Fotos: Juan Manuel López
El médico y bioquímico Rafael Radi propone charlar en el Jardín Botánico, en un asiento de madera cualquiera de allí, en el Prado. Tras la entrevista de una hora, al sol, quedará claro por qué eligió ese lugar. Es parte de la nueva estrategia comunicacional: #AlAireLibre. Con el advenimiento de la pandemia del coronavirus, Radi (57) no sólo dejó de ser un montevideano común y corriente para pasar a ser una cara conocida, sino que hoy es un científico respetado y admirado, y un gran comunicador que ha sido factótum en los cambios conductuales de la sociedad respecto al Covid-19. Esto es: si entendemos qué debemos hacer y qué no es porque Radi lo ha explicado de forma meridianamente clara y llana, asequible a todos.
Si la pandemia es un antes y un después en la vida de cada oriental (bueno, de cada habitante de este planeta), también lo fue para él. Tuvo que postergar unos cuántos viajes a distintos continentes para dictar conferencias sobre su saber científico para pasar a liderar el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) que convocó el gobierno recién asumido con el fin de implementar políticas públicas con las que lidiar mejor contra el Sars-Cov 2.
A la salida del Jardín Botánico lo saludarán dos mujeres octogenarias. Le dirán "muchas gracias por todo, doctor" y él, con timidez, devolverá la gratitud con un choque de puños. Me dirá entonces que esas cosas todavía lo sonrojan y le erizan la piel. Y por eso, a veces, para pasar desapercibido, sale a la calle con una gorrita.
De la charla se fue a reunir con sus compañeros del GACH para pensar una guía de recomendación para el verano y cómo protocolizar otras actividades, como el carnaval. Radi no paga las cuentas gracias a su accionar en el GACH, pues como su nombre lo indica, es una tarea absolutamente honoraria. Pero vaya si lo ha enriquecido reunirse cotidianamente con intelectuales de otras disciplinas para descifrar cómo ganarle el partido a la pandemia (en la altura de La Paz).
-¿Cómo nació su vocación de bioquímico?
-Tengo dos formaciones: por un lado, hice la carrera de médico, pero cuando entré a Medicina siempre supe que me importaba investigar sobre aspectos relacionados a los procesos de salud y enfermedad. La biología en Uruguay tiene una tradición de investigación desde lo que fueron las primeras épocas de Clemente Estable luego Caldeyro Barcia. Mientras hacía la carrera de medicina rápidamente ingresé a la cátedra de Bioquímica, muy rápidamente salvé el examen de bioquímica; ya en segundo año estaba vinculado al departamento de bioquímica como honorario y después nunca más me fui. Mientras iba avanzando en la carrera médica e iba trabajando en lo que eran los aspectos de la bioquímica humana, tuve la fortuna generacional que en el año 87 (cuando yo estaba cursando séptimo de facultad se crea un programa decisivo para la ciencia nacional que es el Programa de Desarrollo de Ciencias Básicas, Pedeciba). En vez de irme a un posgrado tradicional, hice un posgrado científico que es el doctorado en Ciencias Biológicas opción Bioquímica que era la cátedra que yo venía desarrollando la docencia de hacía varios años.
Lo que me atraía era tratar de entender con un nivel de detalle molecular qué eran las cosas que estaban mal dentro de nuestras células y nuestros tejidos que empujaban en el desarrollo de enfermedades, con la idea de que luego de entender con ese nivel de detalle molecular (qué pasaba con las proteínas, con el material genético, con los glúcidos) poder intervenir desde el punto de vista terapéutico (lo que nosotros llamamos intervenciones racionales) para poder revertir lo que podría ser la expresión de una patología o en el sistema nervioso central o en el aparato cardiovascular o en una inflamación. Como que quise meter una lupa, meterme con el estetoscopio, pero mucho más en lupa, entrar adentro de las células y empezar a ver las moléculas que de última son las responsables de que nuestras células y tejidos funcionen bien o mal. Al final siempre termina siendo un tema bioquímico.
-¿Qué estaba haciendo hasta el 12 de marzo de 2020?
