Por Federica Bordaberry
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Las raíces políticas blancas vienen de ambos lados de la familia. Sin embargo, al único abuelo que conoció fue a su abuela Consuelo, que le contaba las historias de un Wilson que su casa defendió. Murió cuando ella tenía quince años, pero la marcó con su capacidad de ayudar a otras personas, empezando por su trabajo en el INAU. Después, vino su tío, Enrique Antía, que hoy es Intendente de Maldonado. También estuvo su hermano que tuvo una participación en la militancia política muy activa y ella lo acompañaba. Finalmente, vendría lo suyo, su propia militancia entre los blancos más jóvenes y entre los seguidores de Jorge Larrañaga.
En el medio, Matilde Antía creció en Punta Carretas, en una casa que siempre fue lugar de reunión, entre dos hermanos mayores, madre, padre y asistiendo al colegio Los Maristas. Ahí fue toda su educación, desde el jardín hasta el liceo, hasta que pasó a estudiar Derecho en la Universidad de la República.
Siempre le gustó jugar al fútbol y, quizá, en sexto de primaria le daba vergüenza que le dijeran que era algo de hombres, pero con el tiempo fue creciendo en confianza. De lo que siempre estuvo segura fue de la relevancia que tienen su familia y sus amigas en su vida, y de que quería estudiar Derecho para ser abogada o escribana. A diferencia de otros adolescentes, Matilde tuvo muy claro desde liceo hacia dónde quería ir.
Y la política también, siempre estuvo. Siempre supo que quería dedicarse, por lo menos, a la militancia en el Partido Nacional. Más adelante, estar donde el partido la necesitara.
En 2018 se hizo oficial la precandidatura de su tío a la presidencia. Durante esa militancia fue que empezó "Reciclá tu campaña", donde los militantes, el día después de votar, fueron a descolgar los carteles que habían puesto en las calles para reciclarlos. Eso pasó en las internas del Partido Nacional, pero también pasó a hacerlo el partido entero y, después, la coalición.
Con las elecciones departamentales se empezó a aplicar a nivel nacional, con los municipios. Ahí fue cuando se decidió que a los municipios que bajaran los carteles y los llevaran a Montevideo se le daría a cambio contenedores hechos, justamente, con los plásticos reciclados.
El Municipio Ch, en Montevideo, es uno de los que recibirá contenedores. Hoy, Matilde Antía es alcaldesa de ese mismo municipio, donde asumió hace dos meses y con 22 años de edad, tras el fallecimiento por Covid-19 del alcalde electo Andrés Abt.
El 12 de marzo, por una desgracia, se te dio vuelta la vida, ¿cómo fue eso?
Fue muy shockeante. Yo ya sabía lo que pasaba si Andrés fallecía porque cuando él armó la lista, antes de las elecciones me dijo que me había puesto tercera titular, que quiere decir que en el momento que él renunciara entraba yo como alcaldesa. Le dije que si tenía la confianza en mí, buenísimo. En este caso, no renunció, pero tiene una ausencia definitiva que es lo que plantea la ley en el sistema mixto. Dice que en tal caso asume el siguiente titular no electo.
Esa sería yo porque nosotros sacamos dos líneas: la de Andrés y la de Álvaro Mainar, que era el segundo. Entonces, yo subo directamente a la línea de Andrés y mis suplentes siguen siendo los mismos que tenía Andrés.
Cuando me enteré, estaba en práctica de fútbol con mis amigas. Por suerte estaba con ellas porque si no era imposible. Mis padres se habían ido al interior así que estaba sola. Yo trabajaba en un instituto de inglés y el primero de marzo le había dicho a mi jefa que iba a dejar de trabajar porque tenía que centrarme en estudiar para poder recibirme este año. Diez días después, yo estaba en práctica y me llamó. Le corté y me llamó y, a la quinta vez, atendí y me contó. Mis amigas me miraron y me preguntaron qué me pasaba porque quedé blanca pálida. Les conté que se había muerto Andrés y de ahí a hablar con mis padres. Fue un shock para todo el mundo, era algo impensable.
La gente me pregunta qué sentí en ese momento y, primero, el shock de la muerte, después la angustia y después pasé por el enojo de qué injusta la vida, justo a él. Yo ya sabía, pero nadie me había transmitido que yo iba a quedar y me lo comunicó Juan Martín Rodríguez, un diputado de la lista 71. Me acuerdo que me mandó un mensaje que decía "ahora se vienen tiempos de mucha responsabilidad, vamos a estar ahí para ti".
