Seré curioso

Seré Curioso

Raúl Castro: "Se preocupan más por el vestuario que por lo que están diciendo"

"Hay que repensar el carnaval, toda su estructura. Desmercantilizarlo y hacerlo popular, popular", dice Tintabrava.

21.02.2019 06:55

Lectura: 26'

2019-02-21T06:55:00-03:00
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Por César Bianchi
@Chechobianchi

Fotos: Juan Manuel López

La excusa fue su autobiografía Tintabrava. El hombre que quería hacer cantar al mundo (Sudamericana), pero en la charla hablamos de muchas cosas más. No hubo forma de escaparle al gurí de Pocitos que a los 7 años se sabía de memoria la despedida de los Asaltantes con Patente y debutó así como letrista de una murga de escolares. Recordamos al esforzado delantero y al basquetbolista bendecido por su metro noventa y cinco, al estudiante de Agronomía y laburante de la refinería de Ancap que se empezó a meter en líos por haber leído a Marx, Engels y el anarquista ruso Mijail Bakunin, pero también por tener en su casa un disco de Numa Moraes.

Hasta que, por fin, llegamos a Falta y Resto, su alianza artística con Jaime Roos y Jorge Lazaroff, su militancia por un esperanzador Frente Amplio en 1971 y la llamita todavía (bastante menos) encendida de esperanza en el FA actual, en su modernización para no morir anquilosado. Y claro, hablamos de carnaval: del de la competencia feroz, de las murgas que están más preocupadas por cambiarse de vestuario (y bien lujosos y brillosos) que en lo que tienen para decir. Algunas parecen Broadway, dice. Un "Broadway villero", dice y se ríe.

Como sea, se siente aliviado por no tener que competir oficialmente este febrero -contradice la versión de su socio "Piruja" Brocos-, y dice que prefiere -siempre tan poético, el Flaco- la adrenalina de la libertad, a la adrenalina de la competencia. El año pasado se olvidó de celebrar que volvió a nacer el 1° de agosto de 2016, pero se acuerda cada vez que se agarra mala sangre por una nimiedad.

-Vaya si fuiste precoz y te golpeó temprano la vocación, eh. Tenías 7 años cuando debutaste como letrista de una murga...

-Sí, Los Caminantes. ¿Qué pasaba? Mi hermana Ana y mi primo Tito me llevaban a los ensayos de los Asaltantes con Patente y los Patos Cabreros, que eran en la Aguada. Eran las murgas estrella de aquella época. Yo era muy hincha de los Asaltantes, y me sabía la letra de la despedida. Y surgió la posibilidad de hacer una murga de niños para el corso del barrio, por ahí por Miguel Barreiro, era otra época de Pocitos, te hablo del 58. Y alguien preguntó: "¿qué vamos a cantar?" Y yo dije: "Yo tengo la despedida", se las canté y quedaron locos de la vida. Decía: "Como el buril que el mármol va modelando/golpea febril nuestra insistencia al cantar...". Era imposible que un pibe de 7 años a edad escriba eso. Entonces le cambiamos Caminantes por Asaltantes, para que entrara en la métrica, y la empezamos a cantar. Y la anécdota, que cuento en el libro, es que en un tablado del barrio por Chucarro, frente a la caramelería, cuando llegaron los Asaltantes con Patente, el gallego Agustín, que era el zapatero del barrio, le gritó a Cachela (Antonio Casaravilla): "¡Cachela, esa despedida se la habéis copiado a los Caminantes!"

-¿Crees en el destino? ¿Crees que estaba escrito que tenías que ser letrista de murgas?

-Sí, sí, sí, creo, creo. Creo que uno nace con un sino determinado. Me lo ha demostrado la vida: me ha sacado problemas de adelante de una manera increíble y me ha puesto otros problemas adelante que yo tengo que sortear para poder seguir adelante con mis sueños. Eso es cosa del destino. Muchas veces me ha tocado el destino.