-Era un feliz profesor de facultad con mucha tarea local. Presidía la Academia Nacional de Ciencias y tenía muchos viajes planificados para 2020. Muchas conferencias muy lindas en Europa, en Estados Unidos, en Asia... todas quedaron en la nada. Este año particularmente (era) muy cargado de congresos mundiales donde estaba invitado a dar conferencias, simposios, seminarios, visitas a universidades. Tenía todos los pasajes comprados, en algunos casos con mi bolsillo, en otros casos con el dinero de los que me invitaban. Todo ha quedado stand-by porque las agencias y las compañías aéreas no han devuelto nada todavía.
-¿Por qué pasamos de ser noticia el mundo entero por el modelo exitoso de combate al Covid-19 a este presente que preocupa? ¿A qué lo atribuye?
-Hasta el día de hoy Uruguay está bien posicionado. Todavía nosotros no hemos perdido el control de la epidemia, no se ha disparado y hay que pensar en algo muy importante: el sistema de salud en ninguno de los tres niveles de atención está desafiado. Acá no tenés camas de CTI llenas, no tenés consultas en emergencias con gente con dificultad respiratoria llena, la medicina familiar tampoco está saturada. Podés llamar y seguramente te vayan a ver hoy o mañana. Ahí tenemos que pensar en aquel extremo inicial que pensamos: "Che, que no se nos saturen las camas de CTI". Ese fue todo nuestro pensamiento y ahí no estuvimos ni cerca, y eso se mantiene. No podemos desconocer que ha habido en las últimas semanas un empuje, que estamos notoriamente en dos escalones más arriba de lo que estábamos. Yo digo que estamos como en un tercer escalón porque el primer escalón era aquel escalón que fue casi un sueño (en lo personal tenía muy claro que no podía durar). Cuando algunos tuvieron la ilusión que en Uruguay esto se iba a erradicar y se iba a suprimir como en Nueva Zelanda. Para mí siempre fue clarísimo que eso nunca iba a pasar y así lo expresé en la interna del grupo.
Luego pasamos otra época bastante bien con un escalón que estaba en las dos cifras, en el orden de los 10, 12 casos, algún día 20 y ahí estábamos tranquilos. Yo planteo: si empezamos a pasar por encima de los 35 casos de acuerdo a la escala de Harvard se nos empieza a prender una lucecita de alarma. No obstante, seguimos controlando los brotes que son muchos más de los que había, pero seguimos sabiendo dónde se está infectando la gente. El nexo epidemiológico perdido es de un 15%. Para dar un ejemplo: hoy Alemania que fue al lock-down tiene cerca de un 70% de los casos sin nexo. Nosotros directamente nos contactamos con nuestros colegas de The Robert Koch Institute. Ellos están en permanente contacto con nosotros.
-Ya voy a venir al presente, pero hace unos meses atrás Uruguay fue elogiado en el mundo entero. ¿A qué lo atribuye?
-Y sigue siendo elogiado. Responde a que ha habido pocos casos globalmente. Estamos llegando a los 3.500 casos. Eso es el 0,1% de la población, nada. Hemos tenidos pocas muertes, relativamente. Si tú ves al Covid como causa de muerte en Brasil y Argentina, fue escalando lugares hasta llegar a estar en el primer y segundo lugar. Uruguay mantuvo una capacidad de testeo, rastreo y aislamiento que no lo lograron la enorme mayoría de los países. En ese sentido estamos más parecidos a Nueva Zelanda, Australia, Hong Kong y Finlandia que a nuestros vecinos. Además, el tiempo que nosotros estuvimos con la actividad casi paralizada fue muy poco, el desconfinamiento se fue haciendo progresivo y ha habido pocas experiencias de vuelta atrás.
-Y se tomaron medidas drásticas y bien tempranas, el mismo día en que se conocieron los cuatro primeros casos, aquel viernes 13 de marzo.
-Ahora todos los modelos que se siguen desarrollando muestran que la velocidad de la medida hace al resultado final, porque acá la cadena de transmisión se paró bien al comienzo. Si se quiere la única "suerte" que tuvimos fue que ese primer brote ocurrió en un sector de clase alta, en un evento social que estaba catastrado (sabíamos exactamente quién era cada uno) y por lo tanto rápidamente se pudo aislar ese brote y apagar. Y eso le dio al gobierno la pista del cierre, separó la circulación viral porque a partir de ahí los números bajaron y bajaron hasta junio.
