Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López
Es la versión uruguaya de Keith Richards, pero en formato plena. Él dice que tiene swing o sabor, pero algunos analistas musicales podrán convenir conmigo en que la de Martín Quiroga es una actitud de rock star. Menudo y delgado, con el rostro surcado por las arrugas y la noche y una voz cascada por "todo lo que viene con la noche", Quiroga aceptó un mano a mano en el bar de un amigo, su ex representante, para hablar de todo y sin cassette: su gusto por el folclore y el tango, sus comienzos en el carnaval, su incursión en la música tropical uruguaya, el paso por Karibe con K y Cumanacao; pero tampoco esquivó los temas más delicados: dos fotos suyas que fueron virales, algunas letras de canciones polémicas que aluden a la droga y el suicidio, y el maldito/bendito 8 de noviembre pasado, cuando su suegro, de 72 años, lo enfrentó frente a su vivienda de Nuevo París y le efectuó un disparo a la altura del pecho con un revólver calibre 38.
Padre de cinco hijos -tres nenas y dos varones-, Quiroga, de 44 años, recibió el alta en el hospital Maciel 15 días después del balazo y un mes después ya estaba "en las tablas", como le gusta decir, cantando en el Tropy, el Suda o el Club de Anita. Ya recuperado, dice que ahora valora mucho más las pequeñas cosas, que se siente más querido que antes y que espera que su suegro -quien según él lo quiso rematar pero le faltó una bala- acepte una visita en la cárcel, para aclarar todo frente a frente, y después sí, mudarse. Alerta spoiler: después de mucho tiempo, un entrevistado de este espacio confiesa no ser feliz.
-Naciste en Aires Puros, hiciste la escuela en el Borro, y pasaste la adolescencia en el Complejo Verdisol, que terminó siendo ocupado por mucha gente, se llenó de intrusos, ¿no?
-Nosotros formamos parte de los promitentes compradores. Era un plan que había de ingreso a la llave, dejabas un dinero, la empresa te daba la llave, firmabas unos conformes y vos ibas pagando. Pero después la gente se empezó a meter, ¿y qué vas a pagar? No pagó nadie. Éramos 13 familias que nos metimos. Yo me quedé con un apartamento. Éramos mis padres, yo y mi abuelo. Pagamos hasta que se ocupó el complejo, después fue imposible controlarlo y ya todos dejamos de pagar. De 13 familias pasaron a ser 50 y no se pagaba agua, no se pagaba luz ni teléfono. Y teníamos todo, hasta cable.
-¿Cómo recordás esa etapa de tu vida?
-Una etapa linda, sana... y transgresora. Ahí en el complejo era ver cómo las familias se metían y los coraceros las correteaban por el campo, por todos lados, para cortarle el ingreso. Pero ganó la gente, ganó el pueblo, ganaron las ganas de tener un techo. Los coraceros se ponían en la puerta del complejo y repartían palo a cualquiera. La orden de ellos era no dejar entrar gente, y entrábamos con ropa, muebles, de todo.
-Y si los coraceros daban palo abierto, ¿por qué la recordás como una etapa linda?
-Porque la gente luchaba por ganarse un techo que no tenía, pasabas de vivir al lado del arroyo a tener un apartamento que estaba divino en ese momento. Yo había salido de la escuela. De Aires Puros me fui a Verdisol. Terminé la escuela, después hice los tres años de ciclo básico en el IBO (Instituto Batlle y Ordóñez) y cuarto y quinto en un liceo frente a canal 12. Pienso que no terminé porque elegí mal. Tenía problemas con las matemáticas y elegí Biológico, que tenía más matemática que las demás orientaciones. Y ahí dejé.
-¿De chico cantabas folclore con tu padre?
