Al menos 55 personas murieron y 170 resultaron heridas en los ataques israelíes contra la Franja de Gaza de las últimas 24 horas, según el recuento de los hospitales publicado este sábado por el Ministerio de Sanidad del enclave, gobernado por Hamás.
Desde que comenzó la guerra, hace más de 14 meses, al menos 44.930 personas han muerto y 106.624 han resultado heridas en el territorio, y las autoridades sanitarias estiman que los cuerpos de 11.000 desaparecidos siguen enterrados bajo de los escombros.
El ataque más mortífero, que dejó al menos 33 muertos y más de 80 heridos, tuvo lugar durante la noche del jueves contra un edificio de correos en el campamento de refugiados de Nuseirat, en el centro del enclave.
Los cadáveres empezaron a llegar a los hospitales a partir de la medianoche del viernes, por lo que fueron incluidos en el recuento publicado hoy, explicó a EFE una fuente de la Sanidad gazatí.
Desde entonces, las fuerzas israelíes han atacado varios puntos de la Franja, como la escuela Mayila Wasida, en Ciudad de Gaza, donde este sábado murieron al menos 7 personas, o el edificio municipal de Deir al Balah, en el centro, donde murieron 10 personas.
Uno de los muertos en este ataque fue el alcalde de Deir al Balah, Diab al Yaro, cuyo cuerpo fue recibido por la morgue del hospital Mártires de al Aqsa de la ciudad.
El Ejército israelí, que confirmó el ataque, acusó a Yaro de formar parte del brazo armado de Hamás, y dijo que ofrecía asistencia a los milicianos islamistas en sus operaciones contra las tropas israelíes.
"Imad Yaro participó activamente en la gestión del Gobierno de Hamás en la zona de Deir al Balah, mantuvo contacto continuo con funcionarios del ala militar de Hamás y les brindó asistencia de combate contra las tropas", aseguró el Ejército en un comunicado.
Israel también dijo haber tomado precauciones antes de lanzar el ataque para "mitigar" el daño a los civiles.
El edificio bombardeado se encuentra dentro de la zona declarada "humanitaria" por Israel, que recorre las costas del sur gazatí, y donde la mayoría de la población de casi dos millones de personas vive hacinada en tiendas de campaña, sin apenas servicios básicos como agua corriente o electricidad.
EFE