El gobierno tomó, en ese sentido, dos decisiones muy importantes: primero cuando en marzo asume el nuevo gobierno se contacta con el Instituto Pasteur y la Universidad para aumentar la capacidad de testeo y ante una situación de gran incertidumbre convoca a los científicos en un proceso que ha sido hasta ahora muy respetado. Eso fue una gran virtud.
"Hasta el día de hoy Uruguay está bien posicionado. Todavía nosotros no hemos perdido el control de la epidemia, no se ha disparado y hay que pensar en algo muy importante: el sistema de salud en ninguno de los tres niveles de atención está desafiado"
-Cuando entrevisté al científico del Instituto Pasteur y la Udelar, Gonzalo Moratorio, él hacía hincapié en la necesidad de crear nuestros propios tests. En ganar soberanía y autonomía, no depender de otros países para los insumos.
-Totalmente. Y con un nivel de calidad alto. Porque también había un momento en el planeta que te vendían cualquier cosa. Inglaterra desechó decenas de miles de tests porque se los vendieron y cuando los empezaron a usar vieron que eran un mamarracho. Lo que dice Moratorio (queridísimo amigo e investigador) es así. Nos dio independencia y autonomía como país.
-Usted hizo popular eso de que íbamos 0 a 0 y controlando el partido en la altura de La Paz. Da la impresión de que Bolivia nos hizo algún gol y nos está apedreado el rancho. ¿Cómo va el partido?
-Nos están apedreando el rancho, nos pegaron varias pelotas en los palos. Yo te diría que todavía mantenemos el cero en la valla pero que está difícil aguantar el resultado. De todos modos, ahora tenemos que estar los 11 colgados al travesaño. Y esos 11 es todo el país para aguantar el cero. la imagen de los 11 colgaditos del travesaño es fundamental. Y si nos hacen algún gol yo diría que no perdiendo más de 2 a 0 todavía estamos en partido. No se descarta. Sin duda se nos viene un momento muy desafiante. Estamos transitado el segundo tiempo con menos aire y además se nos viene una situación desafiante que es toda la movilidad de las fiestas de fin de año. Va a estar dificil, pero todavía el resultado lo mantenemos.
-¿Cuándo comenzó el descalabro? ¿Se dio a raíz de un brote puntual? Se especuló con la Marcha de la Diversidad por 18 de Julio, también con la Rural del Prado, o con las elecciones nacionales...
-Carecemos de información suficiente para poder atribuir a un único hecho al aumento de casos. La Rural no contribuyó porque luego no surgieron casos de ahí, estuvo muy protocolizado. La marcha no lo sabemos. Lo que parece bastante más claro es que la movilidad en las elecciones fue un factor. Más que el acto eleccionario en sí, el tema de la movilidad en un país es uno de los elementos más directamente relacionados con el aumento de los de casos en el mundo. Ese fue un evento donde puede haber habido un empuje en el número de contagios. Y lo otro que ocurrió es que la gente empezó a tener más interacciones sociales.
Mas allá de que Uruguay ya estaba con un funcionamiento de la economía bastante abierto, creo que los puntos de cambios están ocurriendo en lugares hacinados y chicos donde se permanece durante varias horas. Eso también está ocurriendo en Europa y en todo el mundo. Por supuesto que van a seguir contribuyendo los residenciales, algunos del sector salud, alguna fábrica, pero lugares hacinados, y sobre todo a nivel de fiestas no protocolizadas parece ser el empuje más grande. Hay que pensar que aumentar la movilidad y la actividad económica no iba a ser gratis en relación al número de contagios. Otra miranda podría ser: "Como tienen abierta la economía no tendrían que haber 60 casos por día, tendrían que haber 400". Hay un costo asociado, ese costo es un costo que no es 0 y ahí es donde los países tienen que decidir hasta dónde van y hasta dónde requiere indicadores que tiene que ver con el número de casos y números de camas de CTI ocupadas, que estamos muy lejos de llegar.
