Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López
Mercedes Vigil puede escribir durante 15 horas seguidas, cuando está cercana a terminar una nueva novela histórica, o pasarse cuatro días sin tocar el teclado. Cuando no conecta con sus musas, se va a pasear el perro a la rambla, cuida al nieto que tiene pocos meses o lee, cada vez con mayor dificultad por graves problemas de visión. Por lo general, aprovecha las mañanas para prepararse un té, escuchar a Joaquín Sabina o Andrea Bocelli y ahí sí, desarrolla la vida ficticia de personajes que sí existieron, en el Yemen, un desierto árido o por acá cerca.
Por estos días, una novedad la tiene encantada: es panelista de un programa de TV en canal 10, con formato de la BBC, que pretende elegir al mejor uruguayo/a de todos los tiempos. Poco le importa que algunos elijan no verlo por su presencia. Esto, sabe, es la misma intolerancia que la lleva a señalar como fascistas a todos aquellos que la tildan de "facha" a ella por el simple hecho -argumenta- de romper el discurso hegemónico.
Provocadora y auténtica, la novelista aprovechó la excusa de su nueva faceta como comunicadora para hablar de literatura y de sus enemigos en el ámbito editorial, de política y de líderes del oficialismo (a quienes les dedica sus dardos), y de los medios televisivos estatales, donde asegura estar proscripta. Dice que le tiraron a matar, pero no pudieron porque ella vende "miles de libros". Tampoco se pone colorada para decir que tiene siete libros de oro. En definitiva: eso la legitima, que la gente la sigue leyendo.
Y aunque se considera apolítica, avisa a algún trasnochado: "Guay con la gente que crea que esto pasa con cambiar al Frente Amplio por otro partido. Corruptos e ineptos hay en todos lados".
-¿Cómo la lleva ser panelista de televisión en El Gran Uruguayo?
-Ah, me parece muy divertido. Me habían ofrecido muchas veces hacer televisión, pero no es lo mío. Desde Néber Araújo en 2002 me lo vienen ofreciendo. Una cosa es ir como escritora a ser entrevistada, para hablar de mis libros. En este caso acepté porque me pareció que era una vuelta de tuerca en la TV. Si bien es un show, es un show con contenido: me he encontrado con amigos de mis hijas que tras ver el programa se han puesto a leer a Mario Benedetti o a Juana (de Ibarbourou) o averiguar quién fue Batlle y Ordóñez, o Wilson (Ferreira). El domingo pasado fue sobre fútbol -Tabárez le ganó el mano a mano a Luis Suárez- y el que viene será la final de la categoría Cultura entre Benedetti y Juana.
-Cuánta injusticia también... Juan Carlos Onetti quedó por el camino y ni llegó a la final, lo mismo con Obdulio Varela o José Nasazzi.
-Y van a seguir habiendo injusticias. Yo, que no sé nada de fútbol, pensé: "Qué raro que no esté El Negro Jefe (como finalista)". Que no llegue Onetti es una injusticia, ¡nadie votó a Paco Espínola! O Felisberto (Hernández). Me sorprendió. Pero lo dije y lo pienso: nuestro cerebro es una máquina perfecta de crear verdades alternativas. Los creadores post-1950 llegan por otras vías a cómo llegaban los anteriores, no hay que leer a (Gilles) Lipovetsky para saberlo. Los anteriores llegaban por la señorita maestra, por los cuentos del abuelo, por el cura de la familia. En cambio, después del advenimiento de la televisión, los medios y después internet, nos llegan por la publicidad y la propaganda. Yo llegué a decir que si hubiera una hecatombe y en Uruguay cortaran Netflix y todas las TV cable por cuatro meses, y sólo tuviéramos que ver televisión uruguaya, la tendencia cambiaría totalmente. Fijate una cosa: en TV Ciudad los escritores más populares estamos proscriptos. No ves a Diego Fischer, a Hugo Burel una vez cada tanto y a mí no me vas a ver, pero sí ves que de mañana, tarde y noche están Benedetti, Mario Delgado Aparaín, (Daniel) Viglietti...
-Usted dice que sólo promueven a los que están identificados con la izquierda...
-Claro. Pero eso no es una opinión, es información. Esto iba para hablar de cuán lábil puede ser la definición en un programa de estos.
