El excanciller Ernesto Talvi, quien desde su alejamiento de la política en julio de 2020 ha procurado un estricto silencio en medios uruguayos, reapareció con un análisis político y económico de la región y algunas consideraciones sobre cómo debe posicionarse América Latina en términos estratégicos.
Desde su retiro de la actividad pública, Talvi ha rechazado persistentemente cualquier pedido de entrevista o conversación con periodistas. Su decisión de dejar la política fue tan repentina y poco comprendida que motivó la realización de una serie en podcast de la productora La Parla Media en torno a su caso, que se llamó ¿Qué te pasó, Ernesto?. Para ese producto, que salió un año después y se centró en él, Talvi tampoco quiso hacer declaraciones.
Solo accedió a hablar con The Washington Post una vez, en setiembre de 2022, y en el marco de un podcast sobre temas internacionales. Aquella participación fue acerca del costo económico de los procesos electorales.
Ahora Talvi reaparece en el podcast Conversaciones Elcano, del Real Instituto Elcano, del que forma parte como investigador. El capítulo se denomina “América Latina. Retos políticos y económicos”, y se difundió días atrás en su sitio web. En la presentación, los conductores del podcast destacan a Talvi como un economista con larga trayectoria académica sobre los temas latinoamericanos, y hacen también una breve mención a su recorrido como político en Uruguay.
En primer lugar, le pidieron un análisis de si la asonada ocurrida a principio de enero en Brasil se podría extrapolar a otros países de la región, y entonces Talvi se refirió a las manifestaciones en ese país, así como en Perú, Colombia, Ecuador y Chile, para advertir que hay “un común denominador detrás”: “el estancamiento económico de la región, después del final del súper ciclo de las materias primas en el año 2014”.
“No olvidemos que el Ingreso per cápita hoy es más bajo que el que había en 2014. O sea que eso ha llevado a aumentos en los niveles de pobreza y, sobre todo, que millones de personas que accedieron por primera vez a una vida de clase media y soñaron con un futuro aún mejor para sus hijos, ahora se encuentran en una situación de vulnerabilidad y en riesgo de perder el ascenso económico y social que habían logrado”, planteó Talvi. En ese contexto, citó a Mafalda al afirmar que, como decía el famoso personaje, “para millones de personas, el futuro ya no es lo que solía ser”.
Talvi entiende que esa “frustración de expectativas” genera una “sensación de inseguridad y de malestar”, y que la “puja distributiva” instalada constituye “un caldo de cultivo para el populismo de derecha o de izquierda en la región”.
Ante la pregunta de si la región ha hecho un giro a la izquierda, respondió: “No tengo ni la menor duda, casi que por una razón muy elemental y muy aritmética”. Entonces aludió a varios expresidentes (Michel Temer en Brasil, Enrique Peña Nieto en México, Iván Duque en Colombia, entre otros) que, según él, “fueron reemplazados por ese enojo, esa frustración que hay hacia las élites que no dan respuestas”. La sustitución empezó con la elección de Manuel López Obrador en 2018 y continuó hasta la de Lula da Silva a finales del año 2022, indicó Talvi.
Y agregó: “Ahora, es interesante también notar que en Uruguay y Ecuador, donde en 2018-19 había gobiernos de izquierda, fueron reemplazados por gobiernos de derecha. O sea, que lo que parece haber es un movimiento en contra de los que ejercen el poder y no son capaces de dar respuesta a estas frustraciones”.
Por otro lado, en el podcast categorizó a los países de la región según el tipo de izquierda que los gobierna, y dijo que Brasil y Chile tienen una de tipo “moderna, democrática, cosmopolita, promercado y socialdemócrata”. La de México, Perú y Bolivia es “nacionalista, autoritaria, estatista y populista”. Y luego habría una tercera izquierda en Cuba, Venezuela y Nicaragua, que “son dictaduras”. “Así que, con esa calificación, diría que sí, que tenemos un giro a la izquierda y que en muchos países es un giro hacia una izquierda moderna, democrática, cosmopolita y socialdemócrata”, analizó.
A pesar de este “nuevo panorama político latinoamericano” con “predominio amplio de los gobiernos de izquierda”, sin embargo, “no conviene olvidarse de que estamos en paralelo asistiendo al ascenso de y a la legitimación de las fuerzas de derecha radical y conservadora en toda la región, que se están configurando y posicionando como alternativas de recambio, algo que era impensable hasta hace poco”, apuntó Talvi.