-Sí, me crié cantando folclore. Mi viejo un tipo trabajador pero bohemio. Tenía amigos guitarreros conocidos, y los fines de semana íbamos a alguna peña. Yo lo acompañaba y se ve que para él cantaba bien, y me hacía cantar. Me gustaba la guitarra, la junta de gente mayor. Alfredo (Zitarrosa) es el máximo... Me gustaba mucho el tango también. Escuchaba y cantaba tangos, hasta el día de hoy. Si hoy me invitás a cantar un tango, te digo "vamos". El otro día te mandé una foto con Francis Andreu, que también es re plenera...
-En el 88 con 12 años arrancaste en carnaval de las promesas con Patitos Cabreros...
"¡Preciosa voz tenía cuando era chico! Se apagó con el tiempo, y le ganó el swing. Antes cantaba mucho más, era cuadradito, ahora canto 30 veces menos, pero según Damián Lescano, tengo lo que no se compra en la farmacia"
-Eso salió a partir de las guitarreadas que tenía con mi viejo. Tenía un amigo en común, Jorge López, que era el dueño de Los Patos Cabreros y ese año tenía la idea de sacar Patitos Cabreros en Carnaval de las Promesas. Era el dueño de una empresa de artículos de limpieza y sacaba los Patos Cabreros y los Patitos. Él nos iba a buscar y nos llevaba después de los ensayos. Me gustaba... hasta el día de hoy me encanta la murga. No salgo (en una murga) porque no estoy ni ahí con dejar de hacer lo que me da plata todo el año ni dejar la gente que labura conmigo, por hacer carnaval (que ya hice) y hacerle perder plata a algún músico que depende de mí, de los toques.
-De ahí a Patos Cabreros, y ya de jovencito te destacaste. ¿Por qué te pensás que la rompiste de entrada?
-Los dos primeros años salí elegido revelación y después figura de carnaval. ¿Por qué? No sé, era muy niño yo, no existían esas ganas de salir primero... No había rivalidad, los niños no teníamos esa competencia. Bueno, había pica con los purretes de La Teja, que aquel te miró de pesado, que vos lo mirás, y ya había lío, pero éramos todos niños. Pienso que me destaqué porque me dieron muchos papeles para hacer y por eso resaltaba. Tenía la voz muy aguda, cantaba mucho.
-Tu vieja dijo en el programa Memoria Tropical de TV Ciudad que a esa edad tenías una voz preciosa... "A esa edad" dijo. ¡Te mató!
-Divina mi vieja... hoy gracias a Dios la tengo viviendo conmigo, y me acompaña a algún lado. Tiene razón: ¡preciosa voz tenía! Se apagó con el tiempo, y le ganó el swing. Antes cantaba mucho más, era cuadradito, ahora canto 30 veces menos, pero... dijo (Damián) Lescano en una nota para ese programa que "el Martín tiene lo que no se compra en la farmacia. Puede ir afónico o como sea, pero tiene sabor".
-Decís que tenés swing. Definime el swing.
-Una cosa es cantar bien, y otra cosa es que cantes, de repente mal, y que la gente salte por vos, por un do desafinado. Piensan que saltan más con un tema... no sé cómo explicarlo, por eso es swing... Sabor, sentimiento.
-¿Carisma?
-Carisma, ponele... Yo no bailo. Me piden que baile y yo no bailo. Me gustaría cantar mejor, me gustaría llegar al final más compacto, más armadito, pero llego y llego a todos lados. El otro día me pasó algo que nunca en 20 años: cerré El Club de Anita, a las 5.30 de la mañana, que no es un baile que no se caracterice conmigo, porque es más "formal". Pero cerré y estaba lleno, terminé empapado en sudor con el baile de bote a bote, y de ahí me fui al Sud América. A esa hora la gente está cansada. Yo le había protestado al dueño del Suda que por qué me dejaba para lo último, porque el que se levantó una minita se voló, el que se mamó se quiere ir, y me dice el dueño: "¿Viste por qué dejó para el final, Martín? La gente no se va, me siguen consumiendo, yo sigo trabajando, la gente se sigue divirtiendo". El sabor también es cómo tratar a la gente, abajo y desde arriba del escenario.
