Renato Opertti (60) tiene credenciales para hablar de educación. Repasemos su CV: es sociólogo egresado de la Udelar y Máster en investigación educativa (entre Uruguay y Canadá), actualmente es el decano de la Escuela de Postgrados de la Universidad Católica, experto senior en educación de la Oficina Internacional de Educación (OIE-UNESCO, con sede en Ginebra) y copresidente (co-chair, dice su currículum) de la Cátedra de UNESCO en Educación Híbrida. También es co-chair de uno de los grupos focales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos en relación a la iniciativa Future of Education and Skills 2030.
Opertti es, además, fundador e integrante del comité académico de la asociación civil Eduy21, que “tiene —pues, tenía— por cometido elaborar y consensuar entre diversidad de instituciones y actores, una hoja de ruta para el cambio educativo concebido sobre un horizonte de tiempo de 10 años”. Así, textual, lo dice en su CV resumido. Nacida en 2017, con un libro lleno de propuestas presentado en el Palacio Legislativo en 2018, con protagonismo en las elecciones de 2019 en tanto interpeló a cada partido de cara a las elecciones, a fines de este 2022 acaba de anunciar el “cierre de un ciclo”.
Los motivos fueron argumentados en un comunicado de despedida. En la misiva cuestionaron la transformación educativa (por falta de presupuesto y falta de acuerdos interpartidarios), reforma liderada y llevada adelante por muchos exintegrantes de Eduy21. Es más, de los 12 miembros que fundaron el think tank que proponía cambios en la educación, solo tres no integraron la gobernanza de la educación. Opertti dijo desde Ginebra, vía zoom, que a su juicio “no hay un sistema educativo en Uruguay”, porque “no tiene una conducción unitaria de la educación, que ordene el sistema educativo. […] Está fragmentada la ANEP, está fragmentado entre ANEP y el MEC, entre el MEC y la Udelar, y entre la Udelar y las universidades privadas. No existe un liderazgo de la educación”, sostuvo.
El experto afirma que decir que la transformación educativa —que toma muchas ideas sembradas en Eduy21— forma a los alumnos para el mundo del trabajo “es una acción de ignorancia”. Dijo que el colectivo nunca pretendió cargos en el gobierno, y que a los partidos políticos —insertos en un sistema de partidos— les cuesta darle lugar a instituciones de la sociedad civil en la construcción de políticas públicas.
“Es una reforma muy autorreferenciada en Anep, y con poca capacidad de diálogo hacia afuera. No encontramos una visión de involucramiento de la sociedad en la construcción de una transformación que requiere del basamento de la sociedad”
Voy a empezar por el final: ¿Por qué se disuelve Eduy21?
Más que disolverse, yo diría que cierra un ciclo. Eduy21 cierra un ciclo que valoramos como positivo. Logramos tres o cuatro cosas que vemos fundamentales. Una, haber creado un grupo que tiene una fortaleza en la diversidad de actores que provienen de diversas afiliaciones, no solo de partidos políticos, sino también profesionales, educadores, gente de fuera de la educación, activistas sociales, economistas, gente vinculada al arte, al trabajo. Esos distintos perfiles tenían un punto en común, que fue lo que motivó la creación de Eduy21: la finalidad política —no partidaria, pero sí política— de agendar una transformación educativa de envergadura, una agenda de cambios educativa.
Segundo, en el consenso entre diversos actores se logró una propuesta integral de cambios que está escrita, es el Libro abierto, que esboza una cantidad de propuestas que van desde los contenidos educativos a los aspectos más institucionales, de gobernanza de la educación, de gestión de los centros de formación docente, cubre todo el sistema educativo en su conjunto.
