Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López
El contador y economista Mario Bergara (54) no se pone colorado para decir que hacía tiempo venía meditando tirarse a presidente de la República, y que ahora -más allá de cómo le vaya en las internas del Frente Amplio- lo que le importa es conquistar un "espacio seregnista" y desde ahí, como trampolín, "ser parte de la nueva estructura de liderazgos del FA". Y ese concepto lo repetirá tres veces en la entrevista de una hora de duración: lo electoral el 30 de junio está supeditado a un objetivo mayor: protagonizar la renovación de líderes a la interna.
Con los objetivos claros y confesados, Bergara no escatimó en reivindicaciones a las "reformas estructurales" del FA, así como tampoco se ahorró tirones de orejas a otras reformas que no han salido bien y están en el debe: la educativa, en un concepto integral, y la de seguridad, más allá de los esfuerzos realizados.
Bergara desmintió al economista Ignacio Munyo, y le atribuye "intencionalidad política" cuando éste señaló que "los 16 años de crecimiento económico son un mito" y reclamó una mejor medición de los índices. También criticó el "hachazo" tipo "shock de austeridad" por lo peligroso de semejante recorte, y reconoció que el FA se tardó demasiado en sancionar a Raúl Sendic, si bien luego llegó una determinación contundente que ahora interpela a otras fuerzas políticas.
En medio de una gripe que no le permitió poner una pausa en la campaña, el exviceministro, ministro de Economía y director del Banco Central del Uruguay, aseguró que ya no volverá a ver en vivo a Les Luthiers (agrupación humorística que admira) y dijo ser feliz, porque así se lo exige la memoria de su hijo fallecido.
-¿Qué quería ser cuando era chico?
-Cuando uno es chico y juega al fútbol, quiere ser jugador de fútbol o si hace música quiere ser músico. Yo en el liceo ya tenía bastante claro que iba para el lado cuantitativo, de los números. Entré a Ciencias Económicas con la idea de ser contador, porque la carrera de economía casi no existía. Cuando me recibí en el 87, nos recibíamos cinco por año. Después la carrera se hizo más conocida y prestigiosa, también en el mercado. El mercado empezó a demandar economistas, como una cosa independiente a los contadores.
-¿Lo suyo siempre fueron los números? Tiene libros publicados...
-No soy escritor, he escrito libros de carácter más académico-político. El primero, de 2003, se llama Las reglas del juego en Uruguay, y como una guiñada a ese, en 2015 publiqué Las nuevas reglas del juego en Uruguay. Tienen que ver con una perspectiva política de cómo veía algunos temas del país, con la intención de incorporar corrientes conceptuales de economía institucional. Es decir, hacer interactuar lo económico con todo lo institucional que lo rodea: lo político, lo institucional, lo social. El último tiene una intención: contribuir al relato de la cantidad de reformas estructurales que se han hecho en los dos primeros gobiernos del FA, con esa perspectiva de economía institucional, pero con descripción y evaluación de una veintena de reformas que se hicieron. Faltaba un relato de lo mucho que se había hecho.
-¿En qué momento se decidió a ser precandidato a presidente de la República?
-Yo milito desde muy joven, desde la época de la dictadura. Empecé a hacer cosas de militancia en el año 81, 82, cuando entré a Facultad en el 83, ya ahí en lo gremial y lo político. Fui miembro de la Juventud del Partido Comunista desde el 84, y siempre estuve vinculado a la política. Estuve cuatro años haciendo un doctorado en Estados Unidos, y cuando volví me integré de lleno a trabajar con (Líber) Seregni en el Centro de Estudios Estratégicos 1815. Por lo tanto, la perspectiva política siempre la tuve. Estuve 13 años y medio en los equipos económicos del gobierno del FA desde el día 1, como viceministro y ministro de economía, y después presidente del BCU. La idea de pasar a la arena más estrictamente política era algo que yo ya venía madurando, y el momento tiene que ver también con el proceso de renovación política del FA, que es ahora, no era ni hace cinco años ni dentro de cinco años. Es ahora.
Y la renovación es de muchas cosas: de la cabeza, de cómo vemos el mundo, y también la renovación del elenco de liderazgo. Hubo una tríada de líderes políticos fuertes: Vázquez, Mujica, Astori. Y esa tríada está dando paso a su relevo generacional. Es una estructura de liderazgo muy exitosa, que hizo que el FA gobernara y creciera. También eso pauta la decisión: el momento. Yo concibo lo electoral hoy al servicio del proceso de renovación política del FA.