-Cuando empezó a promocionarse El Gran Uruguayo, mucha gente en Twitter y Facebook dijo que no lo miraría, porque estaba usted. ¿Es consciente de que genera rechazo en mucha gente?
-Genero rechazo en los troll-centers. Ahí sí. Acá en Uruguay está pasando lo mismo que pasó en Argentina. Los Kirchner y los artistas K eran lo máximo, pero en internet salían a matarlos, cosa que en la calle no pasaba. Yo, al día siguiente de mi episodio por lo que dije de Viglietti, entré a un restorán y la gente me aplaudió. El otro día caminé dos cuadras y me pararon 16 personas. O sea, que haya un grupo de gente desde 2010 -desde el día en que me di cuenta que había dejado de ser libre- que está intentando hacerle creer a la gente que hay un grupo que siente un gran rechazo, es notorio. Que es mentira que se trate de mucha gente también, porque ese año gané mi séptimo libro de Oro. Siempre hay un grupo de fascistas, un grupo de intolerantes, siempre los hubo. Pero vos fijate que yo tengo cientos de miles de libros vendidos... Soy, quizás, la escritora más requerida para ir a hablar. No voy a más lados porque no puedo, mi médico me lo desaconseja. Y yo no doy ni una sola charla oficial, estoy proscripta. Vendo todos esos libros no teniendo -como tiene el 90% de mis colegas- la chance de tener un programa en TV Ciudad, la chance de tener un sueldo en alguna dirección de Cultura, la chance de que el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) me llame permanentemente y sin la chance de que el MEC, la Intendencia, Ancap o Antel me financien libros, giras. Yo me los he encontrado viajando por el mundo, y ellos con su stand oficial...
-¿A quién se refiere?
-No los voy a nombrar. ¿Sabés por qué? A mí me hicieron tres juicios, que los gané, en 2010...
-En uno de ellos, la acusaron de plagio. Pero, ¿por qué dice que ese día de 2010 se dio cuenta que perdió la libertad?
-Me inventaron un plagio, sí. Yo, hasta 2010, no había hablado de nada que no fuera literatura. Cuando me di cuenta que a vos te pueden inventar un juicio, que un pasquín como Brecha puede sacar a letra catástrofe que 40 párrafos míos son iguales a los que hay en el libro de otra historiadora, sin aclarar que esos 40 párrafos eran textuales del Tratado de la Triple Alianza -un documento de orden público-... ahí me di cuenta que yo no era libre. Hasta ese día yo era muy ingenua y creía que si vos hacías las cosas bien, nadie te iba a inventar nada en contra, sólo por maldad. Hubo quien dijo que fue porque yo era "una rubia burguesa", otro que era porque yo era blanca, cuando no tengo partido... En definitiva: por no decir amén al partido de gobierno. Ahí me di cuenta que no basta con ser justo. Claro que todos los que me denunciaron se fueron retractando. Cuando mis abogados me dijeron que podía haber persecución, ahí me di cuenta que no importaba tanto la verdad, sino el impacto (de una mentira) en la opinión pública. Ya pasó en Argentina, empezaron a desbaratar muchos troll-center, y eso mismo va a pasar acá.
"Genero rechazo en los troll-center. Al otro día siguiente de mi episodio por lo que dije de Viglietti, entré a un restorán y la gente me aplaudió. El otro día caminé dos cuadras y me pararon 16 personas"
-Cuando se refiere a los troll-center, si la entiendo bien, es que esos ataques son orquestados y programados...
-Sí, sí.
-Es lo mismo que me dijo Fabiana Goyeneche para este espacio...
-Puede ser. Está demostrado. Oliver Norton -el del lío con Nicaragua y el gobierno de Estados Unidos- puso la primera agencia de seguridad privada: esto es, tiene una CIA privada, y la contratan Estados o multinacionales para cambiar la opinión pública. Pasó en Argentina. No es la CIA, que defiende a Estados Unidos, no es el Mossad, que defiende a los judíos, son agencias que contratan espías de otras agencias. Pasó con una petrolera en Rio de Janeiro hace 10 años. Una petrolera infectó toda la bahía y la opinión pública iba a llevar a que le dieran de baja todos los contratos. Contrató a la empresa de Oliver Norton, hicieron toda una campaña, que cambiaron la tendencia de la opinión pública (claro, sale caro). Eso existe. Pasa a otros niveles: llega un shampoo a Uruguay y abren una máquina con 90 perfiles para inundar las redes hablando del shampoo. Se puede hacer a favor o en contra. Independientemente de que sea así o no en el caso de Fabiana Goyeneche, no tengas dudas que eso pasa. Y así logran ser trending topic.