-Me reconocías recién que tu voz ya no es la misma que cuando empezaste, que está cascoteada. ¿Qué pensás que te fue rompiendo la voz?
-Las tablas, la noche...
-Y lo que viene con la noche...
-Sí, también. Pero por el episodio que tuve a fin de año me di cuenta que si fuera por lo que trae la noche, ya tendría que estar muerto. Tengo una capacidad de regeneración -dicho por otros, no por mí- que es asombrosa. Yo en 15 días, después de una herida muy grande que tuve (NdeR: se refiere al balazo que le dio su suegro el 8 de noviembre pasado) andaba tirando "willies" en el hospital, y había gente que después de un mes, se levantaba y se caía.
-Sigamos repasando tu carrera. A los 15 años arrancás en la música tropical, en Platino Superstar, pero el gran salto fue el pase a Karibe con K.
-Fue como pasar de La Luz a Nacional (o Peñarol, en tu caso). Cumanacao y Karibe era lo más escuchado, pero Karibe, tas loco... llegaba Karibe a un baile y había 150 autos atrás. Cuando yo llegué no estaba ni Gerardo (Nieto), ni Yesty (Prieto) ni Miguel (Cufós), ni el Fata (Delgado) que para mí son los creadores de todos los éxitos. Yo entré después que ellos se fueron. Pero había marca, título, estaba Eduardo Ribero. Para mí fue una etapa muy linda, me imagino lo que habrá sido para esos mostros (sic) en pleno auge. Estuve del 98 al 2000, formé parte de un disco. Era muy bueno el contacto con la gente, me catalogaban como simpático, y eso que yo no animaba, era el "Kimba" Pintos, o Alex (Stella) o Pablo (Cocina) los que animaban.
-¿Y cómo valorás tu pasaje por Cumanacao, que era rival directo de Karibe con K?
-El flash fue que Néstor Román, el dueño de Cumanacao, un título consagradísimo, me da una planilla con dos hojas, se presenta delante de Eduardo Ribero y me ofrece que me vaya con él. Después me enteré que Román ya se lo había dicho a Ribero antes: "Mirá Eduardo, yo me quiero llevar a Martín para Cumanacao" y que Ribero le contestó: "Esto es por plata, ningún problema si él acepta". Román me dio una planilla con los cachés de cuánto me iba a llevar por baile dependiendo si era en Montevideo o el interior, me dio un par de días para esperarlo y lo pensé. Algunos me decían: "¡Estás loco! Estás en Karibe, ¿qué te vas a ir?". Con los números no había mucha diferencia, pero era tentador el desafío. Y no le erré, Cumanacao fue lo que me catapultó. En el primer disco que integré en Cumanacao tenía dos o tres temas, que cantaba yo. Ellos venían de Disco de Oro, nos fuimos de gira por Argentina, Estados Unidos...
"Me pude abrir a tiempo, y no tengo ningún antecedente penal. Empecé a andar de joda. A veces no supe irme a tiempo, y terminaba demorado un par de horas en la comisaría. Un policía me dijo: 'Martín, estás todos los días preso y nunca hacés nada'"
-Ahí te tiraste de solista con tu nombre...
-No, ahí tuve unos inconvenientes y dejé de cantar.
-¿Qué inconvenientes?