"Nos está apedreando el rancho, pegaron varias pelotas en los palos. Todavía mantenemos el cero en la valla pero está difícil aguantar el resultado. De todos modos, ahora tenemos que estar los 11 colgados al travesaño. Y si nos hacen algún gol, no perdiendo más de 2 a 0 estamos en partido"
-¿Cuándo cree que vamos a naturalizar el coronavirus y dejar de informar los boletines diarios con los números de cada día? ¿O está bien que no lo naturalicemos para estar alerta como sociedad?
-El tema del coronavirus es que, si bien tiene una letalidad que es bastante más baja que el Sars, que el ébola, es una enfermedad que contagia muy rápido entonces podés pasar de pocos casos a muchos casos en un período de un mes. No creo que sea necesario este nivel de discriminación que estamos teniendo ahora. Pero sí que la población tendría que tener cada tanto tiempo (quizás con una frecuencia semanal o quincenal) ver cómo va. El tiempo que media entre poco y mucho es breve, entonces esa alerta es muy importante porque la mitigación que hace el comportamiento social es esencial. Acá no hay fármacos. Acá lo que nosotros planteamos son las medidas de intervención no farmacológicas. Tener a la población en conocimiento y de la auto gestión inteligente del riesgo. Cada uno de nosotros puede achicar un poquito. En vez de verme con cuatro grupos de amigos en dos días veo a uno. Igual veo amigos, no estoy aislado. Si todos aportamos un poco entre todos podemos intentar volver al verde (en la escala de Harvard), pero esos son los 11 colgados del travesaño.
Es bajar de los 35 casos por día promedio semanal. Pensando en una población de tres millones y medio estamos hablando de un caso por día por cada 100 mil habitantes en promedio semanal. Ahora estamos en 50 casos por día, pero podemos lograrlo. No va a ser fácil.
-Se aumentó sensiblemente la capacidad de testeo (hoy estamos entre 3.500 y 4.000 tests por día), y no hemos perdido el hilo epidemiológico. Son dos puntos altos.
-Son muy buenos, excelentes. Inclusive el porcentaje de positivos que tenemos (si bien lo ideal es tener por debajo del 1%) ahora estamos más cerca del 1,5 a 2%. Aun así, por debajo del 4% los casos que se te escapan son muy pocos. Quiere decir que tenemos muchos tests, pero el porcentaje de positividad todavía está por debajo del 4. No se ha perdido el hilo, no hemos impactado en ninguno de los tres niveles del sistema de salud y por otra parte estamos viviendo. Por eso con el tema escuelas hemos tratado de colaborar mucho en la apertura porque el niño en la escuela logra un espacio donde no es solo la parte educativa, es la parte social, de alimentación y es el lugar más seguro donde puede estar.
-Han hecho hincapié en volver a la presencialidad absoluta en la educación. ¿Con qué respuestas se han encontrado de las autoridades?
-En líneas generales bien. Yo creo que quizás la velocidad de instrumentación ha sido no tan rápida como se hubiese deseado. De hecho, nosotros en agosto planteamos el aumento de la presencialidad en un escenario donde había pocos casos con una primavera que se venía. Quizás se podría haber ido más rápido, pero los temas de instrumentación nosotros no los conocemos a fondo y a su vez el sistema educativo uruguayo y su gobernanza está cambiando con el gobierno. No es tan fácil que uno diga "ya" y se arranca. Yo no quiero entrar en lo que ha sido la discusión interna, pero creo que hubo una ventana de oportunidad que de repente podría haber sido un poco más rápida. Por suerte se están ahora definiendo casos porque al momento actual ya no tenemos que pensar solo en 2020. Tenemos que pensar en 2021 porque el primer semestre de 2021 la situación desde el punto de vista de lo que va a hacer la estrategia para controlar el virus no van a ser muy distintas a las actuales. Puede ser que eventualmente algo de vacunación haya empezado, pero seguramente si aparece va a ser para el sector de la salud inicialmente y para las personas con morbilidades. Recién en el segundo semestre (con suerte) se podría empezar a vacunar la población en general. Lo que hagamos hoy con relación al tema presencialidad tiene impacto en el hoy y tiene impacto en febrero-marzo, por eso no podemos comprometer el control relativo porque eso nos complica el reinicio de clases. Cada cosa que hagamos bien hoy con respecto a la mitigación y el comportamiento social nos ayuda en el mañana porque en diciembre vienen las fiestas de fin de año, en enero está el verano, en febrero viene el carnaval y en marzo las escuelas. Si los niveles de circulación están bajos todo eso eventualmente con algún retoque se puede llegar a hacer, pero si los números se te van para arriba te pasa como en Alemania.