-¿Le dolió que el ministro de Economía, Danilo Astori, haya anunciado su apoyo a Daniel Martínez y no a usted?
-Yo trabajé todo este tiempo muy pegado a Danilo. Tenemos una visión con mucha sintonía no sólo de la política económica sino de la política en general, por lo tanto, me parecía razonable (tener) la expectativa de que él apoyara nuestra precandidatura. Pero no es un tema de dolor. Es un tema de evaluaciones políticas. Él y Asamblea Uruguay dieron públicamente las razones de su decisión, que incluía lo que ellos llaman el caudal electoral, y bueno, ta... Son consideraciones que las fuerzas políticas pueden tener. Obviamente yo tenía una expectativa de su apoyo, pero una vez que no se dio, ya está. Yo tenía un prerrequisito: presentarme yo en la campaña era sobre la base de que Danilo no se presentara. Cuando él anunció que no se iba a presentar, entonces yo me lancé.
-Dicen los politólogos que usted está buscando liderar un espacio seregnista (el que históricamente lideró Astori), de cara al futuro. ¿Cuál fue el principal legado de Seregni a la izquierda uruguaya?
-Enorme, es enorme... Yo estuve el privilegio que me dio la vida de tener un vínculo muy estrecho con Seregni durante muchos años. Período, además, en el que Seregni ya había salido de la Presidencia del FA, y que a veces era un relacionamiento complicado con la propia estructura del FA, pero él desde su Centro de Estudios tenía la convicción de que el FA iba a llegar al gobierno, y por otro lado, la obsesión de que el FA tenía que llegar preparado para gobernar. Seregni es sinónimo de ética, de valores, de coraje político. Vaya si Seregni tomó decisiones en base a su ética sabiendo que iba a pagar costos en el terreno político, personal.
Creo que Seregni aporta a la visión de izquierda una visión estratégica. Él era militar, trabajaba en estrategia y siempre impulsó a ver la política en esa clave. Hay una perspectiva famosa de Seregni: "Siempre hay que pensar en la mañana siguiente". Y también una forma de hacer política, basada en el diálogo respetuoso, en la búsqueda de puntos de acuerdo... El país requiere políticas de Estado, algo en lo que Seregni enfatizaba: algunos puntos de acuerdo para el bien del país.
-¿Cuál es el principal problema del país?
-Uno recorre el país y en general las principales preocupaciones de la gente son bastante similares, con algún énfasis. Te voy a nombrar dos: en algunos lugares el énfasis está en seguridad, y en otros lugares el empleo. En el interior hay lugares donde las cuestiones de seguridad no son tan sensibles como por ejemplo acá en Montevideo o en otros pueblos. El tema empleo, sobre todo cuando hay procesos económicos o empresariales
de impacto local, importa más.
"Obviamente yo tenía una expectativa del apoyo de Danilo a mi precandidatura, pero una vez que no se dio, ya está. Yo tenía un prerrequisito: presentarme en la campaña era sobre la base de que él no se presentara. Cuando anunció que no se iba a presentar, entonces me lancé"
-¿Cómo se baja el déficit fiscal, que ya está en un 4,5%?
- El gobierno ha dicho hace más de dos años que hay que reducir el déficit fiscal, porque un régimen de esa magnitud que se sostiene por mucho tiempo lo que genera es un proceso de endeudamiento. Cuando el FA empezó a gobernar, la deuda con respecto al producto -el peso de la deuda en el ingreso, que es como hay que medirlo- era de más del 100%, ahora es del 65%... pero estuvo más bajo, estuvo por el 50, 55%. No estamos al borde del precipicio. Eso quiere decir que abordar el tema del déficit no significa hacerlo de una manera drástica, tipo ajuste fiscal, tipo shock de austeridad o como se la quiera abordar. Hacerlo de esa manera tiene costos muy grandes en la cuestión productiva, en la cuestión social. Lo que hay que hacer sí es reducir el déficit. El gobierno lo dijo hace dos años y tomó medidas en el recorte tributario, recorte de gastos en algunas áreas, pero el déficit está duro de matar. Lo que creo que hay que hacer es focalizarse en los aspectos del gasto público que son los que realmente mueven la aguja, que son los que explican esta dinámica negativa de déficit fiscal. Lo digo porque a veces se plantean medidas con un tinte demagógico fuerte, pero desde la resolución financiera de las cuentas públicas no mueven la aguja. Son saludos a la bandera.
