El historiador José Rilla compartió su postura sobre las elecciones del pasado 27 de octubre y la campaña electoral de cara al balotaje del próximo domingo 24 de noviembre.

En diálogo con Primera mañana (El Espectador), el investigador analizó el rol de Cabildo Abierto en las elecciones de 2019 y el de Identidad Soberana, liderado por Gustavo Salle, este 2024. Según el exdecano, el partido liderado por Guido Manini Ríos “era volcado a un extremo del espectro político con una señal —o un sesgo si se quiere un poco corporativo—.

“Era el partido de la familia militar, con una ideología muy dispersa, volcada a los tópicos de lo que se llama la derecha más radical, pero tampoco de una manera extrema porque se comprometía con algunos asuntos que no pertenecían al campo de la derecha, sino más bien de la izquierda”, expresó.

En esta línea, el historiador sostuvo que en su primera elección Cabildo Abierto “tenía un electorado que le apetecía una novedad pero que tampoco era muy fiel”, ya que en el balotaje los votos se dispersaron entre la candidatura de Luis Lacalle Pou y Daniel Martínez. 

Entonces, Rilla planteó que si Uruguay hubiese entrado “en una fase de radicalización política o desequilibrio social y económico, los partidos extremistas —en el caso de que Cabildo lo fuera— tenían un espacio”. Pero el país “no tomó por ese camino”. Ahora, cinco años después Identidad Soberana se convirtió de algún modo en “el nuevo partido muy asociado a los tópicos de la ultraderecha en el mundo”.

“Es Salle, es un movimiento, es un descontento general, una ira. Es un hacerse eco de esa idea de que hay algo espantoso en el mundo que nos está carcomiendo”, indicó el historiador.

Si bien el historiador considera que a los términos “derecha” y “ultraderecha” hay que “mirarlos en conjunto con otros en la política del mundo actual”, también consideró que “la estrategia y la política que cuestiona el mundo global, lo que llaman el globalismo, la conspiración a la que el mundo está siendo sometido por una banda de ladrones y bandidos que están en los organismos internacionales y que están, además, en las agencias uruguayas y en el gobierno uruguayo y no se sale nadie, no es izquierda”.

“Eso es, más bien, es derecha; es más, es ultraderecha, solo que eso está afuera del sistema. En el 2019, sin llegar a esos extremos, estaba adentro de la cápsula de la coalición, que se estaba formando”, indicó.

De todos modos, Rilla señaló que no “tiene mucha idea” de a dónde irá el voto de Identidad Soberana de cara al próximo balotaje. Por eso, insistió en que “está instalado un empate” entre Álvaro Delgado y Yamandú Orsi, y en que “la campaña se ha reducido a buscar a los tránsfugas, a los bordes del sistema de partidos tratando de encontrar allí gente que esté dispuesta a saltar”.

“Este sistema que tenemos del balotaje y todo eso es una invitación al transfuguismo político: yo estoy tratando de que vos abandones tu cueva, tu lugar, tu tribu; estoy tratando de que cometas una deslealtad con aquel al que votaste por primera vez. El balotaje es una segundad oportunidad. Hay, más o menos, 24,25% del electorado que no va a votar al partido que votó en primera vuelta, porque hay solamente dos fórmulas, dos opciones, son algo así como 600 mil votantes, según cálculos de expertos”, insistió el investigador.

Además, el exdecano de la Facultad Claeh se refirió al “sistema de ilusión presidencialista” uruguayo: “Creemos —a pesar de que hay un empate, de que hay una mayoría del Senado de un partido, de que no hay una mayoría en Diputados— vamos a elegir un presidente que va a ser una especie de superpresidente con una legitimidad plebiscitaria y no es así”.

Rilla dijo que “el sistema presidencialista uruguayo, combinado con el balotaje, lleva a una polarización que hace difícil armar gobiernos sobre la base de una mayoría parlamentaria que encare problemas”.

Así, comparó ese razonamiento con la situación de los intendentes del interior del país.

“Es un escándalo y el intendente es un mandamás de cada zona; da empleo y muchas veces es el único actor dinámico. Los concursos se pueden amañar, también. Yo creo que lo que hay que hacer es eliminar la mayoría automática que tiene el intendente, que está en la Constitución. Una vez que es electo, tiene los ediles necesarios para hacer lo que quiere. Es el poder que controla el poder, la política que controla la administración. Estoy segura de que si sacamos esa mayoría automática que hace del intendente un mandamás, algunas de estas cosas se corrigen”, concluyó.