"En agosto planteamos el aumento de la presencialidad en un escenario donde había pocos casos con una primavera que se venía. Quizás se podría haber ido más rápido, pero los temas de instrumentación nosotros no los conocemos a fondo"
-¿Ante qué números o qué promedios deberíamos decir "se complicó la cosa, ahora tenemos que pensar en dar una marcha atrás"?
-Eso hay que evaluarlo con una suma de variables. Una, obviamente, es el número de casos, pero no solo el número de casos.
-Ayer miércoles tuvimos 80 casos nuevos, un récord. ¿Seria 100 el número preocupante?
-Nosotros tenemos tres cifras que manejamos. Por encima de 100 sabemos que los equipos de Salud Pública, con las capacidades actuales, se les empieza a complicar. Se están reforzando las capacidades de rastreo, entonces capaz que el 100 pasa a ser 150, pero no 500. Un elemento crítico es no perder la capacidad de rastreo que se empieza a ver en las curvas epidemiológicas por un aumento de los casos sin nexo, pero imaginate que empieza a aumentar el número de casos por encima de las tres cifras, el porcentaje de casos sin nexos, de positivos en los test (5%, 6%), los números de camas en el CTI creciendo.
Definitivamente si estamos cerca de 10% ya empieza a generarse una situación en la que no estaremos cómodos. Hay que integralmente considerar porcentaje de test positivos, porcentaje de casos sin nexo, ir midiendo cómo estamos en los tres niveles de atención. También hay que pensar que si se contagian muchos jóvenes no son los que llegan al CTI, pero son los que transmiten. Entonces la estratificación por edad es algo a lo que le damos mucha importancia.
-Ya se sabe que no habrá protocolos para playa y ustedes cambiaron la palabra protocolo por guía. ¿En qué consisten estas recomendaciones para el verano?
-La idea es generar ejemplos de situaciones de riesgo bajo, riesgo medio y riesgo medio en la playa de cosas que hacemos en forma habitual. Por ejemplo: ir a nadar, riesgo bajo; andar en bicicleta por la rambla, riesgo bajo; grupo de 20 amigos tomando mate y cerveza, charlando y cantando, riesgo alto; un partidito de cabeza entre cuatro amigos, riesgo mediano. Vamos a poner un conjunto de situaciones habituales que incluyan las salas de deportes, de caminata, la sombrilla, la casilla del salvavidas, la entrada y la salida de la playa, la orilla. Ver todo ese mapa de la playa y decir qué cosas son más seguras, menos seguras o más inseguras.
A su vez, van a haber guías para las fiestas de fin de año de Navidad y Año Nuevo proporcionando escenarios de reuniones familiares y de amigos. Vamos a generar situaciones de bajo riesgo, mediano riesgo y alto riesgo y ahí el menú lo tenés que decidir vos como ciudadano responsable.
Y le decimos guía porque no es protocolo. Si vos lográs que la gente optimice el uso de la playa, de repente si ya bajaste de mañana, no vas de tarde, o si está lleno de gente podés decir: "Me quedo menos rato". Ahí son los ajustes sociales que tenemos que hacer. Deberá mediar el sentido común. Aquello de poner mis cosas cerca de donde está otro ya no corre. Tendría que haber siete metros entre una sombrilla y otra.
-¿Qué me puede decir del carnaval? ¿Habrá concurso oficial de carnaval?
