Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti
Del riñón del extinto líder nacionalista Jorge Larrañaga y sanducero como él, Matías Terra (28) tomó el “fierro caliente” que dejó Santiago González al renunciar tras conocerse sus reiteradas atenciones en el Hospital Policial. Su nombramiento sorprendió a propios y extraños, por su juventud, pero también porque era un desconocido en las grandes ligas de la política y porque su currículum solo decía que era analista en marketing. Terra, quien es amigo y compañero de lista de Jorge Larrañaga Vidal, el hijo del Guapo, dice que el presidente Lacalle Pou le pidió que fuera auténtico y tuviera su propia impronta.
Parte de este nuevo estilo es tener un perfil más bajo, aparecer mucho menos en los noticieros. “A veces salía el ministro [Luis Alberto Heber] por un lado, salía Santiago González por otro. Yo voy a una reunión y noto que la gente viene con confianza a contarme las cosas. Capaz que si vos sos tan mediático, la gente puede pensar: ‘Pah, este loco está solo para las cámaras’. Entonces, por eso se busca un perfil más bajo”, argumentó Terra. Entre sus virtudes, apunta, está pertenecer a esta cartera desde el inicio del gobierno y ser un hombre cercano a los policías. Y adelanta que “no concurrirá a los operativos policiales ni ingresará a las cárceles; eso es metier de los policías”.
Terra es de cuna blanca y, casi por lo bajo, confiesa que desde los 5 años, cuando le preguntaban “qué quería ser cuando sea grande”, contestaba: “presidente de la República”. Por ahora, se reúne con vecinos y trata de acercarles soluciones para una mejor convivencia ciudadana.
Empezaste a militar en política siendo menor de edad, en Paysandú. ¿Qué te llevó a meterte en política?
En realidad, empecé mucho antes, porque tengo una familia muy política. Mi abuelo fue embajador de Uruguay en Francia, y antes fue muy amigo de Wilson [Ferreira Aldunate], estuvo muy vinculado a él. Su hermano, Juan Pablo [Terra], fue fundador y líder del Partido Demócrata Cristiano, y su hermano Francisco fue senador colorado. Vengo de una familia política y siempre lo mamé de muy chiquito. Mi abuelo vivía acá en Montevideo y cuando yo venía pasábamos horas hablando de política. “Hablando”: en realidad él hablaba y yo escuchaba. Yo era chico y miraba periodísticos en televisión. Y con mis amigos siempre me pasó de no tener tema de conservación, más allá del fútbol o el básket. A mí siempre me picó el bichito de la política.
Pero de que te interese la política a involucrarte en ella hay un trecho…
Sí, en realidad cuando yo me vine a Montevideo, me vine a residir en Conventuales, en la residencia para los del interior, y al principio no estuve muy vinculado, hasta que el hijo de Jorge Larrañaga me invitó a militar, armamos un grupo juntos. Con él íbamos al mismo colegio, en Paysandú, lo conocía de allá. Después, él vino a Montevideo y me dijo: “Che, mirá que estoy armando una lista, ¿te gustaría sumarte?”.
¿Y cómo se dio el acercamiento a Jorge Larrañaga?
Yo conocía al Guapo de Paysandú, de toda la vida. Vivía a una cuadra de la casa de mis padres, donde vivía yo. Lo conocía de ahí, y políticamente también, porque mi viejo militaba en el Partido Nacional, fue edil en Paysandú, y ya nos conocíamos. Políticamente, empecé con el hijo para la elección de jóvenes, en 2017 sacamos una lista, después competimos en la última interna del Partido Nacional y ahí quedé más vinculado.
Y conforme se estrechaba tu relación con el Guapo te fuiste haciendo amigo del hijo, Jorge Larrañaga Vidal, con quien has recorrido un camino político…
Sí, sí, nos hicimos amigos. Él siguió su carrera política en Paysandú, se quedó allá, pero cada vez que voy nos vemos, comemos un asado y hablamos.
Te viniste a estudiar a Montevideo, y en tus primeros años de residencia en la capital viviste en la Residencia Universitaria Franciscanum, más conocida como Conventuales. Y allí fuiste portero del edificio, de 2014 a 2016. ¿Te enseñó algo esa primera oportunidad laboral? ¿Te dotó de paciencia, quizás?
