Por César Bianchi
@Chechobianchi

Fotos: Juan Manuel López


Richard Pellejero tiene 43 años, la edad en que cualquier futbolista ya devino en entrenador o contratista, algunos incluso van por su segundo club en su carrera como técnicos. Otros acaparan atención mediática porque siguen jugando y coleccionando camisetas, como el "Loco" Abreu. Pero el delantero minuano tiene 42 y el cerrense Pellejero es unos meses mayor. Y lejos de irse retrasando en el campo de juego, hasta quedar en la "cueva" de zagueros (como Matheus o Mascherano), Pellejero sigue ahí en el medio de la cancha, con la emblemática 5, tan uruguaya ella.

Con cinco pasajes por su amado Cerro (que hoy lo tiene como capitán), otros por Danubio, Fénix y Nacional, y breves salidas a equipos de poca monta de ligas de Argentina, Chile y Ecuador, Richard Pellejero no lleva la cuenta de cuántos partidos tiene con la albiceleste. No lleva estadísticas, pero está cerca de otros números: los de los pesos que la dirigencia le debe a él y sus compañeros, las deudas mantenidas con los funcionarios de la institución, los puntos que debe hacer Cerro para clasificar a una copa internacional y que así el club pueda cobrar algún mango para que los jugadores cobren su salario, y así. Porque a veces, parece, Pellejero piensa como tesorero del club.

El volante (un metro ochenta, 70 kilos) dice que es "mentira" que el fútbol uruguayo es pobre. Sencillamente la plata está mal administrada, no está bien repartida y por eso los clubes tienen sus arcas escuálidas, mientras que otros actores del fútbol engrosan sus cuentas bancarias. Por eso ve con buenos ojos la llegada del movimiento Más Unidos Que Nunca a la Mutual de Futbolistas, una gremial que ahora sí lo representa.

De cara al clásico con Rampla Juniors por la segunda fecha del Torneo Intermedio, quizás el penúltimo clásico de la villa que le toque jugar antes de colgar los botines, Pellejero dice que la adrenalina de entrar a la cancha con sus hijos hinchas de Cerro como él, no se paga con ninguna tarjeta de crédito.
Tener la dignidad para enrostrarle a dirigentes y empresas los desaguisados que han hecho en el negocio del fútbol y dormir tranquilo, tampoco.

-Te ascendió Juan Jacinto Rodríguez en setiembre de 1995. ¿Qué recordás de aquel momento en que te tocó debutar?

-Yo estaba en Cuarta división. El técnico de Primera era Gerardo Pelusso, tuvo un inconveniente con algunos jugadores, el cuerpo técnico renunció. Ahí eligen a Juan para que dirija los cuatro últimos partidos y él me asciende junto a otros tres jugadores. Yo estaba a punto de cumplir 18 años. Recuerdo los nervios, la adrenalina esa que uno tiene cuando sube a Primera. En ese plantel estaba el argentino Henry Homann, (Arsenio) Luzardo, el "Pipa" Rodríguez, el "Pocho" (Ruben) Acosta, Yubert Lemos, el "Indio" (Héctor) Morán. Uno a medida que va creciendo y va recorriendo muchos clubes, muchos vestuarios, saca cosas de todos los compañeros.

-JJ Rodríguez era el jugador con más partidos con la camiseta de Cerro... Y ahora lo sos vos.

-Te soy sincero: nunca llevé estadísticas, pero por algunos periodistas y algunos compañeros que sé que están en eso, me han dicho que sí, pero no tengo idea de la cantidad de partidos. Pero he tenido muchos regresos al club y cada vez que me tocó salir, tuve las puertas abiertas aquí, y cada vez que he venido he jugado la mayoría de los partidos con diferentes entrenadores.

-¿Qué te dejó tu pase por Nacional entre 2001 y 2002? Porque es otra cosa... Es un cuadro grande, no un cuadro de barrio.