-En el libro repasás un montón de historias mínimas con las que fuiste creciendo: desde jugar a la bolita y contar quiénes eran los cracks, los primeros escarceos con una compañerita de clase, hasta el fútbol con el invicto Huracán Pocitos, donde eras un esforzado puntero derecho...

-Empecé como puntero derecho porque era el más chico del barrio, y Perico, que era el director técnico, creo que en realidad me ponía más porque mi viejo nos llevaba en su camioneta, que porque yo jugara bien. Me la rebusqué. Después sí, me gustó mucho jugar al fútbol, jugué muchos años al fútbol universitario, nunca tuve condiciones para jugar en Primera. Y después fui director técnico del Maeso, y fui campeón como jugador y como técnico.

-Fuiste mejor basquetbolista, y en esas canchas como pivot viviste de todo: desde casi morir prendido fuego -literal- en un vestuario de madera, a ganar un partido en la hora con doble tuyo con Tabaré y que te lleven en andas. No tenía tu carrera deportiva en el básquet...

-Sí, además ese partido fue un clásico Tabaré-Trouville y tuve la suerte de ganarlo, fue el único o uno de los pocos que ganamos con tanto mío. Fue muy importante, los veteranos de aquella época de Tabaré todavía se acuerdan de ese partido. Empecé en el básquetbol por mi altura, obvio (mido 1,95). Yo estaba jugando al básquetbol en Solymar, donde pasaba los veranos, y ahí un amigo me fue a buscar para ir a jugar al Auriblanco. Creo que tenía más condiciones más para el fútbol que para el básquetbol, pero en el básquet me fue mejor por la altura, y porque tuve suerte de tener muy buenos compañeros. El básquetbol, decía un amigo mío, te da revancha cada tres días, no una vez por semana como en el fútbol.

-¿Cuánto influyeron el Manifiesto Comunista, el long play Help de los Beatles, Bakunin y Pedro Virgilio Rocha, tu gran ídolo aurinegro, en éste que sos hoy?

-Todo, todo, todo... Me gustaría tener la solidaridad que emana del Manifiesto, me gustaría tener la libertad de pensamiento bakuninista, la calidad de Rocha, la voz de Gardel, la profundidad de Alfredo Zitarrosa... De cada una de las personas que han pasado por mi vida saco una enseñanza. Llega un momento de la vida en que te ponés a hacer cuentas, hacés un balance -un poco es eso mi libro- y todas las cosas te dejan una enseñanza. Una cuarteta de una murga, el consejo de un padre, la traición de un amigo, todo puede influir en la vida y hay que saber valorar esas enseñanzas.

"Me gustaría tener la solidaridad que emana del Manifiesto Comunista, la libertad de pensamiento bakuninista, la calidad de Rocha, la voz de Gardel, la profundidad de Alfredo Zitarrosa. De cada uno saco una enseñanza"

-A mediados de los 90' le contabas a tu viejo sobre las vicisitudes políticas y hacés un paralelismo con el botiquín que un albañil amuró al revés en la casa de Solymar. Decís: "El FA pelea internamente por las candidaturas y nadie escucha lo que el otro tiene para decir, porque como en toda manifestación humana, las ambiciones personales compiten con los principios colectivos". Vos le decís a tu viejo "Qué quilombo, ¿no?"" y él te dijo al oído: "El botiquín del baño de Solymar". Contame qué tienen en común.

-Eso fue por el 94, papá estaba muriéndose, pobrecito. Ahí hablábamos de las elecciones internas del 94. Es que amuraron el botiquín sin abrirlo, y lo pusieron al revés. Creo que poner el botiquín al revés es darle más importancia a la ambición personal que a la colectiva, y al desarrollo colectivo del proyecto. Y en aquel momento pasaba eso en el FA, es la enfermedad del individualismo, una enfermedad de la cual todavía no estamos curados. Me parece que hay que pensar mucho más sin líderes, para crear un movimiento radicalmente humanista, donde los líderes sean las ideas, y no los hombres.

