alguno de tus hijos sea policía?
-Valentina (25) es maestra, Martina (20) estudia. Francisco (13) dice que va a ser bombero, es parecido (al policía), vamos a ver. ¿Si me gustaría? Sí, claro. Por lo que vivió cada uno y lo que no, creo que las dos grandes -Valentina y Martina- no elegirían ser policías. Vivieron lo peor de mi tarea, en el peor momento: 20.000 horas de 222, el servicio, no estar nunca para un cumpleaños, los demás vieron a otra mamá policía. Vienen acá, tienen otra imagen. ¿Si me gustaría? De Francisco me encantaría. Alfonsina (14) se tira más para abogada, y las grandes eligieron la educación, que tiene que ver con una parte de mi vida. Pero si alguno lo eligiera, no me molestaría para nada. Para un policía que alguien de tu familia elija serlo es un honor.
-¿En qué momento te dio más orgullo ser policía?
-Me da orgullo siempre. Es una responsabilidad enorme tener que hablar por el policía. Tenés que transmitir el sentir del trabajador, y yo me he enfocado más en la parte humana. No es que no sea importante el salario o la vivienda, pero en parte lo que ha tocado al sindicato en esta etapa es atravesar el uniforme y mostrar a la persona detrás del uniforme: al papá o la mamá, al niño que pierde un padre en un acto de servicio. Creo que esa humanidad que le dimos al ser policía ha servido mucho, porque antes del sindicato los únicos que podían hablar por los policías era el Ministerio del Interior. El sindicato ha ocupado un rol fundamental. Somos un sindicato muy querido: es trabajar por el compañero, más allá de lo político partidario. El sindicato ha sido fundamental para lograr la humanización de la Policía.
-¿Sos feliz?
-Sí, mucho.
-¿Y los policías?
-También, lo son. ¡El policía ama su tarea! Capaz que alguien lo ve de afuera y dice: “Pobre loco, es policía”. Pero para él, es un honor ser policía, es un orgullo llevar el uniforme. Si trascendieran las buenas acciones que hacen los policías desde un parto en una zona carenciada porque no entra una ambulancia, ayudar a un viejito en situación de calle, nos valorarían mucho más.
Por César Bianchi
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