Por The New York Times | Michael S. Schmidt
La familia real saudita llenó de regalos a Donald Trump y a su comitiva en el primer viaje que hizo al extranjero después de asumir la presidencia. Entre esos regalos había tres batas de piel de guepardo y tigre blanco, así como una daga cuyo puño, al parecer, era de marfil.
A continuación, se tomaron varias decisiones; casi todas fueron erróneas.
Un abogado de la Casa Blanca determinó que aceptar las pieles y la daga bien podría representar una contravención a la Ley de Especies en Peligro de Extinción. De cualquier manera, los colaboradores de Trump las conservaron y ni siquiera declararon haberlas recibido de un gobierno extranjero.
El último día completo de la presidencia de Trump, la Casa Blanca entregó estos artículos a la Administración General de Servicios de Estados Unidos (la oficina equivocada) y no al Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre, que incautó esos regalos este verano.
Entonces sobrevino una gran una sorpresa.
Las pieles, obsequio de una familia que controla grandes reservas de petróleo y vale miles de millones de dólares, eran falsas.
“Tanto inspectores como agentes especiales determinaron que el revestimiento de las batas se había teñido para crear un patrón similar al de una piel de guepardo o tigre, pero no se habían confeccionado con piel de ninguna especie protegida”, afirmó Tyler Cherry, vocero del Departamento del Interior, agencia responsable del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre.
Las autoridades de la embajada saudita en Washington se negaron a hacer comentarios.
Lo sucedido con las pieles es tan solo un ejemplo de los muchos intercambios de regalos entre Estados Unidos y dirigentes extranjeros (un proceso regido por normas estrictas diseñadas para proteger al gobierno de cualquier sospecha de conducta indebida) que dieron lugar a situaciones desastrosas, y en muchos casos irrisorias, durante el gobierno de Trump.
El inspector general del Departamento de Estado investiga acusaciones en contra de algunos representantes políticos designados por Trump que al parecer sustrajeron bolsas de regalo con un valor de miles dólares. Los obsequios se habían preparado para ser entregados a autoridades extranjeras durante la cumbre del G7 a celebrarse en Camp David, en Maryland, en 2020, misma que se canceló debido a la pandemia de coronavirus. Las bolsas en cuestión contenían decenas de artículos adquiridos con fondos gubernamentales, como portafolios de piel, charolas de peltre y cajitas de mármol para bisutería adornadas con el emblema presidencial o las firmas de Trump y su esposa, Melania.
El inspector general también intenta localizar una botella de whisky japonés con un valor de 5800 dólares enviada al secretario de Estado Mike Pompeo (que Pompeo dice nunca haber recibido) y una moneda de oro de 22 quilates obsequiada a otro funcionario del Departamento de Estado.
Además, averigua si la ex segunda dama Karen Pence aceptó indebidamente dos tarjeteros dorados obsequiados por el primer ministro de Singapur y no pagó por ellos.
Encima, el gobierno de Trump nunca informó que Jared Kushner, yerno de Trump y asesor de alto nivel de la Casa Blanca, recibió dos espadas y una daga de los sauditas, aunque pagó 47.920 dólares por ellas y otros tres regalos en febrero, después de haber dejado el cargo.
Lo cierto es que la forma en que Trump manejó los obsequios recibidos de extranjeros no es la peor barbaridad en la lista de fallas que los críticos le achacan a su gobierno. Además, no hay ninguna prueba de que Trump o Melania hayan aceptado regalos no autorizados.
Sin embargo, algunos expertos en ética señalan que estos conflictos son reflejo de algunos problemas más generalizados en la presidencia de Trump.
“Independientemente de que haya sido por indiferencia, descuido o algo salido de la película Asalto y robo de un tren, lo que demuestra es una actitud despreocupada hacia la ley y los procedimientos normales del gobierno”, explicó Stanley Brand, abogado especializado en procedimientos de lo penal y experto en ética que ocupó uno de los cargos de mayor jerarquía en el área de servicios jurídicos de la Cámara de Representantes. Es la primera vez que un medio informa sobre los regalos extraviados y los problemas generados en torno a ellos. Politico informó en agosto que el inspector general del Departamento de Estado investigaba alrededor de 20 tipos de obsequios perdidos.
82 regalos de los sauditas
A los padres fundadores les preocupaba mucho que la nobleza europea llegara a echarse a la bolsa a algunos funcionarios estadounidenses con regalos lujosos; por eso incluyeron en la Constitución una cláusula que estipula que es ilícito para cualquier funcionario público aceptar regalos valiosos de extranjeros.
