Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti
Es verdad, hay elecciones el próximo domingo en Uruguay. Pero el próximo mes, el 14 de diciembre, se celebrarán otras elecciones, que definirán quiénes estarán al frente de una de las dos instituciones deportivas más grandes de este país. Ese día, en el Gran Parque Central, Nacional elegirá presidente y vicepresidente o vicepresidenta. Las encuestas que se han divulgado hasta ahora dicen que hay una fórmula favorita: la encabeza el publicista Ricardo Vairo y la secunda el empresario Flavio Perchman, pero —dicen los que saben— será el segundo quien realmente gobernará el club.
Sin ponerse colorado, Perchman (58) no lo niega, aunque apunta que Vairo no será su “títere”. Lo dice así: “Yo voy a tener un peso importante en el club, te lo puedo dar por sentado. Ahora, Ricardo Vairo va a ser el presidente. […] Lo que pasa es que yo voy a tener la derecha en el plano deportivo. Yo me voy a llevar las palmas o las puteadas en la parte deportiva. Y es lo más visible”.
Aquí la historia de un hombre que salió de abajo y persiguió sus sueños. Que dejó una carrera universitaria porque le resultaba un “fiasco”, y sin tener empleo se fue a vivir el Mundial de Italia 90. Luego gozó de una fama fugaz al contestar (y ganar) en Martini pregunta. Pasó penurias económicas y pagaba el teléfono fijo de su casa, el cable o la mutualista, de manera salteada. Hasta que embocó un par de negocios con ventas de futbolistas y ya no paró más. Fue exitoso presidiendo a su otro gran amor (Aguada) y ahora quiere darse el lujo de estar al frente de uno de los grandes del país. Por lo pronto, es muy crítico con el oficialismo actual en el club —señala “desgaste” y “desidia”— y agrega que el actual presidente, el Dr. Alejandro Balbi, tiene virtudes, pero entre ellas no se cuenta la gestión de una institución. “No lo siente.”
¿Qué soñabas ser de grande? ¿Futbolista?
No tenía un sueño en particular. Siempre jugué fútbol, pero ya sabía que no era un jugador con condiciones para llegar. Si me preguntás, creo que periodista deportivo fue lo que estuve más cerca de soñar.
¿En qué equipos jugaste de niño y joven?
Jugué en Tacuarí, en baby fútbol, y después siempre con el colegio, con amigos y con el colegio. Y después siempre me dediqué al fútbol de salón, ahí llegamos a jugar federados con un grupo de la Asociación Cristiana de Jóvenes con los que arrancamos en Tercera y llegamos a Primera.
A los 20 años comenzaste a estudiar Ciencias Económicas, carrera que abandonaste apenas dos años después. ¿Por qué?
Porque no era lo mío, porque sentía que estaba haciendo algo que no sentía, que era un fiasco. Un día, a los 21 años, senté a mis padres y les dije que no quería seguir estudiando, que no me sentía ahí. Siempre supe que no iba a trabajar en algo de ocho horas, siempre lo supe. Y bueno, cerré una etapa. Y mis viejos me hicieron la típica pregunta: “¿Qué vas a hacer ahora?”. Y yo les dije que no sabía.
Pero que sí sabías que irías al Mundial de Italia 90…
Sí, esa charla fue en febrero del 88 y yo les dije: “Por ahora, lo único que sé es que me voy al Mundial de Italia 90”. A principio, la idea era poder ir a ver un Mundial de fútbol. Y mi padre, socarronamente, me dijo: “Mirá qué bien: dejás de estudiar, no tenés trabajo y pensás ir al Mundial”. “Si vos me preguntás qué pienso hacer, esa es una de las cosas que pienso hacer”, le dije. Ese año, empecé a trabajar en mi segundo trabajo. Mi primero había sido de encuestador, y el segundo fue IBC Courier. Ahí le empecé a tomar el gusto a ser independiente, porque si bien trabajaba para una empresa, trabajaba todo el día en la calle y yo manejaba mis horarios y tenía un sueldo base, pero lo importante eran las comisiones.