-¿Le sorprendió que José Mujica le disputara un mano a mano a José Batlle y Ordóñez, en el programa?
-No, para nada. Primero, porque es un hombre que tiene un gran arrastre popular. Y segundo, porque Uruguay nunca gastó tanto en alimentar el culto a una personalidad como la de Mujica. La "ficción" del Premio Nobel... yo estaba en Suecia cuando llegó acá la noticia (de que era finalista del Premio Nobel de la Paz)...
-¿Por qué ficción?
-Nunca vamos a poder saber si fue cierto, porque la Fundación Nobel sólo revela quiénes fueron candidatos después de 50 años. Yo tenía un periodista amigo, sueco, y él no me pudo averiguar si era cierto que Mujica era finalista. Entonces, lo mandé averiguar en Oslo a la sede de la Fundación Gorbachov y ahí no tenían la más mínima idea. ¡Él no fue finalista del Premio Nobel! Sí lo fue mi tío bisabuelo Constancio C. Vigil, se supo 50 años después. Y sobre lo de alimentar el culto a su personalidad con la plata de los uruguayos, te recuerdo la película de (Emir) Kusturica, que él mismo declaró que recibió dinero de Ancap y Antel.
-Usted lo ha criticado duramente a Mujica, pero peor -en su boca- le fue a la esposa de Mujica, la hoy vicepresidenta Lucía Topolansky, de quien usted dijo no era aseada. ¿No cree que se extralimitó con ese comentario?
-¿Tú realmente crees que Lucía Topolansky, que nos ha contado a todos los uruguayos cómo elegía gente para matar, se va a sentir alterada porque yo diga que es poco aseada? Es como que me digas que el doctor Mengele un día te trató mal una uña encarnada.
-Bueno, la higiene de la actual vicepresidenta poco tiene que ver con su accionar en la lucha armada, donde era otro contexto, muy distinto al actual...
-¿Qué contexto? Está bueno que la gente sepa que el MLN empezó a raptar gente y a violar los derechos humanos en democracia. Que sea una democracia que nos gustaba o no, es otra cosa. Yo no caigo en el anacronismo. Lucía Topolansky mató gente y yo lo recuerdo, es contemporáneo. No le va a hacer nada que yo diga que es poco aseada.
-Hablemos de su rol de escritora: usted tiene más de 20 libros publicados. Pero el autor sólo gana el 10% del precio de tapa de cada libro vendido. ¿Usted puede vivir de la literatura?
-No, pero podría vivir. El tema es que en un Uruguay con ingresos tan deprimidos, yo te diría que podría vivir no pagando tantos gastos comunes, no pagando universidades privadas y no viajando tanto como viajo. En un país donde el 70% de los jubilados vive con 15.000 pesos, yo podría vivir de la literatura, sí. Soy una afortunada. No te olvides que tengo mucha obra.
"¡Mujica no fue finalista del Premio Nobel! Sí lo fue mi tío bisabuelo Constancio C. Vigil, pero se supo 50 años después. Uruguay nunca gastó tanto en alimentar el culto a una personalidad como la de Mujica"
-Desde 2001 a 2010 varios libros suyos en clave de novela histórica fueron muy vendidos (El mago de Toledo, Clara, la loca, El coronel sin espejos, entre otros). ¿Es El alquimista de la rambla Wilson su éxito más grande?
-Cada seis meses sale una nueva edición de Una mujer inconveniente con Penguin Random House de bolsillo. A mí me asombra. En febrero estuve en Punta del Este presentando nuevamente el último libro de Samuel Lafone y me sorprendió que algunos venían con Una mujer inconveniente o El coronel sin espejos para que se los firme. Pero El alquimista de la rambla Wilson no es mi mayor éxito... bueno quizás lo sea porque tuvo dos Libros de Oro, pero después vino Clara, la loca, El mago de Toledo que salió en España y en Colombia (cosa que El alquimista... no). Yo adoro Una mujer inconveniente, que es la historia de Irma Avegno, que fue mi primera novela histórica. Clara, la loca también me encanta.
