Por Ana Jerozolimski
El Profesor Rafael Radi nunca pensó que su experiencia científica lo llevaría a un cargo de este tipo, referencia a nivel nacional para el manejo de la pandemia del Coronavirus. Tras encomendarle Presidencia esta responsabilidad, convocó al Profesor Henry Cohen y al Ing. Fernando Paganini a trabajar con él en lo que hoy se conoce como GACH, marco en el que interactúan con decenas de científicos.
En esta entrevista especial, Radi cuenta cómo se trabaja, cuáles son los desafíos, cómo es la relación con Presidencia, con la sociedad, las aclaraciones de antemano al comenzar a trabajar, las herramientas científicas que trajo consigo, el apoyo clave de sus hijas y lo que aprendió de sus abuelos, inmigrantes libaneses, que le sirve también hoy.
Una entrevista enriquecedora. Orgullo uruguayo.
P: Profesor Radi ¿cómo se siente con esta responsabilidad que tiene sobre los hombros como coordinador del Grupo Asesor Científico Honorario que asesora a Presidencia en el manejo de la pandemia?
R: A lo largo de mi carrera profesional siempre asumí un conjunto de responsabilidades, casi siempre responsabilidades bastante demandantes, pero sin duda esta es la que tiene el tamaño mayor, por el posible impacto a nivel del país, tanto por la seriedad del problema como por las múltiples dimensiones sobre las que me toca trabajar. Por un lado tenemos el problema en sí, es decir, la pandemia. Por otro lado, tenemos que poder formular las preguntas correctas y buscar las respuestas, y ahí tenemos que interaccionar con un conjunto muy grande de colegas, lo cual se hace con camaradería y a su vez con profesionalidad.
P: Y en una pandemia en la que se quiere frenar contagios, también se trabaja contra el tiempo.
R: Claro. Estamos trabajando más rápido de lo que nos gusta habitualmente a los científicos, entonces ese es un nivel de complejidad y de desgaste muy importante, tenés que estar muy concentrado, hablar con mucha gente, integrar mucha información. También hay que mantener las relaciones humanas durante muchas semanas y mucho tiempo en una condición muy buena.
Y después tenemos el universo de interacciones con el gobierno nacional-al que debemos proveer con elementos suficientemente resumidos, concretos y prácticos para que pueda tomar decisiones-, la prensa, la población en general. Es como multidimensional. Está el objeto de estudio como tal, cuya información crece día a día en forma vertiginosa y la generación de informes decantados de todo ese proceso intelectual que ciertamente es complejo y multidisciplinario. También hay reuniones semanales con el gobierno donde además los informes escritos los discutimos. Un caso muy notable fue cuando les presentamos el tema de infectividad en los niños y la posible reapertura de la educación primaria, donde todo debía estar muy claro.
P: Y el contacto hacia afuera, sociedad, prensa, es clave, porque hace falta que la ciudadanía sienta que puede tener confianza en las decisiones del gobierno.
R: Fundamental, claro. Y sentimos que la población nos transmite que la voz de los científicos le acerca tranquilidad, un concepto nuevo en mi carrera científica. Entonces, bueno, si volcar conocimiento a la población genera tranquilidad, porque se entienden mejor los asuntos, más allá de que los riesgos permanecen, eso es algo muy bueno y que ayuda mucho a que la sociedad dé pasos, por ejemplo hacia el desconfinamiento, de una forma lo más racional posible y cometiendo menos errores.
P: Cuando se formó el equipo y el presidente le encomendó a usted ser el coordinador, con Omar Paganini ingeniero, Henry Cohen gastroenterólogo, usted bioquímico, ¿en algún momento se preguntaron por qué ustedes, o entendieron que el tema va mucho más allá de la disciplina concreta a la que cada uno está abocado en su carrera?