Pero buscaste la forma de hacer algo en el Mundial y escribiste artículos, ¿no?
Escribí para La República. A través del padre de una amiga me acredité por La República y publiqué dos artículos en el diario. En ese viaje, en un tren, me encontré con Carlos Lorenzo, que a partir de ese año, del 90, nos hicimos muy amigos. Es el dueño de La Cigale y después fue mi vicepresidente en Aguada. Primero me llevó él a Aguada, en el año 92, y yo se lo retribuí 20 años más tarde y él fue mi vicepresidente.
En el año 93 ganaste el concurso televisivo Martini pregunta, de canal 12, respondiendo sobre los clásicos entre los años 77 y 92, con la conducción de Carlos Giacosa. ¿Cómo recordás esa experiencia fugaz de fama y competencia en TV?
Yo lo había presentado del 72 al 92 y ellos me lo achicaron, porque les parecía que era mucho tiempo, y me pusieron del 77 al 92. No había cable ni plataformas, estaban solo los canales de aire. Y bueno, tuve una fama importante porque ese año perdió mucha gente el concurso y entonces yo accedí a hacer la cara visible del programa… O sea, la propaganda del programa era el concursante que iba primero y mostraban cuando contestaba la pregunta. Entonces estuve cinco o seis semanas siendo la cara visible. A veces iba a un supermercado y la gente me miraba y me decía: “Yo te conozco de algún lado”. Uno me dijo: “Vos vendés repuestos en la calle Galicia, ¿no?” o “¿vos no vendés yuyos en no sé dónde?”. Al final a veces yo les decía: “Mirá, puede ser de Martini pregunta”, y ahí me decían: “Ah, ¡de ahí era!”.
¿Y qué hiciste con el dinero que ganaste? Eran 30.000 pesos en la época.
Eran 30.000, unos 8.000 dólares del momento. Esto fue en noviembre del 93. Yo me casé en abril del 94. Con ese dinero hicimos la luna de miel por Europa.
¿Cuándo descubriste el camino de la gestión deportiva como empresario del deporte?
En el año 93 abrí la pizzería La Escuadra. Yo había tenido antes Tribeca en Garibaldi y Monte Caseros. Ahí estábamos a una cuadra de La República. Y ahí empezó a venir Carlos Roca, que era un agente muy importante de jugadores de básquetbol, que vivía a dos cuadras de La Escuadra, donde está hoy Copiplan, en 21 [de Setiembre]. Ahí se hacían reuniones muchas veces de básquetbol. Y un día yo le dije: “Che, ¿por qué no le buscamos la vuelta al fútbol?”. Y empezamos a trabajar juntos en el año 98. Estuve tres años trabajando con él, pero él no le daba mucha bola al tema. En verano se iba para Aguas Dulces todo el verano. Un año o dos años se la llevé. Al tercero le dije: “Carlos, hasta acá”.
“Iba a un supermercado y la gente me miraba y me decía: ‘Yo te conozco de algún lado’. Uno me dijo: ‘Vos vendés repuestos en la calle Galicia, ¿no?’. Al final a veces yo les decía: ‘Mirá, puede ser de Martini pregunta’. Ahí me decían: ‘Ah, ¡de ahí era!’”
Habíamos empezado a agarrar jugadores y a moverlos. Primero en el mercado local, después hicimos algún contacto. A mí en el año 99 me surgió mi primer jugador al exterior, que fue Daniel Gutiérrez. Lo llevé al Aucas de Quito. Daniel jugaba en ese momento en River Plate, después jugó en Rentistas, en El Tanque [Sisley]. En ese momento era cuñado de Hebert dos Santos y Dos Santos fue el que me lo recomendó. Y bueno, me fui a Ecuador con él. Allá ya conocí a Ramón Silva, el volante de River y después Peñarol. Ahí hice una amistad con él. Y bueno, de a poco empezás a hacer contactos.