Fue un poco más, fui recepcionista. Yo estaba buscando laburo y surgió esa oportunidad. Los frailes me lo ofrecieron y estuve un tiempo. Estás todo el tiempo en contacto con gente, y también se administraban salones que estaban ahí. Me dio un vínculo fuerte con los residentes de ahí, también con los padres. Pero uno que ya estaba en la residencia y entendía cuál era la preocupación de los padres, que llamaban a la residencia y querían saber en qué estaban sus hijos, si estaban estudiando. Y uno más o menos, en esa cercanía con los residentes, tenía mejor vínculo con los padres, porque entiende que necesitaban tranquilidad. Mirá que es difícil para los padres asumir que sus hijos de 17 o 18 años dejan el nido y se van a Montevideo. Yo estoy a 400 kilómetros y mis padres hasta el día hoy extrañan y sufren mucho la distancia.
Fuiste asesor de Antel y en 2020 asesor del Ministerio del Interior, trabajando directamente con Larrañaga, hasta 2022, cuando pasaste a asesorar a Nicolás Martinelli, el director general de Secretaría del Ministerio del Interior. ¿Qué tareas cumpliste como asesor? ¿Qué hace un asesor?
Con Martinelli, él me pidió que lo ayudara a ver cómo eran los procesos acá adentro, qué tipo de licitaciones estaban en curso, ser un nexo con la Policía. Yo entré en 2020 con Jorge [Larrañaga], y desde ahí tengo un muy buen relacionamiento con todos los funcionarios de la división de Policía (y con la Policía en general, no solamente con los directores, sino también con todos los ayudantes y administrativos). Entonces, me pidió que lo ayudara en ese nexo, en cómo entender la lógica policial, y mezclarla con la lógica política, que acá dentro son dos caminos que se chocan. Más que asesorarlo, fue acompañarlo en ese proceso, porque él llegaba a un ministerio que no conocía; él venía del Mides [Ministerio de Desarrollo Social], que es un ministerio distinto. Para él muchas cosas eran nuevas y eran cosas que yo las tenía más aceitadas, y ese fue un poco mi trabajo. Y cuando estaba vivo Jorge, mi trabajo era un poco más de secretariado político, o también él me consultaba. Pero era un poco más de secretario, estaba en contacto directo con él.
¿Cómo viste la renuncia de Santiago González, tu predecesor en la cartera, tras conocerse sus reiteradas atenciones en el Hospital Policial?
Me parece que, desde el punto de vista del Ministerio del Interior, no fue bueno. Una renuncia nunca es buena. Él se equivocó, porque mintió. No tiene nada que ver con su gestión, eso va por otro carril.
“Desde el punto de vista del Ministerio del Interior, no fue bueno lo que pasó con Santiago González. Una renuncia nunca es buena. Él se equivocó, porque mintió. No tiene nada que ver con su gestión, que para mí fue buena”
¿Creés que González estaba haciendo una buena tarea?
Sí, venía haciendo una buena gestión.
Sos un hombre del riñón de Larrañaga, sanducero como él, y tu puesto era de Alianza Nacional. ¿Qué te dijo el presidente cuando te nombró?
Me llamó y me dijo que confiaba mucho en mí, que fuera auténtico, que fuera proactivo, que tratara de estar en contacto directo con la gente y que confiara en mí mismo, que tuviera mi propia impronta. Eso fue lo que me dijo.
Matías, no escapa a ti que cuando tu nombre se conoció públicamente, como sucesor de Santiago González en el ministerio, sorprendió. Lo hizo por tu juventud, sí, pero además porque de tu CV lo que trascendió era que sos analista en marketing. ¿Cuáles son tus credenciales para el cargo?
Mi principal virtud, creo, y eso lo vio el presidente, es que yo venía del principio de la administración. Conocía de adentro el ministerio. Además, que soy militante del partido, que conocía a Heber y me conocían a mí. Y después, tener un buen vínculo con la Policía. Yo voy a almorzar con ellos, estoy todo el día con ellos. Tengo un vínculo cercano, cotidiano, con ellos. Eso ayuda, y en un momento en que era un “fierro caliente” tomar la dirección, capaz que la mejor opción fue tener a alguien que ya estuviera adentro, que era uno de los que tenía más tiempo acá adentro, junto con [el subsecretario Guillermo] Maciel. No había que traer a alguien de afuera y esperar a que se familiarizara con el entorno. Fue un tema de ganar tiempo. Ya conocía la dirección, conocía las personas que trabajaran en la dirección, conocía el trabajo.
