Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López
Fernando Enciso la pasó mal hace un par de semanas cuando un puñado de guapos del teclado lo tildaron de facho y "burguesito cagón" por haber firmado la propuesta de Jorge Larrañaga para aumentar el combate a la inseguridad con el apoyo de militares. Le afectó tanto que no pudo dormir, lloró mucho y sólo salió de su casa para ir a trabajar. Y digo Fernando Enciso porque el enchastre tocó las fibras más íntimas de Petru Valensky.
Petru, como lo conocemos todos, ya tiene 60 y es un tipo sensible que -lo confiesa- se siente solo. Mientras sigue esperando un compañero con el que ver películas o series al llegar a su hogar, siente -eso sí- el cariño y el afecto de la gente en la calle. Los uruguayos, los de a pie, son algo así como su familia postiza, desde que sus padres se fueron a radicar a Paraguay.
El actor, parido en el café-concert del under de boliches gays montevideanos, y catapultado a la fama con la obra ¿Quién le teme a Italia Fausta?, llegó a la TV casi de casualidad y nunca más se fue. Con su carisma se metió a la gente en el bolsillo -menos a los policías de la moral cibernéticos- y en esta entrevista se permitió emocionarse con los recuerdos de sus inicios, cuando le costaba "pucherear" y pagar las cuentas.
-¿Por qué Fernando Gabriel Enciso Balparda se transformó un día en Petru Valensky?
-Porque cuando me fui a anotar al viejo SUA (Sociedad Uruguaya de Actores) ya había un actor sanducero que se llamaba Fernando Enciso, y ahí me lo cambié. Me puse Petru porque en mi casa me decían así por el nombre de un pájaro griego de boca grande, y además en ese momento había un jugador en Boca -precisamente- que era de apellido Petrucceli. Mi papá lo cortó y me bautizó Petru. Y Valensky por un cuento de Judith Krantz: había un personaje que era la princesa Marguerite "Daisy" Valensky. Te hablo de la época de los zares. Entonces uní Petru con Valensky, y dije en SUA que me anotaran así.
-¿Cuándo tuviste claro tu orientación sexual?
-Ah, desde chico, en la escuela. Incluso en el liceo tenía un amorcito y todos mis compañeros nos amparaban. Era muy difícil en esa época. Ponele que yo tenía 15 o 16 años.
-Tengo entendido que no te costó salir del clóset, que siempre fuiste aceptado en tu casa. ¿No sufriste lo que hoy conocemos como bullying?
-No, al contrario. Era buen compañero, era popular, el que hacía chistes. Si había un cumpleaños yo hacía el show. En aquel momento la almohada matrimonial era una sola, una almohada larga para los dos, yo me ponía la funda de la almohada, con papel higiénico me hacía unos moños e interpretaba temas de Nacha Guevara y de Tita Merello. En aquel momento yo esperaba al lado del teléfono que mi noviecito me llamara y mi madre me decía: "Cuidalo, porque es buena gente". Después tuve una pareja de muchos años, Hugo, y mis padres lo adoraban. Nunca tuve problema con mis padres. Mi viejo era de Florida, mamá de Montevideo, pero con una creencia católica muy fuerte. Sin embargo, siempre me aceptaron.
-Tuviste formación autodidacta, y empezaste tu carrera en boliches gay de Montevideo como Controversia, Arco Iris, Gente. Contame cómo fueron esos inicios... ¿Fueron duros?
-No, era fantástico. Yo esperaba que llegara el día para hacer mi show, buscaba los temas, era muy transgresor. En época de dictadura vos decías las palabras "libertad" o "democracia" y ¡woow! Explotaba todo. Era una cosa muy transgresora. Yo hacía el "Vuelvo" de Mario Benedetti, el "Por qué cantamos" (también de Benedetti), cantaba, recitaba, hacía humor. Había un tema de Nacha que se llamaba "Maltratame Johnny" que hoy sería imposible hacerlo, por la sensibilidad que hay hoy en la gente. Pero en aquella época hacíamos eso y explotaba todo. No había agravios, no había insultos, nada. Me sobran los dedos de una mano para contar las veces que fui rechazado por alguna persona, de la gente común.