-Inconvenientes personales... de gurí, no tan gurí, pero... por haber tomado un camino que no era el mejor. Me pude abrir a tiempo, y no tengo ningún antecedente penal, ni sin prisión, nada. Empecé a andar de jodas, joda sana porque me frené a tiempo. A veces no me supe ir a tiempo, y terminaba demorado un par de horas en la comisaría. Un policía me dijo: "Martín, estás todos los días preso y nunca hacés nada". De repente le estaba errando en las juntas, pero tenía juntas por todos lados, por todos los barrios, porque ando por todos lados, por eso pienso que soy muy querido y no soy envidiado. Soy más defendido que agredido, porque el palo de cantante es un palo canalla, catalogado como de traidores. Yo voy a los baños de los bailes y está todo bien conmigo, otros no van, porque son agredidos: los putean, los escupen, es como en la cancha. Yo entro a cualquier baño de un baile y me cuesta salir de ahí porque me piden muchas fotos y nunca me niego. Porque algún día eso se termina: los éxitos los hace y los mata la gente.
-¿Y cómo te cambió la vida salir a cantar con tu nombre propio?
-Yo no cantaba en ese momento, vino Adrián Vázquez, productor y me propuso -por el 2013, aproximadamente- armar una orquesta y cantar con mi nombre. Ahí nació Martín Quiroga y La Selección. Había tenido un par de orquestas que me propusieron: "Martín, ¿querés firmar un contrato por seis meses? Te doy 30 palos por mes durante seis meses", que eran como 50.000 pesos hoy (plata que no iba a agarrar ni en Cumanacao ni en ningún lado, haga baile o no). Y yo le dije: "Mirá que no me gusta leer la letra chica... ¿Y si me tenés que andar corriendo?" "Te corro", me dijo. Yo miraba para otro lado, me gustaba más jugar un pool en una cantina que ir a cantar. Y acepté. Hice La Plenitud con Martín Quiroga, después hice La Tentación con Martín Quiroga y después, con Adrián Vázquez, fue Martín Quiroga y La Selección, ahí ya era yo solo adelante con los músicos atrás. Lo que cambió es que yo tuve que estar adelante, animando, hablando con la gente, cantando todos los temas. Componer no, siempre me costó componer.
-En Memoria Tropical de TV Ciudad dijiste: "No hablo de técnica, no hablo de volumen, no hablo de registro, no hablo de tono. Afino y le pongo tsunami. No hay nadie. El que esté verde, que la cale, es cortita". Traducime esto. ¿Qué quisiste decir?
-No bailo, pero veo que la gente disfruta mis canciones y la hago bailar. Y cuando que le pongo tsunami es porque con ciertos temas que hago el baile empieza a moverse para todos lados, como cuando canto "El Ángel". Hago trabajar mucho a la seguridad. Y el que diga que es mentira, que me desafíe y lo comprobamos: "el que esté verde, que la cale". Con Adrián Vázquez le hemos hecho apuestas a otros empresarios: vamos por el caché de la banda y la recaudación de las entradas, el que se selle más talones se lleva la ganancia de las dos orquestas.
-El ambiente de la música tropical es muy competitivo, pero la mayoría de tus colegas te fueron a visitar cuando estuviste internado en el Maciel. ¿Te sorprendió que te visitara alguien que no esperabas o te quedaste esperando la visita de alguien que no fue?
-No esperaba a nadie en particular. Fue gente que no esperaba, eso sí. Estuve tres días en coma, me despierto al tercer día, quise mover la mano y no podía, pensé que tenía cables o precintos, abro los ojos y estaba Alex Stella, de traje, llorando. O Gerardo Nieto, con su libro firmado, el Fata Delgado, el Gucci, Américo (Young, de Los Negroni), (Damián) Lescano. Yo creo que no iría a visitarlos a ellos, porque la cárcel y el hospital son para la familia, no sé...
-A vos te da de comer el Tropy o el Suda, dijiste.