R: La idea era conformar equipos de trabajo con un liderazgo de parte de científicos que tenían capacidad probada de abrirse a otras disciplinas, poder generar grupos de trabajo y que también, algo que no se puede negar, que supieran trabajar en un proceso largo de una forma armónica, productiva, fraterna. La velocidad de los hechos que están ocurriendo no nos permite tener gente disruptiva en este proceso, por más brillante que sea, entonces tuvimos que ser muy cuidadosos en la selección del equipo. Por supuesto que hay muchos científicos más que podrían estar aportando, pero los que están nos aseguramos al máximo que, además de su capacidad profesional, fueran personas con una vocación para trabajar en equipo y que pusieran por delante el objeto general más allá de intereses particulares. Es que, recordemos, hay más de 50 científicos en el grupo, y el doble con quienes interactuamos, así que todo esto es clave.
P: Es interesante este punto del carácter, que puedan congeniar al trabajar. Es que seguro que cada uno tiene su corazón y su ego profesional, pero no podía ponerse equipo a nadie cuyo ego fuera tal que pudiera obstaculizar el trabajo con otros.
R: Exacto. Esto era un sine qua non. Fue uno de los seis requisitos que le transmití a Presidencia de la República cuando el 3 de abril me propusieron empezar a estructurar esta iniciativa: que los grupos de trabajo realmente los definiéramos los científicos generando grupos consistentes, y si bien se fue muy amplio en la elección, también tomamos muy en cuenta esa capacidad.
Nosotros nos constituimos el 17 de abril, estamos ya pasados tres meses de un trabajo muy intenso y diría que la elección fue correcta, porque se ha podido avanzar mucho y se ha hecho ese trabajo en un ambiente de gran respeto y camaradería. Esa parte humana fue sumamente importante haberla brindado desde el comienzo, aunque también debo aceptar que es un trabajo permanente, porque son acciones humanas y los humanos, humanos somos. Ese trabajo de tener una forma de conciliar posiciones y lograr converger en ideas muchas veces atraviesa discusiones y análisis que eventualmente también pueden ser hasta encendidos, pero siempre finalmente hemos podido presentar productos de informes que permiten ayudar y pensamos que fue buena esa opción.
La actitud de Presidencia
P: Usted habló antes de la relación con Presidencia. Más allá de la firmeza que creo yo irradia el Presidente Lacalle Pou ¿diría que hay también humildad en cuanto a que los profesionales de la ciencia son ustedes y es bueno escuchar lo que dicen para que eso les sirva para tomar decisiones?
R: Si, también, eso fue parte de la primera conversación que tuvimos con el presidente de la República, en la que se delimitaron muy bien los campos de acción de la ciencia y de la política: nosotros asesoramos, el gobierno toma las decisiones y no hay interferencias cruzadas. Eso quedó muy claro en la primera reunión que tuvimos, era un requisito sine qua non de mi parte y, nobleza obliga, eso ha sido respetado en forma total, lo cual demuestra un acto de gran inteligencia. En definitiva, entender que trabajar con la libertad que lo estamos haciendo desde la ciencia pero a su vez sabiendo que la decisión final la toma el gobierno, sin interferencias de un lado y del otro, ha permitido que cada uno se desempeñe con un diálogo muy fraterno y cordial. Todo lo contrario, ninguna vez hemos tenido ninguna interferencia, más bien a veces recibimos consultas para reasegurar decisiones de gobierno, lo cual en algunos casos hasta me ha sorprendido. En ese sentido creo que el gobierno ha sido muy inteligente y las decisiones han ganado mucho en robustez.
¿Y la gente?
P: Un desafío nada sencillo es que en este mosaico relacionado a la pandemia, un elemento clave es el comportamiento de la gente. Y eso no es científico.