Tercer elemento: en base a ese Libro abierto y a la fortaleza que implicaba una constitución diversa de Eduy21, se logró contribuir a posicionar el tema educativo en la agenda política electoral. Es decir, la educación apareció mucho más visible como tema, y los partidos (todos) tuvieron que manifestarse. Eduy21 hizo un ciclo de entrevistas primero con los candidatos de cara a las internas, después con los candidatos a la Presidencia, y ahí, todos los partidos se posicionaron frente a lo que planteaba Eduy21. Ahí hubo desde la total adscripción a las propuestas de Eduy21 como pasó con el Partido Independiente, el Partido Nacional y el Colorado manifestaron el acuerdo con aspectos centrales de la propuesta, a cuestiones más puntuales de apoyo a la propuesta, en el caso del Frente Amplio o Cabildo Abierto.
Y el cuarto aspecto positivo —y acá te contestó la pregunta— es que el gobierno actual en su transformación educativa recoge algunas de las propuestas que hizo Eduy21. Lo que nos lleva al fin de ciclo es que no encontramos el eco suficiente hoy día en el sistema político para que impulsen un cambio que sea en base a un acuerdo. Para nosotros, la transformación que impulsa la ANEP no es sostenible sin un acuerdo político interpartidario de larga base.
Específicamente, ustedes señalaron en su comunicado de despedida que había “importantes dificultades presupuestales y de gestión del cambio”. ¿Pasa por ahí el cierre de las actividades del think tank? ¿A qué se refieren con “gestión del cambio”?
Con gestión del cambio nos referimos a que no se adquiere una concepción del cambio que integre y logre hacer dialogar a la diversidad de actores que tienen que estar en el cambio. Actores de dentro del sistema educativo, y de fuera del sistema educativo. Es una reforma muy autorreferenciada en ANEP, y con poca capacidad de diálogo hacia afuera de la ANEP. Tú me dirás que el presidente de ANEP ha recorrido el país y ha tenido diferentes reuniones; sí, eso es importante, pero no encontramos una visión de involucramiento activo de la sociedad en la construcción de una transformación que requiere del basamento de la sociedad, que requiere que la sociedad se comprometa, se enamore de la misma.
Y ahí encontramos que en esa gestión del cambio nos parece que la polarización entre gobierno y sindicato no ayuda. Están faltando cuerpos intermedios de la sociedad civil. Y ahí creo que el gobierno no vio la necesidad de involucrar actores como Eduy21 en la construcción de ese cambio. Eduy21 podía ser un puente, un lazo, una manera de buscar coincidencias en aspectos fundamentales, tratando de evitar esa polarización. Al no estar instituciones como Eduy21 y al no tener las instituciones docentes no gremiales con fuerza suficiente (o porque están cooptadas por el sindicato) se termina en una polarización gobierno-sindicato, que es el peor de los escenarios. Ahí es donde nosotros decimos que faltó una gestión del cambio.
Y respecto a lo presupuestal: no se están asignando los recursos necesarios para una transformación de la envergadura que se está planteando.
“Si vos querés ir hacia una educación de nueve grados necesitás hilos conductores mucho más potentes. Y si vas a la grilla curricular, sigue habiendo una segmentación entre Secundaria y UTU, y no es lo que pensamos que hay que tener”
Además, agregan: “Así como la necesidad de profundizar en los contenidos programáticos y su desarrollo efectivo en los centros educativos y las aulas”. ¿Hubo molestia en Eduy21 porque no se hubiese avanzado en los contenidos de los programas y su aplicación en la clase?
Encontramos una discrepancia importante y significativa entre una propuesta educativa que en su globalidad es muy transformacional, es un cambio de paradigma, un paradigma que intenta cambiar la manera en que se enseña y se aprende, al transitar hacia enfoques por competencia. Es decir, hacia enfoques basados en la capacidad de las personas de responder a situaciones problemáticas, uno tiene que integrar conocimientos, valores, aptitudes, emociones y la realidad de lo que pasa en el aula después, en el sentido de lo que termina siendo la estructura de asignaturas. Las asignaturas que están planteadas son muy tradicionales.