-Es increíble que Jorge "Choncho" Lazaroff pasara de ser el desconocido que casi te roba la bicicleta, a ser, entre tantas cosas, un amigo y tu cuñado, quien te presentó a su hermana Rosario y quién sería tu mujer y madre de tres hijos... Los Lazaroff le dieron musicalidad a tu vida, dijiste. ¿Por qué?

-Porque yo no sabía que iba a ser artista, no tenía idea. Yo me estaba preparando para otro tipo de vida. Había conseguido trabajo en la refinería de Ancap, estudiaba Agronomía, estudiaba inglés, jugaba al fútbol y al básquetbol. Si bien tenía la murga de Solymar, pensé que era un pasatiempo nomás, y cuando conocí a Jorge, él me demostró que todos tenemos un poco de artistas adentro. Influyó mucho en mí, y me convenció de que podía ser muy buen letrista, de que podía ser músico, de que podía cantar. No solo me convenció, sino que me lo exigió. Un día sentados en el cordón de la vereda en 18 y Martín C. Martínez, volviendo del acto del FA del 26 de marzo del 71, me dijo: "Vos tenés que escribir, Flaco". "No, tas loco, yo lo único que hago es murga, y la murga es algo menor". "¿Menor?", me dice. "Ya vas a ver lo que pasa dentro de unos años". Y ahí está la verdad. Por eso Jorge fue, es y será fundamental, porque aparte cada vez que escucho a Lazaroff me encuentro con cosas nuevas, nuevas formas de ver que todavía no han sido exploradas a nivel musical.

-Cuando empezaste a militar en el IAVA, un amigo tuyo murió como víctima de un atentado del MLN el bowling de Carrasco... ¿Cómo cambió ese episodio la idea que te empezabas a hacer del MLN, a quien inicialmente viste como Robin Hood criollos?

-Lo que pasa es que acerca la violencia a la realidad. Una cosa es disertar sobre el Che Guevara, sobre la revolución cubana, sobre la selva en Bolivia, todo eso es una cosa, pero cuando vos ves que la violencia se materializa, pah... ahí la cosa cambia, y ahí te das cuenta que la vida humana es mucho más importante que lo que a los 18 o 20 años te imaginabas. Ese momento en que muere Carlos López fue determinante para repensar por dónde era la evolución humana. ¿Era por la lucha armada? Hoy por hoy creo que es por la poesía. La poesía es el arma de la humanidad para la revolución, no las armas. En el uso de la fuerza perdemos siempre todos.

Respecto a si cambió mi visión sobre el MLN... No era que ellos fueran culpables. Estaban haciendo algo que sentían como valedero, no lo hacían para beneficio personal, sino porque sentían -sentíamos, toda una generación- que era el camino para llegar a una sociedad mejor. Hoy, yo creo que no, que no era el camino. Creo que hubiera sido mucho menos doloroso si se hubiera ido por otro camino, uno distinto al enfrentamiento armado. Pero también creo que se vivía en una situación del país que ya venía muy jodida. Hubo muchas cosas que provocaron que hubiera una efervescencia social, y hubo quienes fueron muy románticos en el planteo -el caso de los tupa-, y mucha juventud fue seducida por el romanticismo de la revolución armada, esa cosa del Zorro, de Robin Hood. Después la realidad cambió las cosas, como suele pasar.

"Hubo quienes fueron muy románticos -los tupa-, y mucha juventud fue seducida por el romanticismo de la revolución armada, esa cosa del Zorro, de Robin Hood. Después la realidad cambió las cosas, como suele pasar"

-¿Qué importancia tienen en tu curriculum Los Penados Mercantes?