-Importantísimo en muchos aspectos. Yo me crié aquí en el Cerro, soy hincha del club, y mi prioridad era jugar en la Primera de Cerro, para después pasar a un equipo grande y después saltar a un equipo del exterior. Incluso jugando en Nacional, siempre dije que yo era hincha de Cerro, porque aquí me crié como jugador y como persona. Pero siempre es importante para un jugador profesional jugar en un grande, y más cuando a uno le va bien. Yo estuve dos años en el club y los dos años salí campeón. Estuve con grandes figuras, grandes compañeros: estaban Oscar Javier Morales, con quien después jugué en Cerro, con el "Chengue" Morales, con (Gustavo) Varela, con (el boliviano) Limberg Gutiérrez, (Marco) Vanzini, (Gustavo) Munúa, habían grandes jugadores.

-¿Qué cambia de un cuadro de barrio a un cuadro grande?

-En un cuadro grande tenés la obligación de salir campeón. Tenés mucho más a nivel de infraestructura, a nivel económico, te cambia totalmente... Sabés que concentrás todos los fines de semana, que hacés doble horario y no te falta nada, que las carencias que tal vez tenés en los equipos denominados chicos, no las tenés en un grande. Por eso la obligación es ganar fin de semana tras fin de semana.

-Cuando te tocó emigrar, jugaste (y viviste) en Ecuador, Argentina y Chile. ¿Viste realidades parecidas a la nuestra? ¿O te encontraste con ligas más profesionales o con mejor administración de los recursos económicos?

-Mi primera salida fue al Aucas de Ecuador (2007) y no fue de las mejores, no en la parte deportiva, sino que te hablo del club. El club estaba en Segunda división en esa época, y a nivel de infraestructura estaba un poco mal. Sí nos fue bien en lo deportivo. Ahí estuve con otros uruguayos y a lo último nos dejaron de pagar, entonces para estar con nuestras familias, decidimos volver a jugar acá con los seres queridos.

Después me fui a Quilmes de Argentina (2008), y fue rara la situación que se dio... Nosotros habíamos ido de pretemporada con Cerro (el "Culaca" Jorge González era el técnico) y haciendo partidos amistosos jugamos contra ellos. Cuando terminó un amistoso se me acercaron unos representantes que estaban mirando y me proponen quedarme a jugar en Quilmes. Yo no había firmado contrato con Cerro todavía. Hablé con el Culaca y sus palabras fueron: "La verdad, me matás. Estamos a 15 días de empezar un campeonato. Pero también sé lo profesional que sos y que esas oportunidades no se dan muchas veces". Entonces, me dio el ok y me dejó libre para decidir. Yo terminé la gira con Cerro, estuve un par días en Uruguay y fui a Quilmes. Nos fue bastante bien... aunque Argentina no estaba muy bien y también había problemas económicos.

Y a Chile me fui con 35 años, algo que no me esperaba. Habíamos salido campeones de una Liguilla (2009-2010) con Cerro, y me salió una posibilidad de ir a Universidad de Concepción, una ciudad que estaba mal porque un par de meses antes había tenido un terremoto. Incluso me hizo dudar si ir o no, pero lo hablé con mi familia y me acompañaron. Me fui por un año y me terminé quedando dos. En Chile encontré un fútbol muy profesional, era un equipo nuevo, que tenía 17 años de existencia y asimismo nos fue muy bien.

-Este año venían bárbaro en la Copa Sudamericana, ganando en el exterior, y acá con un doblete tuyo en un partido... ¿Qué te dejo el pasaje de Cerro por la Sudamericana, y quedar afuera contra Wanderers, otro equipo uruguayo?

-El año pasado habíamos eliminado a Sport Rosario de Perú y este año a Universidad Técnica (UTC) de Cajamarca, también peruano, le ganamos en el Franzini. Siempre jugar campeonatos internacionales da mucho prestigio, y en estos clubes sabemos que la parte económica es muy importante. Poder pasar de fase es lo que uno anhela para poder seguir mes a mes cobrando el salario. Si no, es muy difícil, hay que ser realistas. Y nosotros apuntábamos a eso. Tuvimos la posibilidad de pasar contra UTC aquí en el Franzini, y con dos goles míos, y después nos tocó un rival directo de nuestro país, como Wanderers. Pero en parte era mejor porque el club no iba a tener tantos gastos para viajar y estadía, porque eso también recorta a nivel institucional. Lamentablemente en ese ida y vuelta quedamos por el camino. Nos hubiera venido muy bien pasar de fase por la parte económica.

