Por The New York Times | Emiliano Rodríguez Mega
Los cruces no autorizados en la frontera sur estadounidense disminuyeron drásticamente el año pasado. Ahora, México y los países de Centroamérica se preparan para las deportaciones masivas que Trump ha prometido.
Los cruces de México a Estados Unidos han disminuido drásticamente desde el año pasado. Pero los países al sur de la frontera con Estados Unidos esperan con nerviosismo a ver si el presidente electo estadounidense, Donald Trump, ordena deportaciones masivas.
La posibilidad de que se pueda expulsar a millones de migrantes indocumentados —lo que sería el mayor programa de deportación de la historia estadounidense— ha conmocionado a América Latina y generado confusión entre los migrantes y quienes solicitan asilo.
“Vemos tiempos de oscuridad para la comunidad migrante”, dijo Irineo Mujica, director en México de Pueblo Sin Fronteras, un grupo transnacional de defensoría. “Todo aquel que caiga bajo la administración de Trump va a ser, ahora sí, comido, devorado y devuelto y escupido”.
¿Cuál es la situación en la frontera entre EE. UU. y México?
Trump ha dicho que México está permitiendo una “invasión” de migrantes a Estados Unidos. Pero la situación actual sobre el terreno cuenta una historia distinta.
Los cruces ilegales en la frontera entre Estados Unidos y México han disminuido desde junio, cuando el presidente Joe Biden emitió una orden ejecutiva para impedir que los migrantes indocumentados recibieran asilo en la frontera.
Ese mes, los agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos registraron 130.415 detenciones de migrantes, un descenso importante respecto a las más de 170.710 registradas el mes anterior. Las cifras de noviembre fueron aún más bajas: los funcionarios de EE. UU. registraron 94.190 personas.
Se trata de un cambio radical respecto a hace un año. Los cruces ilegales de noviembre de 2023 superaron los 242.300, un récord en aquel momento.
¿Cómo han reducido Estados Unidos y México los cruces?
Los críticos que sostienen que el asilo es legal y un derecho humano básico afirman que la medida de Biden es una solución a corto plazo para un problema complejo.
Como parte de la orden de Biden, las restricciones deben levantarse cuando el número de personas que intentan cruzar ilegalmente cada día descienda por debajo de 1500 durante una semana. Eso no ha ocurrido. Pero ha reducido drásticamente los cruces fronterizos y ha permitido a los funcionarios deportar a quienes no pueden demostrar que correrían peligro si regresaran a sus países.
México también ha tomado medidas drásticas contra las personas que se dirigen a la frontera con Estados Unidos
Ha desplegado integrantes de la Guardia Nacional en puestos de control migratorio de norte a sur. Más recientemente, las autoridades han trasladado a migrantes en autobús aun más al sur de México, en lo que funcionarios y académicos denominan un carrusel migratorio. Han impedido que suban a los trenes que se dirigen al norte y han disuelto caravanas, que ya no llegan a la frontera con Estados Unidos.
En 2023, México suspendió la expedición de tarjetas de visitante por razones humanitarias, que permitían a los solicitantes de asilo estudiar, trabajar y acceder a servicios básicos en México. Según la legislación, se supone que deben permanecer en el estado donde solicitan asilo. Pero muchos utilizan las tarjetas para trasladarse al norte sin ser detenidos, dijeron las autoridades.
Como resultado de la suspensión, entre el 1 de octubre y el 26 de diciembre de 2024, las fuerzas de seguridad mexicanas dijeron, detuvieron a más de 475.000 migrantes, casi un 68 por ciento más que el número aprehendido durante el mismo periodo de 2023, según muestran los datos del gobierno.
¿Cuál es la situación de los migrantes que esperan en México?
Como la estrategia de México ha cambiado, muchos migrantes se han quedado varados.
“Al no darle tarjetas pues entonces no tenían la posibilidad de acceso a los servicios públicos, al mercado laboral de manera legal”, dijo Andrés Ramírez Silva, quien hasta septiembre era el director de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados.
La situación es insostenible, advierten los grupos de defensa. Un mayor número de migrantes se ha convertido en presa fácil de los grupos del crimen organizado, que los extorsionan.
“Muchísima gente sigue entrando” a México, dijo Mauro Pérez Bravo, expresidente del Consejo Ciudadano del Instituto Nacional de Migración. Pero viven en “condiciones precarias”, añadió, con empleos mal pagados o durmiendo en albergues, depósitos de chatarra, obras en construcción o en la calle.
Aunque las detenciones en México han aumentado, las deportaciones han disminuido notablemente.
De enero a agosto de 2024, México deportó a menos de la mitad del número de migrantes indocumentados que deportó en el mismo periodo de 2023, según muestran los datos del gobierno. Entre las principales razones: los vuelos de repatriación son costosos y la agencia de migración de México se enfrenta a constantes restricciones presupuestarias que limitan sus operaciones.
¿Cómo se está preparando México para las deportaciones masivas?
Los estados fronterizos mexicanos han estado trabajando en coordinación con el gobierno federal para instalar albergues que proporcionen alimentos y servicios sanitarios.
