Marcelo se levantaba todos los días en el módulo 4 del Comcar y le enviaba mensajes a su hermana: “Hola, hermana, buenos días”, “te extraño, ¿cuándo me vas a venir a visitar?”, “te amo, hermana”. Hay algunos presos que no deberían tener celular, pero la regla no escrita es que los teléfonos de alguna manera llegan a sus manos.
Con 28 años, Marcelo cayó en prisión por cometer un homicidio y hacía pocos meses que estaba en la cárcel. De hecho, su sentencia aún no estaba firme pero su abogada estima que pasaría alrededor de cinco años detrás de las rejas. Cuando ingresó al Comcar, le dijo a su hermana que sintió miedo, que en celdas para cuatro personas había ocho y que las rivalidades entre los reclusos hacían que el tiempo libre fuera dedicado a luchar con cortes carcelarios, puñetazos y patadas.
Marcelo fue uno de los presos que el 25 de setiembre murió calcinado luego de que prendieran fuego su celda con otros cinco reclusos dentro. Su familia se enteró por la cuenta de Facebook de FamPress, asimiló el primer trago de la noticia y fue hasta la cárcel para obtener más información. Sin embargo, hasta el momento mantiene las mismas dudas.
Marcelo de Benochi venía de una familia trabajadora y antes de entrar a prisión se había puesto en pareja. Nunca lo describieron como una persona conflictiva y se caracterizaba por ayudar a su núcleo más cercano, al punto de que no le gustaba que supieran las condiciones en las que estaba en la cárcel para no preocuparlos.
Justamente por problemas familiares, Marcelo cometió un delito de homicidio. Desde un primer momento decidió asumir la autoría, a sabiendas de que la prisión sería su único destino. Le asignaron el Comcar, formalmente nombrada como el penal de Santiago Vázquez, y una de las primeras cosas que notó al llegar fue las malas condiciones de la sala de visita.
Los familiares, cuando van a ver a los presos, suelen convivir con el olor a caño de los baños, excremento de rata en el piso y el constante griterío de los otros presos que suele contener insultos y discusiones. Para solucionar eso, Marcelo pensó en un proyecto de refacción en esa parte del edificio. “Nos divertimos nosotros y por lo menos ayudamos a que esto sea un poco más agradable”, pensó, según le transmitió a su hermana.
Una y mil dudas
La vida de Marcelo se terminó antes de que pudiera presentar el proyecto, y antes de que llegara la sentencia definitiva por su caso o de que pudiera adaptarse a la vida como carcelario.
El 25 de setiembre, el joven quedó encerrado junto a los demás reclusos y en determinado momento las llamas comenzaron a emerger del piso húmedo, que nadie notó porque suele estar recubierto de orín de los presos pero que esa vez fue gasoil.
A los pocos minutos, los cuerpos de las seis víctimas estaban calcinados. Florencia, la hermana de Marcelo, dice a Montevideo Portal que “esto no se va a quedar así” y para eso busca desesperada una serie de respuestas sobre qué pasó ese día.
En Fiscalía, hasta el momento, aseguran que hay declaraciones de los médicos forenses y de los bomberos que actuaron para apagar las llamas. Florencia se muestra cauta ante la pregunta de si tiene algún elemento que diga que la guardia carcelaria estaba al tanto de lo que iba a suceder
“Yo no lo puedo afirmar, porque no lo sé. Pero viendo desde afuera, de acá a China se ve que sí”, dice. La familia de Marcelo iba todas las semanas a verlo, porque sabían que no estaba pasando bien y que el riesgo de vida dentro del Comcar es alto.
Marcelo les contaba que los presos están “todo el día sin hacer nada” en espacios reducidos, lo que genera problemas de convivencia que se suman a aquellos que ya traen desde afuera, por ejemplo, motivados por los conflictos vinculados al narcotráfico.
Florencia no puede imaginar a su hermano en medio de esas condiciones inhumanas. “Uno entiende que es gente que se equivocó y que tiene que pagar, pero tienen derechos básicos como tenemos todos. Mi hermano dormía entre caca y pichi, cosa que nunca le había pasado antes”, cuenta.
Hasta el momento la familia de Marcelo se sigue preguntando por qué el joven quedó en medio del incendio, dado que nunca había manifestado tener inconvenientes con otros reclusos.
“Él tenía familia, había gente detrás. Hasta el día de hoy nadie nos llamó para decirnos que él murió, nos enteramos por Facebook. Yo el domingo enterré a mi hermano y un día después me avisaron que fuera a buscar el oficio. Te juro que lo que pasa ahí adentro nadie, pero nadie, se lo puede imaginar”, concluye Florencia.
La abogada de la familia, la penalista Elizabeth Frogge, considera que los privados de libertad son mucho más que el acto delictivo que cometieron. “Son hermanos, hijos, amigos y el Estado tiene el mandato constitucional de rehabilitarlos y protegerlos”, agrega.
Sobre el rol que le toca tras la muerte de Marcelo, Frogge indica que más allá del patrocinio legal, es igual de importante brindar apoyo moral a la familia. “Uno se siente tan impotente porque aún ayudando todo lo posible, nunca vas a poder devolver al ser querido”, dice.
El paso a paso
Martín (nombre ficticio) es un recluso que está en otro módulo del Comcar y ese día comenzó a notar ciertos movimientos extraños, de los que llegó a hablar con un compañero de celda.
El fuego se inició por un material combustible, que posiblemente algún recluso sacó de algunos de los talleres, pero nadie sabe cómo lo hurtaron porque la guardia carcelaria suele revisar a los presos antes de que vuelvan a sus módulos.
La celda 94 era la única del módulo cuatro que estaba con llave. El resto no tenía tranca y los reclusos estaban deambulando por los pasillos. “Cuando empezó el fuego, nos mandaron a todos para adentro pero un compañero del cuatro me dijo que estaba todo abierto menos la 94”, contó Martín a Montevideo Portal.
Desde el INR desmintieron que todas las celdas estuvieran abiertas, menos esa. Aseguran que todas las puertas estaban sin trancas, además de que aseguraron que esta medida se viene llevando adelante hace ya un tiempo, tras la recomendación del comisionado parlamentario de cárceles, Juan Miguel Petit.
—¿Usted piensa que la guardia tuvo algo que ver?
—Mirá, yo hace tiempo que estoy acá y no te puedo responder eso porque no lo sé al no estar en ese módulo. Lo que es claro es que a los gurises los quisieron matar, lo planearon y lo lograron. Algo falló que nadie se dio cuenta o no quisieron darse cuenta.
Miguel Petit destacó que “es muy importante que se aplique la Justicia”. “Acá hubo un ataque. Más allá del contexto y otros análisis que se puedan hacer, hubo una acción criminal extrema que dejó un saldo terrible”, expresó.
Petit recordó que la Fiscalía “está actuando intensamente entorno a la investigación de los hechos” y adelantó que él también trabaja en su propia investigación que derivará en un informe.