R: Ahí hay un elemento muy importante. Hicimos un esfuerzo bastante grande para transmitir un mensaje a la población que llevara al entendimiento de cuál era el fenómeno biológico y epidemiológico que subyacía a esta pandemia. Por ejemplo, discursos que al principio provenían de distintos lugares: "nos cuarentenamos y derrotamos al virus". Nosotros claramente dijimos: no, la cuarentena y el confinamiento sirven para un par de cosas, disminuir mucho la reproducción del virus en las etapas iniciales y preparar el sistema de salud para ponerlo en mejores condiciones, para poder hacer una salida progresiva que permitiera ir conjugando el balance de poco impacto de la enfermedad con una preparación del sistema de salud y un desempeño correcto de niveles de atención más complejos, como las salas de tratamiento intensivo.
Entonces dijimos: cuando empiece a ocurrir el desconfinamiento van a aumentar las posibilidades de contagio y lo que tenemos que hacer es tener estrategias de mitigación. Entonces, que la población entendiera que el confinamiento era una etapa pero que luego iba a venir otra, que es la que estamos transitado, que iba a estar asociada a riesgos y que estaba en cada uno de nosotros minimizar ese riesgo. Creo que ese mensaje, que se reiteró varias veces para que se entendiera... que el virus no desaparecía, que no se iba a erradicar la enfermedad porque es de carácter mundial, que más allá de que Uruguay hiciera muy bien los deberes teníamos toda la frontera con Brasil -que es una frontera seca con un país donde el control sanitario es notoriamente más deficitario y donde hay una introducción permanente de virus que vienen desde extra país-... Todos esos elementos que se fueron racionalizando permitieron que la población fuera comprendiendo más de qué se trataba. Creo que eso también ayudó a que el apego a las medidas fuera bueno en general.
Ahora nosotros estamos diciendo que cuando culmine el desconfinamiento -y falta muy poco en principio porque prácticamente todas las actividades van a terminar de retomar en agosto, incluyendo el fútbol y los teatros- el gran protagonista es la población. Todos tenemos que ser parte de la solución porque si no cada uno de nosotros se vuelve parte del problema. La población se transforma en un elemento central, si eso no fuera así no hay ciencia ni sistema de salud que pueda combatir la propagación de un virus que es altísimamente contagioso.
P: Y vuestro trabajo ha inspirado confianza, un elemento clave en todo esto.
R: El tema de la confianza, me parece que es algo que se ha construido porque si la población cree en los mensajes, eso ayuda a que acompañe. Pero siempre hemos tratado de que se operara... desde que nosotros entramos a la cancha... En marzo había un poco más de incertidumbre acerca de cuál iba a ser la estrategia, pero desde que como GACH entramos a la opinión pública tratamos de evitar una reacción basada en el miedo, como también tratamos de evitar la negligencia.
P: Difícil equilibrio.
R: Claro, el camino de la razón, del entendimiento. Henos insistido mucho en el uso de la libertad responsable pero teniendo presente con qué herramientas me manejo para mitigar. En eso es que hemos tratado de insistir mucho y creo que ha sido un ganar-ganar para todos.
Cuidado con las aperturas aceleradas
P: Seguramente ustedes observan lo que pasa en otros países. Cuando la primera ola parecía estar terminando con muy buenos números y luego llegó la segunda mucho peor, como en Israel ¿eso quiere decir necesariamente que algo se manejó mal en una apertura demasiado rápida?
