Tras la muerte de Raquel Arocena, fundadora de la Biblioteca Nuestros Hijos y madre de Gustavo Nicolich, quien falleció en la Cordillera de los Andes en el alud que sepultó el fuselaje del avión el 29 de octubre de 1972, fue homenajeada en una misa en el Parque del Recuerdo (ubicado en la ruta 101 en dirección a Pando).
Del homenaje, que se decidió fuera reservado y con poca gente, participaron familiares, amigos y algunos de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes.
En diálogo con Montevideo Portal, Gustavo Zerbino comentó que además del cura, habló en la misa él, una nieta, un nieto y una sobrina de Arocena de Nicolich, que falleció este martes a los 97 años de edad.
“Es una época. Se acaba toda una generación. Era la última madre de Los Andes. Ya no queda ningún padre ni ninguna madre. Es todo un legado de esa generación que nos dio vida a todos nosotros”, reflexionó Zerbino sobre los sobrevivientes y también los que perdieron la vida en la montaña tras el accidente aéreo que ocurrió el 13 de octubre de 1972.
A su vez, Zerbino informó a Montevideo Portal que el pedido de Raquel Arocena de Nicolich fue que su cuerpo sea cremado “para que las cenizas las tiren en la tumba donde está su hijo, en el Valle de las Lágrimas”, ubicado a cuatro mil metros de altura en el centro de la Cordillera de los Andes, en la frontera entre Chile y Argentina.
Gustavo Nicolich sobrevivió al accidente aéreo, pero falleció dos semanas después, el 29 de octubre de 1972 cuando un alud sepultó el fuselaje del avión.
Llegó a escribir antes de morir, dos cartas en la montaña, una el 21 de octubre de 1972 —el octavo día desde el accidente— y otra el 22 de octubre.
En la primera, describe a sus padres y a su novia el “lugar divino” donde estaban, usa la ironía para referirse al “hotel” con habitaciones para “26 personas” e incluso le dice a Rossina, su pareja: “Lo único que quiero ahora es llegar, casarme contigo si tú lo quieres”.
Zerbino fue el sobreviviente que juntó y trajó en una valija pertenencias de los fallecidos en la Cordillera de los Andes. Entre esas pertenencias, las dos cartas que escribió Nicolich.