Cuando me cayó eso caí en la realidad, el tema de toda la responsabilidad que hay que asumir, de cómo te cambia la vida de un día para otro. Si me decís que hacés actividad política y tenés la campaña, estás buscando ese cambio, pero para mí no fue así. De un día para el otro se dio vuelta la tortilla y podría haber dicho que no, pero fue una decisión que tomé, sobre todo, porque cuando él me llamó para armar la lista me dijo que confiaba en mí y me agarré de eso. Me agarré de su confianza, de la que yo tengo en mí misma y en el apoyo que he recibido desde ese momento. Así que, ahí, a salir a la cancha y, como decía Jorge Larrañaga, hay orden de no aflojar.
Para entender un poquito más el contexto del Municipio Ch, ¿cómo es ese municipio y qué características tiene?
Es un minicipio grande donde vive muchísima gente, aproximadamente 170.000 personas. Pero, además, es un municipio al que viene mucha gente, lo que se llama la población flotante. Por ejemplo, la mayoría de los hospitales están en nuestro territorio, lo que quiere decir que viene gente del interior. Además, hay muchas oficinas, lo que quiere decir que viene gente de otros municipios. La cantidad de tráfico que hay de personas es imponente y no solo tenés que cumplir con las necesidades de los vecinos que viven acá, sino también con el vecino del municipio B que viene a trabajar acá. Y no solo los uruguayos, también los turistas, porque es un municipio súper turístico donde tenemos gran parte de los hoteles y cosas muy importantes como el Estadio Centenario.
Es un municipio que tiene sus necesidades básicas satisfechas porque no tiene nada que ver, por ejemplo, con lo que es el municipio F, pero que tiene mucha demanda. Me di cuenta que tenés que ser muy innovador al hacer cosas. Todo está relativamente cumplido, las necesidades están satisfechas y hay que pensar qué cosa nueva podríamos hacer para que al vecino le guste y que sea innovador. Entonces, muchas veces estoy mirando qué se hace en EEUU y en Europa, o en otros países, para traer ideas acá y hacer una lluvia de ideas con cosas que estén buenas. Eso es un gran desafío que la vida me ha puesto y espero lograrlo con creces.
¿Qué es lo más difícil de llevar de ese municipio?
Tenemos un problema con la limpieza, que es algo compartido con la Intendencia. El municipio hasta casi el 30% del presupuesto en limpieza. Tenemos convenios con DINALI, donde los presos liberados hacen un barrido manual que es una de las competencias del municipio. Tenemos otro convenio con Tacurú donde hay aproximadamente 60 personas que trabajan con nosotros, es un convenio socio educativo. También tenemos un servicio, que nosotros contratamos, que es la limpieza alrededor de los contenedores. Esa es una competencia que asumió Andrés en la gestión pasada porque se veía que había un problema con la basura alrededor de los contenedores y que estaba faltando dar una mano. Así que agarramos presupuesto nuestro, nos encargamos nosotros y tenemos un servicio en que todos los días limpian distintas zonas del municipio y tienen su recorrido. Es una forma de apoyar a lo que a la Intendencia no le da la capacidad para hacer.
Ese es un problema grande, la Intendencia gasta muchísima plata en desarrollo ambiental, de higiene y de limpieza. Nosotros también y es uno de los grandes problemas.
Después, hay otras inquietudes, que me he dado cuenta en estos dos meses que vengo porque hay reclamos, que es el tema veredas. El municipio puede hacer rampas para mejorar la accesibilidad, pero hay que lograr la accesibilidad universal. Hoy en día la responsabilidad de arreglar la vereda la tiene el vecino frentista, el que tiene la casa que da a la vereda. Lo tiene que arreglar él. Queremos encontrar una solución a eso, sobre todo, porque nos dicen que lo arreglan pero que al día siguiente viene UTE, OSE o ANTEL, rompe para poner cables y después hay que arreglarlo de nuevo. O pasa con las raíces del árbol. Entonces, hay que cranearlo bien y encontrar una solución que nos venga bien a todos.
¿Con qué ideas nuevas viene tu generación que quizá las más grandes no? O sea, ¿de qué se va a beneficiar el Municipio Ch?
Cuando Andrés estaba en campaña me pidió que le diera una mano en la parte de higiene y medioambiente porque yo me llevo bastante bien con esa parte en la vida. Le dije que quería hacer un compost ciudadano, un plan de reciclaje con compost. Le expliqué qué era y le encantó porque era algo nuevo. De hecho, yo la idea la saqué de San Francisco, EEUU. Me acuerdo del día en que sacamos los primeros folletos en campaña que decía "ideas centrales de la gestión 2020-2025" y en la parte de medio ambiente decía "implementar un plan piloto de compostaje".