Ahí con Carlos hicimos lo de [Andrés] Fleurquin a Austria. Hicimos alguna otra cosa más, pero cuando yo vi que él no quería dedicarse, él estaba muy bien con el básquetbol, le dije de tomar caminos separados. Y cuando terminó el periodo de pases del 2000, nos separamos. Y ahí yo seguí mi camino solo.
¿La pasaste mal antes de tu consolidación empresarial?
Pasé un año 2001 muy difícil, porque a mitad de año me cortaron el teléfono. Perdí la línea de teléfono que tenía en mi casa, porque había llamado como un condenado y se me hizo imposible pagar. Se me entró a complicar. Tuve que sacar otra línea, le pedí a mi madre de sacar un número. Yo ahí ya no trabajaba, ya me había ido de las pizzerías.
Necesitaba generar algo de plata y empecé a trabajar en Valman, la empresa de Carlos Manta, en la parte gráfica y ventas. Y al mes me vino a contratar otra imprenta grande, ahí le pedí a Carlos que me dejara ir y no me hizo drama. Trabajé en CopyGraf un tiempo, siempre diciéndoles que si un día me salía algo en el fútbol, me iba. En casa no estaba fácil el tema con mi mujer, pero yo una vez le dije: “Mirá, es El Gallo Luis o nada”, pero yo voy a seguir este camino. Por esa época, un mes pagaba la sociedad médica, después dejaba de pagar dos meses, pagaba el cable, después dejaba de pagarlo, así todo el año.
Tengo entendido que te consolidaste como empresario del fútbol y representante de jugadores en el año 2002. Paradójicamente, al país le iba fatal, al transcurrir una crisis económico-financiera que dejó un tendal de víctimas. ¿Cómo recordás esos años, cuando tu negocio prosperó?
Sí, a principios de 2002 se me da mi primer pase a México —Rodrigo la Momia Lemos a los Pumas— y se me abre otra perspectiva. Y es verdad, se dio el contraste que vos decís: cuando todo el mundo estaba bien, yo estuve mal, pero cuando todo el mundo estaba mal, yo estuve bien. Yo recuerdo, por ejemplo, a mitad de año 2002, también hago el traspaso del Bola [Álvaro] González a México, también a Pumas, y ahí la cosa cambió.
En Aguada fuiste presidente (2012-2014) y lo sacaste campeón de Liga Uruguaya de Básquetbol después de 36 años, muchos años para un grande del básquetbol..
Mucho tiempo para un grande del básket, sí. Enorme es Aguada, no grande. Imaginate que son tres o cuatro generaciones que no habían visto a Aguada campeón. Entonces se vivieron momentos únicos, porque eran familias enteras, ¿no? Había abuelos que te decían que lo único que le pedían a la vida era volver a ver a Aguada campeón, junto a sus hijos y sus nietos. Se generó una cosa de la que voy a estar agradecido siempre.
Pero igual seguiste ligado al club. ¿De qué forma?
Siempre fui como la especie de mánager deportivo del club. Las decisiones deportivas de Aguada siempre pasaron por mí. Nosotros pasamos por distintas etapas. A veces armábamos equipos que fueron competitivos y protagonistas, después nos tomábamos uno de transición para rearmar y volver. Pero en 11 años jugamos seis finales.
¿Y cuál es la clave del éxito? ¿Comprar buenos jugadores o mantener un presupuesto saneado?
La clave del éxito es ser creíble. Gestionar bien el grupo, gestionar bien al técnico. Los técnicos necesitan sostenes. Hay que sostenerlos emocionalmente. Hay que ayudarlos a que estén en un carril determinado. Hay que ayudarlos en el manejo con el grupo. Hay que estar cerca de los jugadores. Para mí es muy importante el tema de gestión del grupo. Yo te diría que a nivel deportivo sigo pensando que lo más importante de todo es la gestión del grupo, mucho más que si jugás 4-3-3 o 4-4-2, en fútbol, de si sos más defensivo o sos más ofensivo. Yo creo que la gestión del grupo sigue siendo lo más importante de todo.
