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El senador de la República y líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, hizo una exposición este miércoles en el Parlamento en la que se refirió a los cincuenta años de la declaración de guerra interna por el Parlamento.
“Las palabras que a continuación voy a decir no buscan profundizar diferencias entre uruguayos, no buscan acusar nadie, medio siglo después de acontecidos los acontecimientos, no buscan culpar ni absorber a ninguna persona, organización o partido. Por el contrario, su finalidad es que hechos de profundo significado histórico no pasen desapercibidos”, comenzó aclarando el legislador.
En primer lugar, Manini dijo que en el Senado no se debe ignorar estos hechos y que se debe buscar “contribuir” a la pacificación de los espíritus de los uruguayos, lo que entiende como “único cimiento” sobre el cual construir una sociedad “libre y fuerte”, capaz de enfrentar “desafíos que el mundo actual presenta”.
“Dos hechos históricos, relevantes, separados entre sí, separados por un siglo, que entiendo deben ser visto en su conjunto para extraer su real dimensión histórica. El próximo 15 de abril se cumplen 50 años del día en que la Asamblea General votara que el país estaba en estado de guerra interno. Mucho se ha hablado de la llamada historia reciente, a la que prácticamente se circunscribe a partir de la disolución de las cámaras de 1973 y a los excesos cometidos por la dictadura desde ese entonces y prácticamente se ha hecho silencio sobre lo ocurrido en los años previos”, indicó.
“Sin dudas, para tener una idea clara de este pasado, para nosotros no tan reciente, es necesario ver los hechos ocurridos en su conjunto, es necesario conocer el proceso que llevó a la ruptura institucional. Antes que nada, es necesario tener la honestidad intelectual de aceptar los hechos como ocurrieron, sin pretender darle un sesgo para favorecer políticas del presente. La historia debe basarse en los hechos reales y no en relatos funcionales, a organizaciones y partidos que actúan medio siglo después, y sobre todo la historia no puede escribirse a pedido de quienes buscando eternizar la fractura hacen correr generosamente los recursos para mantener encendido el fuego que ardió hace medio siglo”, agregó.
A consideración Manini, para comprender este período de la historia hay que remontarse al período de la década del 1960 y resaltó las palabras de Ernesto “Che” Guevara cuando visitó nuestro país, que dijo, según resaltó Manini, que Uruguay “no estaban las condiciones de una revolución” por la fortaleza democrática. Sin embargo, para el legislador, un “influjo de la revolución cubana triunfando en enero de 1959 atraía a muchos jóvenes que creían posible replicar el proceso revolucionario en Uruguay”.
“Y es así como se organizan militarmente pensando en tomar el poder por las armas y comienzan a realizar acciones violentas, asalto al club de tiro suizo en 1962, estamos hablando de una década antes de los hechos que hoy recordamos, el atentado al bowling de Carrasco, entre otros muchos sonados casos. Son solo algunos de los hechos que jalonaron esta década, en la que los uruguayos vivieron sorprendidos, temerosos y amenazados por una escalada sangrienta. Nuestras fuerzas policiales tuvieron que enfrentar este accionar delictivo con su histórica escases de recursos materiales y humanos, a lo que se sumaba el desconocimiento de algo nuevo en nuestro país. Una organización delictiva, formada para la toma del poder”, recordó.
“En 1967, la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), conformada por representantes de distintos grupos armados del continente y partidos autodefinidos como revolucionarios, y donde la delegación uruguaya contó con representantes de nuestros partidos comunista y socialista, reunida en La Habana, declara la validez de la vida armada para acceder al poder y las organizaciones armadas uruguayas reciben entonces el espaldarazo internacional para continuar sus acciones. Centenares de jóvenes uruguayos concurren a recibir cursos en Cuba, así como en la Unión Soviética información esta no solo divulgada por las autoridades democráticas de la época, sino también confirmadas por las propias organizaciones involucradas”, añadió.
El senador de Cabildo Abierto dijo que un centenar de personas, entre ellas, civiles, 33 policías y 17 militares, fueron asesinados. “Secuestros, heridos, robos a bancos, arsenales descubiertos, liberación de dos secuestrados. Esta fue la realidad que vivió el país en democracia durante más de una década, nadie puede negarlo sin mentir groseramente”, criticó.