-Fue la murga joven que me precedió como murguista. Empecé como murguista profesional a los 30 años con la Falta y Resto, pero durante 12 años hicimos Los Penados Mercantes en Solymar. Ensayábamos uno, dos o tres meses, cada vez con mayor intensidad, para cantar una o dos veces nomás, y hablábamos de todo lo que pasaba en el balneario, fuera del balneario, nos animamos a hacer discursos políticos en plena dictadura por ahí por el 75 al 77. Inclusive en el año 78, en el último año, el coro fue paritario: mitad hombres, mitad mujeres. Fue como una premonición de los tiempos que se vendrían.

-Hasta ahí eran los primeros coqueteos con el carnaval, pero, ¿cómo te metés de lleno en el carnaval?

-En el año 74 me invitan a participar del grupo de humoristas Las Ranas. Nosotros habíamos hecho en el 72 una obra que se llamaba Ibero Vive en el Teatro Circular (por Ibero Gutiérrez), y a partir de ese momento me invita la gente de Las Ranas, en aquel momento el flaco Troche y el "Tito" Bossio, que fue el primer director de La Falta -lo que son las casualidades-, ensayamos un mes y medio, y faltando dos días para el carnaval, nos prohíben, a La Soberana y a Las Ranas. Después me tuve que ir del país, me exilié, y cuando volví, lo hice con la idea de hacer algo. Me encontré con "A redoblar" de Rumbo en un recital en el Platense, lloré como loco de emocionado, y a partir de esa canción pensé: "Tengo que sacar una murga". Les dije a los de Rumbo y no podían, le dije a Jorge Lazaroff y no podía, y al final terminé juntándome con la gente que después me acompañó en la idea de La Falta.

-En los años en los que "se estaba incendiando el país", como decís en el libro, mataron algunos compañeros tuyos en la lucha con la Policía, y hasta te pusieron una bomba en tu casa. ¿Cómo recordás ese episodio?

-Yo venía de jugar al básquetbol. En ese tiempo tenía militancia estudiantil y militancia en Ancap, y militancia artística con el grupo Patria Libre. Llegué a casa como una y media de la mañana, me acosté a dormir y a las tres de la mañana -yo dormía en un cuartito en el primer piso-, el recuerdo es de saltar de la cama. La bomba la habían puesto en la puerta y mi cuarto estaba cerca. Salté, pegué contra el techo, todo se llenó de humo, destrozaron toda la parte de adelante de la casa. Me acuerdo que mi padre gritaba: "¡Fue acá, fue acá, fue acá!". Después vino la Policía, como una hora después. Me acusaron a mí de ser el culpable por tener un disco de Numa Moraes, La patria, compañero. Eran tiempos muy difíciles. Eso me empujó al exilio. Dicen que eran periféricos del Escuadrón de la Muerte los que ponían las bombas. Depende de la peligrosidad de la persona si te mataban o solo te asustaban.

-En el 71 inauguraste un comité de base del recién nacido tocando las tumbadoras con Patria Libre, también tocaron en ocupaciones y otras manifestaciones. ¿Qué representaba el FA en ese momento? ¿Era una luz de esperanza?

-La política siempre fue muy importante en mi vida. Cuando la creación del Frente Amplio yo tenía 21 años, fue muy disruptivo todo, nosotros nos culturizamos sobre la marcha: discutíamos desde Lenin, Rosa Luxemburgo, Marx, Engels, Bakunin, todo pasaba por las discusiones, que eran muy fermentales. Y cuando apareció un partido para disputarle a los partidos tradicionales la supremacía, digamos, involucró a gran parte de la juventud afín a eso. Entonces uno se puso la camiseta. Y cuando uno se pone la camiseta política, tiene beneficios y tiene riesgos, y los riesgos son que a veces te impide ver los problemas internos de ese partido. No te deja ver los problemas. Con el paso de los años he sido muy crítico, pero sigo manteniendo viva la llama de la esperanza en el FA como solución de solidaridad frente al neoliberalismo, frente al individualismo, aún con un montón de problemas que hay que solucionar. Solo la militancia de su gente lo puede recuperar, para no anquilosarse y convertirse en...