-En varias notas la he visto jactarse por ser best-seller y tener siete libros de oro, incluso en lo que va de esta entrevista. ¿Lo hace para legitimarse? ¿No cree que puede caer antipático que se ufane de ser best-seller?
-A mí me han criticado por ser best-seller. No importa la cantidad que uno venda. Yo nunca escribo creyendo que será un éxito; es más, estuve un año para llevarle a Edmundo Canalda (director de Fin de Siglo) mi primer libro, porque creí que no le iba a interesar a la gente. Yo los escribo todos con la misma pasión. Mientras logres que una sola persona lea tu libro, ya cambiaste el mundo. No lo digo con jactancia lo de ser best-seller. Capaz que parece, pero no. No creo que caiga antipático: a mí la gente me ama. Y la gente no compra libros de gente que desprecie. Y (las editoriales) no renuevan. Vendo miles de ejemplares. Tú me decís que puedo caerle mal a alguien por decir eso... pero yo no le caigo mal a la gente.
-Alguna gente la ama, sí. Otros no, la desprecian.
-Yo nunca tuve un problema en la calle. Jamás. Ni en el shopping, ni en la puerta del colegio de mis hijas. Por supuesto que nadie es monedita de oro para que te quiera todo el mundo. Y ojo, que he sido muy castigada. Mirá las entrevistas, yo te nombré los siete Libros de Oro que gané, sí, pero lo dije después de hablar de cómo institucionalmente desde la Biblioteca Nacional, desde la Academia de Letras, desde escritores que ocupaban las direcciones de cultura, desde Brecha, me han criticado duramente. A mí me pueden decir que no les gusta cómo escribo, o que los temas que elijo son nimios o que no tengo espesura literaria, todo bien con eso, pero lo que no pueden hacer es contratar a una historiadora para que diga que yo le plagié un libro. Y después llamar a Brecha para que haga una nota diciendo que es un plagio, cuando yo transcribí párrafos textuales del Tratado de la Triple Alianza. Todo porque no les gusta que vendo muchos libros o no les caigo bien políticamente.
-Usted dijo en noviembre, en entrevista con la revista Galería, que en TV Ciudad no entrevistaban a escritores, sino a políticos de izquierda que además escribían, pero que eso "por suerte" estaba pasando. ¿Sigue sucediendo o ya no?
-Las políticas de canal 5 (TNU) y TV Ciudad no sólo son no entrevistarme a mí, ni a Diego Fischer, ni a Burel, ni a Susana Cabrera, para mí la mejor escritora mujer contemporánea. Eso sigue pasando en los medios del Estado, sí. Prendé TV Ciudad y vas a ver siempre a los mismos: a Mario Delgado Aparaín, a (Carlos) Rehemann, al "Ruso" (Mauricio) Rosencof, que nobleza obliga, es un caballero (él salió a defenderme cuando otros me atacaban). Los que realmente tienen ideología conmigo se portaron mucho más derecho que todos los otros adulones desesperados por un cargo o un viaje. Pero cuando yo dije que "eso está pasando", me refería a la sociedad. Que me hayan llamado para El Gran Uruguayo es una novedad, porque yo estuve proscripta mucho tiempo en muchos lados por no arrodillarme.
-Ha dicho que son "cuatro o cinco" los escritores independientes. ¿Quiénes son?
-Hay un 10% de liberales. A Susana Cabrera la quisieron matar, a mí también, a Diego Fischer, a Burel un poco menos, pero creo que se dieron cuenta que igual la gente nos lee. A Susana Cabrera la quisieron fusilar diciendo que dio clases de Filosofía en la dictadura, cuando tenía hijos chicos y de algo tenía que vivir... Cecilia Curbelo es otra independiente y excelente escritora. Los liberales no estamos bien vistos, porque no nos arrodillamos. A mí me apuntaron a la cabeza, pero yo tenía un gran equipo detrás y otros libros que me respaldaban. Y eso le ha pasado a otros escritores independientes.
