Por Cecilia Presa
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“Hasta el 30 de junio jugamos a ganar”, dice Laura Raffo a Montevideo Portal. A pesar de que las últimas encuestas de Cifra y Opción la separan por entre 26 y 49 puntos porcentuales, respectivamente, de Álvaro Delgado en la elección interna del Partido Nacional, la precandidata blanca no baja los brazos.
A dos meses de la elección de los candidatos de cada partido, la esperanza de Raffo se funda en la “fortaleza” de sus diferencias con el exsecretario de Presidencia, como el hecho de no plantear un continuismo lineal con el actual gobierno en su discurso y el haber presentado propuestas, a su entender, más arriesgadas, como la promesa de generar 15.000 puestos de trabajo nuevos para jóvenes.
Pero también, la campaña de Raffo tiene fe por dos antecedentes muy distintos entre sí: lo competitiva que ha sido en el pasado la interna nacionalista, y un paralelismo trazado con el ascenso de Patricia Bullrich en la interna de Juntos por el Cambio (coalición que había impulsado la candidatura del expresidente Mauricio Macri) el año pasado en Argentina.
Aquello de “nunca favoritos, siempre desde atrás” tiene su correlato en dos hitos de las internas del Partido Nacional. El propio presidente de la República, Luis Lacalle Pou, y su padre pueden dar cuenta de este fenómeno.
Al inicio de la campaña por la interna de 2009, Jorge Larrañaga, que había sido el candidato nacionalista en 2004, era el preferido de los votantes según todas las encuestas.
Sin embargo, el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera se erigió con el 57,1% de los votos, frente al 42,8% que terminó cosechando el exintendente de Paysandú.
Pero el ejemplo paradigmático fue el batacazo que dio Luis Lacalle Pou en 2014.
Contra todo pronóstico, el por entonces diputado venció a Larrañaga en junio de ese año: 54,38% frente a 45,41% cuando, solo un mes antes, las encuestas auguraban casi lo opuesto.
Más acá en el tiempo, al otro lado del río, el 15 de agosto de 2023 ocurrió algo que, para el humor de la campaña de Raffo, también es significativo.
Ese día, la hoy ministra Patricia Bullrich se erigió, con una ventaja de 20 puntos porcentuales, como la candidata de la derecha tradicional argentina en las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias).
Su contrincante era el gobernador de la Ciudad de Buenos Aires Horacio Rodríguez Larreta, favorito en los sondeos, quien contaba con acuerdos con varios gobernadores claves en todo el país y con una estructura de campaña más fuerte.
Como pasaba con Larreta, Delgado tiene hoy el apoyo del grupo de intendentes de su partido. Es, además, el precandidato que maneja la mayor estructura nacionalista, y, aunque el presidente no lo diga —no lo puede decir—, es el apuntado como el sucesor de este gobierno.
Ahora, para el comando de Raffo, el ejemplo de Bullrich refleja que lo importante —más que las estructuras— es lo que elige “la gente”.
Estos dos fundamentos pueden acrecentar las ilusiones, pero no dejan de estar alejados en tiempo y espacio de lo que sucede hoy en el partido del presidente. Más aún, las brechas numéricas hacen que la “remada” de la economista necesariamente tenga que ser mucho mayor a la de los ejemplos citados.
“Pero los uruguayos recién están empezando a pensar en que hay elecciones”, matiza Raffo sobre el último punto. Sus dichos tienen también respaldo en una encuesta: a comienzos de abril, Factum detectó que solo un 2% de la población uruguaya tenía conocimiento de la fecha exacta de la interna; elección que, además, no es obligatoria.
“Venimos compitiendo y creciendo desde atrás. Esa fuerza de crecer junto a la gente es lo que nos empuja”, reivindica la precandidata, que es respaldada por Alianza Nacional, el Herrerismo y el Movimiento Nacional de Rocha.
“Formamos nuestro movimiento en julio del año pasado, empezamos a crecer, armamos una propuesta que responde a lo que la gente nos pidió. Por lo tanto, la interna sigue siendo competitiva”, remata.
Por Cecilia Presa
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