-Lo dije porque son bailes que de cuatro fines de semana, voy tres. Eso lo dije por Macarena, que aunque me pague en dólares, no le voy a ir. El dueño me lo dijo: "Martín, si yo te llevo, me queda gente afuera, lo que no me cabe es el público que vos llevás". Yo no puedo hacer nada contra eso. Nacional y Peñarol le dan entradas a la barrabrava, yo no le doy entradas a nadie, la gente las paga y estoy seguro que gasta cualquier plata. "Bueno, no me traigas más". Yo meto fiestas privadas también, capaz que no al nivel del Fata. Pero he tocado para futbolistas, toqué para los mejores jugadores, fui invitado por jugadores para ir a Inglaterra, a Italia. Fui tres días con Fabián O'Neill a Italia. "Sólo tres días", me van a decir. Sí, ¿y?¿Vos fuiste? Fui con el "Pelado" (Martín) Cáceres a Parque del Plata una semana. ¿Vos fuiste? No. Yo fui. Y de invitado. El "Pelado" Cáceres venía a Uruguay por 10 días y todos los días o casi había asado en la casa, y casi todos los días una orquesta de plena. De los 10 días yo iba siete. Yo vi cómo fueron otras orquestas que brillaban en su momento a tocarle a Cáceres. Cuando él les preguntó cuánto costaban, le decían "tanto", y él les decía "te los pago, acá tenés, pero no los valés, ¿sabés?", y no los llamaba más. Para ellos, cobrarle 20.000 pesos al "Pelado" Cáceres fue un éxito. Yo le cobraba la mitad y después iba tres o cuatro veces a cantarle. ¿Porque tiene mucho dinero vas a arrancarle la cabeza? A mí me sirve cobrarle la mitad y que me llame varias veces. Y de esa fiesta salen 10 fiestas más. Yo tuve otra visión comercial. Fui al casamiento del "Loco" Abreu y pensaba que de los 200 invitados que iba a ver, de repente 10 me iban a llamar para tocarles. Y así me hice amigo de muchos de la selección uruguaya.
"Estuve tres días en coma, al tercer día quise mover la mano y no podía, abro los ojos y estaba Alex Stella, llorando. Fueron Gerardo Nieto, con su libro, el Fata, el Gucci, Américo (de Los Negroni)... Yo no iría a visitarlos a ellos, porque la cárcel y el hospital son para la familia"
-Tenés algunas letras polémicas... "La Bolsa" parece hablar de una bolsa de cocaína. ¿No te parece que estás haciendo apología de la droga?
-En ningún momento menciona a la cocaína, habla de la bolsa. A los niños les encanta. Cantan: "Hoy llamé a Papá Noel, pa' que me traiga la bolsa". Yo se las dibujo... Nadie dijo que la canción de Rodrigo a Maradona ("La mano de Dios") fuera apología, cuando dice: "La fama le presentó una blanca mujer/de misterioso sabor y prohibido placer". ¿De qué habla? Capaz que "La Bolsa" es más explícita, puede ser.
-¿Y "La Cuerda", que habla de la mejor forma para suicidarse? Dice: "Si piensas en suicidarte, lo más seguro es la cuerda"...
-Esa la escribió Esteban Ferreira, un pibe del Verdisol. Yo la dejé de cantar en vivo a esa canción. Es un tema muy pedido, no hay lugar donde no me lo pidan. Pero me pasaba que iba a cantar a un lugar y se acercaba uno a decirme: "Che, no cantes 'La Cuerda' que se ahorcó un amigo hace unos días"... fueron muchas veces que me pasó eso. Y un día le dije a Adrián (Vázquez, su representante de entonces): "No la hago más". Iba con ganas de hacerla, porque el tema mataba, andaba bien, pero me pasó varias veces que llegaba a un lugar y me comentaban que se había colgado alguien, y bueno, opté por dejar de hacerla. Igual, no me siento culpable de nada por haberla cantado. No es que la gente empezó a matarse porque yo la cantaba. Hace muchísimo que no la hago, y mirá que pelee con alguno que me insistía para que la cantara, pero decidí no hacerla más y listo.
