Enmendar un
Brasil “crispado” por la división para que el “enemigo” se vuelva “adversario”
será el titánico desafío de un Luiz Inácio Lula da Silva que “es consciente de
las dificultades que va a tener por delante”, según asegura en entrevista con
la Agencia EFE el expresidente uruguayo José Mujica.
“El amor venció” fue la frase elegida por Lula
para acompañar una de las imágenes que recorrieron el mundo cuando, tras
recibir la “faixa” (banda) de manos de ocho representantes del pueblo
brasileño, asumió la que será su tercera presidencia con un mensaje claro: el
de que gobernará “para todos los brasileños”.
Sin embargo, para Mujica ese reto no será sencillo
porque, como dice en una conversación telefónica con EFE, el gigante suramericano
todavía debe dejar atrás el clima de tensión y constantes ataques que
caracterizó tanto la última campaña electoral como el trecho final de los
cuatro años de gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022).
Unificar un Brasil “crispado”
“Uno de los problemas esenciales es que Brasil
está crispado por su contradicción política y la prédica larga, conservadora,
reaccionaria, peyorativa, llena de insulto, a lo largo de años, que practicó
Bolsonaro, y que ha dejado como una de sus consecuencias una sociedad muy
polarizada”, expresa el exsenador por el Frente Amplio.
Mujica enfatiza así lo dicho en su columna de
opinión en la emisora local M24, donde también afirmó que “el arte de la
política es transformar al enemigo en adversario”, para explicar por qué
propiciar esta reunificación en Brasil será una tarea compleja para quien ya
gobernó ese país por dos mandatos consecutivos entre 2003 y 2010.
“Es difícil porque este proceso ha calado muy
hondo, lleva mucho tiempo y no sé en qué medida lo podrá lograr, es una de las
incógnitas que están presentes en el porvenir inmediato; pero esos obstáculos
van a estar presentes porque la realidad no se cambia por arte de magia”,
reflexiona quien es también considerado un referente de la izquierda
latinoamericana.
El político, que a sus 87 años modificó sus planes
iniciales de cara a la investidura del brasileño, con quien mantiene “una vieja
amistad”, a raíz de una invitación del presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou,
para viajar juntos con el también expresidente Julio María Sanguinetti
(1985-1990 y 1995-2000), remarca además que Lula conoce bien la profundidad de
la herida que divide a su pueblo.
“Por eso mismo ha dicho ‘este es el desafío más
grande que he asumido en mi vida‘, él es consciente de las dificultades que va
a tener por delante”, acota.
Defender la alegría
Por otro lado, Mujica manifiesta su punto de vista
sobre cómo la retórica de Bolsonaro, quien fue frecuentemente señalado por la
diseminación de noticias falsas y quien en más de una oportunidad desacreditó
la vacuna contra la covid-19, sembró división y violencia en un país que, dice,
culturalmente siempre estuvo “signado por la alegría”.
“Es el único país que yo he visto que hay
manifestaciones políticas bailando samba, una característica que impresiona
cuando se conoce al pueblo brasilero”, apunta el también exguerrillero, a lo
que añade que Lula deberá atender ese aspecto “más allá de los aspectos
económicos y sociales” que centran su proyecto de “reconstrucción” del país.
“El que Brasil recupere su temperatura emotiva de
vida es central porque, como dijo él, no puede haber dos Brasiles. Es parte de
recuperarse como sociedad, como país, recuperar ese tono y dejar por el camino
esa actitud de odio y de ataque en un país cuya tradición es más bien lo
contrario”, concluye el uruguayo.
Por Alejandro Prieto para EFE