Han estado organizando el transporte para los mexicanos que desean regresar a sus estados de origen. En Tijuana, ciudad fronteriza al sur de San Diego, las autoridades municipales se han coordinado con iglesias, empresas de autobuses y grupos humanitarios para prepararse para las llegadas, dijo José Luis Pérez Canchola, director de la oficina de servicios de migración de la ciudad.
Le preocupa que las deportaciones masivas desde Estados Unidos puedan sobrecargar aún más los recursos de Tijuana para los migrantes, y señala que es probable que muchos sean menores no acompañados o necesiten atención médica.
Asegurarse de que la gente no permanezca mucho tiempo en ciudades fronterizas mexicanas como Ciudad Juárez es una prioridad importante, dijo María Eugenia Campos, gobernadora del estado de Chihuahua, que comparte un tramo extenso de frontera con Texas y Nuevo México.
“El estado de Chihuahua no puede volverse un estado santuario” para migrantes y deportados, dijo.
Hasta este mes, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, había dicho que el país no aceptaría deportados de otros países. El viernes, señaló lo contrario.
“Vamos a solicitar a Estados Unidos que, en la medida de lo posible, los migrantes que no son de México puedan llevarlos a sus países de origen; y si no, nosotros podemos colaborar a través de distintos mecanismos”, dijo a los periodistas, añadiendo que su gobierno tenía un “plan”, sin ofrecer detalles.
¿Han cambiado los factores que impulsan la migración?
La verdad es que no.
Alrededor de 392.000 mexicanos fueron desplazados como consecuencia de conflictos y violencia en 2023, según el Observatorio de Desplazamiento Interno, que recopila datos de los gobiernos federales. Se trata de la cifra más alta desde que comenzaron los registros en 2009.
La situación es similar en Centroamérica. En algunos países, las bandas criminales y los cárteles del narcotráfico han llevado a muchas personas a salir.
Honduras tenía más de 240.000 personas desplazadas internamente a causa de la inseguridad a finales de 2022, según un informe reciente de la Organización Internacional para las Migraciones.
En Guatemala, los factores que expulsan a la gente —la desigualdad, la pobreza, el cambio climático, la inestabilidad económica y la violencia— no han mejorado mucho a pesar de la elección de un nuevo presidente, Bernardo Arévalo, quien ha prometido combatir la corrupción, dijo Aracely Martínez, investigadora sobre migración de la Universidad del Valle de Guatemala, en Ciudad de Guatemala.
“Tenemos nuevo gobierno, cuya campaña propone cambios de fondo, pero todavía no vemos resultados directos”, dijo.
Aun así, el número de guatemaltecos registrados en la frontera entre EE. UU. y México disminuyó a casi 8000 en noviembre, frente a los más de 20.000 de enero de 2024, cuando Arévalo asumió el cargo, según indican los datos de la Patrulla Fronteriza estadounidense.
¿Cuál es la situación en otros lugares?
Es probable que Venezuela y Cuba, que han enfrentado duras sanciones de EE. UU., rechacen un gran número de vuelos de deportación.
Honduras, Guatemala y El Salvador firmaron acuerdos de asilo con el primer gobierno de Trump para exigir a las personas, en su mayoría solicitantes de asilo procedentes de Latinoamérica, que se refugiaran primero en esos tres países antes de solicitar asilo en Estados Unidos, aunque la política no se puso en práctica en Honduras ni El Salvador.
La reacción más concreta contra la promesa de Trump de deportaciones masivas ha sido la de la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, quien dijo este mes que las bases que albergan fuerzas militares estadounidenses “perderían toda la razón de existir” en su país si Trump cumplía su promesa.
En Guatemala, el gobierno negó como “falsos” los informes de que los funcionarios estaban abiertos a recibir a extranjeros deportados.
En diciembre, Panamá informó de la migración de 4849 personas a través del peligroso Tapón del Darién, el tramo de selva que se ha convertido en una popular ruta migratoria, la cifra más baja en más de dos años. Algunos expertos lo ven como una probable señal de que los migrantes retrasaron sus planes hasta después de la elección de Trump, así como de que los esfuerzos de Panamá para limitar la migración indocumentada entren en vigor.
“No podemos cantar victoria, pero de momento estamos reduciendo —las cifras lo dicen— el flujo de migrantes”, dijo en una entrevista Javier Martínez-Acha, ministro de Relaciones Exteriores de Panamá.
Es posible que Trump encuentre un aliado en el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien es cercano a algunos miembros del círculo íntimo del presidente electo.
Cuando se le preguntó sobre los preparativos concretos para las deportaciones masivas, una operadora de uno de los centros de llamadas que El Salvador estableció para proporcionar información a los salvadoreños en Estados Unidos dijo: “No podemos adelantarnos a los acontecimientos”.
Jody García colaboró con reportería desde Ciudad de Guatemala y Gabriel Labrador desde San Salvador.
Jody García colaboró con reportería desde Ciudad de Guatemala y Gabriel Labrador desde San Salvador.