“Treinta y seis años es mucho tiempo para un grande del básquet. Enorme es Aguada, no grande. Son tres o cuatro generaciones que no habían visto a Aguada campeón. Se vivieron momentos únicos, porque eran familias enteras”
Gestionaste Rentistas como SAD. ¿Por qué creés que, en los tiempos que corren, son necesarias las sociedades anónimas deportivas para sacar adelante un club desahuciado?
Lo que pasa es que hace 30 años, Progreso —para tomar un cuadro bien de barrio—, se mantenía con la ayuda de la panadería de La Teja, la carnicería de La Teja, el supermercado de La Teja. Eso ya no ocurre más. Son números que ya en el mundo de hoy no alcanzan ni cerca. Vos pensá que al principio del 2000 el saneamiento económico de un club rondaba los 20.000 dólares y era el presupuesto que tenía que gastar un club. Por encima de eso, cada club tenía que conseguir el dinero. Y había clubes que se manejaban con esos 20.000 dólares. Hoy mantener un cuadro en Primera es imposible con menos de 100.000 dólares. Cambiaron mucho los tiempos.
Vos fíjate que estamos hablando de 1.200.000 [dólares] para mantener un club, porque hay un montón de inferiores, porque tenés el fútbol femenino, y todo se va incrementando. Las canchas están mejores, en línea general. Si uno ve lo que era el [estadio Abraham] Paladino hace años y lo que es ahora, ve que está mucho mejor. El Palermo, la cancha de Racing, el Roberto, todas están mejor. Pero todo sale plata. Y vos tenés un cuadro que tiene un gasto de 1.200.000 y recibe 500.000 de la tele. ¿Cómo cubrís el desfasaje de 700.000, si ese año no le salió algún jugador para vender? El desfasaje cada vez es mayor, es mayor. Ahora se ha dado el fenómeno de que algunos cuadros chicos pueden vender directamente al exterior, cosa que hace 20 años no pasaba (siempre el jugador pasaba por un grande). Pero bueno, ese desfasaje está.
Nosotros tuvimos cinco años enlazados, siendo súper exitosos, y ganamos muy poco dinero. Fuimos a Copa Libertadores y vendimos jugadores. En la Copa Libertadores [de 2021] no tuvimos la fortuna de monetizarla, porque eran partidos sin público [N. de R.: por el auge de contagios por covid-19]. Cuando fuimos nosotros tuvimos que viajar a todos lados en chárter. Acá jugamos contra Racing de Avellaneda, que de repente hubieran venido 10.000 hinchas de Racing a 100 dólares. Hoy la AUF está bancando un montón de clubes y hay otros que son SAD. Pero están las SAD multinacionales y las SAD artesanales. Plaza Colonia es una SAD artesanal y Torque es una multinacional.
Tras 25 años en la representación de futbolistas, si pasás raya, ¿qué cuenta? ¿Cómo se mide el éxito en la representación de jugadores? ¿Solo en plata?
Lo que pasa es que la definición de éxito va en cada persona. Lo que para vos es éxito, para mí puede ser otra cosa, para Paco Casal va por otro y para el fotógrafo va por otro. Cada uno tiene una definición de éxito diferente. Yo prioricé, por ejemplo, viajar lo justo y necesario por trabajo. Si hubiera viajado más y me hubiera quedado más en el exterior, de repente, económicamente, lo hubiera hecho mejor. Pero yo siempre digo que tengo menos plata de la que la gente piensa, pero más de la que yo necesito. Yo vivo bien.
Desde el punto de vista económico, evidentemente fui exitoso para lo que yo quería, mucho más de lo que yo pensaba. Vivo en un apartamento regio, mis hijos pudieron vivir bien, me pude dar gustos de ir en familia. Fuimos a tres mundiales (a Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y a Rusia 2018) toda la familia junta. Yo me considero exitoso porque soy un tipo muy respetado a nivel del fútbol local. En general tengo muy buenos comentarios del resto de la gente, en un ambiente que es muy competitivo, muy mezquino.
