Por The New York Times | Milton Esterow and Tracy Sherlock
Holocaust and the Nazi Era Arts and Antiquities Looting University of British Columbia British Columbia (Canada) Germany Hayden, Michael R Content Type: Personal Profile Michael R. Hayden lleva más de una década buscando con paciencia los objetos ceremoniales robados a sus abuelos, que fueron asesinados en el Holocausto.
Su jornada empezó a las 6 a. m. con una llamada a Ámsterdam desde su oficina de Vancouver. Una hora más tarde dio una conferencia en línea a una clase en Irlanda, seguida inmediatamente por una llamada con un científico en Boston sobre una investigación.
Michael R. Hayden es uno de los principales genetistas del mundo, galardonado con muchos de los premios más importantes de medicina y fundador de cinco empresas de biotecnología. A sus 71 años, sigue dando clases en la Universidad de Columbia Británica.
Pasar un día con él el mes pasado era ser testigo de un torbellino de actividad incesante. Y, sin embargo, Hayden también dedica entre cuatro y cinco horas a la semana a un objetivo tan importante para él como sus descubrimientos pioneros en neurodegeneración: encontrar los objetos ceremoniales de plata (también conocidos como judaica) que su familia perdió a manos de los nazis durante los horrores de la Segunda Guerra Mundial.
“Mi vida es muy compleja”, dijo en una entrevista, “pero esto es prioritario para mí y para las generaciones futuras. Siempre encontraré tiempo para este importante esfuerzo. Necesito ser un testigo vivo de lo que ocurrió”.
Hayden conoce bien el relato de cómo, el 10 de noviembre de 1938, la noche de la Kristallnacht (“la noche de los cristales rotos”), hombres de las SS nazis irrumpieron en la casa de su abuelo, Max Raphael Hahn, un adinerado hombre de negocios y presidente de la sinagoga de Gotinga, ciudad del centro de Alemania.
Lo arrestaron a él y a su esposa, Gertrud.
Ella fue puesta en libertad al día siguiente. Pero Max Hahn fue encarcelado durante siete meses y su importante colección de objetos ceremoniales de plata, que incluía artículos que databan del siglo XVII, fue confiscada. Había lámparas ceremoniales, candelabros, copas de kidush y especieros.
Hayden ha podido recuperar decenas de objetos domésticos y algunos objetos religiosos que estaban en un museo alemán. Pero la colección de judaica de plata incautada por los nazis se le ha escapado. Veinte años después de iniciar su proyecto, y a pesar del apoyo de una organización alemana que le ayudó a financiar dos años de investigación, solo ha reunido uno de los 166 objetos desaparecidos, una copa de kidush.
Aun así, el esfuerzo de Hayden es representativo del tipo de dedicación que muchas familias judías han puesto en recuperar obras de arte y otros objetos confiscados a sus parientes o vendidos por ellos bajo coacción durante la época nazi. Esta labor suele estar impulsada por un sentido de justicia y un compromiso con la familia y, en el caso del arte, por la pérdida de herencias posiblemente significativas.
Los objetos judaicos también pueden ser valiosos. Pero su búsqueda se basa a menudo en su legado como reliquias religiosas que hablan de la fe por la que sus familiares fueron perseguidos y asesinados.
“Los objetos son importantes, no por su valor, sino por su significado”, dijo Hayden. “Para mí, es un paso adelante para intentar cerrar una herida profunda y dolorosa que me acompaña cada día. Y tratar de avanzar hacia una nueva realidad, de nuevas relaciones, nuevos reconocimientos y algo de paz”.
Hayden está considerado un experto en la enfermedad de Huntington y la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), a menudo conocida como la enfermedad de Lou Gehrig. Nació en Sudáfrica, donde estudió medicina y recibió un doctorado en genética. También cursó estudios de medicina interna en la Facultad de Medicina de Harvard.
En la actualidad, es director ejecutivo de Prilenia, que se centra en el tratamiento clínico de enfermedades neurodegenerativas, y forma parte de la junta directiva de 89bio, que desarrolla nuevos tratamientos para enfermedades hepáticas y lipídicas. Tiene oficinas en Herzliya, a las afueras de Tel Aviv, y Naarden, cerca de Ámsterdam.
Pero pasa la mayor parte del tiempo en Vancouver, donde su despacho está lleno de fotografías de sus cuatro hijos, cinco nietos, libros de historia judía y una fotografía del papa Francisco bendiciéndole.
La búsqueda de la herencia familiar empezó para Hayden en 1986 en el sótano del Museo de la Ciudad de Gotinga. Un curador le permitió explorar y encontró un wimpel, un paño largo y delgado que se suele utilizar para encuadernar la Torá, con una conexión familiar. La pieza había envuelto a su bisabuelo, Raphael Hahn, durante su circuncisión.
“No había documentación ni información sobre cómo había llegado al museo el trozo de tela con el nombre de mi bisabuelo cosido ni quién era el donante”, dijo Hayden.
“El concejo de la ciudad de Gotinga se negó a devolver el wimpel a menos que pudiera encontrar un sustituto”, continuó. “El concejo dijo que lo cambiaría si el alcalde podía encontrar otro”.