-¿Como cuáles?
-Por decirte una tontería: "sacarle los celulares a los políticos" o recortar la partida de prensa... Capaz que hay que hacerlo, pero por otras razones, de eficiencia o de ética, pero no de ahorro. Hay que abordar las áreas que realmente explican el déficit fiscal.
-¿Que cuáles serían? ¿La seguridad social?
-Creo que la principal es esa, sí. Incluye no sólo el régimen general sino también las otras cajas, la Caja Militar (NdeR. Servicio de Retiros y Pensiones Militares), la Caja Policial, que hoy tienen un déficit muy alto. El gobierno le transfiere al BPS entre 600 y 700 millones de dólares, el déficit de la Caja Militar es cercano a los 500 millones de dólares, el déficit de la Caja Policial es superior a los 200 millones de dólares. Pero además, el déficit es más grande que todo eso, porque hay un montón de impuestos que están afectados a financiar el servicio de seguridad social. Hace pocos años el Estado al BPS prácticamente no le tenía que transferir nada, el déficit de la Caja Militar era mucho menor... Hay una dinámica de crecimiento fuerte del déficit, por lo cual en el primer año del próximo gobierno es un tema que hay que abordar. Hay que abordarlo de manera multipartidaria -no es algo que lo pueda hacer sólo el gobierno o solo un partido-, con visión de Estado, con responsabilidad. Si alguien viera en esto un botín electoral estaría actuando de manera irresponsable. Acá hay que resolverlo a largo plazo, con mucho diálogo con las organizaciones sociales.
-¿Hay que reformar la seguridad social?
-No. El verbo es fortalecer el régimen de seguridad social. ¿Por qué? Porque un régimen de una seguridad social que tiene una lógica financiera de sistemático endeudamiento a pasos rápidos termina explotando. Y un régimen de seguridad social que termina explotando es un mal régimen porque no va a dar las garantías de que los trabajadores llegado el caso reciban las pasividades que le corresponden. ¿Cuál es la raíz de este problema? Una buena noticia, que es que los seres humanos vivimos cada vez más años.
Entonces, si la sociedad ahorra lo mismo y después tiene que financiar más años de retiro los números empiezan a no cerrar. Este no es un problema sólo de Uruguay, pasa en otras partes del mundo y ya otros con problemática similar han hecho adecuaciones a su régimen de seguridad social, adaptado a la nueva dinámica de vida de las personas. Eso implica revisar todos los parámetros del régimen para hacerlos consistentes, implica incorporar mecanismos novedosos de flexibilidad en el tema del retiro. Uno ya no tiene que pensar como antes: "yo trabajo ocho horas, un día me retiro y paso a trabajar cero". Ya hay mecanismos de flexibilización, de retiro parcial. Eso le permite quitarle presión financiera al régimen y mantener su fortaleza.
-¿El ajuste fiscal no es una opción?
-No, no. Los ajustes fiscales -Uruguay vivió unos cuántos en el 82, 90 y 2002- tenían órdenes de magnitud mucho más altos que lo que estamos planteando hoy. Los ajustes fiscales del pasado fueron del 4, 5 o 6 puntos del PBI. Hoy estamos hablando de que la adecuación fiscal hay que hacerla en el orden del 1,5 o 2 puntos del PBI, que no es poca plata. Son unos mil millones de dólares. Por eso cuando se habla de "shock de austeridad", onda que va a haber un recorte de casi mil millones de dólares de un hachazo, hay que explicar bien dónde se va a pegar ese hachazo. Porque las cosas hechas de esa manera tienen impacto en las políticas públicas, porque si vamos a quitar mil millones del gasto de un día para el otro se van a resentir políticas productivas, se van a resentir políticas sociales. Yo creo que esa no es la forma de hacerlo.
"Hay que focalizarse en los aspectos del gasto público que mueven la aguja, los que explican el déficit fiscal. A veces se plantean medidas con un tinte demagógico, pero desde la resolución financiera de las cuentas públicas no mueven la aguja: como sacarle los celulares a los políticos o sacar la partida de prensa"
-El economista Ignacio Munyo ha dicho que los 16 años de crecimiento económico son un mito, que la racha que muestra un PBI en crecimiento no es real, y que en 2015 el crecimiento se frenó. De hecho, cree que la forma de calcular el PBI no es la correcta. Sostuvo que se está haciendo sobre una base del año 2005 y recordó que el Banco Central de Uruguay (BCU) está trabajando para ajustarla. ¿Es así?
