"Argentina y Uruguay son dos países que podrían definirse como hermanos mellizos criados por diferentes familias".
La frase pertenece al analista de The Economist Intelligence Unit, Nicolás Saldías, que realizó una tesis doctoral ("El peso de la historia, la formación del Estado y la política laboral en Argentina y Uruguay") en la que estudia las diferencias entre los países vecinos.
Saldías, de nacionalidad uruguaya-canadiense, sostuvo en entrevista con el portal argentino Infobae que las raíces del Estado argentino son muy diferentes a las del uruguayo.
"Ahora estamos viendo las consecuencias de esto, y es muy difícil que Argentina lo cambie. No es imposible, pero no sé cómo podría cambiarse esa política antipluralista que existe en la Argentina. Es cierto que los uruguayos son más relajados en comparación con los porteños, pero es difícil hablar de Argentina como un país. Uruguay es más fácil, son tres millones de personas, y más de la mitad vive en Montevideo. La Argentina es una aglomeración de diferentes culturas. Las diferencias entre alguien que vive en la Recoleta o en Jujuy son enormes. Un argentino de Recoleta y un uruguayo de Pocitos son, en cambio, muy parecidos", aseguró Saldías.
Según el profesional, a lo largo de su historia, Argentina ha tenido una mirada más autoritaria "sobre qué es la argentinidad y qué tipo de país construir", sobre cuáles son los intereses esenciales de la Argentina.
"Con Roca, con Perón y actualmente con los Kirchner vemos miradas muy exclusivistas: solo nosotros tenemos la mirada correcta para defender los intereses de la Argentina. Y los demás, la oposición, son vendepatrias y cipayos. En Uruguay no se escucha eso, ese discurso no existe. Quizás sí en la extremaizquierda, pero la gran mayoría de los uruguayos no hablan de sus adversarios políticos en esos términos", diferenció.
En términos de construcción histórica, señaló que en Argentina el ejército se impuso a los caudillos provinciales y no hubo oposición militar, mientras que en Uruguay "siempre hubo una guerra entre partidos durante el siglo XIX".
"El Estado argentino se formó básicamente a partir del Ejército y de las élites del ejército. Mitre, Sarmiento, Roca. Eso generó una mirada verticalista de la política, una idea, la del líder, de lo que está bien y de lo que está mal. Los que no coinciden con el líder no solo están equivocados, sino que son enemigos de la nación. Eso es algo que con el tiempo formó una cultura de la política argentina que nunca se terminó. Yrigoyen tenía el mismo tipo de discurso. Cipayos, vendepatrias, representantes de los ingleses y el imperio. Solo él y el radicalismo representaban de verdad a la Argentina. Y lo mismo pasó con Perón. Y con las dictaduras militares. Todos veían en el adversario político enemigos de la nación con ideologías extranjerizantes que había que eliminar. La cultura se nutrió de las elites y no incluyó a los ciudadanos", relató el entrevistado por Infobae.
En cambio, prosiguió, Uruguay es un país que se formó gracias a los partidos políticos, que siempre jugaron un rol central en la construcción de los intereses nacionales.
Agregó en esta línea que esa identificación con los partidos políticos y división, "con el tiempo, creó una cultura de pluralismo".
"En comparación con Argentina, donde el ejército se impuso a los caudillos provinciales y no hubo más oposición militar, en Uruguay siempre hubo una guerra entre partidos durante el siglo XIX. Ninguno podía crear un Estado central de partido único como en Argentina, porque el otro partido siempre tenía suficiente capacidad para combatir eso en términos militares. No se podía vencer a la oposición, por eso se la integra y nace una cultura de pluralismo como manera de mantener la paz", señaló en referencia a la historia nacional.
Apertura versus proteccionismo
A su vez, apuntó que también hay marcadas diferencias entre ambos países acerca de cómo integrarse al mundo. Señaló que en Uruguay aunque hay diferentes posturas sobre cómo relacionarse con el mundo desde el punto de vista comercial y político, nadie duda de que deba hacerlo, de que el libre comercio es una buena política de Estado para el desarrollo.
"Hay miradas, claro, diferencias acerca de cómo integrarse al mundo, pero nadie duda de que Uruguay debe integrarse al mundo, de que el libre comercio es algo bueno. La idea de que Uruguay depende del mercado global es una cosa que casi todos comparten en Uruguay. Hay una ruta. ¿Cómo se llega a la meta? Ese es el debate", comentó.
Sin embargo, dijo que en Argentina mientras Macri decía que debía ser el supermercado del mundo, un kirchnerista no quiere eso y eso se "ve en las trabas a las exportaciones actuales".
"Esas políticas son imposibles de imaginar en un país como Uruguay, que necesita exportar todo lo que pueda. Y el debate acerca del poder del país no existe en Uruguay, porque obviamente no puede ser un país potente. Argentina puede ser un país potente en la región. Uruguay, no. Podrá ser un país estable, próspero, pero no más que eso. Argentina puede ser algo más, y la gran frustración de la política argentina es la incapacidad de ser algo más. Eso crea tensiones en Argentina que no existen en Uruguay", argumentó Saldías.
La influencia francesa
Otro aspecto mencionado por Saldías fue el de la influencia de la cultura y literatura francesa en el ecosistema político uruguayo sobre finales del siglo XIX y principios del XX.
Destacó que el modelo de la educación uruguaya laica, gratuita, universal y obligatoria se basó principalmente en Francia y que José Batlle y Ordoñez aprendió en ese país como estudiante y fue influido por las ideas laicas liberales de ese país.
"Hay mucha influencia francesa en la formación del Estado moderno uruguayo. En 1907, ya presidente, Batlle y Ordoñez fue a Francia nuevamente y se vio impactado por las ideas radicales y socialistas del momento. Su razonamiento fue que Uruguay, un país nuevo y en construcción, debía evitar el conflicto de clases que existía en Europa. Y eso fue el batllismo. Pero además hay otra diferencia que marcar. El ejército argentino fue entrenado y muy influido por los alemanes, y ellos tenían una concepción muy diferente a la francesa, que fue la que tomó el Uruguay para sus fuerzas armadas. No es casual que Perón fuera influido por ideas fascistas, porque él fue entrenado con ideas alemanas, que contemplaban un rol del Ejército en la política muy diferente al uruguayo", agregó.
En relación a la institucionalidad de cada país, diferenció distintas etapas y estilos que fueron evolucionando de forma distinta entre gobiernos de mayor presidencialismo.
"Perón creó el hiperpresidencialismo argentino. Perón pensaba en la comunidad organizada, una idea obviamente inculcada por Mussolini y el fascismo, y eso requería de un presidente muy fuerte. Los sucesivos golpes militares fortalecieron la noción de comunidades nacionalistas. Cada dictadura fue avanzando en el hiperpresidencialismo. La democracia apostó por el populismo blando, que en Uruguay no existe. Uruguay tuvo hiperpresidencialismo entre 1968 y 1985, pero luego todo volvió al cauce habitual", subrayó.