-¿...en un partido tradicional más?

-Sí, en un partido tradicional, que ya lo es. Es un partido tradicional, si tradición refleja la experiencia de generaciones. El Frente tiene experiencia generacional, por lo tanto es un partido tradicional. ¿Cómo hacer para que un partido tradicional no se anquilose? Solamente con la militancia juvenil, con los nuevos cuadros de la sociedad joven que estamos teniendo ahora, ellos pueden aggiornar a la fuerza política. Y no sólo al FA, también al Partido Nacional, también al Partido Colorado. Creo que tienen la obligación de resignificarse. El Partido Colorado fue históricamente un partido popular, y después el ejercicio del poder lo llevó a aburguesarse. El Partido Nacional fue toda la vida, y desde su concepción, un partido revolucionario. Pero también, el hecho de estar influenciado por determinados sectores de la sociedad que lo tomaron como propio, llevó a eso: se aburguesaron. El FA no tiene que dejar que pase eso. Mirá, cuando el FA cumplió 40 años -en 2011- yo fui a cantar a los festejos en el Palacio Peñarol. Hace 40 años, si yo iba a cantar a un acto del Frente, alrededor iba a haber carritos de chorizos, mediotanques, tipos que vendían las bebidas por las de ellos, que vendían gorritos... y 40 años después, estaba lleno de cero kilómetros. Estuvo Lula (Da Silva), me acuerdo, y tocó el redoblante con La Falta. Un cocacolero del Palacio, que era el mismo, me dice: "Estamos viejos, Flaco... Cómo ha cambiado esto, eh".

"Hace 40 años, si yo iba a cantar a un acto del Frente, alrededor iba a haber carritos de chorizos, mediotanques, otros vendían gorritos... y 40 años después, estaba lleno de cero kilómetros. Un cocacolero me dijo: 'Cómo ha cambiado esto, eh'"

-Falta y Resto nace en el 81, un año después de tu regreso al país. ¿Cuál era la ambición entonces?

-Bien fácil: voltear la dictadura. Quería tener un instrumento cultural vanguardista, que diga lo que tenía que decir, que sea escuchado por la gente, un género de profundas raíces uruguayas y qué mejor que una murga. Yo pensé: "Vamos a ayudar a voltear a la dictadura". Tenía que ser no solo para el carnaval sino para todo el año, había que ir a tocar a las fábricas ocupadas, a los lugares donde se necesitara como gremios estudiantiles, y fuimos. Y después, cuando nos dimos cuenta, dijimos: "¿Y por qué solo en Uruguay?" Y partir de 1983 empezamos a ir a Argentina, donde hoy por hoy hay 156 murgas estilo uruguayas desparramadas por toda América. Las hay en Colombia, Chile, Argentina... Y en Buenos Aires la Falta tiene una fuerza muy importante.

-Algunas canciones tuyas con Jaime Roos son himnos hoy. ¿Cuál fue el secreto de esa alianza artística que nació acá y se continuó en el exilio?

-Amistad y admiración. Yo creo que Jaime más por amistad y yo por admiración. Jaime es un crá. Me enseñó a tocar allá en España, en Camarena 98, 9° C, en la urbanización de Aluche donde vivíamos todos juntos, me enseñó a tocar a marcha camión en el bombo legüero del Patria (Libre). Hicimos la primera canción, que se llamaba "Amanecerá". Y cuando él volvió de Europa, me mostró Adiós Juventud, año 83. Me fue a buscar porque él sabía que yo tenía una murga. Hizo esa canción para que la cantara el "Flaco" (Roberto) García, pasó lo que pasó con "Adiós Juventud", y a partir de ahí empezamos a laburar juntos. Después interrumpimos. Ahora tengo que ir a llevarle el libro, y siempre tengo la esperanza de seguir haciendo cosas juntos.