Hayden se puso en contacto con Artur Levi, alcalde de Gotinga, que era judío. Levi se ofreció a ayudar. Tres meses después, en febrero de 1987, apenas ocho horas antes de que naciera la tercera hija de Hayden, llegó un paquete de Levi.
“En honor a su bisabuelo, Max Raphael Hahn, y a su tatarabuelo, Raphael Hahn, la llamaron Jessica Raphaela Hahn y la arroparon con el wimpel dos semanas después”, en la ceremonia en que la niña recibió su nombre, relató Hayden.
“Mi esposa, Sandy, y yo tenemos cinco nietos”, dijo, “y es tradición envolver en él a cada bebé al nacer, sea niño o niña”.
La búsqueda de Hayden de la colección judaica de su abuelo comenzó de forma dedicada décadas después en 15 cajas de su abuelo que contenían miles de documentos, sellos y fotografías antiguas, incluso autógrafos de Mark Twain y del presidente William McKinley. Las cajas llevaban 20 años sin abrirse en un cuarto de almacén en su casa de Vancouver.
“Una noche, sentí que debía enfrentarme a ello”, dijo Hayden. “Las cartas cuentan historias increíbles de congoja”.
Después de que su abuelo, Max Hahn, saliera de la cárcel, cuenta Hayden, Hahn y su esposa se fueron a Hamburgo con la esperanza de emigrar. Pero en 1941 fueron deportados a Riga, Letonia, y despachados en un tren con destino a un campo de concentración. Se cree que Gertrud Hahn murió en el tren. Max murió en un tiroteo masivo cerca de Riga en 1942. Los dos hijos de los Hahn, Hanni y Rudolf, el padre de Hayden, se habían puesto a salvo en Inglaterra en 1939.
Antes de ser enviado a la muerte, Max Hahn pudo enviar a Suecia en 1940 y 1941 muchos artículos para el hogar, además de documentos familiares, cartas, y fotos. El equipaje de mano con objetos personales fue enviado a Suiza.
Después de la guerra, los hijos de los Hahn recogieron los contenedores y los llevaron a Sudáfrica, donde vivía Rudolf, que había cambiado su nombre por el de Roger Hayden. Murió en 1984.
Hoy en día, mientras Hayden investiga el paradero de los objetos desaparecidos, cuenta con la ayuda de asistentes. Sharon Meen, historiadora, lleva 13 años trabajando con él, ayudándole a examinar los catálogos de subastas y de marchantes de arte, así como colecciones de museos.
“Las cajas que fueron a Suecia y Suiza contienen un inventario de todos los artículos de la colección de judaica de Hahn, incluso con las dimensiones y el peso”, dijo Meen. “También hay muchas fotos”.
De vez en cuando hay momentos que hacen que todo el esfuerzo merezca la pena. Hace unos años, mientras revisaba la colección del Museo de Artes y Oficios de Hamburgo, Alemania, Hayden encontró una fotografía de una copa de kidush. Representaba escenas de la historia bíblica de Jacob, tal como la copa de su abuelo.
“Me puse en contacto con el museo y me devolvieron la copa”, dijo.
Los funcionarios de Gotinga también fueron de gran ayuda en 2014 y 2015, cuando la ciudad devolvió unos 30 objetos que habían pertenecido a la familia Hahn, la mayoría de los cuales habían sido vendidos por Max Hahn bajo coacción en 1938, dijo Meen. Algunos de los objetos, como un juego de sala de la época rococó, aparecían en fotografías que el abuelo de Hayden había dejado en las cajas. La mayoría eran artículos del hogar, no artefactos religiosos. Aun así, la devolución de los objetos, cuya conexión con la familia Hahn había sido rastreada por Meen utilizando los registros del museo, ayudó a ilustrar la vida de personas que los nazis intentaron borrar.
Hayden, su esposa y sus cuatro hijos, y los nueve bisnietos de Max Hahn volaron a Gotinga desde Bruselas, Londres, Ciudad del Cabo, Vancouver, Toronto, Los Ángeles, Tel Aviv y Nueva York para asistir a una ceremonia celebrada en 2014 con motivo de la devolución. También fueron objeto de una exposición en el museo, y Hayden decidió dejar allí los artículos en préstamo.
Los artefactos de plata han sido más difíciles de localizar. Meen está convencida de que gran parte de ellos siguen en Alemania, pero ha visitado una docena de museos sin éxito.
“La búsqueda no ha terminado”, dijo Hayden. “Seguimos solo para asegurarnos, no necesariamente de tener objetos en nuestro poder, sino de que se atribuyan debidamente a mi abuelo”. Michael R. Hayden lleva más de una década buscando pacientemente los objetos judaicos de plata que los nazis arrebataron a su abuelo, Max Raphael Hahn. (Alana Paterson/The New York Times) Hayden sostiene un wimpel, una fina tela utilizada para atar la Torá, que envolvió a su bisabuelo, Raphael Hahn, en su circuncisión. (Alana Paterson/The New York Times)
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