Cuando te nombran, ¿te sentiste capacitado para el cargo, o tuviste miedo de no estar a la altura?
Cien por ciento preparado uno nunca se siente, porque a medida que uno va ejerciendo el cargo, va aprendiendo. Estoy todo el tiempo aprendiendo acá. Pero sí, quería el cargo. Es como el “guacho” que tiene 17 y debuta en Primera. ¿Cuáles son las credenciales de un gurí de 17 años que juega en Primera en Peñarol?
Y bueno, puede ser haber sido el goleador absoluto en las inferiores. Se puede ser juvenil y tener credenciales.
Lo que pasa es que uno acá hace mucho trabajo interno que no se ve. Obvio que están las figuras públicas, pero también están todos los que estamos detrás. Entiendo que es difícil explicarle a la gente “qué hace este guacho”. Pero estamos atrás, conocemos los temas… Esto puede salir mal o bien, es una apuesta que se hace el presidente a la juventud y me parece que está bien.
Sobre todo las primeras semanas, ¿sentiste el “botijeo”, que te subestimen por ser menor de 30? Tanto en la política como en redes sociales.
En redes sí, pero yo soy de una generación que nació con las redes. Entonces, entiendo que ahí el que se calienta, pierde. Trataba de no mirar mucho, obviamente leía, sí. El “botijeo” en redes, sí. Pero en cuanto a la oposición o gente de mi partido, enseguida salieron a respaldarme. Recuerdo algunos tuits de diputados frentistas que dijeron: “Bueno, vamos a darle una oportunidad al guacho, para que demuestre”. Que vean si la juventud puede o no tomar este tipo de responsabilidades.
“Traté de no mirar mucho las redes, que obviamente igual leí. Sentí el botijeo en redes. Pero enseguida salieron a respaldarme. Recuerdo algunos tuits de diputados frentistas que dijeron: ‘Vamos a darle una oportunidad al guacho, para que demuestre’”
Es notorio que tenés un perfil mucho más bajo que el de Santiago González, y también que el de Gustavo Leal, quien ocupaba este puesto en el último gobierno del FA. Sé que eso fue buscado, al punto que el ministro Heber dijo que buscaba alguien que “esté en contacto con la gente y sea menos mediático”. Pero ¿por qué eso sería una virtud?
Es verdad que tengo un perfil más bajo, era la idea buscada por el ministro. Porque parte del trabajo es que la gente tenga más confianza contigo, que se sienta más a gusto cuando tenga que denunciar algo o darte información, se tiene que sentir cómoda contigo. Parte del perfil bajo va por ese lado. Yo estoy en contacto con gente todo el tiempo. Tengo tres o cuatro reuniones por día de más de 20 vecinos cada una. La gente me ve trabajar, me ve actuar y ve que voy, tomo nota, vengo, hablo con la dirección de la Policía a ver qué se puede hacer, qué se puede resolver. A veces se puede, a veces no. Esa es la base del trabajo, un trabajo silencioso. Capaz que no se ve en los medios, pero la gente lo nota, porque yo estoy todo el tiempo con la gente.
¿Y por qué es una virtud el perfil bajo? Lo que se está buscando es enfocar la comunicación y centralizarla. A veces salía el ministro por un lado y salía Santiago González por otro.
¿Y había contradicciones?
No, contradicciones no, capaz que la gente no entendía mucho quién era quién, y quién ocupaba qué, cuál era el rol de cada uno. La idea es bajar el rol a tierra, y apostar a la dirección de Convivencia. Yo te decía: yo voy a una reunión, y noto que la gente viene con confianza a contarme las cosas. Capaz que si vos sos tan mediático, la gente puede pensar: “Pah, este loco está solo para las cámaras”. Entonces, por eso se busca un perfil más bajo. Yo no tengo problemas en contestar y demás, pero no estoy para estar en los operativos, porque no es la función de la dirección de Convivencia. La dirección de Convivencia debe ser un nexo constante entre lo que al vecino le pasa y lo que la Policía puede dar. A veces hay una disociación entre lo que la gente ve estadísticamente y la marcha de los delitos, y lo que pasa en los barrios.
