Jonathan Mastropierro, de 24 años, cobró notoriedad durante las pesquisas por el caso Penadés, dado que fue —junto a Romina Celeste Papasso— una de las presuntas víctimas que hicieron pública su identidad como tales.
El joven también es poseedor de prontuario judicial. En 2019 fue condenado por estafa y pasó 20 meses en prisión.
Durante su pasaje por el sistema penitenciario, Mastropierro se convirtió en informante de Carlos Taroco, exdirector del Comcar y de la Oficina de Inteligencia Táctica del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), y que actualmente se encuentra en prisión. Como es de público conocimiento, Taroco fue condenado en proceso abreviado a tres años de penitenciaría por reiterados delitos de cohecho calificado, revelación de secretos y asociación para delinquir. En concreto, se lo considera responsable de orquestar una investigación paralela para obtener datos sobre los denunciantes de Penadés.
En las últimas horas, el periódico La Diaria divulgó información de un acta de declaración de Mastropierro fechada en mayo de 2021. En ese documento, Mastropierro —todavía preso— acepta colaborar con la policía aportando información sobre “hechos de corrupción, maniobras ilícitas y situaciones de vulneración” ocurridas en la Unidad 6 Punta de Rieles y en la Unidad 10 Juan Soler.
El penal de Juan Soler es una cárcel “modelo” de baja seguridad, en la que hoy se encuentra recluida Romina Celeste Papasso. Allí también estuvo preso Sebastián Alberti Rossi, cuñado del narco Sebastián Marset. En agosto de 2023, Rossi se fugó de manera increíble. Salió a tirar la basura —tarea que no le correspondería— y en ese momento fue recogido por un motociclista que lo aguardaba junto al presidio. Por ese hecho cinco policías fueron sumariados.
Luego, en octubre del mismo año, Alberti Rossi se entregó a la policía maragata y fue recluido el penal de Libertad.
De acuerdo con lo declarado por Mastropierro en su rol de informante, la cárcel de Juan Soler habría sido “víctima de más de una estafa” y dentro de sus muros “suceden hechos que pueden configurar un delito”.
El declarante sostiene que “dentro de la unidad hay venta de teléfonos, sustancias, alimentos, entre otros objetos prohibidos, lo que involucra a presos y funcionarios”. Y que “la corrupción es tal que se venden hasta las comisiones laborales”, afirmó. También mencionó con nombre y apellido a funcionarios que obtendrían dinero por vender celulares, drogas y alimentos y todo tipo de artículos, y también por advertir a los presos sobre las requisas antes de que se produjeran.
En su rol de informante, Mastropierro también se refirió a la ya mencionada fuga del cuñado de Marset, quien —asegura— “pagó para que la fuga fuera exitosa. […] Cuando digo ‘pagó’, me refiero a que para lograr el cometido tuvo que hacerse con beneficios que no le correspondían porque la persona privada de libertad se desempeñaba en la comisión de cocina, de máxima confianza, estando en la unidad por un lapso muy corto, sin llegar a cumplir con los requisitos obligatorios para el resto de las personas privadas de libertad”.
En su declaración, aportó pormenores de cómo se habría producido ese acto de corrupción que facilitó el escape, hecho que ocurrió cuando él ya había recuperado la libertad.
“Para llegar a esa comisión abonó a la psicóloga de la unidad la suma aproximada de 40.000 pesos”, señaló. La psicóloga en cuestión “vende comisiones dentro de la unidad a diferentes precios dependiendo de la situación económica de la persona privada de libertad”, y agregó que él mismo se valió de sus “servicios”. En concreto, Mastropierro dijo haber pagado 50.000 pesos a la profesional para acceder a la comisión como “lavadero”. “Ella me pide que el dinero sea entregado en persona para que no quede registro”, dijo acerca de la forma de pago.
En cuanto a la fuga de Alberti Rossi, dijo conocer información directa debido a que fue organizada por la madre del recluso con el que él compartió celda. Esa mujer tenía varios hijos presos en diferentes cárceles, por lo que conocía el funcionamiento del sistema penitenciario. Por ello pudo formar “una red de contactos que le ha permitido lucrar y obtener beneficios económicos entrando equipos celulares, drogas, alimentos prohibidos y tarjetas SIM”.
Concretamente en Juan Soler, la mujer “tiene beneficios que le permiten generar ingresos corrompiendo el normal funcionamiento” y “organizó al detalle” la fuga “para que se concrete”. En su declaración, Mastropierro identificó con nombre y apellido a la mujer y a su hijo, y aseguró que ella “gestionó la salida de la novia de Alberti Rossi del país y coordinó a un tercero para que en una moto lo esperara en la puerta de la unidad”. En retribución, recibió una suma “de importancia” que habría sido abonada por “la familia del fugado”, que es la familia de Marset, con quien la propiciadora mantendría un “vínculo estrecho”.
Según Mastropierro, el plan de fuga incluyó la obtención de documentación falsa y el traslado del prófugo y su novia hasta la ciudad brasileña de Bagé. La idea original era que Alberti Rossi permaneciera en el extranjero por diez años, hasta que la causa prescribiera. Sin embargo, ese plan se modificó: el prófugo regresó a Uruguay y se entregó.
De acuerdo con el citado medio, el acta en la que Mastropierro acepta convertirse en informante lleva su firma y la de Taroco como receptor.