-No. Creo, además, que es una irresponsabilidad plantear las cosas de esta manera. Nunca en la historia del Uruguay nadie por razones políticas o de otra naturaleza cuestionó la validez de las cifras públicas en ninguna variable. Acá hay una intencionalidad política, y (Munyo) utiliza mecanismos que no son de recibo. El BCU modifica lo que se llama el año base de cálculo de las cuentas nacionales periódicamente, pero significa un trabajo muy profundo de revisión de todas las cantidades, los precios y las interacciones entre todos los mercados. Lo que ahí se plantea es que toco uno o dos precios y todo cambia... Esto no es nuevo, porque yo recuerdo que él hace un tiempo decía: "Si sacamos las telecomunicaciones, entonces el crecimiento no es tal". Y un colega le respondió en Twitter: "Bueno, si sacamos la construcción, el crecimiento es mucho mayor". O sea, si vamos a elegir qué sacar o qué sectores elegir en función de que evolucionan por encima o por debajo del promedio, eso es muy poco profesional... Y esto de quitar o modificar un precio o dos precios cuando el cómputo de las cuentas nacionales es un proceso muy complejo que tiene muchísimo trabajo detrás, no pasa por sacar o modificar una variable. Además, entiendo que tienen una intencionalidad política, porque si bien él dio un paso al costado, antes se había manifestado como asesor de Lacalle Pou.
-Apelo a su autocrítica: más allá de una exitosa política macroeconómica, ¿cuáles son los debes de este Ministerio de Economía y Finanzas? ¿O hizo todo bien?
-Ningún gobierno y mucho menos una fuerza de izquierda puede plantear que todo se ha hecho bien. También hay que entender que los gobiernos no son una segmentación de ministerios donde cada uno tiene el poder absoluto en su área, y sobre todo en el de Economía por donde pasa todo lo que involucra gasto. Hay una política económica de todo el gobierno. Yo creo que el FA ha desarrollado una enorme cantidad de reformas estructurales, y eso ha contribuido a que hoy Uruguay esté en un escalón de bienestar, de equidad y de derechos más elevado que cuando el FA empezó a gobernar. Eso lo reivindico porque he escuchado gente de la oposición diciendo que nos ha ido bien porque hemos tenido viento de cola, así como decían que en 2002 la culpa vino de afuera, de Argentina. Si lo malo depende de afuera y lo bueno depende de afuera, ¿entonces no hacemos nada?
Yo creo que así como había debilidades en la institucionalidad macroeconómica y política en Uruguay cuando lo de Argentina sopló (porque nadie niega el impacto de la crisis argentina), también es claro que en los últimos 13 o14 años hubo momentos en que hubo condiciones favorables a nivel internacional y otros que no. Porque el tema del viento de cola se habla de a ratos, cuando el viento viene de frente, nadie dice nada. Sin embargo, los resultados son bastante razonables. Lógicamente cuando había mejores condiciones internacionales crecíamos más rápido, ahora crecemos más lento, pero igual estamos creciendo. Además, hoy es un mundo más frío económicamente, con el comercio más débil porque las relaciones geopolíticas entre las potencias están en clave de conflicto (guerra comercial, guerra de monedas), en un marco muy imprevisible... Hace unos días Estados Unidos y China estaban al borde de ciertos acuerdos, ý Trump con un tuit destruyó todas las negociaciones. Ese es el mundo que nos rodea. La región es un desastre. Cuando el FA empezó a gobernar, la región tenía una perspectiva de pujanza económica, hoy la política macroeconómica argentina es un desastre, tiene un paquete impresionante de ayuda del FMI y las cosas lejos de mejorar, están peor. Brasil también tiene dificultades. O sea, que Uruguay hoy crezca en cifras mucho menores hay que valorarlo en ese contexto: un mundo más frío y una región desastrosa.
-¿Y la autocrítica hacia la interna del FA?
-Hay áreas en donde no supimos conducir reformas estructurales, o aunque se hayan hecho cosas, los resultados no son satisfactorios, porque no las supimos hacer o porque la realidad ha ido cambiando.
"Munyo tuvo una intencionalidad política, y utiliza mecanismos que no son de recibo. El BCU modifica el año base de cálculo de las cuentas nacionales periódicamente; es un trabajo profundo de revisión de las cantidades, los precios y las interacciones entre todos los mercados"
-¿Está hablando de la reforma educativa?