Hablemos de tu rol: explicale a la gente cuál es la tarea de un director de Convivencia y Seguridad Ciudadana.
La principal tarea es escuchar a los vecinos. A nosotros nos llegan un montón de solicitudes de vecinos, o de concejales, alcaldes o diputados de todos los partidos, porque la gente se quiere reunir con el director de Convivencia por temas de seguridad. Yo voy, escucho a la gente, tomo los planteos. Muchas veces pasa que la gente hizo la denuncia, pero no se ha explayado tanto en la denuncia y hay datos que no da, porque se olvidó o se puso nerviosa, porque está en una situación de estrés cuando llamó al 911. Hay que bajar a tierra esa información. La idea es tomarle la temperatura a lo que está pasando en el barrio o la zona, que no es que la Policía no lo sepa, sino que a veces no tiene el 100% de la información. [Buscamos] tratar de achicar ese margen entre lo que pasa realmente en el barrio y lo que la Policía, a través de la denuncia, puede captar.
Y dentro de la dirección de Convivencia, tenemos un programa que es Pelota al Medio a la Esperanza, que va más apuntado a lo social y a atentar a las causas del delito, y a atacar el tema de la droga. Hemos sacado un montón de gurises que estaban sin ir al liceo, sin estudiar, a través del deporte, un gran anclaje que tenemos. La dirección de Pelota al Medio se dedica a eso, tenemos dos equipos de fútbol universitario. Son casi 60 gurises que ahora todos estudian porque, si no, no pueden jugar. Y eso está bueno. Es muy bien recibido. Estamos tratando de ampliar el programa, que esté más presente en escuelas y liceos, y es una de las cosas que los vecinos nos reclaman. Los mismos vecinos se dan cuenta de que la Policía puede llegar hasta un punto, pero después hay un tema social que hay que atacar más de raíz. Y Pelota al Medio es un instrumento que depende del Ministerio del Interior. Siempre se ve esa cara represiva de la Policía, pero también tenemos esa pata social, es un programa que depende de la dirección de Convivencia, y yo quiero potenciarlo.
Da la impresión de que quien está en este cargo cumple una función en Montevideo, pero el cargo es nacional, tiene jurisdicción en todo el país. ¿Tenés pensado recorrer más el interior?
Yo soy del interior, me encanta el interior. Siempre fui de los que se quejan de que está todo en Montevideo y al interior no llegaba nada. Entonces, mi idea es salir más al interior, sí. Obviamente que por un tema de densidad de población, las reuniones surgen de los vecinos, entonces donde hay más vecinos, hay más reuniones. Pero ya hemos estado en varios lugares del interior.
Vos no vas a los operativos policiales, eso te distingue. ¿Es así?
No voy. Eso fue una decisión personal, que fue acompañada por el ministro. Ir a los operativos no [quiero], porque es una tarea estrictamente policial, represiva, y atañe a la división de Policía. A los operativos que sí asisto es a los que tenemos con el Mides, de asistir a gente en situación de calle. Pero al resto no.
Pero recordemos que González comenzó diciendo lo mismo, y luego era figurita repetida en los noticieros, participando como mediador en operativos…
Yo no voy a ir a los operativos policiales.
A mediados de junio, Heber anunció más presencia policial en las calles. ¿Cuántos efectivos y móviles más hay hoy patrullando?
Eso lo estamos afinando. El otro día fuimos a pelearlo a la Rendición de Cuentas y dependiendo de lo que se vote ahí es cuánta plata vamos a tener para poder comprar más móviles. Tenemos un problema y es que tenemos un montón de móviles “radiados”, como se dice acá, o sea que están rotos, y estamos teniendo atrasos en la importación de los repuestos. Pero para fin de año vamos a tener más efectivos y más autos. La cifra exacta no te la puedo decir.
¿Cuáles son las zonas donde se está reforzando (o se reforzará) la vigilancia y el patrullaje en Montevideo?
En las zonas 3 y 4 policiales, que vendría a ser la periferia de Montevideo: Casabó, Cerro, Marconi, Casavalle, Villa Española, Tres Ombúes, Punta de Rieles, Flor de Maroñas, Peñarol.
En Montevideo hay 4.000 cámaras de videovigilancia, y la idea era implementar 2.000 más. ¿Cómo impactan estas cámaras en el descenso de los delitos?