“Si hubiera viajado más y me hubiera quedado más en el exterior, de repente, económicamente, lo hubiera hecho mejor. Pero siempre digo que tengo menos plata de la que la gente piensa, pero más de la que yo necesito”
Tengo buenos comentarios de mis colegas y, lo más importante, buenos recuerdos de los jugadores. Creo que esa parte es la que me llena más. Yo tengo vínculos con jugadores que llevan más de 20 años: Juan Manuel Oliveira, Seba Fernández, el Zurdo Lamas, Jadson Viera, Rodrigo Lemos, el Bola González, el Loco [Sergio] Navarro, entre otros tantos. Con algunos tengo algún negocio, otros son amigos, pero siempre hay un afecto muy grande y yo creo que eso es lo más importante.
Hace unos años, tanto Pablo Boselli como Gerardo Boca Arias decían que vos eras “el mejor representante” de jugadores. En nota con Ovación, hace unos años, te preguntaron por qué decían eso, y contestaste: “Resulto confiable. Me pasa también con dirigentes. Si le preguntás a Del Campo, a Raúl Rodríguez, a Dehl, a Damiani o hasta a Palma, te van a decir que soy un tipo confiable”. Cuando decís confiable, ¿qué significa? ¿Honesto?
Sí, honesto y un tipo que siempre dice lo que piensa. Generalmente, digo lo que pienso y hago lo que digo. Ser coherente y confiable.
En 2020, hace cuatro años, decías en algunas notas que te quedaba cumplir un sueño: ser presidente de Nacional. ¿Por qué ahora, en cambio, vas como candidato a vicepresidente en las próximas elecciones, acompañando al publicista Ricardo Vairo?
Primero que la lista la largué yo solo, sin tener presidente. El creador de la lista soy yo. Yo largué una candidatura solo en Punto penal, y dije: “Voy con lista propia, pero no voy de presidente”. Porque pensé mucho, y dejé un poco el ego de lado. En esta etapa yo necesitaba a alguien que me gestionara el club de una determinada manera. Si yo me ponía a gestionar el club, me iba a perder el foco de dónde quiero estar, que es en la comunicación y en el deporte, en la parte deportiva. Porque es imposible en un club como Nacional atacar solo dos puntos. Lo pensé mucho y mi razonamiento fue: “Tengo 58 años, para la próxima elección voy a tener 61. Si esto me sale bien, voy a tener la plataforma para ser el próximo presidente. Si esto no sale bien, bueno, fui vicepresidente, pasé una etapa y no me salió bien. Es parte de esto”. Básicamente fue eso.
Si no hubiera encontrado a Vairo o no hubiera encontrado a la persona indicada, probablemente igual hubiera sido presidente.
Pero ¿sabés qué me dicen fuentes tricolores y periodísticas? Que, en realidad, si gana la fórmula Vairo-Perchman, vas a mandar vos. Así como pasó con Marcelo Tinelli como vice de San Lorenzo, o en política con Cristina Fernández de vice de Alberto Fernández. ¿Es así?
Yo voy a tener un peso importante en el club, te lo puedo dar por sentado. Ahora, Ricardo Vairo va a ser el presidente. Eso es así. Yo no traigo una persona para ser un títere de nadie. Él tiene una impronta propia, tiene antecedentes que lo avalan, como tiene todo para ser un muy buen presidente. Y si mañana discrepamos, él va a tener la palabra de presidente. Lo que pasa es que yo voy a tener la derecha en el plano deportivo. Yo me voy a llevar las palmas o las puteadas en la parte deportiva. Es lo más visible.
Tan errados no están los que piensan que en definitiva vas a mandar vos...
Ya está hablado eso: que yo voy a ir en la parte deportiva. Pero ¿vos sabés lo que es Nacional? Hay millones de cosas para atender hoy en el club. Millones, millones. Todo el tema de los socios, son 300 funcionarios [en la institución]. Tenemos que entrar a hacer más viable el club, ajustar un montón de cosas, reordenarlo. Va a trabajar Ricardo [Vairo] y va a trabajar un montón de gente.