-Cuando digo: no hemos sabido conducir un proceso de reformas pienso en la educación, pero sobre la base de reivindicar lo hecho. Yo creo que se ha hecho mucha cosa en el plano educativo: el Plan Ceibal, la Universidad Tecnológica, las tecnicaturas vinculadas a la producción, la descentralización geográfica, pero sin dudas hay una reforma más integral del sistema educativo que está pendiente. Los gobiernos del FA no hemos sido capaces de conducir esa reforma, como sí hemos sido capaces de conducir tantas otras reformas como la tributaria.
-¿No será porque se echó a Fernando Filgueiras y Juan Pedro Mir, que eran los responsables de liderar esa reforma?
-No me refiero a este gobierno. La responsabilidad del FA hay que abarcarla en los tres gobiernos. Se hicieron cosas en la dirección correcta, pero hay elementos vinculados a lo curricular, a lo pedagógico, a lo organizacional, que no se abordaron de la forma correcta y no se condujo un proceso de reforma. Algunas cosas están saliendo... El otro día en el Antel Arena hubo un evento donde hubo 5.000 docentes, organizado por el Plan Ceibal en el marco de una red internacional, focalizado en los temas pedagógicos, es decir, entender que en el mundo de hoy ya no se puede enseñar y aprender de la misma manera que aprendimos nosotros. Ese es un cambio drástico, que tiene que ser parte de un proceso de reforma: la regionalización de este nuevo enfoque de pedagogía. Hubo una expresión en ese evento que me gustó mucho: "la reformulación de la alianza entre docentes y estudiantes". En la época nuestra, los docentes básicamente nos transmitían información y valores, y era el docente que llegaba al aula, marcaba la consigna y los estudiantes respondían a eso. Hoy la información la tenemos todos en el celular. Cualquier duda le preguntás al Señor Google. Hoy cambió el rol del docente, su rol ya no es transmitirte información, es guiarte, y ya no es aprender materia por materia, esa lógica curricular ya no existe. La forma hoy de enseñar es la de resolver problemas, y a veces el problema no lo trae el docente al aula, sino los estudiantes. Identifican cosas a resolver, se conforman lógicas de proyectos, con pensamiento computacional, con una lógica interdisciplinaria y cooperativa. Esa es la forma.
-¿Y la seguridad? Hace años que la oposición en bloque reclama un cambio en las políticas de seguridad y un cambio de ministro, en particular. Aumentaron las rapiñas y los homicidios casi un 50%... ¿Cómo atacaría el problema de la inseguridad si fuera presidente?
-Hubo una reforma estructural en el Ministerio del Interior, con incorporación de tecnología, capacitación policial, infraestructura, inteligencia, equipamiento, pero los resultados no son buenos. El año pasado los delitos subieron, con un comienzo complicado del nuevo código (CPP) que desnudó descoordinaciones entre la Fiscalía, la Policía y la Justicia. Pero también hay otro factor: hoy hay modalidades delictivas que hace unos años en Uruguay no se veían. La mitad de los homicidios hoy son ajustes de cuentas entre bandas de narcos, cosa que se deriva del aterrizaje del crimen organizado, algo que hace 8 o 10 años no estaba.
Nosotros hemos puesto sobre la mesa la necesidad del desarme esencial aunque paulatino de la población. Hoy en Uruguay hay 600 mil armas legales y otro tanto ilegales. Hay 1.200.000 armas en Uruguay, somos el sexto país del mundo en tenencia de armas por la población. El 70% de los homicidios se hace con armas de fuego, el 50% de las rapiñas se hace con armas de fuego. Cuando plantee esto me dijeron: "Vas a crear un mercado negro". No, el mercado negro ya existe porque la mitad de las armas son ilegales. Otros me dicen: "Vas a desarmar a la población y los delincuentes van a seguir armados". Pero eso tiene implícito una visión de la política de seguridad que nosotros no compartimos, y es que la forma de combatir la delincuencia es que todos nos armemos hasta los dientes y andemos a los tiros con los delincuentes. Y una cosa más: en clave de autocrítica he dicho que cuando se iniciaron los gobiernos del FA se puso el foco en el combate a las causas sociales del delito, pero no tanto en la represión de la delincuencia...