-Hace unos le dijiste a Jaime Clara en Sarandí que mirada con los ojos de hoy, con el auge del feminismo, no volverías a escribir "La hermana de la Coneja" con las mismas palabras... ¿Hay una autocrítica respecto a esa letra, o está bien que haya sido escrito así en esa época?

-En realidad, hoy no la volvería a escribir así porque tengo otro concepto del hombre y la mujer, que me han enseñado las mujeres. Pero sí fue sincera, en su momento, como todas las canciones que uno hace. Me parece que no es una canción machista, es una canción feminista, contra el aborto clandestino. Te diría que es la primera canción que recuerdo que es un alegato contra el aborto clandestino, que le puede cambiar la vida a una mujer... o a una persona. Porque el "Flaco Tito"... también habría que ver cómo es la historia, qué le pasó. En el libro hay algunas otras pistas sobre la Coneja, la hermana de la Coneja y el Flaco Tito. "La hermana de la Coneja" es una maravillosa historia de amor, más allá de las circunstancias.

-¿Seguís sin resolver el dilema o aparente contradicción de ser director de una murga contestaria y antisistema y director de una agencia de publicidad, como me dijiste en 2016 para este espacio?

-No tiene resolución. Bueno, en la resolución de esa contradicción, como consecuencia, está el arte. La publicidad se diferencia del arte en que en el arte no hay objetivos de marketing. Vos no te planteás: "Voy a hacer tal música para vender tantos discos" o "para vender tantas entradas". Hay artistas que piensan así, pero están más alejados del arte. Pero cuando uno dice lo que siente, en el idioma que lo siente, lo hace porque le brota de adentro. En la publicidad es distinto: el objetivo te lo plantea otra persona, en este caso, el cliente. Va en la ética del publicista aceptar los desafíos que los clientes le propongan. Si a mí me proponen un desafío para que la gente fume, yo puedo decir sí o no, va en mi ética. O votar a Fulano o Mengano. En el caso de la creación artística, uno larga el disco al mundo, solo, desnudo, y el mundo es el que lo acepta o no. La contradicción permanece, siempre está. El "eureka" es muy parecido: el momento en que te das cuenta que tuviste una buena idea, pero en el arte no tiene un fin simplemente comercial. En la publicidad sí.

-En esa entrevista de hace dos años me reconociste que Falta y Resto era "poco crítica" con el gobierno del FA, y también me admitiste que criticarías con mayor dureza a Danilo Astori si no fuera tu amigo. ¿Ha cambiado algo la postura del FA ante esta administración tras aquella autocrítica? ¿La voy a notar más crítica si la voy a ver el sábado a La Trastienda o la veo en tablados populares fuera del concurso?

-La Falta podría haber sido más crítica, sí. Pero lo ha sido. Es más, por haber sido crítica a nivel oficial, somos la única murga popular, del Cerro o de La Teja, que nunca ganó con una administración de izquierda. Nosotros ganamos con una administración colorada. Fuimos siempre tan críticos que siempre nos voltearon, siempre, porque las administraciones de Cultura de la Intendencia de Montevideo nunca se pusieron de acuerdo con el discurso de La Falta. Pero también nos criticaron los de la derecha. Quiere decir que tan mal no estábamos.

Hoy por hoy, en año electoral, hay que pensar muy bien lo que se dice. Tenemos cosas para decirle al Frente, y se las decimos. Si ves nuestro show, "Ilegal", verás que mucho le decimos. Pero si te ponés a ver el show, no decís "esta es una murga de derecha". No criticamos al Frente por derecha, lo criticamos por izquierda. Y eso es saludable. Ahora me siento muy bien porque estamos recorriendo tablados populares como no lo hacíamos desde hace mucho tiempo, tocamos un carnaval alternativo, recuperamos un poco aquella mística que habíamos dejado hace como 20 años solo para hacer carnaval comercial.