Entonces, tratar de innovar en ese sentido, no quedarnos en el reciclaje típico, sino que hay otras formas de reciclar que la gente puede hacer desde su casa y que, además, da todo un beneficio porque, después, si reciclás, y sobre todo la materia orgánica, reducís el volumen de basura que generás. Por ende, se reduce el volumen de basura del contenedor y no se contamina todo lo otro que es reciclable, como los plásticos.
Al ser jóvenes y venir de otra generación tenemos ideas innovadoras y, de hecho, el gobierno municipal tiene un promedio de edad relativamente bajo. Acá hacemos bromas porque tenemos a la alcaldesa más joven y al director más joven. Eso ayuda en el ambiente porque es todo más descontracturado y, también, ayuda en la parte de ideas, a traer cosas innovadoras.
¿Qué cambia en tu vida cotidiana ahora que sos alcaldesa? ¿Qué dejaste de hacer y qué seguís haciendo?
El 90% de mi vida cambió. A nivel de día a día, en lo cotidiano, cambió todo. Yo tenía clase de ocho a dos de la tarde, eso no sucede ahora. Tengo clase de ocho a diez y me vengo al municipio a trabajar. Yo estaba acostumbrada a tener ese horario, a almorzar en mi casa, tener un rato para estudiar, salir a tomar unos mates con mis amigas a una plaza, hacer deporte de tarde, gimnasio y todo eso no estaría sucediendo.
De noche, tengo práctica, pero eso es vital así que no lo voy a dejar. Me marco las prácticas en la agenda para obligarme a ir, es una obligación que yo me impongo. Tengo práctica todos los días porque hago handball y fútbol, me verán una hora menos todos los días, pero es una hora que tengo de desenchufar 100%.
Ahí, a nivel cotidiano, pero a nivel personal también. Fue un cambio brutal porque pasé de ser Matilde a ser una persona pública. Te cambia el día a día en la forma de actuar, la forma de ver lo que decís, en la forma de comunicar, de moverte, es algo que vengo aprendiendo. Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas el tema de aggiornarse, pero tengo a mi familia que me banca muchísimo en ese sentido y a mis amigas que lo entienden y eso es fundamental.
Aggiornar la vida de alcaldesa requiere madurez porque no sos tan joven, porque tenés problemas de adultos, pero tenés 22 años. Obviamente que es compatible, pero es distinto. Lo vengo llevando bien y, por suerte, en la situación donde estoy, estoy contenta, que es lo más importante. Tener que despertarme y pensar qué me espera hoy, y que todo lo que me espere me guste es muy lindo y es la primera vez que lo estoy viviendo.
Por ejemplo, el tema de las redes sociales, ¿ahora tenés que darles otro uso que antes no? ¿Tener más cuidados?
No lo terminé de descifrar todavía. No sé muy bien cómo usar las redes sociales porque, obviamente, para la gente de mi edad tiene un uso de mostrar tu vida. Ahora vas a tomar un café y sacás una foto del café y lo subís. Yo todavía no estoy encontrando cómo definirme en ese contexto, si tengo una reunión y subir foto de las reuniones que tengo, si mostrar lo que estoy haciendo, si usar stories o el feed. No lo tengo muy claro todavía, pero las redes sociales te ayudan a estar cerca de la gente y es algo que yo quiero transmitir.
Una vez hice una recorrida con unas amigas y fuimos a distintas plazas del municipio, yo estaba en una hamaca y me sacaron una foto. Después, la subí al story y puse la opción de preguntas bajo el título "poné una idea para un barrio". Alguien que yo no conocía, que me seguía, me dijo que le encantaba que hiciera eso, que era la primera vez que lo veía. Tienen esa cercanía las redes sociales, que ahora por la pandemia es lo que tenemos. También uso el perfil personal, que es mi Instagram, que lo uso yo, respondo yo, lo gestiono yo. Y por lo pronto me tuve que hacer una página de Facebook, porque en mi generación ya está pasado de uso, para poder transmitir desde ahí. Lo mismo LinkedIn, que la gente no lo usa mucho, estoy tratando de abarcar todo.
¿Cómo manejás las presiones?
Al ser Antía, estoy acostumbrada a recibir mensajes por mi apellido, así que todo lo que son insultos o difamaciones, no me interesan. Los leo y los leo con algo de diversión, así que en ese sentido no me toca. Obviamente, toda la presión o responsabilidad que tengo arriba por el lugar donde estoy es algo que toda persona con mucha responsabilidad siente y que estoy tratando de gestionar. Tengo un apoyo familiar que me sustenta y tengo el apoyo del equipo del municipio que también me sustenta.