“El 14 de abril de 1972 es una fecha trágica en nuestra historia, a primera hora de la mañana se dan cuatro asesinatos que dan lugar a la reacción de las fuerzas conjuntas, conjunción de las fuerzas armadas y policiales creada hacia unos meses para combatir a las organizaciones armadas en nuestro país, y a la tarde de ese mismo día encontraron la muerte de ocho integrantes de la organización sediciosa. Estos hechos sangrientos provocan una tremenda conmoción en el pueblo uruguayo y la sensación de que se había ido demasiado lejos. En la tarde de ese día el Poder Ejecutivo remite a la Asamblea General un proyecto de ley solicitando la suspensión de las garantías individuales por 90 días y la declaración del estado de guerra interno, a efectos de aplicar el artículo 263 de la Constitución que daba lugar a la intervención de la Justicia militar ante el estado de amedrentamiento que se encontraba la Justicia ordinaria, después de una ola de secuestros”, expresó.
“La Asamblea empieza a las 19:36 y finalizará más de 20 horas después y contó con la presencia del gabinete en pleno. Se aprueba en 97 votos en 118 de la Asamblea General que rigiera por 30 días. Al espirar el plazo en la sesión del 15 de abril, el 15 de mayo se aprueba por 68 en 124 votos una moción del Partido Colorado que extendía el estado de guerra interno hasta la sanción de una ley de seguridad del Estado o en su defecto hasta el 30 de junio. Ese día resuelve prorrogar el estado de guerra interno hasta el 22 de julio. Esta prórroga queda sin efecto al aprobarse antes la ley de seguridad del Estado a partir del 5 de julio de 1972”, expresó.
Manini aseguró que el repaso de todos estos hechos “contribuye a conocer la verdad histórica” y que esta situación debe llamarnos a una “profunda reflexión” dado que la esencia de la democracia “descansa en reconocer los derechos de todos, incluso de aquellos que piensan diferente”.
“Realmente creemos que es necesario mirar hacia adelante como país y dejar atrás ese pasado de enfrentamiento y ese espíritu debe asentarse en el conocimiento de nuestra historia real, desprovista de las pasiones que se viven medio siglo después. Una mirada objetiva del pasado, que no oculten y tergiversen los hechos, que no transformen en héroes a quienes atentaron contra la democracia y que reconozca que dieron o arriesgaron sus vidas para defender a la sociedad de esa agresión”, reflexionó.
En tanto, aseguró que “no acepta” que se simplifique la historia a un escenario con dos actores, es decir, los agresores a la democracia y quienes la defendieron porque se deja afuera a la gran mayoría de los uruguayos como “simple espectadores”. Además, acotó que en esta situación hubo “muchos actores”, externos e internos, “que apostaron o provocaron o permitieron ese deterioro constitucional.
“La historia mutilada que se cuenta solamente para uso y provecho de ciertos grupos no debe hacernos olvidar que esta decisión de declarar un estado de guerra interno para dar el marco jurídico necesario para la defensa del país contra el ataque deliberado contra nuestras instituciones fue declarada por un Parlamento democrático elegido pocos meses antes en elecciones”, señaló.
“A un siglo y medio de hechos tan significativos de nuestra historia entendemos que es hora de reflexionar profundamente y dar los pasos necesarios para superar nuestros desencuentros del pasado, anteponiendo antes que anda el verdadero interés del país. Eso es lo que los actuales y futuras generaciones de uruguayos reclaman y lo que debe buscar un sistema político que esté a la altura de la hora que vivimos. Que los uruguayos volvamos a resolver nuestros problemas sin la intromisión de intereses a los que le sirve el estado de fragmentación que alimentan en los más diversos aspectos de la vida de nuestra gente”, concluyó.
Luego de las palabras del senador cabildante, su homólogo del Frente Amplio Daniel Olesker pidió la palabra para contestar los dichos de Manini. Tras hacer un breve repaso y hacer énfasis en la cuestión económica de ese período, la vicepresidenta, Beatriz Argimón, interrumpió y pidió que no se apliquen adjetivos que puedan violentar a otros partidos políticos.
Olesker, luego de la aclaración, dijo que se sintió “muy violentado” con la intervención anterior. “Yo integraba el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) en 1972, me sentí muy violentado, así que sigo con lo que había preparado, que creo no violenta a nadie”, comentó.
En tanto, la exministra de Turismo y también senadora por el FA Liliam Kechichián pidió la palabra y dijo a Argimón que sus palabras habrían sido de recibo para la bancada frenteamplista si la aclaración se habría hecho cuando apenas comenzó la intervención Manini y no cuando hablaba Olesker. “Si lo hace solamente cuando apenas empezó a hacer la intervención Olesker nos parece que carece de cierto equilibrio la exhortación que usted está haciendo”, aseguró.
Argimón le preguntó si estaba cuestionando la mesa, porque en ese caso debería hacerse una votación, pero Kechichián respondió negativamente y Olesker pudo continuar con la palabra.
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