Contenido creado por Felipe Capó
Internacionales

POR THE NEW YORK TIMES

Nayib Bukele dice que no devolverá a EE. UU. al hombre deportado por error a El Salvador

La reunión en el Despacho Oval entre Trump y el salvadoreño fue un ejemplo contundente del desafío de Trump a los tribunales federales.

15.04.2025 17:07

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2025-04-15T17:07:00-03:00
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Por The New York Times | Zolan Kanno-Youngs

La reunión en el Despacho Oval entre Donald Trump y el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, fue un ejemplo contundente del desafío de Trump a los tribunales federales.

El lunes, en una reunión en el Despacho Oval con el presidente Donald Trump, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, dijo que no devolvería a un hombre de Maryland que fue deportado por error de Estados Unidos y enviado a una conocida prisión salvadoreña.

Bukele, quien se ha posicionado como un aliado clave de Trump, en parte por abrir las cárceles de su país a los deportados, se sentó junto al presidente y un grupo de funcionarios de su gabinete que adoptaron un tono combativo sobre el caso, el cual ha llegado a la Corte Suprema.

“Por supuesto que no voy a hacerlo”, dijo Bukele cuando los periodistas le preguntaron si estaba dispuesto a ayudar a devolver al hombre, Kilmar Armando Abrego Garci a, de 29 años y padre de tres hijos, quien fue deportado el mes pasado. El gobierno de Trump ha reconocido que su deportación fue el resultado de un “error administrativo”.

El mensaje de la reunión fue claro: ni Trump ni Bukele tenían intención alguna de devolver a Abrego Garcia, aunque la Corte Suprema haya dictaminado que debe regresar a Estados Unidos. El caso ha llegado a simbolizar el desafío de Trump a los tribunales y su voluntad de deportar a personas sin el debido proceso.

Trump también barajó la posibilidad de enviar a ciudadanos estadounidenses condenados por delitos violentos a prisión en El Salvador, aunque dijo que la fiscal general Pam Bondi aún estaba estudiando la legalidad de la propuesta.

“Si se trata de un delincuente local, no tengo ningún problema”, dijo Trump. “Estoy hablando de gente violenta. Hablo de gente realmente mala”.

Antes de que se permitiera a todo el grupo de periodistas entrar en el Despacho Oval para la reunión, las cámaras de televisión captaron a Trump diciendo a Bukele que construyera más prisiones.

Trump invitó a algunos de sus principales funcionarios a la reunión del lunes, gran parte de la cual se celebró ante las cámaras de los medios de comunicación. Bondi y Stephen Miller, quien es el arquitecto de la agenda de inmigración de Trump, acusaron a Abrego Garcia de pertenecer a la banda MS-13.

Abrego Garcia nunca ha sido acusado ni condenado por pertenecer a una banda. Según sus abogados, en 2011 huyó de las amenazas y la violencia en El Salvador y vino a Estados Unidos ilegalmente para reunirse con su hermano, ciudadano estadounidense, en Maryland. Posteriormente, se casó con una ciudadana estadounidense. En 2019, un juez de migración prohibió a Estados Unidos deportarlo a El Salvador, alegando que allí podría sufrir violencia o tortura.

Los abogados de Abrego Garcia no respondieron inmediatamente a las solicitudes de comentarios.

“Depende de El Salvador si quieren devolverlo”, dijo Bondi. “Eso no depende de nosotros”. Miller fue más allá, argumentando que un juez federal se había extralimitado al ordenar al gobierno que proporcionara una hoja de ruta para el retorno de Abrego Garcia. “Ni el secretario de Estado ni el presidente pueden ser obligados por nadie a recuperar por la fuerza de El Salvador a un ciudadano salvadoreño que, otra vez, es miembro de la MS-13?, dijo.

Bukele siguió su ejemplo, diciendo que devolver a Abrego Garcia sería similar a introducir de contrabando a “un terrorista en Estados Unidos”. Mientras el presidente salvadoreño hablaba, Trump, rodeado de miembros del gabinete que hablaban en apoyo del presidente en el momento oportuno, sonreía en señal de aprobación.

El lunes por la noche, más de una hora después de que venciera el plazo ordenado por un juez, el Departamento de Justicia presentó su actualización diaria, en la que exponía los pasos que había dado para devolver a Abrego Garcia a Estados Unidos. Se hacía eco de muchos de los recalcitrantes comentarios que los funcionarios del gobierno habían hecho en el Despacho Oval.

El representante Hakeem Jeffries de Nueva York, principal demócrata de la Cámara de Representantes, pidió a los tribunales que declararan en desacato a los funcionarios del gobierno de Trump.

“La Corte Suprema y/o el tribunal federal de distrito tienen que hacer cumplir su orden”, dijo Jeffries en MSNBC, sugiriendo que las citaciones por desacato podrían dirigirse a los secretarios de Estado y de Seguridad Nacional, así como a sus subordinados.

La esposa de Abrego Garcia, Jennifer Vasquez Sura, dijo que los gobiernos estadounidense y salvadoreño estaban jugando “juegos políticos” con la vida de su marido.

“Me pesa el corazón, pero me aferro a la esperanza y a la fuerza de quienes me rodean”, dijo.

Stephen Vladeck, profesor de Derecho de la Universidad de Georgetown, dijo que la idea de que “el gobierno pueda hacer desaparecer a personas en un país extranjero sin el debido proceso y sin ninguna responsabilidad por lo que ocurra después” equivalía a “una crisis del Estado de Derecho”.