-¿Cómo nace tu admiración por Nacha Guevara?
-Escuchando sus temas. Me gustaban sus canciones, sus letras, la fuerza que le metía. Eran los versos de Benedetti, musicalizados por (Alberto) Favero, cantados por Nacha, esposa de Favero. Después la conocí personalmente. Ella vino al Teatro El Galpón, yo no tenía un mango, pero los dueños del boliche Controversia me regalaron entradas para ir a verla siete días seguidos. Yo me sentaba siempre en el mismo asiento. Y me quedaba a esperarla afuera, a cuando ella saliera. Un día a la salida ella me miró y me dijo: "Tú venís siempre a verme". Le dije: "sí, porque la quiero mucho". Eso fue por allá por el 87. Después junté una carpeta con todo lo que salía sobre Nacha y cuando ella vino a presentar 60 años no es nada, hace 14 años, yo fui al Teatro Stella, le entregué las carpetas y quedó fascinada.
"Yo esperaba al lado del teléfono que mi noviecito me llamara y mi madre me decía: 'Cuidalo, porque es buena gente'. Después tuve otra pareja, y mis padres lo adoraban. Mis padres tenían una creencia católica fuerte, pero siempre me aceptaron"
-En febrero de 1988 se estrena por primera vez ¿Quién le teme a Italia Fausta? con la dirección de Omar Varela, quien llegaba de Rio de Janeiro y traía esa obra que había arrasado en taquilla en Brasil.
-Yo bañaba perros en veterinaria Angus, repartía medicamentos en bici y vacunaba. Y Omar Varela se entera que con Jorge Elías hacíamos shows en boliches gays. Me vino a ver desde Rio y me ofreció hacer ¿Quién le teme a Italia Fausta? de Miguel Magno y Ricardo de Almeida. Yo al principio pensé que era una más de tantas promesas, pero unos días después leí una entrevista que le hicieron y dijo que la iba a estrenar pronto con Jorge Elías, Petru Valensky y Estela Mieres. Ahí sí le creí. Yo no tenía un mango, negro. Yo me iba desde el Buceo hasta la ACJ a estudiar teatro pataleando y con lo que ahorraba del ómnibus, con Jorge comprábamos un fainá, una pizza y una coca. Y me volvía. Estaba deseando que ocurriera ese estreno. Fue un grupo maravilloso. El beisterol, la besteira como le dicen en Brasil, es el café concert del Río de la Plata.
-¿Por qué esta obra de beisterol fue un antes y un después en tu carrera como actor?
-En mi vida fue un antes y un después. Yo hacía teatro para niños con Washington Sassi en la ACJ: hacía Saltoncito, Perico, Los cuentos de la selva, todo lo de Morosoli. De ahí me iba al Teatro del Anglo a ver a Dahd Sfeir en La edad del viento. Cuando se viene arriba la fecha del estreno, para mí fue fantástico. El gran público me conoció con Italia Fausta, no te olvides que estuve 17 años de corrido haciéndola. Y después, cuando muere Luis Charamello, nosotros seguimos haciéndola, hasta cumplir 25 años con Fito Galli.
-Para poder comprar los derechos -que costaban 500 dólares- consiguieron el apoyo del comerciante Roberto Yaffe, amigo de quien era tu patrón en una veterinaria, donde vos trabajabas...
-Claro. En aquella época 500 dólares era muchísimo. Teníamos que pagar los derechos un lunes y el domingo yo seguía buscando a quién pedirle la plata. Y fuimos a lo de Roberto con Jorge Elías. Me acuerdo que le dije que realmente lo necesitábamos, él me dijo: "Esperá un momento", fue a un escritorio, nos trae los 500 dólares y nos dijo: "Me lo pagan cuando puedan y como puedan". (Acá Petru se quiebra). Con Jorge nos pusimos a llorar y pusimos los 500 dólares en un rollo de papel higiénico. Eso lo pusimos dentro de un pañuelo de tela y nos fuimos en un 104. Me emociono al recordar todo eso... A partir de ahí me cambió la vida, negro... porque yo empecé a pucherear. Mirá todo lo que pasó: llovía, invierno, apagón y arriba de la mesa, las facturas para pagar. Y yo estaba solo, no tenía un mango. A partir de Italia Fausta pude empezar a pagar las cuentas y comer mejor.