Y mantienen un esquema muy separado entre educación Secundaria y educación Técnica, cuando en realidad vos querés transitar hacia una educación de nueve grados. Si vos querés ir hacia una educación de nueve grados (lo que va desde primero de Primaria hacia lo que hoy es tercero de Educación Media) necesitás hilos conductores o unitarios mucho más potentes. Y si vas a la grilla curricular, sigue habiendo una separación o segmentación entre Secundaria y UTU, y no es lo que nosotros pensamos que hay que tener. Y, además, no hay espacio suficiente como para que los centros educativos puedan hacerse cargo de la transformación, que tengan espacios propios para definir contenidos. Siguen siendo asignaturas muy tradicionalistas, y puede tener que ver con no tocar demasiado la composición del Uruguay en términos de bloques tradicionales de formación.
No tocar demasiado la educación tal cual la pergeñó Varela, ¿es eso?
No tocar demasiado una estructura de Secundaria que está basada en que uno transite asignaturas. Y lo que no se hace —que para mí es una situación a atender— es que hoy por hoy en el mundo, en esa educación de nueve grados comunes, la fortaleza de una educación de ese tipo es que esa una educación comprensiva. Es para todos igual. Pero si vos vas a la estructura curricular de lo que plantea la transformación, los estudiantes que van a la educación técnica (ex UTU) tienen tecnologías, pero no lo que van a Secundaria. Y es un error: las tecnologías son para ambos. ¿O por qué tiene más Historia o más Arte la educación Secundaria? No se logra una formación comprensiva, una formación que conecta a integra las diferentes piezas del conocimiento. Sigue siendo una estructura muy segmentada.
Lo entrevisté en 2019, en 970 Universal, y me dijo que en Eduy21 entendían que había “cuatro tipos de problemas que reflejan cuellos de botella en el avance hacia una educación inclusiva y de calidad”. Estos cuatro grandes problemas que tenía nuestra educación entre 2017 y 2018 eran: el desempeño educativo (las bajas, los alumnos extraedad y las desigualdades en la tasa de egreso); también que era un sistema disfuncional; el diseño institucional, y la brecha entre escuela y liceo. ¿Nada de esto ha mejorado o está en vías de mejora con la transformación educativa a implementar?
Estos problemas siguen siendo problemas estructurales del sistema educativo. Lo que sí ha pasado es que algunos de estos puntos están encarados en la transformación que la ANEP plantea. Hoy por hoy no tenemos evidencia de que el desempeño educativo haya empeorado con la pandemia. Eso, en su momento, fue un dato positivo, cuando en otros países ha empeorado. Creo que fue el efecto de un Plan Ceibal armadito y con capacidad de llegada. Pero respecto a las alfabetizaciones fundamentales (lectoescritura, matemáticas y lengua), ahí tenemos un déficit todavía muy significativo, una brecha social preocupante. Es decir, no solamente los valores globales son bajos, sino que las brechas entre los sectores sociales son muy altas.
El segundo punto es el modelo disfuncional. Ahí nosotros seguimos pensando que el Uruguay como tal no tiene un sistema educativo, y esa es una alta disfuncionalidad. Uruguay tiene una serie de instituciones que tienen que ver con la educación. Y acá me meto en el tercer punto que mencionaste (la gobernanza), porque en realidad la LUC contribuye a disminuir los efectos de la segmentación, al tener un Codicen más compacto, más unitario, al tener direcciones en Secundaria, en educación técnica, en Primaria. Pero que, en realidad, como sistema educativo no hay una conducción unitaria de la educación. Aún cuando la LUC le da herramientas al MEC que antes no tenía, todavía sigue siendo una conducción sin unicidad, porque cuando vos hablás de transformación curricular, ¿a quién te referís? A la Anep. El rol del MEC en la transformación curricular está limitado por las propias normativas que tenemos hoy. Por tanto, para nosotros la LUC es una pequeña luz en algo mucho más importante que es cambiar el modo de gobernanza de la educación.