-Hace poco compartiste un video donde dijiste: "Mis cosas las hago públicas siempre". En épocas de viralización de videos y fotos que deberían ser privados, se viralizó una foto tuya, con una línea blanca sobre un billete en tu mesa de luz, y otra más con una sustancia blanca sobre una pala, un muñeco de Papá Noel bajo un brazo y de fondo un pabellón nacional. ¿Escaparon de tu control y se viralizaron o vos las divulgaste?
-Esas fotos las compartí yo. La primera fue en 2017, en Buenos Aires, en un hotel donde también estaban Majo (Álvarez) y Alex Stella, hay una botella de (cerveza) Quilmes también, sobre la mesa de luz. Llegamos al hotel -Alex estaba en mi dormitorio, Majo estaba en otra pieza-, y nos dieron una picada antes de ir a tocar. Yo agarré un poco de sal y le dije a Alex: "Voy a sacarme una selfie", él ni pelota me dio, estaba mirando una revista de caballos. Puse la sal sobre el billete, estaba tomando la cerveza. Todo el mundo dijo que era merca, pero nadie pudo comprobar que ese billete tenía cocaína. Era sal. Para que pareciera más real puse los ojos saltones y saqué la foto...
-¿Lo hiciste como una gracia?
-Sí. Lo hice porque sabía que iba a tener el triple de "me gusta" que si me hubiera sacado una foto abrazado a Alex. Y lo comprobé. En su momento me trajo como 4.000 o 5.000 "me gusta", la subí yo esa foto. Lo hice a propósito. Yo tenía la prueba de que vos ponés una foto en cualquier red social llorando o todo roto y vas a tener el triple de "me gusta" que si ponés una foto abrazado a un amigo. Y la otra foto es con un plato tapado de harina y un Papá Noel bajo el brazo. ¡Pará, si tuviera todo eso estaría rico! Esa también la subí yo. El año anterior había subido una foto con un Papá Noel grande, entonces conseguí un Papá Noel chiquito y encima puse un comentario debajo de la foto: "No encontré al papá, secuestré al hijo". Las dos fotos fueron con doble (intención). Yo sabía que iban a ser comentadas, criticadas, aplaudidas y silbadas. Todo. ¡Y me encanta la polémica! Cuando veo que tengo 100 que me atacan y mil que me defienden, ya estoy tranquilo. Yo lo que busqué, lo conseguí.
-En esa foto se te ve tu escudo de Nacional tatuado en el pecho. Hasta cantaste en Agitando de canal 4 con la camiseta de Nacional. ¿No has tenido problemas con la gente de Peñarol?
-En todos lados he tocado con el camperón de Nacional. Una vez sola tuve problemas con la gente de Peñarol. Era un cumpleaños de Coyote en el Palacio Peñarol -hace dos o tres años-, y apenas entré me dice Vladimir, un referente de la barra Amsterdam: "Martín, vos sabés cómo es esto. Es la fiesta de Coyote, pero acá hay 120 pibes que cuidamos la casa y haya el evento que haya, cuidamos el Palacio Peñarol. Si vos hablás de tu cuadro, yo no voy a poder parar todos estos pibes, te van a querer comer. Vos tenés al escudo de la gallina en tu corazón y... No voy a poder defenderte". Yo le dije que venía a hacer mi laburo, tocaba y me iba. ¡Ay mamita! Arranqué a cantar y ya vi cómo se iba a poner. Pero por algo me lo dijo, me advirtió. Porque si hubiera sido malo, no me decía nada. Estuvo bien, le faltó decirme: "el que avisa, no traiciona". Al segundo tema esquivé un par de botellas de litro... Yo veía que venían del mismo lugar, había 50 pibes mirándome mal y gritándome cosas. Terminé el segundo tema, fui atrás del escenario y le dije a uno de los encargados: "Ni vos ni la Policía me dan garantías, me voy a despedir y me voy por acá atrás. Y quiero saber cómo me voy de acá". "No Martín, quedate tranquilo, hacé un tema más". Como no me gusta salir corriendo de ningún lado, hice un tercer tema. Los músicos estaban nerviosos, empecé a hacer el tercer tema y cayeron dos botellas más. Dije "chau, chau" y sabía que se venía la más salada, porque salieron atrás mío. Salimos con la camioneta al palo... Pero hoy por hoy, me cruzo con alguno de Peñarol y me dice "Vamos Peñarol" y le digo "Vamos Peñarol", yo soy bolso, pero está todo bien con Peñarol. No juego con eso.