Has dicho que estás convencido de que vas a ganar las elecciones, “porque los socios quieren un cambio”. ¿Cuál es ese cambio? ¿En qué radica ese cambio?
Yo creo que hay un desgaste natural, después de seis años de oficialismo. Hay un desgaste natural que se nota. Hay como una desidia en el club. Hace seis años que no se hace una campaña de socios, no se interactúa con los mismos. La comunicación es muy mala. Son cosas que el mismo oficialismo las dice. Nosotros vamos a estar más cerca del socio. Vamos a comunicar mejor. Podrían haberlo hecho en estos años. Decurnex fue un muy buen presidente, pero hoy está cansado.
¿Cómo has visto la gestión de Alejandro Balbi?
Lo que pasa es que Alejandro no es un gestor. Alejandro llegó al cargo por el fallecimiento de José Fuentes. Entonces, yo creo que él nunca hubiera sido presidente de Nacional si no hubiera habido una circunstancia así. Porque, aparte, él no siente gestionar el club. A Alejandro le gusta entrar y salir, estar. Vive en Punta del Este, y nunca dejó la abogacía. Tendrá otras virtudes, pero la gestión no es. Y ahí tuvo que aparecer Decurnex para estar sosteniendo parte del club este año y medio.
Tanto vos como Vairo están fuera de Nacional hoy. ¿Sabés cómo está económicamente el club? ¿Lo tenés claro?
Tenía la idea previa y ahora la tengo más clara, porque el viernes fuimos a un informe que hizo el club con el gerente financiero, con las tres listas. Y es una situación delicada, de delicada para arriba. Está complicado. Está con casi todos los ingresos genuinos cedidos a fideicomisos y una deuda que ronda los 40 millones de dólares. Y es un año muy difícil porque el club tomó la decisión, para mí acertada, de esperar que se finalice el contrato de televisión para renegociarlo.
“Yo no traigo una persona para ser un títere. Vairo tiene antecedentes que lo avalan. Lo que pasa es que yo voy a tener la derecha en el plano deportivo. Yo me voy a llevar las palmas o las puteadas en la parte deportiva”
Pero bueno, todo eso hace que haya menos ingresos, menos posibilidades económicas. Y bueno, hoy el club está tomado económicamente. No hay ingresos. Entonces hay que generar 9 millones de dólares en el año para poder subsistir.
Te escuché decir en más de una vez que hoy Nacional “es una empresa”, y te has referido al tope salarial... ¿Pensás gestionar al club como una empresa, como una SAD? No sé si esto les gusta a los hinchas...
Nacional nunca va a ser SAD. Nacional siempre va a ser un club de socios. Y espero que por muchísimo tiempo. Pero la verdad es que sí, es una empresa. Tiene 300 funcionarios. ¿Cómo va a existir un tope salarial cuando hay distintas posibilidades? ¿En el Inter de Miami, el lateral derecho va a ganar por mejor que sea, lo mismo que Messi? Te quiero decir: no tiene sentido el tope salarial. Vos tenés que manejar un presupuesto y dentro de ese presupuesto, adecuarlo a lo que es mejor.
En Nacional te argumentan que “eso trae problemas internos”. Después de que esté adentro, te diré. A mí nunca nadie me vino a decir por qué le pago tanto a [Leandro] García Morales [en Aguada]. Nunca me pasó. Igual la respuesta es bastante fácil: “porque me hace ganar los partidos”.
Sé que vas a tener algunos nombres de gente fuera del fútbol, que te están apoyando en Nacional Infinito. ¿De quiénes se trata?
Está [el director de cine] Federico Lemos, está [el doctor y músico] Gabriel Peluffo, [el comunicador y filósofo] Facundo Ponce León. Y voy a tener el voto de [el expresidente tricolor] Ricardo Alarcón, estoy casi seguro.
