Óscar Andrade fue el cuarto entrevistado del ciclo Uruguay 2020, la ronda de entrevistas de Montevideo Portal de cara a las elecciones.
Andrade se define como un defensor de las causas populares, y por eso considera a su precandidatura como fundamental para el FA. Por ello, asegura que su nexo con el movimiento sindical y su capacidad para dialogar con el resto de la "izquierda social", como la define, son importantísimos a la hora de reconciliar al partido con esta izquierda movilizada y organizada en los barrios.
El divorcio, o la separación, que él entiende que hay entre el Frente Amplio, a quien se lo "devoró" la institucionalidad y la gestión del Estado, y los movimientos sociales, la importancia de triplicar el gasto en vivienda y el desafío de comenzar a pensar en una articulación de los institutos de formación son parte de esta nueva entrega de Uruguay 2020.
Es tu primera campaña como precandidato, ¿qué particularidades tiene?
Es una campaña distinta. Tiene tanta trascendencia, tantas complejidades este proceso político, esta elección... Hay un escenario regional en Latinoamérica de restauración neoliberal que queda poco espacio para detenerse en la parte personal. No es lo mismo ganar una elección y tener al lado a Lula, que tener a Bolsonaro, el macrismo en Argentina. Además con sectores restauradores neoliberales con tintes autoritarios muy claros, xenófobos, racistas, que están pudiendo llevar a cabo sus propuestas, porque no es que la resistencia organizada logró frenar el avance en términos laborales en Brasil o sustitución del Ministerio de Trabajo, o la inflación que desbordó en Argentina. El escenario es tan complejo que creo que hay que ponerlo por encima de cualquier peripecia personal.
Una de las cosas que decían los sectores que te impulsaron, y vos mismo, es que tu precandidatura era para acercar al partido a las bases, que quedaron alejadas...
Es en el doble sentido. Es una profunda discusión política que hay que dar. Hoy es mucho mas difícil defender a los gobiernos del Frente Amplio en la Universidad que antes; ha habido un montón de problemas, o una parte de los trabajadores organizados. Yo creo que en el abajo, en los movimientos, hay que defender que no es lo mismo la restauración de un gobierno de coalición, muy fragmentada además de los sectores de derecha, con un gobierno progresista con todas las limitantes. Reconocer las limitantes del FA significa desconoce que el FA y su gobierno es un escenario mejor para las luchas sociales. Es un debate muy intenso con el movimiento feminista, con los trabajadores organizados, con el movimiento cooperativo, con el movimiento cultural, pero simultáneamente el otro costado de este debate es con la institucionalidad formal, para que tenga más en cuenta a estos movimientos. Es en el doble sentido.
Lo que digo es: nosotros tenemos fuerzas políticas de izquierda, porque la izquierda es mucho más que la izquierda política. Tenemos una izquierda, pero fuerzas políticas de izquierda que están constituidas en sus direcciones casi exclusivamente por compañeras y compañeros que atienden un aspecto de la lucha por las transformaciones: la institucionalidad del Estado.
Creo que ahí tuvimos una desviación que nos ha llevado a tener un problema: una parte de las luchas sociales se despliega en la institucionalidad. Otra es que transformes las fuerzas políticas en expresiones del gobierno. La lucha política tiene muchos terrenos. Cuando la conformación de tu orientación política entra a pesar mucho menos, otra parte de la militancia, que está hoy en el feminismo, en la cooperativo, en el movimiento sindical, la diversidad, trabajando en el barrio; creo que eso le ha llevado a muchas fuerzas del continente, esto no es solo en Uruguay: la institucionalidad se devora el partido y la política. Y pasamos discutiendo sobre la gestión, de la administración de lo cotidiano y la perspectiva política e histórica se entra a mirar con una cuestión más lejana, menos nítida, y la interacción entre los movimientos sociales y el partido. Ahí hay un centro que explica por qué tenemos problemas en la batalla cultural.
Sos un defensor de la idea de que a los cambios económicos hay que acompañarlos con un desarrollo de la cultura, de la solidaridad...