-Cantás hasta en los barrios más complicados, te metés en todas partes. Dijiste en TV Ciudad: "Está fea la calle, y si te tienen que matar, te van a matar no importa quién sea". ¿Notás que hay más inseguridad hoy?
-Sí, sí... yo miro para atrás de noche, y antes no miraba para atrás. Nunca me perseguí, y hoy me persigo. Los pibes están sin frenos, no hay más códigos, no hay respeto. Antes estaba eso de rastrillar, el que te robaba una cosa de la cuerda... Antes era: "Mirá, mirá esa"; "no, esa no, que es la mujer de Fulano"; "¿y quién es Fulano?"; "un amigo"; "tuyo, yo no lo conozco de ningún lado" y fue. A mi madre me la revolcaron, fue víctima de una rapiña, y no le sacaron nada. Mi vieja hoy tiene 85 años. Yo siempre le dije: "mamá, vos dales todo, no te compliques". A mí me han querido rastrillar 10 veces... Gracias a Dios nunca me llevaron nada. Me quisieron robar y les dije: "Llevate lo que quieras, pero mirame a los ojos siempre". Me miraban y decían: "Pah, es el Martín Quiroga, dejalo, dejalo"... Otra vez le dije: "Llevate los championes sí, mientras no me lastimes, todo bien. Yo después trabajo para comprarme otro par" y de nuevo: "No Martín, no vi que eras vos, perdoname, seguí nomás". En mi barrio, incluso.
"Dejé de cantar 'La Cuerda' hace tiempo. Me pasaba que iba a cantar y se acercaba uno a decirme: 'Che, no cantes 'La Cuerda' que se ahorcó un amigo hace unos días'... fueron muchas veces eso. Y un día dije: 'No la hago más'".
-¿Crees que habría que sumar militares a la seguridad interna como propone Jorge Larrañaga?
-No sé si va por ahí... Tenés que poner tres policías por cuadra o tres por esquina. Para mí pasa por meter más tecnología que agresividad: más cámaras hay que poner. Tapar de cámaras. Capaz que te roban igual, pero después lo agarrás. Si ponés más policías o militares, hay más muertes. Porque vamos a lo que es: robar van a robar igual, pero saben que van a tener que matar. Es peor.
-¿Qué pasó el 8 de noviembre, Martín? ¿Por qué te disparó tu suegro?
-Él vive adelante de donde yo vivía con mi mujer. Mucha gente me iba a buscar a mi casa, y de repente muchos no se referían a mi suegro de la mejor manera. Te hablo de gente delincuente, algunos que están en el cementerio ahora. Y mi suegro siempre me reprochaba a mí por alguna gente que iba a buscarme. Él vivía al frente y nosotros al fondo, entonces cada vez que iban a buscarme, él tenía que mandarme llamar. Empezó a tratar a la gente mal, una vez salió con un machete a discutir con uno y peleó mano a mano con otro... y después llegaba yo y él, que no me tuteaba, me decía: "Por su culpa me pelee con uno". Yo, para evitar líos, le dije a mi mujer que dijera que yo ya no vivía más ahí, así no venían más. Esa tarde yo llegué y me habló mal, entonces le dije que un día me iba a olvidar que era el padre de mi señora, que estaba aburrido de que me desafiara y se desubicara con gente que iba a buscarme. Yo le dije, de caliente, que un día de estos le iba a dar un tiro, y él habrá pensado: "Antes que me mate éste, lo mato yo". Y ahí me disparó. Ahora está preso. Estoy peleando para ir a visitarlo.