Y el cuarto punto: yo no creo que haya habido una disminución de la brecha. Te voy a hacer una aseveración sujeta al error: si la transformación curricular da algún resultado (yo espero que lo pueda dar), recién se verá un poco de la disminución de brechas no en dos años. Nadie espere que un partido pueda mostrar en las elecciones que viene que hubo una disminución significativa de la brecha.
“Algunos integrantes de Eduy21 tuvieron la voluntad de integrar un gobierno para ver si algunos de los cambios que se proponían se podían plasmar. Yo creo que se encontraron, en diferentes niveles, con un sistema altamente disfuncional para un cambio”
La reforma es liderada por Robert Silva, integrante de Eduy21, una de sus promotoras es Adriana Aristimuño, directora de Planificación Educativa de Anep y cofundadora de Eduy21 y el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, también lo integró. ¿Qué le dice esto? Quiero decir, la reforma fue liderada por miembros del colectivo...
Te diría que de los tres que mencionaste, la persona que estuvo más activa en Eduy21 fue Aristimuño. Eso muestra que algunos integrantes de Eduy21 tuvieron la voluntad y el deseo de integrar un gobierno para ver si algunos de los cambios que se proponían se podían plasmar. Yo creo que se encontraron, en diferentes niveles, con un sistema altamente disfuncional para un cambio. Y que las herramientas que tenían para ese cambio eran muy limitadas. Robert Silva lo dijo hace un par de días en una entrevista, al hablar de Eduy21. Dijo que ellos ajustaron las propuestas a las “rigideces de las realidades”. Yo creo que con eso no basta.
Ayer leí un tuit que citaba la noticia sobre la disolución de Eduy21, que decía: “Años militando les dio resultado, para llegar al gobierno y poner a sus representantes en los puestos. Ahora ya no es necesaria esa maquinaria”. Incluso, otros usuarios de Twitter sumaban este caso al de la organización civil Fundapro, cuyo líder hoy es el viceministro del Interior, Guillermo Maciel. ¿No hay algo de eso?
Yo creo que es una visión reduccionista menor. Hoy Pablo Meneses [N. de R.: sociólogo, experto en desigualdad educativa] decía algo: algunos nos critican por ser oficialistas, otros por ser opositores. El valor de Eduy21 no está en ser oposición ni gobierno. Nos han criticado unos y otros, unos nos critican porque no convalidamos lo que está haciendo la ANEP en su integralidad, y otros porque somos, de alguna manera, condescendientes con la propia estructura y por haber sido mucho más críticos con unos que con otros. Y eso no es así.
Nosotros lo que reivindicamos es la independencia y la pluralidad de pensamiento. Y reivindicamos eso desde la sociedad civil. Y lo hacemos porque Eduy21 jamás integra un gobierno, Eduy21 lo que hace es aportar ideas, aportar propuestas, pero no somos gobierno. Cuando Adriana Aristimuño, Pablo da Silveira, Robert Silva, Javier Lasida, Guillermo Fossatti y otros integran el gobierno, lo hacen por su afiliación partidaria, por su compromiso con el gobierno o con un partido. Pero en Eduy21 mantuvimos la independencia de pensamiento porque creemos que esa independencia de pensamiento nos permite seguir siendo ese puente de enlace. Muchas veces se nos critica porque somos eso. Nos comprometemos con un cambio educativo, nada más.
“¿Están todos de acuerdo en un modelo de formación por competencias? Porque si no estamos todos de acuerdo, ¿qué le vamos a decir a los padres? ‘Mire, su hijo va a tener tal educación, pero si viene tal gobierno, no sé si no vamos para atrás’”.