-Con el ministro (Daniel) Salinas y la intendenta (electa) de Montevideo (Carolina Cosse), hemos tenido algunas conversaciones muy preliminares. Tanto el MSP como la IM nos van a pedir una mirada. Hay un elemento que es esencial, que es llegar a esos eventos con el menor nivel de circulación viral posible porque se podría caer en el problema de hacer un enorme esfuerzo preparatorio y si la situación se desbarranca en enero, por la fuerza de los hechos y de los números habrá que cancelar... También es entendible que la gente que hace carnaval y las Llamadas estén pensando: "Yo tengo que practicar ahora para llegar en febrero en forma". Son trabajadores y gente de la cultura y del arte. Pero esta gente de la cultura y del arte también tiene que ser parte de la solución, del comportamiento social en los ensayos, en las cuerdas de tambores porque si empiezan a haber contagios es un búmeran.
Un elemento muy importante es llegar a febrero con un nivel controlado. Ese sería un escenario mucho más favorable. El tema de los desfiles en general y las celebraciones es un tema que está muy analizado en la literatura internacional. Son situaciones que naturalmente conllevan riesgos. El tema es si tenemos suficiente capacidad de mitigar ese riesgo. Si se hacen, van a tener que estar muy protocolizadas, seguramente los aforos van a tener que tener un cierto nivel de control. Esa imagen de Isla de Flores repleta de gente de los dos lados no corre. Pero quizás haya esquemas protocolizados donde los grupos formen una especie de burbuja y el concepto de las burbujas es muy importante por el tema del rastreo, porque si todo el mundo se mezcla en un desfile después aparecen casos. ¿Y cuál fue el caso índice? Sin embargo, si aparecieron dos o tres casos en una murga y esa murga no tuvo una gran exposición con otra murga es mucho más fácil de rastrear. Ahí no va a haber una guía, ahí tiene que haber protocolos.
-Pasamos de la consigna "Quedate en casa" (ya obsoleta) a la Nueva Normalidad. ¿Y ahora cuál es la consigna que promueven?
-De ninguna forma el "Quedate en casa" está sustituido por el "Hacé lo que se te da la gana". Ahora estamos en una etapa de aprender a gestionar el riesgo. El "Quedate en casa" se hizo para tener un riesgo muy bajo (el que se quedaba en casa) de infección y se evitaba la propagación de la circulación viral. Ahora estamos en una etapa donde entendemos mejor qué es lo que pasa y estamos en la etapa de "gestione su riesgo" responsablemente, mitigue la posibilidad (y hay muchas formas de muy bajo costo para mitigarlo) porque algo bueno que tiene es que es low-tech: distancia, alcohol en gel, máscara y lo nuevo: aire libre. Estamos pensando en un hashtag que sea #AlAireLibre, lo estamos manejando por ahora.
Parece contraintuitivo que el verano en Europa haya disparado los contagios. Pero la gente no se contagió por el aire libre. El aire libre tiene las fiestas y esa interacción social descontrolada. Entonces yo puedo tener una calidad de vida que es casi la misma con un nivel de responsabilidad que me permite mantener el resultado, y a eso trato de apostar. No me cambia tanto algunos ajustes que tengo que hacer a mí, pero si a la transmisión de la enfermedad. Entiendo que es un concepto bastante sutil, que hoy la gente quiere todo blanco o negro, pero esto del principio es una escala de grises y en esa escala de grises es que tenemos que aprender a manejarnos balanceando la mitigación de la enfermedad y vivir.
-Usted ha hablado del concepto de "fatiga del coronavirus". ¿Cómo podemos lidiar con ella? También lo escuché mencionar al científico Ricardo Bernardi y su idea de implementar un Observatorio de Comportamiento Social del coronavirus en los uruguayos. ¿Es viable su instrumentación?
-Estamos trabajando con Ricardo Bernardi y alguno de sus colaboradores como Nicolás Bagattini, con Henry Cohen y otra gente que se va a ir incorporando. La conceptualización de la fatiga de la pandemia tiene que ver con una respuesta de la sociedad a cambios comportamentales. Naturalmente pasado todo este tiempo la gente está cansada. La OMS acaba de sacar un documento que plantea que lo primero que hay que hacer es aceptar de que esto existe porque si no empezás a culpar a todo el mundo. Hay un tema de reacción social que hay que entender para mejorarla y enojándose no va a mejorar. La fatiga de la pandemia lo sienten los adultos mayores y los jóvenes que hace que tiren la chancleta y se generen las fiestas. Primero es aceptar que eso existe, llegar con un discurso a la población donde se logre la empatía: "somos todos parte de la solución" y no con el dedo señalador únicamente, y luego proporcionar alternativas.
