Ricardo Pascale, expresidente del Banco Central del Uruguay (BCU) y artista plástico, murió este viernes a los 81 años, según informó Telemundo (Canal 12) y confirmaron distintos dirigentes colorados.
El economista encabezó el BCU entre 1985 y 1990, durante el primer gobierno de Julio María Sanguinetti, y entre 1995 y 1996, en la segunda administración del exmandatario colorado.
Recientemente había publicado un libro titulado El Uruguay que nos debemos, en el que señaló que en el país “no hay una política clara de crecimiento a largo plazo”. “Nos vamos alejando en términos de producto per cápita de los países que fueron nuestros referentes o que tienen nuestros apellidos, de donde venimos casi todos nosotros”, dijo en diciembre en una entrevista con En perspectiva.
Este viernes iba a dar una charla sobre la coyuntura económica junto a Javier de Haedo y Kenneth Coates en el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry, organizada por el Centro de Estudios Prospectivos, pero la actividad fue suspendida, según informó el senador cabildante Marcos Methol.
En 2021, en el espacio de entrevistas Seré curioso, Pascale abordó un conjunto de ideas sobre a lo que debería apuntar Uruguay. Por entonces, había publicado el libro Del freno al impulso. Una propuesta para el Uruguay futuro, donde puso énfasis en la economía del conocimiento y la innovación.
“Cuando uno mira por qué crece un país, cuando yo era estudiante nos enseñaban que podía crecer por el capital, por el trabajo, o por los recursos naturales. Si fuera así, Argentina andaría volando. Un día un botija de 18 años, Robert Solow (vive todavía) descubrió para su tesis que el mayor crecimiento de los países no se debía ni por el aporte del trabajo, ni al aporte del capital ni a los recursos humanos, sino otra cosa que no se sabía lo que era. Hoy eso se llama 'residuo de Solow' o 'productividad total de los factores'. Sería todo aquello que hace crecer el PBI y no es explicado ni por el crecimiento del trabajo, ni por el capital ni por los recursos naturales. Digamos: por esa variable crecería 3, pero el país creció 7. ¿Los otros 4 a qué se deben? Se deben al famoso residuo de Solow. Siguieron estudiando esa teoría, se metieron adentro de ese residuo y vieron qué era: la eficiencia con la que se utilizan otros recursos, el conocimiento aplicado que hay. Es la innovación aplicada que hay. Entonces: la explicación por la cual nosotros (Uruguay) nos fuimos quedando es que ese residuo, productividad total de los factores, es muy pequeña o negativa en muchos períodos”, afirmó en esa oportunidad.
Y agregó: “Si esa es la causa, es porque no hemos entrado en la economía del conocimiento, es la que hace crecer a aquella parte del PBI que no se debe ni al capital, ni al trabajo ni a los recursos humanos. Se debe a una invención. Fulano inventó algo nuevo y cuesta una fortuna. Los chicos que crean una start up, y crean lo que se llama un unicornio. Entonces, hoy día no hay ningún país en el mundo que haya crecido sin haber ingresado en la economía del conocimiento, que es la aplicación económica del saber”.
Además también enfatizó en la falta de un debate público sobre estos temas.
“La tiranía del corto plazo nos va consumiendo. Las democracias, para poder seguirse desarrollando, tienen que tener una muy buena relación con el futuro, y saber bien para donde va. Mirar con respeto el pasado, tomar ese legado, mirar las prioridades del presente, y saber el rumbo futuro a la luz de ese contexto. Yo creo que en Uruguay el futuro no está en el debate”, dijo en ese reportaje.