Pero da la impresión que la transformación educativa ha tomado varias ideas de Eduy21, sobre todo la de un marco curricular común en un ciclo de 3 a 15 años, darle autonomía a los centros educativos y darle mayor poder al MEC para que sea el responsable político de todo lo que pasara a nivel educativo y el Codicen el brazo ejecutor. ¿No lo ve así?
Yo creo que sí. Veámoslo históricamente: Si algunas de las propuestas que hizo Eduy21 no las hubiera hecho Eduy21, no habría transformación [educativa]. Dicho de otra forma: si no hubiera existido Eduy21 con esas propuestas, hoy no estaríamos hablando de transformación educativa. Y no lo digo como un acto de soberbia. No es que Eduy21 condensó en el libro lo que se estaba haciendo. Eduy21 puso en marcha una nueva agenda educativa. Y te doy dos o tres ejemplos claros: primero, el modo de gobernanza. Eduy21 dijo que hay que ir a un MEC de conducción unitaria, hay que integrar a los consejos a la dirección del Codicen. Es decir, Eduy21 facilitó una discusión sobre un modo de gobernanza más unitario, más flexible y más compacto. Esto se refleja esencialmente en el alumno.
Dos, en el cambio programático, de ir hacia un modelo por competencias, Eduy21 lo instala en el Libro abierto. Hablamos de ir hacia eso, competencias vinculadas a pensamiento crítico, autónomo, creatividad, empatía, formar a los niños para una ciudadanía global y local. Y las competencias con modelo de formación (el modelo universal) está reflejado en el documento curricular. Y tercero, pasar a la educación básica integral. En vez de tener Primaria, Secundaria y UTU separadas, tener una educación básica que integra de primer grado a noveno. Todo eso lo vemos como positivo. Vemos como positivos algunos avances.
¿Y entonces?
Lo que nos preocupa es cómo se gestiona ese cambio, cómo se sostiene presupuestalmente y cómo se aterriza en contenidos específicos en los centros educativos. Pero ¿qué dice Eduy21? Para estas cosas se requieren acuerdos políticos, porque sin acuerdos políticos una educación de nueve grados es imposible. O un modelo de formación. Vas a formar a los docentes para competencias del futuro, mañana viene un nuevo gobierno y dice “no más formar para las competencias” y se terminó. Entonces, me preocupa mucho que todos los partidos políticos no se hayan expresado, sobre todo el Frente Amplio [FA] sobre estos temas. ¿Están todos de acuerdo en una educación básica e integral a nueve grados? ¿Están de acuerdo en un modelo de formación por competencias? Porque si no estamos todos de acuerdo, ¿qué le vamos a decir a los padres de los escolares? “Mire, su hijo va a tener tal educación, pero si viene tal gobierno, no sé si no vamos para atrás”.
A gran parte del FA no les gusta el modelo por competencias. Dicen que está mal prepararlos para el mundo del trabajo, que es una visión capitalista.
Pero eso es un acto de ignorancia. El modelo de formación por competencias no es formar para el trabajo, es formar para la ciudadanía, para la persona. Cuando vos formás para ser competente para ejercer el pensamiento, la creatividad, la innovación, no estás formando para el trabajo, estás formando para tu vida, para tu desarrollo personal, ciudadano. Si en las cuestiones básicas no hay acuerdo, estamos en el horno. Porque quiere decir que mañana viene un gobierno x y dice “no más este enfoque”… porque, ojo, hay además influencia sindical y es diferencial según el partido político (que gobierne). Si un sindicato tiene una posición reduccionista para mí, equivocada, sobre los enfoques por competencias, puede hacer que un partido diga “no más eso” y, entonces, volvemos atrás.
Y lo peor que le puede pasar a Uruguay es volver atrás. Si Uruguay vuelve a la prepandemia es un acto suicida. Eso te lo afirmo.
En 2018 Eduy21 presentó en el Palacio Legislativo el Libro abierto, un documento de 112 páginas, que condensaba sus propuestas para mejorar la educación pública en el país y lograr acuerdos. Ya hablamos de lo que se ha hecho. Al finalizar 2022 y con nuevo gobierno desde 2020, ¿qué está en el debe?
