El pasado viernes, un comerciante instalado en la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM) denunció que habían arrancado una caja fuerte de su local, en la que guardaba una importante suma: un millón de pesos en metálico y 800.000 en cheques.
Tal como informáramos, el comerciante dijo que la caja había sido removida con una barreta, y ya en los primeros momentos la pesquisa apuntaba a un exempleado.
El empresario, que no contaba con seguro, aportó las imágenes de sus cámaras de vigilancia, registro en el que se constató que el robo había sido cometido sobre las 18:40 del jueves. La fiscal del caso, Brenda Puppo, adoptó entonces las decisiones de rigor, incluyendo la solicitud al denunciante de la documentación del dinero sustraído.
El domingo el ladrón fue capturado. Se trataba efectivamente de un extrabajador del lugar que conservaba una tarjeta de acceso, objeto que le permitió ingresar y que también facilitó su identificación posterior. Asimismo, el ladrón aparecía en los registros fílmicos y también fue reconocido en ellos.
El detenido, de 35 años, confesó el delito y devolvió 300.000 pesos. El caso parecía cerrado y la situación resuelta, pero hubo un giro inesperado.
Según informara el noticiero Telemundo, la fiscalía actuante no había solicitado la orden de detención contra el sujeto, y por ello no se lo pudo mantener detenido. Así las cosas, el hombre quedó en libertad y la Policía —ahora sí con una orden de captura— lo busca nuevamente.