“La fruta cae cerca del árbol”, dijo Luis Alberto Lacalle Pou en 2019, en un comentario en el que aseguraba seguir el rumbo moral y ético de su padre, Luis Alberto Lacalle Herrera, quien fuera presidente entre 1990 y 1995.

La frase pronunciada por el actual mandatario parece aplicable también a la familia Salle. El abogado retirado Gustavo Salle, fundador y líder del partido Identidad Soberana, se define como “antivacunas” y durante la pandemia protagonizó algunos episodios.

“Paramos a los genocidas que están inoculando para matar”, dijo en julio de 2022, cuando una resolución del juez Alejandro Recarey detuvo la vacunación anticovid en niños, moratoria que solo duró unos días.

Antes, en julio de 2021, Salle y sus seguidores se concentraron frente al Auditorio Adela Reta, donde se llevaba a cabo un homenaje a los integrantes del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), equipo de científicos que establecieron estrategias de lucha contra la propagación del coronavirus. Los manifestantes llevaban pancartas que decían “genocidio”, “plandemia”, “pase verde abuso de poder” y “orgullosamente no vacunado”, entre otros.

En las elecciones del pasado domingo, Identidad Soberana alcanzó los votos suficientes para acceder a dos escaños en la Cámara de Diputados, bancas que ocuparán Gustavo Salle y su hija Nicolle, quien hasta ahora, y a diferencia de su progenitor, no poseía mayor proyección mediática.

En las últimas horas, Nicolle demostró que en lo que respecta a su postura ante la vacunación cae “cerca del árbol” y abona la misma postura. Así lo divulgó el periodista Leonardo Haberkorn en su blog, en el que reprodujo una publicación que la diputada electa hizo en la red social Facebook. En el posteo, atribuye el espectacular accidente de un bus de la línea 121 en la rambla al efecto de las vacunas contra el covid.

“Esta es la triste nueva normalidad, sepan que quienes se inocularon son bombas de tiempo. Han destrozado la salud de billones de personas y ahora a lidiar con las consecuencias”, escribió Nicolle Salle, junto a una noticia acerca del siniestro.

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En su blog, Haberkorn cuenta que jamás había oído acerca de Nicolle Salle, y que un amigo le contó acerca de lo que esta había publicado en la red.

“Me pareció tan asombroso que entré al Facebook de Nicolle Salle para ver si era cierto. Lo era. Lo había escrito. Y había otras publicaciones abonando la misma teoría”, explicó el comunicador. Actualmente, el posteo de Salle ya no se encuentra abierto al público.

El comentario de la futura diputada es una muestra de la “evolución” experimentada por los adherentes a las teorías de la conspiración acerca de las vacunas, ante el hecho de que las personas vacunadas no están muriendo en masa, ni quedaron estériles, ni son manejadas a control remoto desde antenas de tecnología 5G.

Durante la “infodemia” o crisis de la desinformación surgida junto a la pandemia de covid, muchos de quienes desconfiaban de las vacunas afirmaban lisa y llanamente que sus componentes matarían a quienes se inyectaran. Sin embargo, las cifras dieron por tierra con tal amenaza. Las vacunas comenzaron a administrarse en los últimos días de diciembre de 2020 —a Uruguay arribaron en abril de 2021— y la mortalidad global no reflejó semejante afirmación.

A modo de ejemplo, basta mirar a Uruguay: la vacunación comenzó en abril de 2021 y para junio ya había dos millones de personas inoculadas. Hoy, con más del 85% de la población vacunada, los sepultureros no han tenido que trabajar a destajo por eso.

Pese a todo lo antedicho, algunos negacionistas intentaron adaptarse a los hechos mediante un método sencillo: achacar a la vacuna todas las muertes y enfermedades, cualquiera fuera su causa.

Lo que sí se comprobó fue que las vacunas anticovid podían provocar en algunas personas cansancio, dolores en cabeza, músculos o articulaciones, fiebre, escalofríos, efectos sobre los que se advierte en los prospectos.

En casos raros, cerca del 1%, pueden tener efectos secundarios como malestar general e inflamación de los ganglios linfáticos.