El único entrenador que has representado es Martín Lasarte, quien, curiosamente, hoy es el DT de Nacional. Hoy los dos grandes lideran el Clausura, pero Peñarol aventaja en 5 puntos a Nacional en la Anual, y ya está en las finales por haber ganado el Apertura. ¿Le tenés fe para que los bolsos terminen ganando el Clausura y birlándole el Uruguayo a los aurinegros?
Solo a Martín [Lasarte] he representado, como técnico, sí. He llevado entrenadores al exterior, a Eduardo Acevedo, por ejemplo. Y tengo una relación maravillosa con Gregorio Pérez. Tengo relación con varios entrenadores, pero nunca quise representar [otros entrenadores] porque es un tema complejo. Cuando están con laburo es una cosa y cuando están sin laburo es otra. Vos en un equipo tenés 30 cupos, pero de entrenador hay uno solo. Si vos mañana colocás a un entrenador y no colocás a otro, hay celos.
¿Lo vendiste vos a Nacional?
Las tres veces. En esta última llegada solo le hice el contrato. Lo llamaron directo a él. La primera vez con Eduardo Ache. La segunda con el Puma [José Luis Rodríguez], y esta vez lo llamaron a él y yo le hice el contrato. En esta estuve más aislado porque se venía todo el tema electoral y se veía venir una competencia, creo que Alejandro [Balbi] no quería mucho que yo estuviera cerca.
Respecto al Campeonato Uruguayo… Hoy los dos grandes lideran en Clausura. Siendo realista, creo que Nacional hoy tiene un 25% de chances de ser campeón Uruguayo. No creo que el número lógico sea más que eso. Peñarol, ayer [se refiere al jueves 14, cuando el aurinegro enfrentó a Wanderers], fue el último día que tuvo chances de dejar puntos en el Viera, y lo ganó caminando. Nacional le va a ganar a Deportivo Maldonado [N. de R.: efectivamente, lo goleó 5-2] y yo creo que la posibilidad de una final por el Clausura se la juega en Jardines [contra Danubio]. Me parece más complicado el fixture de Nacional en las fechas que quedan. Hasta ahora, en el Campeón del Siglo lo han respetado mucho.
Tampoco voy a descubrir la América si digo que la gran chance de Nacional está en llegar a la final de Clausura y ganarla. Yo creo que, si Nacional gana la primera final de Clausura, las cosas empiezan a emparejarse.
Si resultás elegido vicepresidente, es decir, si gana la fórmula Vairo-Perchman, ¿Lasarte tiene asegurada la continuidad como entrenador, considerando que además es un hombre de tu riñón?
Eso es secundario. Asegurada no, pero me gustaría que se pudiera quedar todo este cuerpo técnico. Nacional tiene que empezar a manejar tiempos más largos de duración, y manejar un poco mejor la frustración. Vivimos en una época donde cualquier frustración es cambio y cambio y cambio. El oficialismo lleva 13 técnicos en seis años: da más de dos por año. Es una locura. Entonces, pudiendo, hay que tratar de mantenerlo.
Peñarol estuvo cerca esta edición de la Copa Libertadores, pero llega un punto donde las diferencias económicas con el mercado brasileño se notan... ¿Qué tendría que pasar para que Nacional y Peñarol le puedan pelear de igual a igual a los poderosos de Brasil y ganar una nueva Libertadores?
Lo primero: hay un tema de dinero. Si Botafogo compra un jugador excepcional, ese mismo dinero es el presupuesto de todo el año de Peñarol y Nacional, y eso no es sano. Yo a todos estos clubes brasileños los llamo “Tysons”. Vos un día, si le entra una basurita en el ojo a Tyson, le pegaste una piña y lo tiraste. Te puede pasar un día. A tres Tyson no le vas a ganar. Entonces, Peñarol estuvo tan cerca como lejos de esta Copa. Porque no le va a ganar a Flamengo, a Botafogo y a Atlético Mineiro.