R: El tema es que acá todo el mundo está haciendo experiencias sobre la marcha. Hay múltiples factores que inciden: la velocidad de la apertura, la densidad de la población -obviamente que Uruguay es un país que tiene una baja densidad poblacional-, también tiene que ver con el clima y el comportamiento de la sociedad... En cada caso habrá que analizar si hubo un resurgimiento muy violento, que es lo que se plantea, habría que analizar en cada país si es que algo falló. En realidad si uno abre gradualmente la idea es que se abre de a poquito de forma que no haya que dar marchas atrás, pero siempre existe la posibilidad de que se te vaya un poco de las manos y que haya que dar marcha atrás. El proceso de apertura tiene que ser muy lento, nosotros lo hemos hecho muy gradual y midiendo siempre generalmente en ciclos de cada dos semanas, que más o menos son ciclos que de acuerdo con la forma de propagación y el establecimiento de la enfermedad, son tiempos que te dan para ir como dando pistas, todo esto acoplado al testeo. Por ejemplo, cuando se abrieron la construcción y las escuelas rurales a los 15 días se testearon esos dos sectores y nos dieron negativos, que no había infecciones -fíjate que los obreros de la construcción son 45.000-; a las dos semanas se hicieron testeos aleatorios, no había infecciones, con las escuelas rurales lo mismo; y entonces, ta, demos el próximo paso, y ahí otra vez se volvió a testear... el tema del timing es muy importante, lo que pasa es que está muy presionado muchas veces por las necesidades lógicas económicas que tiene una población, y ahí empieza el juego de las decisiones de gobierno.
Un hito impensado
P: Cuando decidió dedicarse a la bioquímica y fue avanzando, ¿en algún momento se le podía pasar por alguna neurona que el reconocimiento profesional a sus logros pasaría porque se le encomendara una responsabilidad de este tipo?
R: No, en realidad no, pero también me doy cuenta que en algún punto la preparación que fui adquiriendo- y tengo una ventaja que fue la doble formación en medicina y en ciencias- me dio una preparación que generaba las condiciones apropiadas para poder asumir una tarea de este tipo. Para poder hacer que un proceso científico en relación a esto sea fértil tiene que haber un enorme diálogo entre múltiples disciplinas y en el futuro, cuando ya nosotros no estemos más como GACH, habrá otras disciplinas que van a tener que entrar desde las ciencias sociales, las económicas, porque obviamente que esta epidemia va a dejar un impacto muy fuerte en Latinoamérica a nivel socioeconómico, que seguramente dure muchos años. Nunca había pensado que estuviera puesto en este lugar, pero reconozco que la formación y la trayectoria me dieron un conjunto de herramientas que estoy pudiendo poner al servicio del país, con el resto de la gente que está trabajando en esto. Es el partido que nos tocó jugar, no hay un especialista en esto, estamos haciendo la experiencia mientras vamos escribiendo la historia día a día.
P: ¿Cómo se maniobra con todo esto para seguir con su carrera académica?
R: Es un desafío, yo la mantengo a full, lo cual es a costa de recortar mucho los tiempos de esparcimiento, porque en mi laboratorio siguen los estudiantes haciendo sus tesis, mi actividad como editor de dos revistas internacionales sigue funcionando, mi capacidad como asesor científico de instituciones sigue existiendo... No corté nada. Ese era otro de los requisitos que yo había presentado a Presidencia: que iba a mantener todas mis actividades. Tengo que hacer un uso óptimo del tiempo...
P: No duerme mucho me supongo.
R: Claro, se ha reducido un poco la capacidad de descanso, sobre todo los fines de semana es difícil tener muchas horas libres, pero para mí sería imposible alejarme de las cosas del punto de vista técnico de la biomedicina que son mis proyectos de investigación y mis compromisos académicos con los estudiantes, con la facultad, con la universidad y con el exterior. Mi mundo está bastante intenso y también por momentos trato de visualizar hasta dónde va a ser el tiro de esta actividad, ahora va a haber que estirar un poco. Creo que la primavera con días más largos, más benévolos, con mayor vida al aire libre va a ser un escenario de menos contagiosidad, sumado al desconfinamiento. Cuando se termine el confinamiento y mejore la estacionalidad creo que ahí vamos a tener como una nueva mirada de en qué lugar está la epidemia en Uruguay y quizás en esa etapa sea un poco menos demandante el trabajo de asesoramiento.
Orgullo familiar
P: A nivel un poco más personal, ¿cómo reacciona su familia? Orgullosos me supongo.