-Es la obra con más éxito en la historia del teatro uruguayo con más de 300.000 asistentes, desde el 88 hasta 2003. ¿Por qué crees que tuvo tanto éxito? A Leonel García para su libro Gente seria, le dijiste que la obra era "una locura": o los bajaban de cartel a la semana o iba a ser un exitazo que duraría añares. ¿Qué tuvo de especial?
-Fue un éxito acá y fuera del país, en Estados Unidos y en Asunción, Paraguay, en la época de (Alfredo) Stroessner lo que trabajamos no tiene nombre, hacíamos las arlequinadas. Yo vivía con Cristina Echesuri, compartíamos los gastos del apartamento, y yo le dije: "O estamos una semana, o toda una vida", y se dio lo segundo. ¿Qué tuvo de especial? El léxico, que fuéramos dos hombres vestidos de mujer interpretando muchos personajes, la transgresión. Otros actores se sacaban el maquillaje volando y decían: "Vamos al Anglo a ver la obra de las mariquitas", pero no era peyorativo. Al año siguiente yo hice Cabaret en el Teatro del Centro y vestido como presentador, corría al Anglo a cambiarme y hacer la función en el Anglo. Y después de ahí, a partir de Italia Fausta vinieron un montón de cosas, se me abrieron las puertas.
-En los 90 integraste el plantel de humoristas de Decalegrón, un clásico del humor en la TV uruguaya. ¿Hacen falta más programas de humor en nuestra televisión?
-Hacen falta, sí. De hecho, cuando yo hice con Fito Galli Dos por noche (en VTV) fue un exitazo, hasta el día de hoy me piden para que volvamos.
"Se sacaban el maquillaje y decían: 'Vamos al Anglo a ver la obra de las mariquitas', pero no era peyorativo. Yo hice Cabaret en el Teatro del Centro y de ahí corría al Anglo a cambiarme y hacer la función"
-Pero cuando hubo intentos de hacer un programa de humor para toda la familia, pienso en Parentela a cargo de Manuela Da Silveira y otros comediantes, fracasó y apenas estuvo al aire unos pocos programas. Parecen tener más éxito los reality shows, la búsqueda de la competencia.
-Sí, es cierto. Es que apareció la computadora y el consumo de los contenidos a la hora que quieras. Cuando estaba Decalegrón no había computadora. Los jóvenes quisieron otra velocidad, quisieron otras cosas. Y ver las cosas a la hora que quieren y cuando quieren. Gasalla hacía con Tortonese El palacio de la risa, que es un clásico del humor verlo, y en su momento fue transgresor y revolucionario, y no había quién no lo viera. Hoy se puede ver por YouTube, pero no han surgido programas como ese, ni siquiera en Buenos Aires. Mirá, si toda esa gente que en la calle me pregunta cuándo vamos a hacer un programa enteramente de humor lo viera, sería un éxito. Hoy salí con La Doris en La mañana en casa y tuve 98 mensajes halagándome, o cuando me piden que vuelvan las Coito. La gente ve otro tipo de programas porque son tiempos de competencia, de velocidad, ha cambiado mucho el público y el humor ha cambiado... Anoche lo analizamos con muchos comunicadores y gente del teatro: hoy hago un espectáculo con Danilo Mazzo y le digo "negro", no afrodescendiente, y decimos cosas que pueden estar mal vistas hoy. Hoy hay una sensibilidad especial y se tolera mucho menos, hay cosas que ya no se pueden decir, pero en el café concert las decimos.
-¿Cómo nace el rol de conductor de TV? Vos venías del palo de la actuación, iniciado en el under...