En el debe está profundizar en los contenidos y en las cuestiones institucionales y de gestión y de formación docente, para que se haga realidad la reforma. Y ahí es donde nosotros encontramos un problema. La actual forma de organización de la educación es tan limitada y fragmentada que hace difícil sostener la transformación. Nosotros creemos que una transformación de la envergadura de la que Anep está planteando requiere de un nuevo marco normativo, requiere de una nueva Ley de Educación, que le dé sostenibilidad, que le dé legitimidad.
Tiene que estar en la Ley de Educación que vamos a formar por competencias. Tiene que ser una decisión de la ley educativa. Si no, estamos sujetos a los vaivenes de una administración o de otra. Lo que hoy no tiene la transformación es sostenibilidad programática e institucional. Programática porque las asignaturas en las que se basa la transformación siguen siendo muy tradicionales, y responde mucho a los intereses corporativos de mantener tantas horas, tantas otras, más una cuestión de distribución horaria que de contenidos. Y lo otro fundamental es que el marco institucional sigue siendo extremadamente fragmentado.
Te pongo un ejemplo concreto: en una transformación como la que se está planteando, los inspectores de Primaria y de Secundaria, ¿tienen que trabajar separados? No, tienen que trabajar en un marco unitario. Hoy siguen separados. Ese tipo de restricción institucional es muy severa, no solo por los aspectos normativos, sino de las mentalidades.
“Nosotros no fuimos a ofrecer nombres. Lo que sucede es que en las discusiones a veces surgen nombres, pero Eduy21 nunca tuvo —institucionalmente— una definición respecto a nombres”
El diario El País informó que el colectivo le había propuesto tres nombres a las autoridades de este gobierno, y no fueron atendidos: se pidió que Juan Pedro Mir fuera director general de Primaria, que Virginia Piedracueva sea directora general de Secundaria y que usted ocupara un lugar en el Plan Ceibal. Robert Silva sólo negó el nombre de Mir. ¿Es verdad que ofrecieron estos nombres?
No, nunca. No somos una agencia de colocaciones. Nosotros nunca ofrecimos un nombre de nadie. A mí personalmente no se me ofreció ningún cargo…
Lo que dice la información es que desde Eduy21 se ofrecieron su nombre, el de Mir y Piedracueva.
No, Eduy21 no le propuso ningún nombre. Lo que Eduy21 hizo fue dialogar con las autoridades diciendo quiénes son las personas que están en el colectivo y cuáles son sus fortalezas. Indudablemente Juan Pedro Mir tiene un destaque en la educación Primaria y para nosotros es un referente en cualquier gobierno, Virginia Piedracueva es una excelente directora de un centro educativo con grandes conocimientos de educación Secundaria, que es un valor para cualquier gobierno. Nosotros no fuimos a ofrecer nombres. Lo que sucede es que en las discusiones a veces surgen nombres, pero Eduy21 nunca tuvo —institucionalmente— una definición respecto a nombres.
El lunes 26 El Observador nombró a todos los fundadores de Eduy21 en 2017: Fernando Filgueira, Juan Pedro Mir, Renato Opertti, Adriana Aristimuño, Pablo Da Silveira, Ana Ribeiro, Sebastián Bauzá, Héctor Bouzón, Ademar Cordones, Guillermo Fossatti, Javier Lasida y Patricia Viera. El diario agregó que excepto Filgueira, Mir y usted, todos los demás formaron parte de la gobernanza de la educación durante este gobierno. ¿Cómo explica que no hay una cuestión de pretender cargos acá?