-En el programa Por Decir Algo de Radiomundo te entrevistaron antes de jugar contra Wanderers y te pusiste en tesorero del club... o dirigente. Pusiste como una ventaja que la institución no iba a tener que gastar en viajes al exterior y estadía afuera, como lo hiciste ahora. ¿Eso tiene que ver con ser el más vete... digo... experimentado del plantel?

-Sí, claro, el hecho de llevar esa bandera y poder defender en el vestuario a mis compañeros, implica tratar de que la parte económica sea vital. Vital porque nosotros a la hora de entrar a la cancha queremos ganar como quiere el hincha. El hincha paga una entrada y cuando viene al estadio, con la adrenalina, viene a alentar y gritar, no sabe si el jugador pasó bien durante la semana, si durmió, si comió bien. Esas cosas no la saben y nosotros vivimos el día a día. Para nosotros esto es un trabajo, y precisamos llevar el dinero a nuestra casa como cualquier trabajador. Entonces, cuando se nos dice que somos jugadores profesionales, yo creo que no (lo somos). Nosotros hoy en día estamos pasando por un mal momento económico en nuestro club, pero así como nosotros hay varios clubes igual. Para ser profesional tenés que tener una buena alimentación, tenés que descansar bien, tenés que venir a entrenar con la cabeza limpia, pensar solo en el entrenamiento, y no terminar el entrenamiento y pensar si tenés con qué llevar comida a tu casa, en las cuentas que tenés que pagar o si podés comprarte un par de zapatos. Lo que muchas veces nos pasa es que en un equipo llamado profesional hay tres, cuatro o cinco jugadores lesionados, muchas veces la gente no sabe que es por la cabeza, porque tal vez están pensando en otras cosas y se terminan lesionando.

Yo he pasado más de las malas que de las buenas. Y esas cosas me han dejado experiencia, y por eso ahora me pongo del lado de mis compañeros, quiero ayudarlos, quiero que me rindan el día del partido. Pero para eso tienen que estar bien.

"El hincha viene al estadio a alentar y gritar, no sabe si el jugador pasó bien durante la semana, si durmió, si comió bien. Esas cosas no la saben y nosotros vivimos el día a día. Para nosotros es un trabajo, y precisamos llevar el dinero a casa. Cuando se dice que somos jugadores profesionales, yo creo que no"

-¿Siguen adeudándoles salarios o ya se regularizó la situación?

-Seguimos esperando, seguimos con esos atrasos. A nosotros no nos han pagado los complementarios, sólo nos han pagado los mínimos, cuatro mínimos desde enero hasta ahora. Los mínimos son lo que uno cobra por AUF, el laudo podríamos decir, y los complementarios son contratos paralelos que en un plantel de 30 jugadores, capaz que lo cobran 15 o 20. Los jugadores con más recorridos tienen acceso a ese complementario. Reclamamos antes de empezar el Intermedio y se pagó algo, creo... Porque el reclamo es individual. Algunos jugadores reclamaron y otros no. Cerro pagó (a la AUF) el viernes pasado, antes de comenzar el torneo, y los jugadores estaríamos cobrando en estos días. Pero por otro lado, también el club le debe a los funcionarios, y cuando damos pelea para poder cobrar, también lo hacemos por los funcionarios de la institución, tanto de Primera como de juveniles, que también tienen sus atrasos. Espero que en estos días haya novedades de los pagos.

-No me digas a quién, pero ¿has tenido que sacar algún peso del bolsillo para apoyar a algún jugador que estaba necesitado y no llegaba a fin de mes?

-Sí, claro, pero no como capitán, como compañero nomás. Yo y otros compañeros hemos tenido que darle algún dinero de nuestro bolsillo a otros compañeros, porque en un plantel de 25 o 30 tal vez uno tiene más confianza con algunos, pero no tantos con otro. Capaz que te cambiás en el vestuario a metros de él y no te enterás de muchas cosas que está pasando, y ha llegado a mis oídos por otro compañero que viene y me cuenta. Hemos tenido reuniones los más veteranos y hemos ayudado a alguno, claro.