-A mí siempre me gustó preguntar, me gusta decir por lo alto lo que en el pueblo se dice por lo bajo, como decíamos con Fito. Y me gusta preguntar lo que pregunta la gente en su sillón frente a la TV. Aparte, yo no me siento periodista, no hago un mano a mano ni entrevistas exclusivas, pregunto desde la curiosidad. ¿Y cómo nace? Cuando Omar Gutiérrez se enferma me ofreció conducir a mí. Arranqué en el 4 en De Igual a Igual. ¿Sabés cómo arranqué con él? Yo trabajaba en la veterinaria, Omar tenía un perro, un caniche, y lo lleva a la veterinaria, ahí me vio y me dice: "¿Vos sos el de Italia Fausta?" "Sí", le digo. "Te espero mañana en el programa, ¿te animás a llevar una peluca?". Le dije que sí, que claro, y al otro día fui. Ahí nació Teresa Tenaza, la mujer de su casa, con una peluca azul. Me llamó Julia Moller para que haga ese personaje tres veces por semana. Y ahí entré a la televisión.
-A fines de mayo fuiste muy criticado en redes sociales por haber firmado para la campaña Vivir Sin Miedo que lleva adelante el senador Jorge Larrañaga, cuando éste recogía firmas en canal 10...
-La situación fue así: habían ocurrido dos hechos puntuales de violencia que a mí me conmovieron. Uno es de una persona, un compañero, que lo mataron después de una rapiña en su negocio, y el otro es el de la muchacha de Neptunia. Entonces, yo estaba muy mal, a eso se me sumó un problema de salud que recién me lo habían comunicado (prefiero no contar de qué se trata, me estoy haciendo estudios), pero yo estaba muy sensible, muy mal, y ahí fue cuando Larrañaga salía del canal después de dar una entrevista. Yo había leído que el 74% de las personas consultadas para una encuesta estaba a favor de que los militares colaboren con la Policía en el combate a la inseguridad. Yo le dije que yo lo apoyaba, que el Ministerio del Interior necesitaba un apoyo extra. Él me da la papeleta, cuando estoy firmando un asesor de él saca la foto y Larrañaga le dijo: "No, no, fotos no saques". Cuando se está yendo, me preguntó si yo tenía problema en que él lo divulgara, y yo pensé que era de palabra, no publicar la foto, y accedí. Esa noche se sube la foto y a partir de ahí se me vino el mundo abajo... Yo estoy en todo mi derecho, no sabés el palo que me dieron...
-Entre otras cosas te calificaron de "burguesito cagón". ¿Cómo tomaste esos cuestionamientos e insultos? ¿Te afectaron?
-El gran problema fue haber subido la foto y que se viralizara como se viralizó. Yo tengo cuero duro, por la vida, pero no lo aguanté, porque se me sumó todo al combo. Yo no leí los insultos, sólo me transmitieron dos: lo de "burguesito cagón" y lo de "te curaste, ahora estás con las botas". Fueron los dos que me contaron. Yo declaré públicamente que soy del Frente Amplio, socialista, voté y apoyo a este gobierno. Estoy en todas las Marchas del Silencio, las del LGTBI, obviamente, con Mujeres de Negro, apoyo todas esas causas, por eso me dolió. Por eso en mi carta en Facebook le dije a esa persona: "Antes de decirme burgués, vení a ver dónde yo vivo e interiorizate de la cantidad de beneficios que hago para ayudar a gente necesitada". Cuando ya no podía más: me había llorado todo, me había amargado, sólo iba del canal a mi casa y me encerraba, en ese momento, a las 5 de la mañana, sin haber dormido en toda la noche, decidí escribir esa carta y publicarla. Me dolió, realmente me dolió. Estamos en democracia, puedo opinar, soy libre. Al final, los que pregonaban la libertad, hoy pregonan una censura.
-Esa misma persona te pregunta si te acordás de algunas cosas: "¿Te acordás cuando te llevaban las razzias de los boliches? ¿Te acordás de aquella vez que estabas actuando y tu personaje estaba en una silla de ruedas, y te llevaron igual y en silla de ruedas a la comisaría? ¿Te acordás cuando a las trans le pasaban la mano por la cara para dejarles el maquillaje tipo payaso y les arrancaban las pelucas y las ponían a barrer en la puerta de la Seccional 1a. para humillarlas? ¿Te acordás de las pintadas 'ser homosexual no es delito' cuando se hizo la segunda marcha?". Pregunto yo: ¿qué recordás de todo eso? Recreame esos episodios de hostigamiento y persecución en la dictadura.