Muy simple. La gente que tú mencionás que están en cargos están por una definición que hizo la persona, seguramente vinculada a un partido político. Hagamos una distinción conceptual importante: ni Mir ni yo tuvimos actividad político partidaria durante la pasada campaña electoral. ¿Por qué razón? Yo fui director ejecutivo de Eduy21 durante la campaña electoral, y asumí ese cargo con una condición: no hacer actividades político partidarias, porque ahí perdíamos legitimidad. Y no hicimos ni una sola actividad político partidaria. Los demás que tú mencionás están vinculados como técnicos a distintos partidos: Lasida como técnico del Partido Independiente, Fossatti como técnico de largo tiempo del ex senador Jorge Larrañaga, Da Silveira fue el autor del programa del Partido Nacional, Aristimuño fue la principal referente en educación de Ciudadanos, todos tenían una vinculación político partidaria.
Las tres personas que hemos alternado en la dirección de Eduy21 hemos sido Fernando Filgueira, después yo y en el último período, Juan Pedro Mir. Los tres hemos tenido una independencia, más allá de las simpatías políticas de cada uno. Yo en este momento no estoy en ningún partido, ni estoy militando ni lo voy a hacer.
¿Ya no se siente colorado?
Yo nunca renegué de mi condición de socialdemócrata y batllista. Nací, soy y seré siempre batllista, porque es una filosofía socialdemócrata. Yo me considero un socialdemócrata de pura cepa. Pero no tengo actividad político partidaria.
¿Usted cree que los que deben diseñar políticas públicas no le dan espacio a la sociedad civil, porque el sistema de partidos políticos la come?
¡Ja! Qué tema… eso es lo que está detrás de la carta [de despedida de Eduy21]. Los partidos políticos en Uruguay, todos, tienen una matriz muy partidocrática. Le cuesta mucho involucrar a la sociedad civil en la construcción de políticas públicas. A los partidos políticos no les gusta que actores por fuera del sistema de partidos, los molesta, de alguna manera. Y mirá qué curioso: uno de los primeros que captó que era bueno que desde la sociedad civil se interpele al sistema de partidos, uno de los que más tomó esa agenda, fue el hoy presidente, Luis Lacalle. “Ojalá que haya muchos Eduy21”, dijo. “En el agro, en la seguridad social, etcétera”. Y fijate lo que pasa hoy día: se acaba de votar la reforma de la seguridad social. ¿Qué pudo haber faltado? Un colectivo de la sociedad civil que analizara los pros y contras de las propuestas. Entonces, la construcción de política pública sin la sociedad civil termina siendo muy partidocrática. Y eso, nos parece, es una falencia muy fuerte del Uruguay.
¿Cómo es eso de que “Uruguay no tiene sistema educativo”, como dijo hace unos minutos? Amplíeme esta reflexión.
Uruguay no tiene sistema educativo porque no tiene una conducción unitaria de la educación, que ordene el sistema educativo. El Ministerio [de Educación] tiene que ver con algunos fragmentos de la educación, ANEP con otros, la Universidad con otros. No hay una conducción normativa, unitaria, que permita que todas las instituciones trabajen sobre objetivos comunes, porque está muy fragmentado. Está fragmentada la ANEP, está fragmentado entre ANEP y el MEC, entre el MEC y la Udelar, y entre la Udelar y las universidades privadas. No existe una conducción o liderazgo de la educación. Yo creo que Uruguay debería encarar un nuevo modo de gobernanza de las políticas públicas, no sólo en educación. Debe encarar una transformación del Estado en políticas públicas.
La educación pública uruguaya ¿es feliz?
La educación pública uruguaya es… un tesoro que tenemos los uruguayos, que tenemos que recrear para que sea relevante de acá al futuro. Y si es relevante seguramente la felicidad es parte de eso, porque los niños aprenden cuando son felices. Está comprobado por la neurociencia: los niños aprenden cuando son felices. Lo que vos conocés y tus emociones, van juntas. Entonces, si la educación no conecta con tus emociones, la educación no tiene relevancia. O sea: la felicidad es intrínseca a una buena educación.