"Hay áreas en donde no supimos conducir reformas estructurales, o aunque se hayan hecho cosas, los resultados no son satisfactorios, porque no las supimos hacer o porque la realidad ha ido cambiando"
-Como si la represión fuera mala palabra...
-Claro, porque revolvía el estómago de izquierda, lo asociábamos a la represión política. Le ha costado tiempo al FA encontrar un equilibrio entre estas cosas, creo que recién en los últimos meses con estos operativos comandados por (Gustavo) Leal se consiguieron. No solo porque son más firmes y contundentes en el combate al crimen organizado, y coordinado con otras políticas, sino que además eso viene acompañado de un discurso diferente que creo que el FA lo necesitaba. Es un cambio de enfoque en políticas de seguridad. Hay que perseverar en esa línea sin irnos a los extremos de militarización de la Policía, cadena perpetua revisable, allanamientos nocturnos de hogares, que no han resuelto la delincuencia en ninguna parte del mundo, y si hay algo que no generan es vivir sin miedo.
-Está último en las encuestas que miden la interna frentista. ¿En algún momento pensó en bajarse?
-No, en ninguno. Nosotros arrancamos de cero. Somos la única candidatura que no tiene atrás ningún apoyo de ningún aparato relevante del FA. Todas las encuestas nos dan sistemáticamente creciendo. Tratamos de trabajar para ganar la interna en junio. Estamos construyendo un espacio político y de liderazgo, que dado que no está parado sobre el padrinazgo de ningún aparato relevante, es algo que estamos construyendo nosotros mismos. Y eso, que puede verse como una desventaja en lo electoral, tiene su ventaja que es la independencia para dar todas las opiniones que estamos dando todos los días, y también que la construcción que estamos haciendo va a ser una construcción propia.
Y nunca pensé en bajarme porque concibo lo electoral en el proceso de la renovación política del FA. El proceso de renovación es mucho más amplio que elegir un candidato, involucra renovar la visión del mundo, renovar políticas públicas, renovar el funcionamiento del FA y renovar la estructura de liderazgos. Nosotros concebimos el proceso al servicio de la renovación, con la intención clara de fortalecer un espacio con la sensibilidad que nosotros reflejamos, un espacio con visión moderna, con una visión de futuro pero basado en valores fundacionales del FA y con una fuerte impronta seregnista.
-¿La idea es fortalecer un bloque de izquierda moderada de cara al futuro?
-Yo no le llamaría moderada en oposición a radical. Porque lo radical es modificar la realidad, y a veces se confunde radical con tener un discurso más duro. Yo creo que el FA ha sido radical, ha modificado la realidad de manera sustancial. Obviamente hay que hacer más cosas. Durante muchos años en el FA discutimos a qué ritmo había que ir, cuán profundos tenían que ser los cambios, quién era más de izquierda o menos de izquierda, quién era progresista, quién revolucionario, quién moderado y quién radical, y a veces se nos ponían como ejemplos distintas experiencias progresistas en América Latina. Yo reivindico lo hecho y la forma en que se hicieron las cosas en el FA. Con el diario del lunes uno puede decir que muchas de esas experiencias que parecían más radicales, más de izquierda, que iban a llegar al socialismo en dos o tres días no sólo no contribuyeron a resolver los problemas en cuanto al bienestar de la gente, sino que en muchos casos dejaron de ser opción de continuidad en el gobierno. Y hoy en esos lugares hay gobiernos de derecha o incluso más allá, como es el caso de Brasil.
Pero sí, la idea es fortalecer un espacio con este perfil, con esta sensibilidad, porque creo que un espacio fuerte con este perfil le hace muy bien al FA.
-El FA, ¿salió ileso del trance por el Caso Sendic?
-Muchos frenteamplistas estaban desencantados, molestos, enojados porque el FA demoró mucho en resolver su actitud ante los temas de las faltas éticas y la corrupción. El 12 de octubre cuando lancé mi candidatura dije que se me caía la cara de vergüenza si siendo seregnista no tuviera una tesitura implacable con los temas de corrupción y faltas éticas. Y creo que el FA se estaba demorando, dudó, pero finalmente tomó la decisión que tenía que tomar. Dio la señal política de que en los temas de ética no miraba para el costado y si había que sancionar compañeros, lo haría. Un proceso doloroso, por supuesto. Eso le devolvió el canto a muchos frenteamplistas que estaban expectantes. Eso había que hacerlo bien por una cuestión de la propia naturaleza del FA. Y siguiendo a Seregni, la ética tenía que estar en el centro.