Economía poco auspiciosa
En el plano económico, Talvi sostiene que la coyuntura regional “lamentablemente no es muy auspiciosa”.
“Pensemos que entre 2014 y 2019, previo a la pandemia, en los cinco años posteriores al final del súper ciclo de los commodities, la región creció a un promedio anual del 1%. El año pasado la región creció algo más que lo que daban los pronósticos debido a la suba en el precio de los productos primarios, que ahora se está empezando a revertir levemente, con lo cual todas las proyecciones indican que, por lo menos para el 2023 y el 24, el crecimiento va a estar en el orden del 1%, de vuelta”, advirtió.
Talvi observa una “combinación de elementos” que llevan a una situación “compleja” para los países latinoamericanos, por la baja de los precios, la suba de las tasas de interés y los altos niveles de endeudamiento en general.
“Lo que vamos a ver, y ya estamos viendo, son tres tipos de fenómenos. Vamos a ver reestructuraciones de deuda —lo vimos en el caso de Argentina, en el caso de Ecuador—; vamos a tener pedidos de asistencia al Fondo Monetario Internacional para evitar tener que caer en esas reestructuraciones, algo que está ocurriendo en El Salvador y Costa Rica, y vamos a tener países que van a necesitar ajustar las cuentas públicas para detener el crecimiento insostenible de endeudamiento y evitar así caer en situaciones como las que mencionamos de posibles reestructuras, y este es el caso de Boric en Chile, y más recientemente el anuncio de los ajustes fiscales que hizo el ministro de Economía Haddad en Brasil”, expuso.
“La buena noticia”, según Talvi, es que las reestructuraciones de deuda se han vuelto “procesos mucho más cortos y menos costosos”. “Y que los países aún con gobiernos de izquierda, como los de Boric y Lula […], lo están haciendo y lo están haciendo con responsabilidad”, siguió.
Asimismo, el economista ve “con optimismo” las oportunidades que surgen del panorama geopolítico y energético, del cual América Latina podría salir bien posicionada por sus “tierras fértiles” y su disponibilidad de recursos naturales, que le dan “la capacidad de producir energía limpia, abundante y barata”.
“Entonces, la pregunta es cómo transformamos este gigantesco capital en desarrollo. Y aquí a mí me gusta siempre recordar, cuando hablo del desarrollo, de una línea de trabajo que empezó con Ricardo Hausmann y sus colaboradores allí por el año 2005, con un trabajo que decía ‘dime lo que exportas’, o algo así, ‘y te diré si creces’. Y si uno fuera a caracterizar el desarrollo de una manera visible, diría que lo que caracteriza el desarrollo es que los países que lo han logrado producen y exportan productos altamente sofisticados, complejos, que son únicos, singulares, con cualidades diferenciadas, que crean dependencia de los compradores y que son muy difíciles de sustituir”, señaló.
Para Talvi, la sofisticación del aparato productivo y exportador latinoamericano “es muy baja”. Y dar un salto en ese sentido “no implica dejar de hacer lo que sabemos y lo que hacemos”.
En esa línea, para América del Sur puntualmente “no hay una mejor oportunidad que el acuerdo Unión Europea-Mercosur”, dijo Talvi. Y agregó: “Es, en mi opinión, una apuesta decisiva al desarrollo y un acuerdo que, además, alinea nuestros intereses geopolíticos y nuestros valores”.
Para el economista, la coincidencia en el segundo semestre de este año de la presidencia española en el consejo de la Unión Europea y la presidencia brasileña en el Mercosur “es una oportunidad” que no se debe “desaprovechar”.
Si bien en junio de 2019 se anunció —después de 20 años— el fin de las negociaciones entre ambos bloques, su demorada ratificación “ha sido una tremenda frustración”, dijo Talvi. “Creo que debería alcanzarse o procurar que se alcance, y poner toda la voluntad política para hacerlo”, sostuvo.
“No olvidemos que el espacio económico que seríamos capaces de crear sería un espacio formidablemente grande, de 700 millones de consumidores. Sería el acuerdo de mayor envergadura que exista probablemente en el planeta”, estimó.
Y concluyó: “Espero que el segundo semestre de este año se alineen las estrellas para relanzar este proyecto que hoy creo que no solo tiene una importancia económica muy importante, sino, como digo, una dimensión geopolítica que hace que la situación haya madurado como para poder ser optimistas de que el proceso pueda relanzarse y con éxito”.