Vos me preguntás cómo, y, bueno, yo creo que el equipo que estuvo en los últimos tiempos más cerca de llegar a algo fue el Peñarol de Facundo Torres, [David] Terans, el Canario [Álvarez Martínez], que dirigía Mauricio Larriera. Creo que si ese equipo Peñarol lo hubiera podido mantener un año más, probablemente al otro año hubiera hecho de vuelta un buen papel internacional, agregándole uno o dos jugadores. El tema es que al otro año fue la peor campaña de Peñarol de la historia, porque vendieron todo.
Nosotros, ahora en Nacional, le vamos a dar mucha más cabida a los juveniles. Pero los que anden bien los vamos a tener que vender.
Si un juvenil la rompe, ¿lo vas a vender o lo vas a sostener?
Depende el nivel. Vamos a tratar de que los juveniles quieran triunfar en el club, salarialmente darles un dinero que no les nazca irse inmediatamente al exterior. Pero también sabemos que, para paliar el pasivo, para reordenarnos, tenemos que vender jugadores. Y el target de venta es de 18 a 21. Y tenés muchos casos de jugadores que a veces, en algún caso, podés tener certeza (“a este lo aguanto y va a ser crack el año que viene”), pero tengo un montón de casos de jugadores que la rompen un año y al otro año se clavan de cabeza… Pasó con el Canario, que tuvo un bajón notorio, pero la verdad, lo vendieron igual bastante bien. O [Diego] Fagúndez en Nacional, tuvo un año bárbaro y al otro año se clavó de cabeza.
“Lasarte conmigo no tiene la continuidad asegurada, pero me gustaría que se pudiera quedar todo este cuerpo técnico. Nacional tiene que empezar a manejar tiempos más largos de duración, y manejar un poco mejor la frustración”
Entonces, a veces tenés situaciones donde resulta difícil dejar pasar determinadas ofertas. Pero bueno, vamos a ver cómo podemos gestionar. Por ejemplo, en este caso, Nacional que ahora tiene al Diente [Nicolás López], que tiene a Coates, a Charly Lozano, si a estos los pudiera mantener un par de años, con ellos empezás a mantener una estructura. Si la podés mantener, subiendo dos o tres juveniles y trayendo dos jugadores determinantes, el plantel se potencia. Es uno de los grandes cambios nuestros: en vez de traer jugadores de un promedio de 30.000 dólares, vamos a buscar jugadores que ganen el doble o más, pero que sean más determinantes, que sean el diferencial.
“A Nacional voy por la gloria. Para hacer negocios me quedaba donde estaba”, has dicho. De nuevo: ¿cómo se consigue la gloria, en una institución que no está saneada y en un mercado tan acostumbrado a vender juveniles que juegan 6 meses y ya los pretenden del exterior?
La gloria puede ser muchas cosas. La gloria puede ser ganar un tricampeonato uruguayo consecutivo, la gloria puede ser una goleada clásica, la gloria puede ser empezar a avanzar un poco más en la Copa, aunque no llegues a la final. Si pensamos en títulos internacionales, la Sudamericana es mucho más viable que una Libertadores. Viste que si vos vas a la Sudamericana es porque saliste tercero en tu grupo de Libertadores…
¿De salud cómo estás? Porque el estrés de presidir un grande como Peñarol o Nacional suele pasar factura a veces, ¿no?
Yo me estreso poco, en general. Me estreso bastante poco. Yo ya vengo preparado mentalmente a lo que vengo y si quería estar en la cómoda, me quedaba donde estaba. Yo tengo una insuficiencia renal que la vengo llevando muy bien, y en algún momento me haré el trasplante. Ahora bajé 14 kilos. Se dio por una coyuntura, no fue por la campaña ni nada parecido. Pero la verdad es que no me estreso mucho, sinceramente. No sé, después te diré, cuando esté en la silla eléctrica, pero no sé. ¿Vos qué te pensás que es manejar a Aguada? Más presión que esa, después de 36 años sin salir campeón...
¿Sos feliz?
Soy feliz. Soy un tipo, sobre todo, agradecido, más que nada. Más que decir feliz, soy un tipo agradecido a lo que he vivido, a lo que puedo lograr, a que generalmente hago lo que quiero. Eso me parece lo más importante.
Por César Bianchi
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