El expresidente uruguayo José Mujica dijo este viernes que “la imagen del país es lo que cuenta”, al ser cuestionado sobre si viajar con el presidente Luis Lacalle Pou supone una “tregua” política entre oficialismo y oposición.
Mujica, que dialogó con la prensa en el Hospital de Clínicas cuando fue a vacunarse con la última dosis de refuerzo contra la covid-19, desestimó los cuestionamientos sobre si recibió una invitación de acompañar al mandatario en la investidura de Luiz Inácio Lula da Silva por su afinidad personal y política con el futuro presidente brasileño.
“Acá la imagen del país es lo que cuenta. Son muy pocos los países que pueden hacer esto, y nosotros tenemos que cultivarlo porque ayuda, aunque sea simbólicamente […] acá no hay nada especulativo importante”, apuntó el exsenador por el Frente Amplio.
Mujica, que viajará el domingo a Brasilia con Lacalle Pou, el canciller Francisco Bustillo, y el expresidente Julio María Sanguinetti, señaló que, si bien “cualquiera sabe” que es “bastante viejo amigo” de Lula, Lacalle no depende de su ayuda para acercarse al futuro gobernante.
“Lacalle Pou no precisa que yo le haga contactos, es mayorcito y es el presidente de la República, pero la buena relación con Brasil le conviene al país, en este momento el principal cliente que tenemos. Yo creo que eso hay que cultivarlo y tratar de ayudar en lo que se pueda”, reflexionó.
En tanto, solo pudo confirmar sobre el viaje a Brasilia, donde Lula sucederá a Jair Bolsonaro como presidente del gigante sudamericano, que será “rápido”, pues según informaron medios locales el retorno será ese mismo día. Mujica fue consultado también sobre la postura del Ejecutivo uruguayo de negociar acuerdos por fuera del bloque Mercosur.
“El problema es que se abran los otros [países integrantes del bloque, Argentina, Brasil y Paraguay]. Llevo 30 años diciendo hay que abrirse, hay que abrirse […] pero resulta que los otros no se abren, entonces hay que revolverse, tratar de hacer negocio con el que se descuide”, manifestó el expresidente.
Brasilia comenzó a ser blindada a partir de este
viernes para la investidura de Lula da Silva, que será celebrada el domingo
bajo una estricta seguridad frente a las amenazas de la ultraderecha más
violenta y radical.
La preocupación de las autoridades está enfocada en amenazas que han surgido en unos radicales grupos de ultraderecha que respaldan al presidente saliente, Jair Bolsonaro, quien hoy rompió el silencio en el que se había sumergido desde su derrota en las urnas y desalentó a los violentos, aunque pidió a los suyos que mantengan una dura oposición a Lula.
EFE