En cuanto a la evaluación electoral -que lo ubico en un segundo orden- uno podía pensar que los casos más renombrados en esta materia podían estar erosionando también la imagen o la reputación del FA. Pero también hay que ver que las otras colectividades políticas tienen un montón de jerarcas denunciados por temas de ética y corrupción, y no sólo siguen en sus cargos, sino que no hay ninguna reacción política de sus colectividades.
-¿Con quién le gustaría debatir y por qué?
-Con todos, con nadie en particular. Yo comparto el proyecto de ley que impulsó el diputado (Fernando) Amado que procuraba hacer obligatorios los debates de los candidatos presidenciales de cara a la elección nacional, y yo agregaba que me parecía la cara obvia de la obligatoriedad del voto que le pedimos a la gente. El debate dota de contenidos a las campañas. Yo veo con preocupación que las campañas se vacían de contenido, entonces empieza a jugar más la imagen, el marketing político, la plata que tienen los candidatos como factor de decisión, y eso me parece que erosiona y debilita cualquier sistema político. En el caso de las internas no haría obligatorios los debates, pero son deseables, tanto entre precandidatos de la misma fuerza política como entre candidatos de distintas fuerzas políticas.
-¿Por qué a los precandidatos del FA les cuesta decir que Venezuela es una dictadura?
-No sé por qué. Yo doy mi opinión: acá no pasa por etiquetar si de un lado son dictadores o del otro lado son golpistas. Yo creo que en Venezuela hay una crisis política, en mi visión los dos bandos están cubiertos por un manto de ilegitimidad. Y asumiendo que además de la crisis política hay una crisis económica, social, humanitaria, es imperioso que se vea como una crisis política porque eso significa que solo puede salirse de esa crisis con política. Algunos proponen dar un golpe de Estado, o una intervención extranjera o una guerra civil, o reprimir en las calles. Tenemos que repudiar la represión estatal en las calles, como así también la búsqueda de soluciones en una intervención extranjera o un golpe de Estado. Comparto la tesitura del gobierno uruguayo de trabajar con la comunidad internacional por un mecanismo de diálogo para definir de qué manera se hacen elecciones con ciertas garantías en Venezuela.
"Hemos puesto sobre la mesa la necesidad del desarme esencial aunque paulatino de la población. Hoy en Uruguay hay 600 mil armas legales y otro tanto ilegales. Hay 1.200.000 armas, somos el sexto país del mundo en tenencia de armas por la población"
-¿Cuándo vio a Les Luthiers por última vez?
-Hace tiempo, hace tiempo... Los vi en el Conrad la vez que presentaron Lutherapia, que fue uno de los últimos espectáculos en que tenían la integración original, antes de la muerte de (Daniel) Rabinovich. En el origen de Les Luthiers, que venía de un grupo de universitarios que se llamaba I Musicisti eran siete integrantes, enseguida falleció uno, y después durante mucho tiempo fueron seis. Hace ya muchos años, Ernesto Acher, se fue de Les Luthiers, incluso creó otra banda que se llamaba La Banda Elástica, que no tuvo mayor repercusión, y durante muchos años quedaron cinco de los originales. Hasta el fallecimiento de Rabinovich, y creo que Carlos Núñez también tomó distancia ahora. Claro, ya llevan 45 años de actuación. Sigo viendo los videos, me sé cosas de memoria, pero decidí no ir a ver más a la nueva integración. Son parte de la mejor tradición humorística del Río de la Plata, junto con Fontanarrosa y Quino.
-¿Es feliz?
-Sí, sí. Como todas las personas he tenido momentos difíciles en la vida, pero tengo mucho por lo que vivir, trabajar, militar, tengo mis hijos, tengo mi pareja (la periodista Blanca Rodríguez), tengo un montón de ilusiones y ambiciones en el buen sentido. Me considero un tipo privilegiado, que viniendo del Cerrito de la Victoria pudo estudiar en una de las mejores universidades del mundo en su carrera, tuve profesores que son premios Nóbel, pude trabajar en las áreas en las que quise trabajar, tuve el privilegio de la enseñanza política de Seregni, o de estar en los tres gobiernos del FA. Yo tuve momentos personales dolorosos, como el fallecimiento de mi hijo, pero uno tiene el deber de seguir adelante, por su memoria y por mis otros hijos, pero con felicidad.... Honrar la memoria de mi hijo también pasa por ser feliz.