Los funcionarios son unos genios y no tengo problema en que si algo no lo sé, que es natural porque son cosas nuevas para mí, apoyarme en ellos en la toma de decisiones. A nivel personal, está mi familia, mis amigos y también muchos compañeros de la política que, si tengo alguna duda, concurro a ellos. La parte de salud mental es una parte que tengo el debe, pero arranco mi primera sesión de psicólogo. Es algo importante tener un tiempito semanal para poder desahogarte y poder charlar de los problemas que tengas. No solo para gente con responsabilidades, sino para todo el mundo.
Y los 22 años, ¿alguna vez te han jugando en contra para que no te tengan fe, o para darle la responsabilidad a otra persona?
Recibí muchísimos comentarios, sobre todo en redes sociales, de que era muy joven para el cargo. La realidad es que para mí la edad es un número porque te puedo asegurar que trabajo lo mismo, o más, que personas de cuarenta años. Mucha gente me preguntó si iba a asumir estar responsabilidad y en el momento se decía, "vamos a ver si asume o no". Me preguntaron qué iba a hacer y mi respuesta era que nosotros los jóvenes siempre estamos pidiendo más responsabilidad, más espacio, más participación y, en el momento que lo podemos tener, ¿cómo no lo voy a aceptar? Sería una hipocresía.
Hace unos meses estábamos hablando en un plenario diciendo de crear una comisión de jóvenes y tenemos las elecciones de jóvenes para nosotros formarnos también porque, en definitiva, somos el futuro de un partido político y necesitamos esa formación. Si yo no asumo esa responsabilidad sería una hipocresía. Me encantaría poder hacer una buenísima gestión, no solo para mi partido político sino para los partidos políticos en general, que sepan que los jóvenes podemos tener cargos de responsabilidad y que estamos preparados para hacer cosas.
Obviamente, no se va a comparar con la experiencia que tenga yo con la de Luis Lacalle Pou, pero la experiencia se gana en el día a día. Puedo asegurar que no he aflojado un día porque me tomo esta responsabilidad muy en serio. Sobre todo, porque se me dio vuelta la vida, la decisión de asumir me la tomé en serio. Es algo que lo decía en un principio, cuando venía la duda de la edad y la experiencia, y yo decía que para estar cambiando toda mi vida no es algo que me lo esté tomando a la ligera.
¿Alguna decisión difícil que hayas tenido que tomar siendo alcaldesa?
Desafíos hay todos los días. Siempre hay algún incendio para apagar, pero sí, sobre todo los temas presupuestales. En el mes que yo asumí los teníamos que definir y fueron clases intensivas. También el Plan de Desarrollo Municipal, que marca lo que es la gestión de acá al 2025, que tiene que estar fundamentada. Tiene que haber una línea de trabajo y tiene que estar bien hecho porque es donde vamos a operar. Fueron dos meses de mucho aprendizaje, todavía me falta por conocer, pero le he sacado todo el jugo posible.
¿Hacia dónde tenés pensado que vaya tu carrera política? ¿Tenés un plan?
Por ahora voy a ir viendo. La realidad es que tengo mi desafío en el municipio hasta 2025 y voy a estar acá para que el día que deje este municipio pueda mirar atrás y decir, "supimos cumplir". Lo primero es eso, después, ¿qué viene? No tengo idea porque mi objetivo es en 2025 haber hecho una buena gestión. Ese es el objetivo principal.
¿Cuál fue el día más triste de tu vida?
El día que se murió mi abuela, seguro.
¿Y el más feliz?
Te digo dos. El nacimiento de mi sobrino hace tres años, un 31 de mayo de 2018 y el 13 de enero de este año que nació mi otro sobrino.
¿Haciendo qué cosa sentís mayor libertad?
El deporte. Me siento yo. En handball y en fútbol, en las dos cosas, es como que estoy ahí y lo demás no importa. No sé qué está pasando, si cae un meteorito, no importa porque estoy jugando a esto y me concentro. Después, obviamente en la vida social. Con mis amigas es el lugar donde más me encuentro.
¿Algo que nunca te hayan preguntado?
Si soy feliz. Como que la gente no pregunta si sos feliz, sí te preguntan cómo estás, pero no si sos feliz.
¿Y lo sos?
Sí.
¿Un sueño por cumplir?
Recibirme, seguro, y, en base a mi lugar hoy, poder cambiar la vida de la gente para bien.
Si murieras hoy, ¿irías al cielo o al infierno?
Espero ir al cielo. No creo que le haya hecho mal a nadie. Que yo sepa no me mandé ninguna. Dirá el de arriba a ver a dónde voy, pero para mí voy al cielo.
Por Federica Bordaberry
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