-¿Sigue cuestionando cómo se eligen las autoridades de la Academia Nacional de Letras o cómo se otorgan los Fondos Concursables?
-Sí, claro. Yo fui al extranjero y en un Congreso de la Lengua me preguntaron qué escribió Wilfredo Penco, y yo tuve que decir que no sabía qué había escrito (creo que no escribió nada). Y mientras haya gente como Jorge Arbeleche que escribió que mi literatura "es tan indigna como Tinelli" y que ignore alegremente -sólo porque él no lo puede escribir- que gracias a literatura hay chicos en todo el país y el interior argentino que estudian con mis libros... Podrá decir que mi literatura es mala, pero lo tomaré como de un poeta mediocre que es. Yo le hago caso si me llama Burel y me dice algo. O si me llama Diego Fischer.
"Yo nunca escribo creyendo que será un éxito. Los escribo todos con la misma pasión. Mientras logres que una sola persona lea tu libro, ya cambiaste el mundo. A mí la gente me ama. Y la gente no compra libros de gente que desprecie. Y (las editoriales) no renuevan. Vendo miles de ejemplares"
-El domingo 29 de octubre de 2017 falleció el músico Daniel Viglietti, y tras su muerte usted escribió unas líneas duras contra él en Facebook: "Ante tanto escribiente inventando próceres debo decir que su paso por la realidad nacional ha sido, sin dudas, nefasto". Usted fue muy criticada por este comentario, a tal punto que en Change.org se juntaron miles de firmas para que se le retire la distinción de Ciudadana Ilustre de Montevideo y también contra la de Visitante Ilustre de Piriápolis. Con la perspectiva que permite el tiempo, ¿se arrepiente de haber hecho este comentario? ¿No le parece que fue inoportuno?
-En absoluto. Para un gobierno desvelado y que gasta miles de dólares en reforzar las figuras que le son validantes políticamente -esto es: velatorio en el Palacio Legislativo, ver a Viglietti tres veces por día en TV Ciudad- y que lo quieren transformar en héroe, lo oportuno hubiera sido que Mercedes Vigil dijera la verdad -¡que fue un operador político lo decía él!- contra un Estado y un grupo político que usa al Estado para santificar personalidades... El discurso hegemónico, impuesto desde los gobiernos, cuando tienen una voz disidente quieren que esa voz no sea escuchada. Por supuesto que para ellos va a ser inoportuno.
-Yo no dije que sea inoportuno "para el gobierno". Hablo de la oportunidad del comentario, a secas. Acababa de fallecer el artista.
-¡Ah, claro! Hay que decirlo siete meses después a las dos de la mañana en la radio de Sarandí del Yí. Eso es lo que han permitido los populismos latinoamericanos. Viglietti vivía en París como un rico -yo vi su apartamento- y fomentó las dictaduras que siguen matando gente. Yo no hablé de Viglietti como persona ni como artista, dije que era un operador político. Y te voy a decir una cosa: fue inoportuno para 21.000 personas que firmaron para que me sacaran la ciudadanía ilustre de Montevideo. El discurso hegemónico dice que sólo existieron las terribles dictaduras de derecha, que Fidel (Castro) es buenísimo, que (Salvador) Allende creía en la democracia. ¡Se cayó el Muro de Berlín, Checho! Cuando éramos jóvenes, nos decían que del otro lado del Muro de Berlín o en Cuba se vivía bárbaro y no teníamos forma de saberlo. Acá el discurso hegemónico te dice que en Venezuela no hay dictadura y vos entrás dos segundos en internet y ves gente muerta, gente famélica, gente fusilada.
-Quienes defendían la postura de Viglietti entendían que fue un artista comprometido con una militancia contra el régimen de facto, que debió exiliarse y que hacía canciones de protesta a riesgo de ser detenido y eventualmente torturado. Otros, sólo se limitaron a endilgarle el sentido de la oportunidad y la falta de respeto a un artista icónico que acababa de morir...
-Pero si vos apoyás un dictador que mató 10.000 personas, como lo hizo Viglietti... Mirá, fue una cuestión ideológica: yo quebré el discurso ideológico de un país que estaba velándolo en el Palacio Legislativo y diciendo que era un luchador por las libertades. Es como que me digan que Van Gogh pintó abstractos. ¡No, no pintó abstractos! Yo aclaré que no celebraba su muerte.