¿Cómo descendió tanto la pobreza sin embargo nos cuesta defender la política pública social, que es una clave para que la pobreza haya descendido? Nadie serio en Uruguay puede discutir que el papel de la inversión pública social en salud, educación, desarrollo social fue central para que tuviéramos niveles exclusión social menos. Sin embargo, en vez de estar orgullosos de ese logro, estamos divorciados de esa perspectiva. Porque si vos no vas construyendo a la vez que construir la política relaciones humanas de solidaridad, la política queda renga. Y esa es una tarea de la política, no la gestión. Creo que ahí hay una parte principal de por dónde mirar el proceso de lucha hacia un cuarto gobierno del Frente.
Uruguay sigue teniendo la necesidad de incrementar la inversión pública social para la infancia. Cualquier estudio serio te dice que acá tenés que incrementar recursos, porque tenés un 17 %% de pobreza en los niños contra apenas 1 y medio en los mayores de 60 años. Donde tenés que fortalecer el tejido social es en la primera infancia. Bajó mucha la pobreza y la indigencia para el drama que teníamos en el 2004, cuando los indicadores eran una verdadera vergüenza, pero hoy no tenés la facilidad para ese planteo que teníamos hace 15 años. Tuvimos tres periodos de gobierno, y en vez de tener empoderamiento de decir 'mirá 6500 mujeres están trabajando en cooperativas sociales, 3000 se anotan para generar trabajo'. En vez de tener una perspectiva que vaya acompañando la inclusión social con ese tipo de relación humana más solidaria, esa parte de la discusión queda de costado. La izquierda tiene mucho que ver con esto cuando piensa desde el gobierno una articulación donde solo muestra sus resultados. Hay una batalla que es más que mostrar los resultados. Vos tenés que empoderar. No estamos dándole a los pobres porque nos dan lástima. Lo que estamos haciendo es reconocer derechos que estaban vulnerados. No les dimos a los trabajadores rurales las ocho horas, reconocimos un derecho que vergonzosamente estuvo vulnerado durante 100 años. No le dimos a los 8000 uruguayos que estaban ciegos por ser pobres la posibilidad de ver, reconocimos un derecho desde una perspectiva de izquierda la salud es un derecho. El gobierno no dio, no regaló. Y en el discurso parece que es igual, pero no. Porque un relato orienta hacia la movilización y la organización y el otro relato orienta hacia aplaudir al gestor. Y creo que ahí tenemos que pensar la política de otra manera. Cómo se entiende si no que después de estar en el gobierno, tengamos una izquierda que tiene la capacidad de de movilización infinitamente menor que la que tenía la izquierda antes de llegar al gobierno. Cómo se entienden esos procesos.
¿Cómo se explica?
Venimos en una tendencia en donde la institucionalidad te entra a devorar. Y se empieza a establecer un discurso de 'díganle lo que hicimos'. Y el FA que tenía mucha llegada en los barrios... y ahí te encontrás todo menos izquierda organizada políticamente. Podes encontrar la izquierda social, una radio comunitaria, pero el FA organizado en el territorio, como sí existía y era muy fuerte, no hay. Pensar en un cuarto gobierno es pensar en una articulación distinta de la institucionalidad del gobierno, de las fuerzas sociales de los cambios y de las fuerzas políticas de los cambios. Si esa trenza no se articula mejor, después te pasan cosas que son muy difíciles de remar. Yo defiendo al FA y sus cambios, pero también es cierto que en la cuestión del gobierno después tenés cosas como la esencialidad de la educación. Que solo se explica porque hay un divorcio muy importante, una distancia; solo desde ahí se puede entender que se pensara que se iba a resolver el problema que teníamos. Llegamos al gobierno en un escenario, cambió para mal con un crecimiento más bajo, con una situación regional más dura, la inversión privada cayó; y teníamos dificultades para cumplir con un objetivo electoral que era el 6 % para la educación; el dolor que te generó con muchos militantes el decreto de la esencialidad no te la sacás más.