"Capaz que te cambiás en el vestuario a metros de un compañero y no te enterás de muchas cosas que está pasando, y ha llegado a mis oídos por otro que viene y me cuenta. Hemos tenido reuniones los más veteranos y hemos ayudado a alguno"

-Jugando una copa internacional como la Sudamericana, ¿te consta que algún compañero llegaba a los partidos mal alimentado, sin respetar una dieta sana, o sin un buen descanso por esas preocupaciones?

-Contra UTC de Cajamarca dudamos si concentrar o no antes del partido definitorio, porque habíamos tomado alguna medida que otra... y la dirigencia nos preguntó qué íbamos a hacer, si íbamos a concentrar o no, y para nosotros era tan importante clasificar por la parte económica y pasar de fase que decidimos concentrar. Pero además por eso: capaz que no concentrábamos, y algún compañero en su casa no comía lo que tenía que comer o no descansaba bien. Entonces, decidimos concentrar para asegurarle una buena comida.

-Sos la cara visible de un movimiento que lidera acciones sociales y tareas comunitarias, la Agrupación Richard Pellejero. ¿Cómo nació eso? ¿En qué consiste ese trabajo social?

-Ahora estamos parados con ese tema. Yo tuve un inconveniente acá en el club con un expresidente, a mediados de 2012, querían que yo rescindiera el contrato (por esto mismo: porque yo reclamaba la parte económica para mis compañeros y para mí). Yo me fui del club, no de la mejor manera... me fui a Sud América. Estuve ahí un par de años, y unos dirigentes de Cerro me fueron a buscar para que volviera al club. Y ahí se acercaron unos hinchas del barrio y me plantearon esta propuesta: querían armar una agrupación solidaria y querían ponerle mi nombre. Yo me reuní con ellos, tuve dos o tres reuniones, y me encantó la idea. Era ayudar a jardines de infantes, a centros CAIF y escuelitas de la zona, una zona muy carenciada. Los muchachos se encargaban de vender rifas, de vender llaveros en los partidos, y cuando la agente se empezó a arrimar a las redes sociales de la agrupación, nos empezó a traer cosas. Nos traían un juego de jardín, íbamos a los colegios y les preguntábamos si lo estaban solicitando. Y yo iba con ellos. Eso fue de 2014 a 2017.

Pero era un grupo de 124 o 15 personas y cada uno tenía su trabajo, cada uno tenía su familia, y cuando para el campeonato, algunos se quedaron sin empleo y empezaron a despreocuparse de la agrupación por tener que atender cosas más importantes. Entonces para hacer las cosas mal, decidimos parar un poco y que se sumara más gente. Pero me dejó una experiencia preciosa. Ibamos a jardines y le poníamos un juego en el patio, o pintábamos portones de la escuela, y verle la cara de felicidad a esos niños fue divino. Mi familia me apoyó. Fijate que yo jugaba un sábado, y el domingo -día libre que tenía para mis hijos- me iba a un jardín de infantes a colaborar con algo (pintaba algo, arreglaba un tobogán), pero ellos me entendieron y apoyaron.

-¿Cómo te llevás con la presidenta del club, Graciela Castro?

-Bien, bien, tengo muy buena relación. Graciela ya estuvo en otra directiva, entre 2006 y 2007. Ella estaba en la directiva y yo estaba en el plantel.

-¿Se nota la sensibilidad femenina en el ejercicio de la autoridad?

-Se nota, y nosotros también dentro del vestuario hablamos de muchos clubes se manejan de otra forma en el fútbol. No te olvides que es una mujer y presidiendo un club como Cerro. Creo que para ser una presidenta en un club "profesional" en el fútbol uruguayo, hoy es difícil... A ella la conozco como persona y como docente, y se maneja de una forma totalmente distinta. Muchas veces capaz que la presidenta va a golpear puertas y se la estiran, se la estiran... capaz que va un presidente varón y lo tratan distinto. A ella capaz que le falta el tacto del fútbol... Muchas veces el presidente de un club está rodeado de cosas... No te digo turbias, pero en el borde.