-Por momentos se confunde el que escribió eso. No era yo el de la silla de ruedas, era Flavio Miller, que en paz descanse. Por lo demás, sí, claro que me acuerdo de todo eso. Te voy a recordar un hecho específico, el 12 de enero de 1982, a las dos menos veinte de la madrugada. Yo estaba actuando en el boliche Gente, haciendo un tema de Mireille Matieu (cantante francesa), se prenden las luces, y entran todos los milicos de verde. Y ahí marchamos a jefatura, al subsuelo. En las primeras 24 horas yo estuve hecho mierda. Pasaron las 24 horas y me di cuenta que la cosa venía jodida. Y entonces una gran mujer, Yarabí Reyes, amiga de la familia, contactó a la doctora Adela Reta y al doctor Hugo Batalla, y me sacaron de ahí. Fui uno de los últimos en salir, porque había gente que había podido salir antes. La pasé jodida... igual no me hicieron nada. No te dejaban dormir y para ir al baño te acompañaba un policía. Me acuerdo que cuando alguno se quedaba dormido, le sacudían la cabeza en el agua. A mí me marcó esa detención. Por eso mi dolor es que piensen que ahora estoy pidiendo que vuelva a haber una dictadura...
"Cuando me había llorado todo, me había amargado, sólo iba del canal a mi casa y me encerraba, a las 5 de la mañana, sin haber dormido en toda la noche, decidí escribir esa carta y publicarla. Me dolió, realmente me dolió"
-Me consta que ese episodio fue traumático para vos y te costó varios días salir de tu casa. Tuviste que apelar a la ayuda de una psicóloga...
-Estuve encerrado mucho en mi casa con ataques de pánico. Y ahí fue cuando un querido amigo me presentó a una psicóloga que me hizo un psicodiagnóstico, y me ayudó a salir a la calle.
-Pero estamos en 2018 y en un estado democrático. ¿Por qué entendés que es una buena idea la de sumar militares al combate a la delincuencia junto a los policías?
- Lo que quiero es seguridad, que los militares sean una fuerza de apoyo para que no maten a una empleada al salir de su trabajo. O para que haya mayor patrullaje en la calle. Se puede adiestrar a los mismos militares que levantan la basura cuando nadie la quiere levantar para que den una mano. Quiero dejar algo claro en esta entrevista: yo noto un gran trabajo del Ministerio del Interior. Pero no alcanza. Se firme o no por la medida que pide Larrañaga, es para que haya un plebiscito y el pueblo decida. La firma de Petru es para que la gente decida. No podés atacarme de la forma que me atacaron por pensar distinto. De todos modos, recibí muchísimo apoyo... Me apoyaron senadores de todos los partidos, diputados, el público en la calle, la gente, mis compañeros de trabajo estuvieron brillantes.
-Volvamos a lo artístico: ¿seguís haciendo café concert?
-Sí, estoy haciendo Nosotras que nos odiamos tanto, una obra maravillosa con Danilo Mazzo, dirigidos por Alfredo Leirós, en el castillo Pittamiglio.
-¿Por qué no vuelven las hermanas Coito, con Fito Galli?
-Hay un proyecto, en un canal, para volver. No quiero decir más para no secarlo.
-¿Cómo te llevás con la Iglesia Católica? En su momento tuviste choques con el arzobispo Nicolás Cotugno, cuando calificó a la homosexualidad como "enfermedad contagiosa"...
-"Cotorrugno" le decía yo. Imaginate que fuera una enfermedad la homosexualidad... Yo no me imagino llamando al canal y diciendo: "Hoy no voy, me levanté muy puto" o "Doctor, ¿no me puede certificar que ando muy marica?" No me lo imagino... Con Cotorrugno no me llevaba muy bien, con el arzobispo actual, (Daniel) Sturla, no tengo diferencia ninguna, me ha tratado muy bien, entonces tengo otro acercamiento. Y con la Iglesia como institución... yo no voy a misa, pero en su momento el "Gordo" (Juan Andrés) Verde, Sturla, se han portado bien conmigo, ya no estoy tan enojado con la Iglesia. Yo voy a la iglesia para pensar, estos últimos días he ido para llorar en silencio.
