El presidente argentino Javier Milei conversó este lunes durante más de una hora con su compatriota el papa Francisco, en una audiencia en el Vaticano destinada a mejorar la relación entre dos líderes opuestos ideológicamente y en la que no faltó el más argentino de los regalos: alfajores.
Francisco y Milei estuvieron reunidos una hora y diez minutos en el Palacio Apostólico, al día siguiente de verse por primera vez en el Vaticano y de intercambiar abrazos con motivo de la canonización de Mama Antula (1730-1799), la primera santa argentina.
En un tono más formal, este lunes pudieron hablar extendidamente y tratar de estrechar su relación después de los insultos que Milei espetó al papa en el pasado.
Uno de los temas dominantes fue la grave crisis económica que atraviesa Argentina, con un 40% de la población en situación de pobreza, una inflación superior al 200% a finales de 2023 y una recesión prevista este año por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Después de ver al papa, el mandatario se entrevistó con Pietro Parolin, el Secretario de Estado vaticano. En un breve comunicado, la Santa Sede señaló a propósito que durante las “cordiales conversaciones en la Secretaría de Estado”, se abordó detenidamente “el programa del nuevo gobierno para enfrentar la crisis económica” en Argentina.
El Vaticano no se pronunció sobre otra de las grandes cuestiones que sobrevoló la cita, el posible viaje de Francisco este año a Argentina, que no visita desde que fue elegido para estar al frente de la Iglesia católica en 2013.
Diferencias de fondo
La economía cataliza precisamente las diferencias entre Francisco y Milei.
El mandatario tuvo la ocasión de explicarse y defender su enfoque ante el pontífice, casi una semana después de que naufragara en la Cámara baja la llamada Ley Ómnibus, un enorme paquete de reformas económicas, políticas y administrativas promovido por su equipo, que gobierna en minoría y ahora deberá repensar su estrategia frente a una oposición crecida.
Con el argumento de combatir la inflación y la pobreza y de liberar fuerzas productivas, Milei propugna un recorte radical del gasto público, una política amplia de privatizaciones y una intervención mínima del Estado.
Entre sus primeras medidas, devaluó el peso en un 50% y liberó los precios de la economía.
Francisco, por su lado, ha basado buena parte de su labor pastoral en criticar las derivas económicas y medioambientales del estilo, y aboga constantemente por que los poderes públicos protejan a los más vulnerables.
“El papa siempre está preocupado; evidentemente es un tema que tiene en el corazón, que la gente no sufra”, comentó a la prensa en el Vaticano el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, máximo responsable del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Intercambio de regalos
Como gesto de complicidad, el mandatario regaló a su compatriota y exarzobispo de Buenos Aires unos alfajores de chocolate negro rellenos con dulce de leche y unas galletas de limón, así como una tarjeta postal de los Correos argentinos en honor de Mama Antula.
A su vez, Francisco le regaló a Milei su discurso por la paz de este año, que llama a regular la inteligencia artificial, y un medallón de bronce inspirado del baldaquino, la imponente estructura de cuatro columnas salomónicas que cubre el altar de la Basílica de San Pedro.
En el centro del medallón, la paloma del Espíritu Santo como “símbolo de unidad, fuerza e inspiración”, según el documento explicativo difundido por la Santa Sede.
Cambio de tono
El presidente argentino, un economista criado en una familia católica, acusó en el pasado al papa de “buscar extender el comunismo”, y más recientemente de “injerencia política” durante su campaña electoral.
Sin embargo, en los últimos meses mudó el tono, y en enero cursó una invitación oficial a Francisco para que visite su Argentina natal.
Francisco, de 87 años, quitó hierro a los ataques pasados atribuyéndolos al contexto electoral, y tras estas buenas palabras ambos escenificaron una nueva sintonía este domingo con sus abrazos en el Vaticano.
Según sus conocedores, Francisco, que en el pasado tuvo sus diferencias con varios presidentes como Mauricio Macri y los Kirchner, Néstor y Cristina, no quiso hasta ahora viajar a Argentina para evitar que su presencia se utilizara políticamente.
En su segundo viaje al extranjero desde que asumió el 10 de diciembre, Milei llegó a Roma el viernes procedente de Israel.
La comitiva de Javier Milei en Italia y el Vaticano incluyó a su hermana Karina, secretaria general de Presidencia; el ministro del Interior Guillermo Francos —exalumno de Jorge Bergoglio en Argentina—; la canciller Diana Mondino; la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello; el secretario de Culto, Francisco Sánchez; y el rabino Axel Wahnish, consejero espiritual del presidente y embajador designado ante el Estado de Israel.
El presidente argentino se reunió también este lunes con su homólogo italiano Sergio Mattarella y con la primera ministra Giorgia Meloni, sin declaraciones posteriores a la prensa.
Álvaro Villalobos / AFP