-¿Estás aliviado por no tener que competir y seguir un reglamento?

-Sí... Pero cambiamos la adrenalina de la competencia, por la adrenalina de la libertad. La adrenalina de la libertad es más dulce, menos amarga, la competencia es terrible... Hay una murga, la Doña Bastarda, que estuvo un año trabajando y en el primer día ya la matan y le amargan todo el carnaval, ¡por exceso de guitarra! Doce meses de laburo, y ahora están amargados el resto del carnaval. Todo por la competencia. ¡Qué te importa salir último, si vos en la calle matás! ¿Para qué salís en carnaval? ¿Para tener medallas que se oxidan y se enmohecen? Uno sale en carnaval para que cuando le vas a dar una moneda a un cuidacoches, éste te diga: "No Flaco, no me des monedas, vos ya me regalaste la mejor despedida de murga". Para eso hacemos carnaval.

-El 1° de agoto de 2016, día en el que tuviste 19 minutos declarado muerto, es como tu segundo cumpleaños... ¿Lo festejaste?

-Lo festejé en 2017. En 2018 se ve que me acostumbré a lo bueno, a la vida, y medio se me pasó por alto. Pero siempre hay cosas en el devenir diario que te recuerdan ese momento. Cuando me preocupo demasiado por una tontería, cuando te peleás por una pavada con tu compañera o con un hijo, ahí pienso: "Pensar que yo podría no estar más acá. No te quemes tanto la cabeza, Raúl Castro".

-¿Bajaste un cambio desde entonces? ¿Valorás otras cosas después de ese paro cardíaco?

-Sí, pero de todas maneras, debería bajar más cambios de los que bajé. Soy demasiado impulsivo, muy calentón en algunos momentos, pierdo objetividad por ser demasiado emotivo. Tampoco me quejo, porque soy así... soy visceral, me gustan las cosas de color fuerte... rojas y negras.

-¿Por qué no salió la Falta este febrero? Hugo "Piruja" Brocos le dijo en octubre a Montevideo Portal que estaba muy enojado contigo, que tenían diferencias "históricas" y él no iba a firmar el ingreso a la competición. Pero negó que él haya estado en desacuerdo con la presencia de mujeres en la murga, que fue lo que había sostenido tu hijo Leandro en su cuenta de Facebook cuando anunció que la murga no se presentaría en la prueba de admisión. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cuál es tu versión?


"Creo que 'La hermana de la Coneja' no es una canción machista, es una canción feminista, contra el aborto clandestino. Te diría que es la primera canción que recuerdo que sea un alegato contra el aborto clandestino"

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Es como decía Perón: "No hay otra verdad que la realidad". La realidad es que cuando pusimos mujeres, al año siguiente ya no salimos. Que él diga lo que quiera, pero la realidad es esa. Si él estaba enojado conmigo, ¿se dio cuenta ahora después de 38 años?

-¿No se sentaron a hablar y zanjar las diferencias de frente, como debe ser?

-Tres veces lo fui a buscar a la casa, para convencerlo. Pero todas las veces me encontré con una negativa. Después pasaron cosas... Ahora están pasando cosas en el carnaval que no me gustan, me ponen muy triste. Me hacen atar algunos cabos, y me da pavor. Pero bueno, por algo La Falta no está en este momento en el carnaval. Que cada uno se haga cargo de sus decisiones.

-¿Cómo ves la expulsión del "Gato" José Morgade de Daecpu por los audios que se filtraron?

