Por Valentina Temesio
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El 10 de mayo de 2007, cuando Mikaela Rodríguez fue elegida como una de los tres estudiantes que recibirían una computadora de las manos del presidente Tabaré Vázquez, no pensó que se convertiría, de algún modo, en un nuevo símbolo de la educación uruguaya.
“Una computadora, un niño” se llamaba la campaña que comenzó en un pequeño pueblo de Florida, Villa Cardal, en la escuela Italia n° 24, a la que asistían unos 175 alumnos. El plan piloto brindaba las XO, blancas y verdes, que en aquel entonces eran la “última generación”.
Rodríguez, que cursaba cuarto año de Primaria, no sabía entonces que aquel momento repercutiría tiempo después: cuando la invitaron a un sello en homenaje de Vázquez en 2022 o cuando buscaba recibirse en silencio y con su familia pero se volvió viral.
“Me acuerdo del momento en el que mi maestra me comentó que se iba a hacer el acto en Cardal, que el presidente iba a hacer la entrega de una computadora a cada uno de nosotros y que habían tomado la decisión de que se la entregaran a tres niños”, dice en diálogo con Montevideo Portal. No sabe por qué ella fue uno de esos estudiantes; cree que fue “al azar”.
A su escuela de Cardal la recuerda con cariño, un espacio en el que todos —maestros y alumnado— eran “cercanos”. Y también se acuerda del impacto de la Ceibalita.
¡Qué historia! Felicitaciones a Mikaela. https://t.co/zVOkeyrwv2
— Rodrigo Arim (@RodrigoArim1) December 2, 2024
“Se trabajó bastante con todo lo que fue Ceibal, se cambiaron las prácticas educativas por el hecho de que los docentes empezaron a implementar la herramienta a la que estábamos accediendo. Entonces, en base a cómo se manejaba la computadora, que desconocían el funcionamiento y para nosotros también era algo totalmente nuevo, tratamos en conjunto de trabajar de la mejor manera posible con ellos”, recuerda.
La novedad de ese nuevo aparato que para muchos significó el primer contacto con una computadora era “la locura de tener una cámara, de poder grabar y hacer un montón de cosas con ella”.
También, los programas: Scratch, para programación, que también acompañó a los estudiantes de la escuela pública en el liceo. Y las posibilidades: su maestra de cuarto año propuso crear un blog.
“Podíamos contar historias que pasaban en el pueblo”, recuerda. Los niños recopilaban información, sacaban fotos y junto con la maestra redactaban.
Otra particularidad de la XO fue la posibilidad de comenzar a achicar distancias. Una maestra incentivó a los niños a mandarse mails con otros de escuelas de Rivera y de zonas de Brasil.
“Las prácticas de aprendizaje se vieron modificadas, porque había una manera diferente de aprender, usar la herramienta para incentivarnos”, dice Rodríguez, que se recibió de trabajadora social con una tesis que analizó el impacto de las computadoras en Cardal.
Cuando entró en el tema y revolvió los recuerdos de esos días en los que era una niña, Rodríguez habló con una de las maestras pioneras del Ceibal. “Me comentaba que fue muy revolucionario para ellos, por el hecho de que no sabían cómo era el funcionamiento de las computadoras; no tenían idea, nunca habían trabajado con un programa igual”, señaló.
La sorpresa fue tanto para los alumnos como para los maestros. De algún modo, ser la primera localidad del país en el que se implementaba un plan nunca antes visto implicaba “sentir la presión de dejar la vara bien alta”.
Por eso, Rodríguez insiste en que “Cardal fue una experiencia totalmente diferente a lo que puede haber sido en otros centros educativos, por el hecho de haber sido el primer lugar en el que se entregaron, que el proyecto haya iniciado allá”.
Para la licenciada en Trabajo Social, el plan Ceibal “es una gran herramienta por el hecho de la información a la que te lleva”. Por eso, aquel 21 de junio de 2022, cuando participó del homenaje a Vázquez con un sello en el que se ve su rostro, se preguntó: “¿Por qué había significado tanto para los docentes de Cardal como para la educación en general el impacto de esta política?”.
Sin saberlo, Rodríguez se volvió, de algún modo, en la cara del Plan Ceibal. “Se me fue un poquito de las manos”, dice.
“Me pasó ahora cuando me recibí: yo había tomado la decisión de que quería que fuese bastante familiar e íntimo, pero es lo que tienen las redes sociales”, cuenta. Una vez más, el Plan Ceibal cambió su rumbo: su recibimiento se volvió viral.
Por Valentina Temesio
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