Esta semana Portugal ha comenzado a temer que los incendios forestales desatados revivan la pesadilla de 2017, cuando las llamas dejaron un saldo de dejó 66 muertos y más de 260 heridos.
Leiria (centro), el parque de Peneda Geres (norte), Faro (Algarve, sur) y Palmela (Setúbal, cerca de Lisboa), son algunos de los frentes donde los bomberos lusos se afanan por contener las llamas, favorecidas por la ola de calor instalada desde hace días en la Península Ibérica.
En el foco de Peneda de Geres, el fuego. deja miles de hectáreas arrasadas, decenas de casas y granjas destruidas, y amenaza el campus de la universidad del Algarve.
Lel miércoles, las autoridades contabilizan unos 45 heridos, aunque solo dos de gravedad, y se investigaba la muerte de una mujer de unos 50 años carbonizada en un pequeño fuego rural en el municipio de Murtosa, Aveiro.
Si bien algunos medios locales sumaron este deceso a la destructiva lista de los incendios forestales, los bomberos manifestaron sus dudas al respecto, ya que el lugar del hallazgo no estaba cerca de las zonas de los grandes incendios, sino en un fuego localizado dentro de un campo de maíz.
Según informara el periódico Correio da Manhã, desde los servicios sanitarios locales se dijo la mujer habría muerto luego de sufrir un ataque de epilepsia mientras llevaba a cabo un rito de brujería.
De acuerdo con el citado medio, cerca del cuerpo se encontraron estatuillas de santos, fotografías y otros objetos utilizados en rituales. En el automóvil de la víctima -que estaba estacionado a 200 metros del lugar de la muerte- también se encontró una biblia.
Fuentes de la investigación dijeron al periódico Expresso que la hipótesis principal apunta a “una muerte accidental.”.
“La mujer podría haber estado haciendo algo y tenía un problema de salud que sin querer provocó el incendio en la escena”, detallaron.