-Triste, triste porque amo el carnaval, triste porque pase todo esto. Triste porque está involucrada gente que tiene vinculación con la dirección del carnaval. Esperemos que todo sea para bien y que de alguna manera, se salga bien de esto. Pero está bravo, está difícil... La única manera de hacerlo es repensando todo el carnaval, toda la estructura, la manera, las formas, desmercantilizarlo un poco y hacerlo popular, popular, popular. Como debe ser. La televisación es una consecuencia del momento, no es una causa. Pero el tema es que la televisación lleva a otras cosas: el hecho de que las murgas están más preocupadas por la cantidad de vestuario que se ponen que por lo que están diciendo. Se ponen tres o cuatro vestuarios, cuando la murga tiene que ser austeridad. Debe ser contenido. Para vestuario está Broadway, porque si no, somos Broadway villero...

-De todos modos, artísticamente, de las últimas cuatro veces, en tres La Falta no clasificó a la Liguilla. ¿Por qué? ¿A qué atribuís ese divorcio entre la murga y el gusto del jurado?

-Porque siempre fuimos contestatarios. Fijate que desde el año 2007 hacemos la música nuestra, no adaptamos música. Jamás hubo ni siquiera un "felicitaciones" por haber hecho música inédita, por haber hecho de la murga un género mayor, por haber hecho música para la murga y no adaptar la música como si fuéramos escolares, como hicimos con los Caminantes cuando teníamos 7 años. Nosotros, desde el punto de vista formal, hemos reestructurado la murga un montón de veces, hemos hecho un montón de propuestas nuevas. ¿Por qué no le gusta al jurado? Porque el jurado reproduce el status quo de la tradición, y nosotros como murga tenemos la gran coherencia de que esa contradicción de lo nuevo la llevamos todos los años sobre la tela. ¿Cuál es la característica de Falta y Resto? La innovación. La vez que pusimos un micrófono para cada uno, el jurado nos quería matar. Hoy no hay murga que no cante con un micrófono para cada uno. En el año 82 nos cambiamos de ropa (teníamos tres vestuarios), nos querían matar, ¡y ahora se ponen cinco vestuarios! En el 92 usamos la melodía de Queen y hoy, 30 años después, hay una murga que utiliza Bohemian Rapsody. Nosotros, cuando la usamos, salimos segundos, porque era demasiado... No hay una expectativa de concurso en La Falta, no la hay; al contrario, cuando bajamos del último tablado el último carnaval, yo les dije a los muchachos: "Si ganamos, hicimos algo mal. Tenemos que perder para ganar".

-¿Te pareció de recibo el argumento para que no actuara La Falta en el entretiempo del clásico de la Supercopa, por tu asociación con Peñarol?

-Conociendo la idiosincrasia futbolera del uruguayo, me pareció hasta lógico. Lastimosamente lógico. Somos demasiado pasionales, el fútbol ha tomado un lugar de realización personal para cierta gente que es muy peligroso. Creo que el 90% de la gente, fuera del cuadro que fuera, lo iba a disfrutar. Íbamos a cantar "Uruguayos Campeones" para que cantara todo el estadio. No pudimos. Si sirve para que se amplifique lo que La Falta tiene para decirle a la gente, por algo será.

"Las murgas están más preocupadas por la cantidad de vestuario que se ponen que por lo que están diciendo. La murga debe ser austeridad y contenido. Para vestuario está Broadway, porque si no, somos Broadway villero..."

-¿Hasta cuándo vas a seguir con La Falta?

-No lo puedo contestar eso. No sé... Dios dirá. Es una crisis de oportunidad. Nos sacaron las rueditas de la bicicleta, hay que ver si la bici sigue andando o nos caemos. Yo creo que va a seguir andando, y cada vez con mayor fuerza. Hay un colectivo muy fuerte de hombres y mujeres en la murga, de jóvenes, que la hacen mucho más fuerte que todos los años anteriores. Tal es así que fuera del carnaval, la canción "Ni un paso atrás" recorre toda América como símbolo de lucha feminista. Es la primera vez que se canta en carnaval.

-¿Sos feliz?

-Mucho. No soy feliz completamente, pero en la medida que puede ser un hombre que ve injusticias alrededor, soy el más feliz de los seres humanos.