“Si el gobierno puede hacérselo a Abrego Garcia, puede hacérselo a cualquiera”, dijo Vladeck.

En Bukele, Trump ha encontrado un aliado en sus esfuerzos por obligar a decenas de migrantes a ingresar en una prisión salvadoreña y mantenerlos allí sin apenas tener en cuenta los controles y equilibrios.

La Corte Suprema ordenó la semana pasada al gobierno que “facilitara” el regreso de Abrego Garcia, pero nunca definió los pasos concretos que debían dar los funcionarios estadounidenses para llevar a cabo el plan. Bondi argumentó el lunes que el fallo del tribunal significa que Estados Unidos tendría que ayudar al regreso de Abrego Garcia —por ejemplo, proporcionándole un avión— solo si Bukele decidiera enviarlo de vuelta a Estados Unidos.

“El tribunal dio al gobierno una abertura y la administración ha tomado una abertura milimétrica y la ha atravesado con un camión Mack”, dijo Vladeck.

Michael Kozak, alto funcionario de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, dijo el sábado en una declaración jurada que, según la información facilitada por la embajada estadounidense en San Salvador, Abrego Garcia está “vivo y seguro” en la prisión conocida como Centro de Confinamiento del Terrorismo o CECOT.

En una presentación legal el domingo, el Departamento de Justicia también argumentó que los tribunales carecían de capacidad para dictar los pasos que la Casa Blanca debía dar para devolver a Abrego Garcia porque solo el presidente tiene poder para manejar la política exterior estadounidense.

El gobierno de Trump ha invocado una autoridad centenaria para deportar a migrantes a El Salvador, alegando que son miembros de bandas violentas como la MS-13, que se originó en Estados Unidos y opera en Centroamérica, y el grupo criminal venezolano Tren de Aragua.

La Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 permite la deportación sumaria de personas procedentes de países en guerra con Estados Unidos.

Aunque algunos de los deportados tenían condenas penales, los documentos judiciales han demostrado que las pruebas en las que se ha basado el gobierno para etiquetar a algunos de ellos como miembros de bandas eran a menudo poco más que tatuajes o ropa asociada a una organización criminal.

Aunque el gobierno se resistió a ayudar a Abrego Garcia, el senador Chris Van Hollen, demócrata de Maryland, dijo el lunes que quería discutir con Bukele la devolución del migrante salvadoreño. Añadió que viajaría a El Salvador esta semana si no se devolvía a Abrego Garcia.

El gobierno de Trump redobló su acuerdo de encarcelamiento con Bukele el domingo, cuando anunció que durante el fin de semana había enviado a El Salvador a otras 10 personas presuntamente miembros de las dos bandas.

Bukele se ha hecho un espacio en la escena mundial abriendo las puertas de su sistema penitenciario a Trump.

El gobierno de Biden trató a Bukele, quien se ha referido a sí mismo como el “dictador más genial del mundo”, como un paria. El Departamento de Justicia del anterior gobierno incluso acusó a Bukele y al gobierno salvadoreño de ser indulgentes en secreto con ciertos líderes de bandas. Trump ha parecido admirar a Bukele como un equivalente de MAGA en Latinoamérica, quien no dudará en defender su agenda interna.

En algunos momentos del lunes, Bukele y Trump dejaron de hablar de migración para mostrar que estaban de acuerdo en criticar a los políticos que apoyaban que se permitiera a los atletas transgénero competir en deportes femeninos.

Bukele también bromeó sobre cómo su personal no incluye “contrataciones DEI”.

Trump y Bukele han combinado su imagen de mano dura contra la delincuencia con campañas de relaciones públicas muy sensacionalistas en las redes sociales.

Tras un aumento de la violencia de las bandas en El Salvador, Bukele impuso el estado de excepción, que aún no se ha levantado, y ordenó a la policía y a las fuerzas militares que llevaran a cabo detenciones masivas. Muchos de los 85.000 salvadoreños que fueron detenidos desaparecieron en el sistema penitenciario sin juicio y sin que sus familias supieran si estaban vivos.

“Estados Unidos debería pedir cuentas al gobierno de Bukele por estas graves violaciones, pero, en lugar de ello, el gobierno de Trump se está alineando con Bukele y copiando su manual autoritario: deteniendo a personas sin pruebas, negándoles el debido proceso y haciéndolas desaparecer indefinidamente en las abusivas prisiones salvadoreñas”, dijo Amanda Strayer, asesora principal sobre rendición de cuentas del grupo Human Rights First.

Aun así, la popularidad de Bukele ha subido vertiginosamente, y el año pasado fue reelegido por una amplia mayoría, al tiempo que su gobierno registraba un descenso de los delitos violentos. La semana pasada, el gobierno de Trump modificó una advertencia sobre viajes a El Salvador, afirmando que era más seguro visitarlo que visitar países como Francia o el Reino Unido.

El gobierno de Trump otorgó una mención a los progresos de El Salvador en la reducción de la violencia de las bandas en los últimos tres años, a pesar de que el Departamento de Justicia había acusado anteriormente a Bukele de conceder favores a los miembros de las bandas a cambio de mantener bajas las cifras de homicidios.

Bukele describió la mención en las redes sociales como algo parecido a recibir una “estrella dorada”.