"Se puede adiestrar a los mismos militares que levantan la basura cuando nadie la quiere levantar para que den una mano. Quiero dejar algo claro: yo noto un gran trabajo del Ministerio del Interior. Pero no alcanza"
-Hace poco dijiste en Hacemos los que podemos de radio Universal que "estás en contra de las redes sociales". ¿Por qué?
-Por este daño que me hicieron.
-Pero eso depende del uso que cada uno le dé a las redes... Pueden ser muy útiles para comunicarse, o muy dañinas si son mal usadas.
-Es verdad. Pero he visto separaciones, he visto el daño, a mí me parecen una picadora de carne... Yo sufrí mucho, mucho, mucho. Sufrí... Amparados, a veces en nombres falsos o el anonimato, pueden decir lo que quieran y lastimar.
-Da la impresión que este Uruguay de hoy es más tolerante con las distintas opciones sexuales, es más progresista. De hecho, las marchas de la diversidad sexual son súper convocantes. ¿Es tan así o no tanto?
-Por momentos es muy tolerante, y por momentos la sociedad censura mucho. Todavía se ve discriminación, Latinoamérica es muy machista. Igual estamos mucho mejor que antes. Yo aplaudo a Mujica por el matrimonio igualitario, aplaudo los derechos de las trans...
"Cuando alguien me saluda o felicita en la calle, me dan ganas de abrazarlo y besarlo, porque los siento mi familia. Yo soy muy sensible, y sufro mucho por la pobreza. Cuando me piden si puedo ir por su casa a saludar a una persona que está enferma, yo voy"
-Pero habías dicho que no estabas muy a favor del matrimonio igualitario. ¿Por qué no?
-No estoy a favor del matrimonio, a secas. Pero sí apoyo al matrimonio igualitario, porque hay derechos que antes no se respetaban: la adopción o que cuando muere uno de la pareja, lo dejaban de lado y se llevaban todos sus derechos económicos o de propiedad. En el matrimonio igualitario se adquieren unos derechos que no los podrían adquirir si no se casan.
-¿Por qué terminaste la carta de Facebook con la frase "No dejes de quererme"? A Leonel García le dijiste en 2014: "yo necesito esas cosas" refiriéndote al cariño de la gente, a las demostraciones en la calle. ¿Por qué crees que necesitás sentirte querido y aceptado?
-Porque no tengo familia. Tengo a mis primos, pero no tengo la contención de mi vieja, que se fue a Asunción, falleció mi padre, no tengo a mi hermana cerca.
-De hecho, tu padre nunca te vio actuar.
-No, no llegó a verme actuar. Por eso, cuando alguien me saluda o felicita en la calle, me dan ganas de abrazarlo y besarlo, porque los siento mi familia. Yo soy muy sensible, y sufro mucho por la pobreza. Si vos mirás la cara de la gente pobre, hay un sentimiento... Hay gente que me dice que es pobre, que no tiene una casa propia, pero me piden si puedo ir por su casa a saludar a una persona que está enferma, y yo voy. Veo la humildad, y eso me parte... soy muy sensible con esas cosas.
-¿Tu madre se quedó en Paraguay?
-Sí, se fueron en un momento difícil de acá, en dictadura, se fueron de Guatemala a Guatepeor. Mi padre murió de tristeza en Asunción. La última vez que lo vi tenía la mirada perdida...
-En el perfil de Leonel se destaca mucho tu soledad. Pero sos un artista muy querido y respetado por la gente...
-Sí, pero estoy solo, estoy muy solo, llego a casa y no tengo con quién ver una película. Por eso me encanta el cariño de la gente, pero también me duelen las críticas.
-¿Cuál es el secreto de tus piernas, tan envidiadas por tantas mujeres?
-¡Genética pura! Se me acaba de estropear una de ellas, por un problema de los músculos, me hicieron una incisión y me va a quedar una cicatriz, pero no me importa. Son envidiadas mis piernas, sí.
-¿Sos feliz?
-La felicidad es un momento transitorio, a veces sí, a veces no. Estos últimos días no he sido nada feliz, pero soy feliz cuando estoy en la oficina (de canal 10) con mis compañeros.
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