En 1966, el Congreso aprobó una ley que describe el procedimiento a seguir para que un funcionario estadounidense pueda conservar regalos de valor no muy considerable, hasta un tope que en la actualidad es de 415 dólares. En modificaciones posteriores se estableció que este tipo de obsequios son propiedad del gobierno y se creó un proceso estandarizado en el que quedó definido el tratamiento que debían darles los funcionarios.
Para hacer más transparente el proceso, las disposiciones establecen que el gobierno debe informar cada año qué obsequios han recibido los funcionarios estadounidenses de extranjeros, además de especificar la cantidad en que se valuaron. Aunque la legislación no prevé sanciones en el ámbito de lo penal, algunos expertos en cuestiones legales coincidieron en que, si se descubre que alguna persona ha extraído propiedad del gobierno, podría ser acusada de robo. En respuesta a una solicitud presentada con fundamento en la Ley de Libertad de Información poco después del regreso de Trump al país, el Departamento de Estado dio a conocer una lista de 82 obsequios que los sauditas les entregaron a funcionarios del gobierno de Trump durante el viaje de mayo de 2017. Los regalos varían desde objetos ordinarios, como sandalias y bufandas, hasta artículos costosos, como pieles y dagas.
Nueve de los obsequios más costosos (las tres pieles, tres espadas y tres dagas) se enviaron a la unidad de obsequios de la Casa Blanca para ser examinados y valuados, pero nunca se registraron en los documentos que el Departamento de Estado bajo el mandato de Trump por ley debía presentar cada año para dar cuenta de los regalos recibidos de autoridades extranjeras, según una revisión de documentos de gobierno.
No fue sino hasta el pasado 19 de enero que la Casa Blanca envió los nueve artículos a la Administración General de Servicios, según indicó esa oficina. Aunque se enviaron varios mensajes para solicitar comentarios de Trump, nunca hubo respuesta.
Bolsas de regalo desaparecidas
Según información con la que ahora cuenta el inspector general, cuando los colaboradores políticos de Trump estaban empacando sus pertenencias en la oficina de protocolos del Departamento de Estado en enero, algunos servidores públicos de carrera vieron que sus colegas abandonaron el lugar con las bolsas que se iban a obsequiar a los dirigentes extranjeros en la cumbre del G7 el año anterior. Las bolsas se habían guardado en una habitación grande del Departamento de Estado conocida como la bóveda.
Después de que el gobierno de Biden tomó posesión, libres de las miradas vigilantes de los funcionarios de Trump, los servidores públicos de carrera comenzaron a examinar los registros de los regalos de extranjeros.
Entonces, descubrieron que muchas de las bolsas de regalo se habían extraviado, al igual que más de diez obsequios más entregados a funcionarios de Trump. El número era inusual: los documentos oficiales de los gobiernos de Barack Obama y George W. Bush registran todos los obsequios entregados a funcionarios de la Casa Blanca, miembros del Gabinete y a la familia presidencial. Un misterio ya quedó resuelto: cuando The New York Times se puso en contacto con Karen Pence, un abogado de la familia explicó que se había llevado los tarjeteros dorados después de consultar a un abogado de la Casa Blanca especializado en ética, quien le informó que podía conservarlos porque su valuación estaba por debajo del tope mínimo, que en ese entonces era de 390 dólares.
Sin embargo, según la información que la Casa Blanca de Trump le proporcionó al Departamento de Estado, debería haber pagado por esos tarjeteros. Según los lineamientos federales, si un funcionario estadounidense recibe varios regalos durante una reunión con un funcionario extranjero, el estadounidense debe pagar por ellos si el total supera el límite mínimo. El Departamento de Estado indicó que la Casa Blanca de Trump informó que Karen Pence había recibido los tarjeteros junto con un grabado enmarcado y una cartera de mano, con un valor total de 1200 dólares.
Richard Cullen, abogado de la familia Pence, dijo que el Departamento de Estado había cometido un error, pues los obsequios se entregaron en reuniones distintas y Karen Pence decidió no aceptar el grabado ni la cartera. En respuesta a esta aclaración de Cullen, un portavoz del Departamento de Estado indicó que no cambiaría su caracterización de los obsequios de Karen Pence. El presidente Donald Trump se reúne con el rey Salmán de Arabia Saudita en Riad, el 20 de mayo de 2017. (Stephen Crowley/The New York Times) El secretario de Estado Mike Pompeo, al centro, responde a una pregunta hecha por periodista mientras el presidente Donald Trump habla por teléfono con los líderes de Israel y Sudán, en el Despacho Oval de la Casa Blanca en Washington, el viernes 23 de octubre de 2020. (Stefani Reynolds/The New York Times)