El impacto es muy bueno. No te puedo dar una cifra exacta de cuántos delitos resuelve, pero sí ayudan a esclarecer los hechos y a atrapar a los delincuentes. Contado por los propios policías, al principio, cuando recién se instaló el CPP, los fiscales estaban medio reacios a las cámaras, y hoy por hoy no hay fiscal que cuando se da un hecho delictivo no te pida una cámara. Entonces, ayuda mucho como prueba. Las cámaras trabajan mucho de manera forense, o sea, después del delito, y ayudan mucho a esclarecer y a tratar de atrapar a los delincuentes. Hoy esos barrios donde hay videocámaras están más tranquilos.
El ministro habló de incorporar un software de inteligencia artificial (IA) para combatir el delito. ¿Hay evidencia suficiente que garantice la efectividad de su uso?
En otras partes del mundo está estudiado que funciona. Israel lo usa, y le ha ido bien. Me parece una buena estrategia del Ministerio del Interior comenzar a aplicar la tecnología para que trabaje más preventivamente.
Vos, como millennial, lo ves bien…
Y sí (se ríe).
“En otras partes del mundo está estudiado que funciona la IA para combatir el delito. Israel lo usa, y le ha ido bien. Me parece una buena estrategia del ministerio comenzar a aplicar la tecnología para que trabaje más preventivamente”
¿Por qué esta administración, que ha bajado casi todos los delitos, no ha podido con el más violento de todos: los homicidios?
Los homicidios es un trabajo que se tiene que enfocar más a las causas del delito, y me parece que desde el año 90 hasta la época —y me lo han dicho un montón de vecinos— el tema de la inseguridad ha ido creciendo; en todos los gobiernos, la inseguridad fue en aumento. Nunca se atacaron las dos vías que ahora desde el Ministerio del Interior queremos empezar a atacar: por un lado, represión y prevención del delito, que atañe directamente a la división de la Policía, y por otro, atacar las causas. El ataque a las causas va por otro lado. Recientemente, el ministerio presentó informes que hizo la academia [N. de R.: se refiere al estudio “Diagnóstico de los homicidios en Uruguay (2012-2022)” de Ciesu y el Laboratorio de Análisis de Violencia de Brasil y al documento “En las grietas del Estado: gobernanza criminal en Montevideo” de la Facultad de Ciencias Sociales, Udelar] sobre cuáles son las causas de los homicidios, y [habría que] atacar directamente ahí.
Capaz que habría que haberlo hecho antes, ir por los dos caminos que van en paralelo: un enfoque dual. También es un trabajo que va en conjunto con el Mides, con ASSE, con las intendencias y los municipios. Por ese lado vamos, ya es un avance incorporar a la academia, y que se plantee una política de Estado como lo está haciendo [Diego] Sanjurjo; por lo menos ahí pudimos sentar en una mesa a todos los partidos con representación parlamentaria, para ver medidas y que después, en un futuro, venga el que venga, se puedan continuar.
¿Todo pasa por los “ajustes de cuentas” o enfrentamiento entre bandas narcos?
Es un tema mucho más de fondo. Va desde la educación, viene mucho más abajo, de empezar a estar al lado de los gurises. Por eso este gobierno implementó un montón de medidas, empezó a darle un montón de recursos a la primera infancia, empezó a reformar la educación. Me parece que es mucho más amplio. Los últimos homicidios sí estuvieron relacionados al narcotráfico, pero no es la única causa.
¿Cómo se mejora la convivencia en los barrios, para reconquistar sitios que estaban copados por bandas criminales en zonas de contexto crítico? Más allá de Pelota al Medio a la Esperanza, ¿hay otras herramientas?
Sí, hay un montón de experiencias de vecinos que están organizados en comisiones y demás, que hace años vienen trabajando juntos, y que tienen reuniones mensuales o semanales. Van teniendo un orden del día y van trabajando interinstitucionalmente. Me llaman a mí, llaman al Mides, llaman a gente de la intendencia, y esas son las reuniones positivas, cuando estamos todos los actores en el lugar. Porque con Pelota al Medio nosotros podemos ocupar la plaza y que tengan talleres en la plaza, que jueguen ahí. Pero para eso tiene que estar la Intendencia, tiene que estar limpia la plaza y tiene que haber iluminación. Y tiene que estar el Mides apoyando con sus planes. Tenemos que entender que se tiene que trabajar integralmente, con todos los actores arriba de la mesa.