-¿Recibió presiones o insultos de dirigentes políticos o gente vinculada a la cultura tras sus comentarios sobre Viglietti?
-Recibí alguna llamada intimidante de gente con cargos en el gobierno, pero nada me asombra, porque del mismo sector pero siete años antes gente con cargos similares lo dejó escrito. Me dijeron que iban a volver a reeditar los sucesos de 2010. No importa quién fue, pero me dijeron que estaba poniendo la cabeza de nuevo en el mismo agujero que la había metido en 2010, donde no debí haberlo hecho nunca. No fueron amenazas de muerte. Fueron amenazas de destruir mi carrera.
-¿Siente que la quieren dilapidar sólo por pensar distinto, como dijo Gerardo Sotelo?
-Yo creo que la gente a mí me quiere. Respecto a este grupúsculo, no lo quiero personalizar en mí. Creo que estamos en un momento donde nada que quiebre el discurso hegemónico es sin consecuencias. Yo noto que la gente se cansó de decir "amén", la gente se cansó y se dio cuenta que hay corruptos en todos lados e ineptos en todos lados. Guay con la gente que crea que esto pasa con cambiar al Frente Amplio por otro partido en el gobierno. Esto no se trata de cambiar un partido por otro. Se trata de cambiar la forma de hacer política y administrar los dineros. La gente empezó a tener un pensamiento crítico.
"Yo quebré el discurso ideológico de un país que estaba velándolo (a Viglietti) en el Palacio Legislativo y diciendo que era un luchador por las libertades. Es como que me digan que Van Gogh pintó abstractos"
-Usted dijo que no le importaba mucho tener la ciudadanía ilustre de Montevideo, y que estuvo a punto de devolverlo cuando se enteró que se lo habían dado a violadores a los DDHH... ¿Por quién lo dijo? ¿Y por qué no lo devolvió?
-Yo estaba en Portugal haciendo el Camino del Gitano, para escribir Gitana, cuando me llaman para darme la noticia. Me pareció bárbaro. Cuando llegué a Uruguay, a la semana me lo dieron -fueron mujeres representantes de todos los partidos políticos- y cuando presentan una carta pidiendo que me quiten la distinción, primero pensás que es una objeción moral. Mis hijas estaban desoladas... Cuando empecé a averiguar en internet que se lo habían dado al "carnicero de Tiananmen" (NdeR: ex primer ministro chino Li Peng), a Daniel Ortega (ex presidente de Nicaragua), vi esos dos nombres y dije: "¿Eh? Y yo que me puse tan contenta...". Una de mis hijas me dijo que lo debería devolver. ¿Sabés por qué no lo devolví? Porque Montevideo es de todos, no es de un grupito exaltado que grita, de un grupito de fascistas.
-La distinción de Ciudadana Ilustre de Montevideo le fue otorgada por la IM en junio de 2010. Pero ya entonces recibió reparos de un grupo de 40 escritores que dijeron que quienes propusieron y votaron su nombre carecían de conocimientos de historia y teoría literaria, semiótica y semántica, análisis e interpretación y hasta gramática. ¿Por qué cree que despertó esa reacción entre muchos colegas?
-Gerardo Sotelo habló de "envidia", también Esta boca es mía analizó el caso. Y ellos, yo no, empezaron a llamarlos "los 44 envidiosos". Yo no encuentro otro argumento. De los 44 hay cuatro o cinco escritores conocidos: Teresa Porzecanski, Ana Solari, los otros eran blogueros, pero dentro de los escritores, había gente talentosa. Yo dije: "¿Por qué gritan 'soy Suárez' y no bajan a la cancha?". Si les molestaba tanto que yo vendiera tantos libros, bueno, ¿por qué no los venden ellos? Algunos de ellos no sabían colocar el complemento directo y el indirecto y hablaban de semiótica y semántica...
-Usted ha tildado de fascistas a quienes, por ejemplo, pidieron que se le retire la distinción de Ciudadana Ilustre. Curiosamente, un lugar común es tildarla a usted de "facha". ¿Está distorsionada la definición de fascismo?