"Muchas veces capaz que la presidenta va a golpear puertas y se la estiran, se la estiran... Pero va un presidente y lo tratan distinto. A ella capaz que le falta el tacto del fútbol... Muchas veces el presidente de un club está rodeado de cosas... No te digo turbias, pero en el borde"

-Los que deberían poner la plata, los acreedores del club, ¿la subestiman por ser mujer?

-Puede ser. La institución de Cerro hoy en día está atada a la empresa Tenfield. Cerro está atado a Tenfield. El año pasado, cuando terminó el campeonato, teníamos tres jugadores importantísimos, que eran los jugadores a vender (hablo de Juan Izquierdo y Luis Acevedo que fueron a Peñarol y Nicolás González, que es el 9 de Defensor Sporting hoy), se fueron libres sin dejarle un peso al club. Eran tres jugadores jóvenes, el futuro del club, y... así es imposible. Claramente es un mal manejo de los directivos... y de la empresa. Yo calculo que el directivo va a querer lo mejor para el club, pero en estos casos no lo vemos nosotros.

-¿Es un fútbol pobre el uruguayo, como tanto se repite?

-Acá se dice que este fútbol es pobre. Mentira... No nos podemos mentir. Pobres somos los jugadores, el fútbol uruguayo no es pobre. Uno para llegar a ser jugador de fútbol profesional se va preparando: empieza en baby-fútbol, después hace todas las inferiores, hasta llegar a Primera. Cualquier trabajador para ejercer su profesión tiene que estudiar y prepararse. El dirigente no. El dirigente con ser hincha y socio ya puede ser dirigente. Yo creo que tendrían que empezar a capacitarse. Tienen una institución a cargo, y no es fácil...

-Si no es pobre, está mal administrado el dinero que ingresa...

-Tal cual. Estoy convencido de eso. Por algo son ricos otros roles y no las instituciones. Tal vez capaz que las instituciones están mal manejadas.

-Has acompañado el movimiento Más Unidos Que Nunca. ¿Qué crees que le puede aportar al fútbol uruguayo este movimiento, que hoy dirige la Mutual?

-Eso ayudó muchísimo para poder estar a cargo de la Mutual. Yo hoy me siento representado. Antes no me sentía representado, te digo más: en los años que tengo de jugador profesional, no había ido nunca a votar a la Mutual. En su momento me habían puesto en una lista, sin mi consentimiento. Hubo cosas que me molestaron... Yo tenía que hacer un reclamo y con esa Mutual que estaba antes, yo no podía confiar en ellos. Y ahora creo que esta Mutual es más transparencia, estoy seguro que la hay. Tengo colegas o excolegas que están ahí adentro, voy con frecuencia a hablar con ellos cuando tengo alguna duda, o ellos vienen al club, porque recorren los clubes. Creo que lo que sí puede aportar el Más Unidos que Nunca es lo que veníamos hablando recién: terminar con que el fútbol sea pobre, que el reparto sea mejor, se administre mejor. Y que el jugador sea profesional, que se terminen las malas canchas, que se termine ir a un vestuario y no te puedas cambiar o no tengas agua caliente. Después quieren que seamos campeones de la Libertadores o campeones del mundo... Mirá que los jugadores de la selección están con esta causa.

"Lo que puede aportar Más Unidos que Nunca es terminar con que el fútbol sea pobre, que el reparto sea mejor, se administre mejor. Y que el jugador sea profesional, que se terminen las malas canchas, que se termine ir a un vestuario y no te puedas cambiar o no tengas agua caliente"

-Hay quienes desconfían de ese apoyo...

-Yo he tenido charlas con muchos de ellos, he estado en reuniones. El común de la gente dice: ¿Por qué no sacan de su bolsillo? Y pregunto yo: ¿Por qué tienen que sacar de su bolsillo? Ellos se lo ganaron trabajando, siendo buenos jugadores profesionales. Nadie les regaló nada. Pero te aseguro que están con la causa.

-¿Qué tiene de especial un Rampla-Cerro en Uruguay?