R: Principalmente las referentes directas son mis dos hijas, que son dos profesionales, la grande, Catalina, es arquitecto y Magdalena es ingeniera. Ese núcleo más chiquito es con el que intercambié desde el inicio y siempre tuve el apoyo y el asesoramiento, sobre todo en relación a lo que es la exposición pública, son siempre un feedback para mí en cuanto a las salidas públicas, proteger la imagen y la salud de su padre. Eso está bueno y es un reasegure permanente. Lo han vivido bien porque ven que ha sido positivo para el país. Por ese lado super bien, las dos tienen una mirada muy fuerte de compromiso hacia la sociedad, entonces entienden perfectamente de qué va esto.
Los otros círculos de la familia, padres, hermanos, también, todos apoyando. Hemos estado muy unidos en este proceso y, sin conocer detalles, sí están al tanto de cómo se va caminando. Son como el núcleo de intercambio más íntimo en los momentos que de repente tenés una duda o la situación transitoriamente te desborda un poco.
P: ¿Qué había en ese hogar de inmigrantes libaneses -de un lado de la familia, como para que haya salido este profesor Radi tan abocado a la ciencia, la investigación, la biomedicina? ¿Qué le inculcaron?
R: Yo tengo una mezcla del Mediterráneo porque por un lado están los libaneses maronitas, que son mis abuelos que se afinaron en la década del 20 en Uruguay, una familia super hiper humilde, realmente. Es impactante pensar que hayan hecho la odisea de venirse del Líbano a Uruguay sin saber nada de español y siendo gente con escasísima preparación, porque eran básicamente campesinos de las afueras de Beirut. La otra mitad de mi sangre viene del lado de los italianos del norte de Italia, porque los Isola son genoveses, gente con mucho carácter. Esa combinación creo que lo que más me transmitió fue la importancia de plantearse un objetivo y hacer todo lo posible para llegar a él con foco y con firmeza.
Esas dos cosas, foco y firmeza, son las que hoy empleo para mantener este trabajo que estoy haciendo como coordinador general del GACH. Hay muchas cosas que te desfocalizan, hay que tener firmeza porque hay momentos que realmente... desde el punto de vista emocional es muy demandante, estás hablando con decenas y decenas y decenas de personas que son todas muy buenas y que hay muchas presiones por muchos lados. Ese hogar lo que básicamente transmitió a sus hijos fue eso: plantearse objetivos e ir atrás de ellos, no parar hasta que uno no lo lograra, renunciando inclusive a la distracción, al placer...
Eso sumado a una educación muy buena que yo tuve en un barrio popular como es Belvedere, en un colegio de la rama de los Franciscanos que está muy integrado a la comunidad barrial, una enseñanza en libertad y con mucho trabajo en lo social... Eso fue forjando una personalidad. Y después siempre me gustó mucho leer y estudiar, la idea de ir descubriendo y aprender, eso fue un poco la base para lentamente ir perfilándome, ya al comienzo del liceo, hacia la actividad científica, más allá de que en Uruguay no había tantas oportunidades en la década del 80, cuando yo entré a la Facultad de Medicina, pero afortunadamente en el 87 surge el Programa de Desarrollo de Ciencias Básicas, yo estaba terminando la carrera de doctor en medicina y me enganché como uno de los primeros doctorandos en Ciencias Biológicas, opción Bioquímica. Y al contar sobre estos estudios, volviendo a la pregunta anterior, nunca me hubiese imaginado estar en el lugar en el que estoy hoy como coordinador del GACH pero en la caja de herramientas que traía tenía suficientes herramientas como para poder colaborar. Por ese lado como que fue un reaseguro de un camino profesional recorrido.
P. Hermoso Rafael. Mil gracias por este importante testimonio, que no es sólo científico y profesional, sino también sumamente humano. Un honor que me haya concedido esta entrevista.
R: Muchas gracias a ti Ana por el interés.
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