-¡Por supuesto! Yo la usé en el sentido estricto de la palabra. Acá, en las redes, si tú criticás a cualquier dictador de izquierda o criticás a Bonomi te dicen: "esta es facha". Ahí ves que está distorsionada la definición: deberían decir "esta no frenteamplista". Yo sí los tildo de fascistas. Siempre hay un grupo de intransigentes absolutos que -en este caso- creen que la ciudad les pertenece y por pensar distinto, "ah, entonces te saco el título". Es intolerancia, es la suscripción demencial de los discursos hegemónicos.
-Usted se considera apolítica, pero le ha presentado ideas para el sector Todos del Partido Nacional y ha recibido ofertas de cargos en ese partido, el Partido Colorado, el Partido de la Gente. Por cierto, la he escuchado elogiar ampliamente a Edgardo Novick...
-Me pidieron ideas para cultura en una campaña (del Partido Nacional), las presenté y me fui. Yo estoy esperando a (Ernesto) Talvi, pero, ¿sabés qué me gusta de Novick? Yo lo escribí en un artículo: "El que no sabe, que copie buenas ideas". No hay una sola línea política del ministro del Interior que haya sido exitosa. Está muy mal la seguridad, está muy mal la educación... Entonces, cuando me enteré que Novick había hecho un pacto con (el ex alcalde de Nueva York, Rudolph) Giuliani y otro con la Universidad de Harvard, dije que eso estaba bien. No busquemos genios si no los hay, como sí los hubo en el pasado (como don Pepe Batlle, Emilio Frugoni o Luis Alberto de Herrera); si no los hay, copiemos.
-¿Con ningún sector del Frente Amplio trabajaría desde la cultura?
-Me llamaron hace unos años para ser jurado de los Premios Concursables y dije que no, porque todo lo del MEC tiene que ser sometido a una reorganización. En 2004, un director del MEC de una de las divisiones, fue jurado del premio Narrativa y ganó el premio del MEC en poesía. No hay garantías, no hay reglas claras. Como está la situación actual, no trabajaría para el Frente Amplio. Ahora, si asume un nuevo gobierno del mismo partido y abren las tranqueras a la libertad, al pensamiento diferente, ahí sí, cómo no.
-Hace unos días el fiscal Luis Pacheco pidió el procesamiento de Raúl Sendic y otros ex directores de Ancap por abuso de funciones y peculado. Según adelantó la jueza Beatriz Larrieu, Sendic no será encarcelado, tal como usted deseó en una entrevista con el portal Ecos. Allí dijo más: que lo quería ver "entre rejas, con alguna enfermedad jodida, sin que pueda recibir medicamentos". ¿No cree que se le fue la mano con ese comentario?
-Le di el arma a los defensores de Sendic para tomar parte de las declaraciones y eliminar la realidad de lo que estaba diciendo, que lo opino igual ahora con (el viceministro de Salud Pública, Jorge) Quian. Me explico: yo he estado en una fundación por el tema del acceso a los medicamentos de alto costo, y yo con Sendic, Quian, con esa gente -que me la suelo encontrar en el Sirio Libanés (NdeR: reputado hospital de San Pablo) o en la Albert Einstein, tengo la sensación de que nos toman el pelo cuando declaran que no hay plata para los medicamentos, o que hay muchos recursos de amparo. En el caso de Sendic -que sé que se atiende en el extranjero, como su familia- le sumo el hecho de que por omisión o por comisión ha derrochado mucho dinero de los uruguayos.
"Los querría ver padeciendo lo que hemos padecido muchos y sin poder tener la prerrogativa de tratarse en el extranjero. No los quiero ver en el Sirio Libanés, los quiero haciendo cola en el Fondo Nacional de Recursos"
-Usted integró una organización civil que buscó ser facilitadora entre los enfermos y los medicamentos, que trabajaba junto a la Facultad de Derecho en procura del acceso a los medicamentos de alto costo. ¿Pero por qué unir el tema de los medicamentos de alto costo con los posibles delitos que haya cometido Sendic y desearle que padezca una grave enfermedad tras las rejas sin acceso a medicamentos?