-Se comentó que él te atacó por defender a su hija, a quien vos habías golpeado. Se dijo que ejerciste violencia de género contra ella.
-Hace 10 años que estoy con mi mujer y nunca le levanté la mano... Jamás. Mi mujer me defendió. Yo ahora no puedo acercarme a 500 metros de mi casa, de la de mi suegro. Yo vivía en el fondo, pero el terreno es de él. Pero te cuento que él me quiso matar, él martilla el arma y ahí me dice: "Por si no te moriste, te voy a matar, basura" y no salió la bala. Ahí sale mi mujer a los gritos: ¡Qué hiciste, papá!" Yo perdí el conocimiento y lo recuperé recién en el Maciel. Estaba semi-inconsciente cuando escuché que me meten en la camilla y lo oigo decir "ahí está el arma, fui yo".
-Decís que querés ir a hablar con él a prisión. ¿Qué diálogo podés llegar a tener con él si acepta tu visita, o cuando él recupere la libertad? ¿Qué puede pasar?
-Él va a salir con un reloj como la tobillera electrónica, pero es como un reloj, y a mí me van a implantar algo para chequear que yo no me acerque a 500 metros de donde él vive. Él declaró que yo lo ataqué a él, y yo no estaba armado. Yo llegué a declarar que lo tenía amenazado y que lo subestimé, que yo lo había provocado, para bajarle la pena. Yo no tengo drama en visitarlo y hablar de frente con él, si yo nunca le hice nada, yo siempre defendí a su hija de todo. No tengo ningún miedo. Cuando él salga, me voy a tener que mudar, pero me voy a llevar a mi mujer y mi hija. Irme de ahí me voy a tener que ir.
-"Muchos me dieron por muerto, y acá me ven enchufado", dijiste a través de la cuenta de Instagram de Damián Lescano, cuando estabas todavía internado. ¿Quién te dio por muerto?
-Mi suegro fue el primero en darme por muerto. Ya me habían dado por muerto antes, fue viral la noticia. Se había dicho que me habían dado un tiro en el pecho en el Cerro Norte. Y eso nunca pasó. Tengo un tiro en la pierna, pero es como dice la declaración: "iba caminando y me sentí herido". Había habido un lío, salió todo el mundo corriendo y la bala me llegó a mí.
"Yo le dije a mi suegro, de caliente, que un día de estos le iba a dar un tiro, y él habrá pensado: 'Antes que me mate éste, lo mato yo'. Y ahí me disparó. Ahora está preso. Estoy peleando para ir a visitarlo"
-¿Ves la vida de otro modo desde ese balazo en el hemitórax derecho?
-Pah, me siento más querido. A pocos días de haber tenido el alta, iba al shopping con mi mujer y se daban vuelta para ver si era yo, no podían creer que estaba bien. Estuve 15 días internado, y a los 17 días estaba lo más bien caminando. Al mes volví a cantar. Veo la vida de otro modo, sí.
-¿Qué cosas que antes no valorabas, ahora cobraron otro sentido?
-Tomar un mate con mi mujer en mi casa. Ahora no estoy ni ahí, estando mi suegro en el frente. Por más que nos arreglemos y esté todo bien -supongamos-, no le doy la espalda ni loco. Caballo que te voltea una vez, te voltea siempre. Pero bueno... valoro más la vida ahora, y que la gente me quiera como me quiere, que lo descubrí en un hospital con personas haciendo cola para verme.
-¿Sos feliz?
-No. Hoy por hoy, no. Tengo momentos felices. Y hago lo que no hacía antes: abrir los ojos y pensar: "Estoy vivo", y lo agradezco. Pero feliz no soy, porque hay gente que está sufriendo por mi culpa, y yo también estoy sufriendo por haber perdido mi casa. Ya estoy buscando una nueva vivienda para mudarme con mi mujer y mi hija.
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