"La idea es generar ejemplos de situaciones de riesgo bajo, riesgo medio y riesgo medio en la playa. Por ejemplo: ir a nadar, riesgo bajo; grupo de 20 amigos tomando mate y cerveza, charlando y cantando, riesgo alto; un partidito de cabeza entre cuatro amigos, riesgo mediano"
-¿Cómo hacemos para mantener la mentada zona verde de la escala de Harvard y cómo pasamos de algunos departamentos que hoy están pintados de amarillo a verde?
-Es un desafío. El eje testeo, rastreo y aislamiento está funcionando bien. También hay mucho aumento de la movilidad, por lo tanto la pata de disminuir las interacciones sociales excesivas y prolongadas es esencial. Desde la ciencia y la salud no hay casi más nada para hacer. Excepto esto de asistir en la fatiga de la pandemia para colaborar a que la sociedad colabore mejor. Sí estamos empezando a reflexionar sobre la posibilidad de un observatorio que observe la fatiga de la pandemia, que identifique donde están los problemas, que ayude a mostrar a la población como resolverlos. Es un problema a nivel mundial. Ahora la manija la tiene el ciudadano.
-¿Para cuándo estima que pude haber una vacuna confiable?
-Hay 10 en ensayos en fase tres. Lo de Pfizer fue un anuncio de la compañía, que es una compañía muy seria. La data todavía no la vimos. Es un anuncio interesante tendremos que ver los datos, un 90% de efectividad es muy alto. Fue desarrollada con una tecnología que antes no había sido utilizada para otras vacunas. De todos modos, la autorización que puede recibir la de Pfizer a fin de año es una autorización de emergencia dirigida al área de salud. Hay otras que son interesantes, una de ella es la AstraZeneca. Todas las que están en fase tres que han dado resultados en fase dos positivos son potencialmente útiles y seguramente haya más de una para usar en el futuro.
-¿Cuántos científicos están trabajando en el GACH?
-Además de los tres coordinadores (NdeR: el matemático Fernando Paganini, el gastroenterólogo Henry Cohen y Radi), son unos 55 y ahí van desde matemáticos hasta ceteseístas (de CTI), de salud mental. Todos honorarios. Ha habido un diálogo interdisciplinario que ha sido un descubrimiento para nosotros. Ha sido una experiencia en la interna increiblemente enriquecedora. Nadie se quiere bajar porque todos lo estamos disfrutando enormemente desde lo disciplinar, desde las discusiones. Cuando hay un tema armamos grupos transversales con distintas personas y la verdad que la gente se lleva bárbaro y hay un compromiso país tremendo. Pero además de eso 55 más tres, el GACH articula con las instituciones que desarrollan herramientas: el Instituto Pasteur, el Clemente Estable, la Universidad de la República, Agesic, el Ministerio de Trabajo, el MSP, el Ministerio de Turismo... Investigadores deben ser 55 más tres y debe haber otros 100 que directa e indirectamente interaccionan con nosotros que mandan informes, que nos tiene actualizados y nosotros muchos de esos informes los vehiculizamos al gobierno. Somos como una cadena de transmisión para facilitar algunos procesos.
-¿Sigue contando los días de trabajo?
-Vamos 246 días del inicio de la pandemia. Mi trabajo empezó el 3 de abril, así que son unos días menos, pero arriba de los 200 días.
-¿Hasta cuándo va a haber GACH?
-Creo que mientras persista la emergencia sanitaria y el GACH sea un activo para la sociedad vamos a seguir estando. No sé si va a ser en este formato, con este nivel de intensidad. Capaz que una vez resueltos algunos temas muy importantes que se nos vienen, podemos hacer algo que yo quiero hacer que es empezar a documentar el proceso GACH porque ha recibido mucha visibilidad a nivel internacional y nos han consultado un montón de países y organizaciones, empezar a documentar el proceso GACH.