-Yo tuve la posibilidad de jugar un Nacional-Peñarol y también un Cerro-Rampla... Un Cerro-Rampla lo vivo desde juveniles, vivo en el barrio y soy hincha del club. No es que se vive en la semana previa, se vive ya desde que sale el fixture. Ya estás viendo cuándo jugamos. Para mí es divino jugarlo... Yo deseo que los dos equipos se encuentren siempre en la misma división. Hay hinchas de Cerro que quieren que Rampla esté en la B, o viceversa. Yo no, porque ahí nos perderíamos el clásico de la villa. Siempre le quiero ganar, quiero que esté abajo, pero es el mejor partido... es el que disfruta la gente del barrio. Sí me molesta que se juegue en el Franzini o en el Centenario. Vibro mucho más con un Cerro-Rampla que cuando jugué con Nacional contra Peñarol. Por supuesto que me encantó jugarlo, con 60.000 personas... Pero me quedo con el clásico de barrio, porque yo vivo aquí, tengo mis raíces y lo vivo de otra forma.

-¿Hasta qué edad vas a jugar?

-Este es mi último año como profesional. Dudé a principio de año si iba a jugar este año o no, pero el año pasado no me sentí muy cómodo y había jugado poco, entonces mi idea es que el día que deje, quiero irme de la mejor forma. Hasta ahora vengo jugando, vengo bien, me siento feliz y me siento cómodo. En diciembre jugaré mi último partido.

-¿Y después? Todo un tema el después para los futbolistas... Ya te recibiste de director técnico. ¿Tu aspiración más grande -cuando des ese pase- será dirigir a Cerro? ¿O a un cuadro grande?

-Hasta que no te pasa, no sabés cómo vas a reaccionar. Yo me recibí de entrenador, y eso es una puerta abierta para tener un futuro. No es común tener 43 años y seguir jugando, por lo general cuando tenés 35 o 36 ya está, tuviste un carrerón, pero gracias a Dios yo no tuve problemas de lesiones importantes y la genética me ayudó muchísimo. Yo quiero dejar el fútbol, y no que el fútbol me deje a mí. Pero al dejar, quisiera ejercer de entrenador, sí. Y uno tiene que ir de menos a más. Si me preguntás, en unos años quiero estar dirigiendo en Europa o llegar a la selección, pero hay que empezar bien de abajo. Sería un honor y un orgullo dirigir a Cerro, el club del que soy hincha.

-¿Te interesa la política?

-No mucho. Soy de informarme, pero trato de abstraerme un poco. Vivo en mi país y hay cosas que me interesan, pero tengo tantas preocupaciones con el tema del fútbol que es difícil sacar la cabeza en eso.

-¿Tenés decidido tu voto de cara a las elecciones nacionales?

-Lo tengo decidido, sí, pero prefiero no decirlo.

-¿Tus hijos son hinchas de Cerro o de algún cuadro grande?

-Mis hijos (María Pía de 13 años, y Valentino de 9) son hinchas del cuadro a donde juega el padre. Valentino, por ser el varón, me acompaña a todas las canchas, me sigue a todos lados, entra al vestuario con los jugadores y va con nosotros a todos lados. Es uno más. Es apasionado del fútbol, mira cualquier partido, conoce de cualquier liga. Y es hincha de Cerro. Pía también... pero está en una etapa liceal, ahora se pone la camiseta del padre y se saca fotos, y los amigos le dicen: "Ah, tu papá es Pellejero, pedile un video con un saludito para nosotros", y con todo eso y las redes, se entusiasmó un poco más. Y a los partidos importantes me acompaña siempre.

-¿Y si venía uno de ellos y te decía: "Papá, me gusta Rampla, soy hincha de Rampla"?

-(Piensa) Creo que eso no podía pasar. Porque a nivel familiar, por parte de mi señora son muy poco futboleros, y por parte mía, mi padre socio de Cerro de toda la vida, los tíos, los primos, todos hinchas de Cerro. Así que no había ninguna chance, porque no tenía nadie de Rampla cercano que pudiera influenciarlo... Pero si tocaba... me iba a llevar más trabajo un poder de cambio de cabeza, jaja.

-¿Sos feliz?

-Muy. Levantarme día a día, tener a mis hijos con salud, verles la carita, tener trabajo, disfrutar de lo que hago, esas cosas me hacen feliz.