-La forma de expresarme no estuvo bien. No debí haberlo dicho de esa forma, y no le desee la muerte. A toda esta gente que condena a los uruguayos a morir o sobrevivir en el Uruguay sin medicamentos, ¿sabés qué quiero? Que les saquen a ellos y la familia el pasaporte. ¿Vos sabés que las mujeres que se murieron en Paso de los Toros embarazadas fue culpa de estos negligentes o corruptos? Salió en las noticias, murieron sólo porque no había ambulancia. Entonces, que estos señores salgan con traje Armani a decirme que pueden derrochar en Ancap lo que quieran... Los quiero ver presos, pero antes de eso quiero que devuelvan el dinero. Y respecto a Quian te digo: a todos lo que dicen que los enfermos de cáncer son muy belicosos por exigir acceso a medicamentos caros, los querría ver padeciendo lo que hemos padecido muchos y sin poder tener la prerrogativa de salir al extranjero a tratarse. No los quiero ver en el Sirio Libanés, los quiero ver haciendo cola en el Fondo Nacional de Recursos, donde murió una nena la semana pasada por un cáncer de hígado y le salió el amparo a los dos días.
-Padece esclerosis múltiple y puede sobrellevar la enfermedad porque económicamente no tiene sobresaltos. ¿Eso la motivó a defender el acceso a medicamentos de alto costo para quienes no pueden costearlos?
-Soy una mujer muy solidaria, pero cuando vos estás enfermo ves lo caro que es la salud. Es poca inteligencia del Estado, porque fijate que la otra vez ganamos un amparo con Facultad de Derecho y no le dieron el Inteferón, un medicamento costosísimo, a una chica de 24 años, y ahora el Estado tendrá que mantenerla toda la vida porque va a quedar en silla de ruedas. Sería una política inteligente atender a los más jóvenes, independientemente de la humanidad. Hace dos años, antes de morir el decano de Facultad de Derecho (Gonzalo) Uriarte, lo convencí, junto a Juan Ceretta (asistente académico del decano de Derecho), para presentar una consulta al Instituto de Derechos Humanos presentando la situación y diciendo que si el derecho a la vida era un derecho fundamental en Uruguay, el derecho a la salud también lo eran. No sólo no nos recibieron, sino que nunca contestaron la consulta.
-Me consta que la esclerosis múltiple le ha afectado la visión. ¿Le preocupa que la enfermedad y la baja visión repercutan en su trabajo como escritora?
-Me tranquilizó saber que el 28% de la población mundial ve de un ojo solo. No me repercutió mucho hasta que hace unos cinco años, por la fatiga, me diagnosticaron miopía, astigmatismo y presbicia. Repercute mucho a la hora de leer, no a la hora de escribir. Por la vista me trato en varias clínicas, pero puedo escribir y no voy a dejar de hacerlo.
-¿Quién es El Gran Uruguayo para usted?
-Don José Batlle y Ordóñez. Hubo grandes utópicos, grandes realizadores, pero Don Pepe fue un gran krausista (NdeR: por Karl Christian Krause, filósofo alemán), soñador... Krause fue el pensador europeo más importante del siglo XIX. Acá en Uruguay don Prudencio Vázquez y Vega, que era íntimo amigo de Batlle y su profesor de Filosofía, trajo un libro del filósofo y político alemán Heinrich Ahrens que hablaba de las 8 horas (de trabajo diarias), del descanso dominical, del voto de las mujeres. Prudencio Vázquez y Vega fue quien influyó en don Pepe, que tenía 10 años menos. Cuando muere Vázquez y Vega, don Pepe hereda ese libro y aplica esa filosofía. Se llamó populismo, pero no tal como lo concebimos ahora. Don Pepe decía: "Hay que traer los capitales, y después administrarlos para beneficio del obrero". Nunca hubo un tipo que llevara a cabo tantas reformas.
-Tiene tres hijas de 29, 30 y 34 años. ¿Qué le dicen cuando ven que cuando usted se expresa queda envuelta en polémicas?
-No les gusta. Les encanta que esté escribiendo sobre el Yemen y me vaya de viaje a investigar. Pero no les gusta leerme en la prensa. Me dicen: "¡Mamá, quién te mandó a hablar"! Pero me conocen y me admiran.
-¿Es feliz?
-Absolutamente feliz.
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