Entramos en un proceso de hacer públicos todos los informes en una pestaña de la web de Presidencia (se subía hoy) con todas las entrevistas, los informes y a su vez los informes, y todo eso lo vamos a transformar en capítulos de libros. La idea nuestra es llegar a marzo-abril con una especie de libro del GACH con todo lo producido y todo el proceso. También quiero que reservemos parte de nuestras energías para hacer un proceso interno de documentación histórica, si la situación nos lo permite.
-¿Qué enseñanza nos dejará la pandemia?
-Desde el punto de vista de la ciencia nacional yo creo que le dio a la sociedad la visibilidad de un sector que no estaba tan visible y la importancia que tiene tener un sistema endógeno propio, por lo que te decía Moratorio de los tests y por todo el nivel de asesoramiento. Creo que deja para Uruguay eso de decir: "Estos locos que parecían tan raros, más allá de su trabajo de investigación pueden ejercer un rol social importante en momentos difíciles". Eso me parece que es un activo que queda. Que la ciencia quede incorporada a lo que es el funcionamiento del país para todo lo que se viene. Lo ambiental, lo económico, lo social.
"De ninguna forma el 'Quedate en casa' está sustituido por el 'Hacé lo que se te da la gana'. Ahora estamos en una etapa de aprender a gestionar el riesgo. Distancia, alcohol en gel, máscara y lo nuevo: aire libre"
-Con su presupuesto acorde...
-Con su presupuesto acorde. Mi propio laboratorio, todos los laboratorios nuestros, estamos sobreviviendo. No es nada fácil mantener investigación científica a nivel internacional con los presupuestos que tenemos. Es muy duro. Un segundo elemento a nivel planetario es como que la pérdida de la biodiversidad, formas de comercialización de los animales, los mercados húmedos, el salto inter-especies te muestra que hay como una dimensión ecológica y cultural que hay que tender a corregir porque si no van a seguir saltando del murciélago al hombre y del hombre al león. Lo otro es el tema del hacinamiento. Yo creo que la cultura de todos juntos en un recital, el turismo masivo desenfrenado ya no va a correr.
Creo que hay formas de interacción social y cultural que van a tener que ser muy revisadas. A mí, por ejemplo, el tema que me hizo mucho ruido es el tema de los aeropuertos, los subtes tapados de gente, los aviones, eso de viajar como sardinas en lata. Esto te indica que el contacto super hiper estrecho además en un mundo gentrificado y donde se ha perdido biodiversidad... Me parece que en vez de hacer turismo diez veces por año se pasará a hacer una y hacerlo en forma más cómoda, más abierta. Me parece que se va a mejorar la calidad de lo que se hace. Hubo toda una cultura de la gentrificación. Inclusive hasta en los estadios en las últimas décadas se ha ido hacia estadios que son mucho más chicos. Esos son modelos a más escala local, más escala humana y que va a disminuir la posibilidad de contagios. Van a haber más pandemias; el asunto es cómo prepararnos para la próxima. En eso Uruguay aprendió mucho.
-¿Lo tiene feliz el trabajo que ha realizado en sinergia con otras disciplinas por el bien común?
-Muy feliz, muy reconfortado. No niego que hay momentos donde te sentís un poco abrumado no solo por el trabajo sino por el nivel de presión que a veces el trabajo tiene. Porque a veces muchos colectivos necesitan respuestas: las escuelas, la gente de las fiestas, el turismo, el carnaval, el fútbol. De alguna forma terminás siendo una caja de resonancia de todos esos fenómenos sociales y hay que saber filtrarlos, lo cual no es fácil. Desbordó un poco en estos meses porque el nivel de exigencia ha sido muy alto pero en la interna del grupo en particular con Henry (Cohen) y con Fernando (Paganini) nos protegemos mucho. Somos casi una fraternidad, pero también con el otro núcleo de los 55, con "una pequeña ayuda de mis amigos" uno puede avanzar más y las palabras de apoyo de la población suman enormemente. Cuando una persona te para en la esquina y te dice "gracias" o "qué bueno lo que están haciendo". Eso conmueve.