“Tenemos un programa que es Pelota al Medio a la Esperanza, que va más apuntado a lo social y a atentar a las causas del delito, y atacar el tema de la droga. Hemos sacado un montón de gurises que estaban sin ir al liceo, sin estudiar, a través del deporte”.
En los últimos días hemos visto episodios de violencia en escuelas, en liceos y hasta en un jardín de infantes, donde una madre atacó físicamente a una auxiliar de servicio en un jardín del Cerro. ¿Cuál ha sido tu participación allí? ¿Cómo operás para lidiar con situaciones como esas?
Ahí tenemos dos herramientas: una, yo voy o llamo al director de la escuela o hablo con los padres, que se organizan y piden reuniones. A veces, lo que la gente precisa es ser escuchada y que le des información valiosa. Por otro lado, tenemos la Comunidad Educativa Segura, que es un operativo especial de la Policía para los centros educativos, que trata de marcar presencia policial en la entrada y salida de escuelas y liceos. Es un trabajo en conjunto de Convivencia con las instituciones, y después lo volcamos a la Comunidad Educativa Segura, para estar atentos.
¿Esta dirección va a las cárceles? Vos, como director de Convivencia, ¿estás recorriendo las cárceles?
No. Vuelvo a lo mismo: no es una tarea de la Dirección de Convivencia estar en las cárceles. Sí hay un programa de rugby en las cárceles, llevado adelante por Pelota al Medio, como apoyo al INR. Pero después no, no es un trabajo que entendamos que lo tenga que hacer Convivencia.
¿Se necesita más mano dura o más acciones sociales para atacar los delitos?
No lo llamaría mano dura. Se necesitan las dos cosas: represión y prevención, por un lado, y el ataque las causas por otro. Se necesita enfocar y llevar los dos caminos en paralelo; capaz que antes algunos gobiernos le daban más bolilla a la represión y otros gobiernos más a las causas, pero ninguno a los dos en conjunto.
“Yo no hablaría de mano dura. Se necesitan las dos cosas: represión y prevención, por un lado, y el ataque las causas por otro. Se necesita enfocar y llevar los dos caminos en paralelo”
Te tocó trabajar con Larrañaga y, desde su fallecimiento, con Heber. ¿En qué se distinguen uno y otro como ministro del Interior, como gestor del ministerio?
Son estilos muy distintos. Yo aprendí a
trabajar con los dos. Jorge tenía una impronta más dura, y Heber es más
metódico y organizado, en cuanto a su agenda o las actividades que lleva
adelante. Son distintas improntas, ninguna es buena ni mala. Tomé lo mejor
de cada uno y mezclé las dos improntas.
Alianza Nacional apoya la precandidatura de Laura Raffo en el PN. ¿Por qué Raffo es la mejor opción para un sector wilsonista?
Porque es una figura nueva (aunque compitió en las departamentales en 2020), porque tiene juventud, y porque siempre Alianza Nacional ha buscado la renovación y lo disruptivo, lo distinto, y no capaz lo que ya está implantado… Tiene frescura. En el trato con la gente, en el mano a mano, es muy campechana. A mí me hace acordar a algunos dirigentes de Alianza Nacional en Paysandú, que eran muy cercanos con la gente. Y la figura de una mujer puede ser interesante para el futuro.
¿Dónde te imaginás dentro de 10 años?
Pah… me imagino haciendo política porque es mi pasión, es lo que me gusta. Específicamente dónde no sé, mientras que pueda aportarle al país…
Confirmado: ya te convertiste en político.
¿Qué querés que te diga? ¿Que me veo senador? Mirá, ¿viste cuando sos chico y te preguntan qué querés ser cuando seas grande? Yo siempre dije que mi sueño era ser presidente de la República. En 10 años obviamente que no… Pero, en serio, quiero aportar al país, y más allá o más acá, lo hemos hecho.
¿Qué hacés para zafar del día a día del ministerio? ¿Cuál es tu distracción favorita?
Hacer deporte: me gusta mucho el básket y también juego al fútbol. Venía jugando al fútbol en Yaguarí, en la Liga Universitaria, jugué al básquetbol en Yaguarí también. El deporte es lo que más me saca de la diaria.
¿Sos feliz?
Muy feliz.
Por César Bianchi
@Chechobianchi
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