En Brasil, cuando Lula llegó al gobierno buena parte del movimiento sindical decidió no reclamar más, y eso te desmoviliza de tal manera que después vino Temer y la reforma laboral y no encontró respuesta. El movimiento social tiene que ser independiente, y el FA tiene que ser independiente, igual que el gobierno. Pero una cosa es la independencia y otra es que termines con un enfrentamiento de tal magnitud. Gobernás pensando en fortalecer estos movimientos. Si al fin del mandato, los sindicatos están más débiles, el cooperativo, el movimiento feminista están mas débiles, por los derechos humanos, preséntame los resultados que quieras, pero tenés que medir. En un proceso de izquierda tenemos que medir no solo el resultado en la gráfica, que es importante, es mejor que haya mejor distribución a que haya peor, pero tiene que ir acompañado de lo otro.
Al fin es una batalla por las ideas. ¿Cómo ves la campaña en ese sentido?
En una campaña donde se ven ostentaciones que desbordan, se pregunta qué es la política. Si tenés mejor ropa, como las murgas que compiten en vestuario, o la política es la batalla de las ideas para el trabajo, para el desarrollo social, la educación. Y hay veces en el debate, que se dice qué planteo sobre estos temas tal o cual candidato, y no se sabe, pero la imagen, el globo está. Hay que resistir a que la política se transforme en show. Perdemos todos.
En trabajo, a mi me encanta el debate que da Sanguinetti, cuando sostiene desregular, flexibilizar y pone como ejemplo a Paraguay. Es un debate, no es nuevo, es la economía austríaca, la perspectiva liberal: si el Estado no participa el mercado lo asigna todo y volamos. Entonces hay que discutir: Paraguay tiene 8 de cada 10 trabajadores sin aporte a la seguridad social, la mitad de los trabajadores no alcanza el mínimo nacional, hace 15 años que crece espectacularmente la economía, nadie lo niega, pero el grado de concentración de ese crecimiento es escandaloso. Es pero que el que tuvimos en los 90 acá... Te enfrentas a un intercambio de ideas contra un proyecto distinto.
Tenemos un alto déficit, y sin embargo es necesario, como decís, aumentar el gasto social, ¿cómo se hace?
El cambio de la matriz va a depender de que vos tengas recursos. Cuando vos discutís algunos aspectos impositivos, no es lo impositivo en sí, es decir que si este es nuestro planteo de gobierno y hay un escenario donde la economía crece menos y la inversión extranjera es menos, la prioridad es que estos recursos estén. Por lo tanto, tengo que encontrar las medidas redistributivas para construir esos recursos. Si decimos que falta trabajo, y que una de las medidas que más hace crecer los puestos de trabajo es la inversión en vivienda, y tenemos en el programa la promesa de vamos a duplicar la inversión en vivienda son 300 millones de dólares, sería un enorme impacto para el mercado interno, para la generación de puestos de trabajo directo e indirecto y atenderíamos una política que es transversal. Ahora, cuando no podés incrementar el déficit, al contrario, tenés que bajarlo, esto es clave: reforma de la Caja militar, las rentas empresariales, catastro rural, y otras tienen que ver con la estructura del patrimonio. A los efectos de decir que no vas a quedar corto.
Un escenario más parecido al que tenemos ahora será el que tengamos. Entonces no podés quedar rengo. De decir que no tenés recursos para lo que prometiste. Ese sería un terreno en el que retrocedés políticamente.
Hicimos una campaña en la pasada en la que prometimos no más impuestos, entonces quedaste muy atado de mano. Uruguay ha demostrado una cosa importante: por primera vez en la historia Argentina no se lo lleva puesto. Y eso tiene que ser reconocido, y no lo reconocen solamente los dirigentes de la oposición. Esa es una fortaleza, pero hay que salir hacia adelante. Pero la salida hacia adelante que implementó el macrismo, que es más o menos la que yo le escucho a Sartori, 'bajo los impuestos y lluvia de inversores'. Bajó los impuestos y lluvia de pobres. Ese fue el resultado mágico. El nivel de riesgo país está llevando a argentina al colapso, y acá graciosamente se prometen 100.000 puestos de trabajo.
Montevideo Portal / Agustín Zabala
Audiovisual: Martín de Benedetti y Pablo Scutari