Por Paula Barquet
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Hace tiempo que Macarena Gelman aprendió a poner una barrera de serenidad ante lo que se le presenta como novedoso respecto a la historia de sus padres, los argentinos Marcelo Gelman y María Claudia García, que militaban en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y fueron detenidos en Buenos Aires en 1976. El cuerpo de él apareció en 1989. De ella se sabe que la trasladaron a Uruguay, donde dio a luz y luego le sacaron a su hija.
Macarena lleva varias desilusiones acumuladas durante demasiados años. Así, con la voz llamativamente calma, dice a Montevideo Portal: “Sí, puede ser mi mamá, pero también puede no ser”.
Se refiere al último hallazgo de restos óseos en el Batallón 14, tras la confirmación de que pertenecieron a una mujer que fue detenida en la dictadura pero cuya identidad aún se desconoce.
Se podrá saber de quién se trata en aproximadamente un mes, cuando se culmine el análisis del ADN de los huesos encontrados. Eso siempre y cuando se trate de familiares que denunciaron la desaparición y cuyas muestras de ADN estén disponibles para poder comparar, aclara Gelman. “El tema es si llega a ser alguien que no sepamos, alguien cuyo traslado a Uruguay se desconozca. Otra posibilidad es que sea alguien que no haya sido reportado como desaparecido por la familia. Es difícil, pero también es una posibilidad”, aclara.
Desde principios de junio, la expectativa de los familiares de detenidos desaparecidos se ha instalado como una cuña imposible de ignorar. Ahora, con la revelación de que se trata de una mujer, unos cuantos pusieron fin a la ansiedad y a la ilusión. Aquellos que ansían conocer el paradero de familiares de sexo femenino, por el contrario, renovaron su esperanza.
“Sí, la verdad que la espera es compleja. Lo importante es que es alguien que buscamos y que seguramente nos va a dar más información sobre lo que pasó ahí”, subraya Gelman.
El hecho de que hayan aparecido tres cuerpos en un mismo predio, enterrados a unos 100 metros de distancia en promedio entre sí, “permite inferir que probablemente haya más cuerpos ahí”, advierte.
Quiénes pueden ser
El universo de mujeres que no se han identificado todavía es de entre 39 y 41 dentro del total de desaparecidos uruguayos, que se estiman en 192. Se manejan distintas cifras al respecto.
Sin embargo, entre las desaparecidas mujeres, hay pocas sobre las cuales se han reunido indicios o testimonios de que podrían estar enterradas en la zona del Batallón 14. “Serían mi mamá [María Claudia García de Gelman] y Amelia Sanjurjo”, dice Gelman. “Y Elena Quinteros, que si bien se decía que estaba en el 13, todo puede ser. También cabe la posibilidad de que sea alguien de quien no hubiera ningún testimonio, pero que estuviera ahí. O sea que hay un universo más grande, con muchas más probabilidades”, plantea la exdiputada frenteamplista.
Amelia Sanjurjo fue detenida a los 40 años estando embarazada. Era militante del Partido Comunista del Uruguay. De acuerdo con información que manejan en ese partido, sus restos habrían sido enterrados en el Batallón 14 y después exhumados, incinerados y tirados al Río de la Plata.
Elena Quinteros era maestra y militante anarquista. Tras su detención en Pocitos, intentó fugarse en la Embajada de Venezuela, donde según testimonios hubo funcionarios que intentaron socorrerla, sin éxito. La trasladaron al Batallón 13, donde se cree que fue torturada, asesinada y enterrada.
En el caso de María Claudia García, la información que se ha ido recopilando apunta al Batallón 14. Su hija tiene especialmente en cuenta el episodio que se dio en 2005, cuando el entonces presidente Tabaré Vázquez anunció, con base en un informe de las Fuerzas Armadas, que había “99% de seguridad” de que el cuerpo de la nuera del poeta argentino Juan Gelman estuviera enterrado allí.
El anuncio cobraba fuerza por la precisión —señalaba un área específica de 80 metros por 50 metros en el enorme predio del batallón—. Las fuentes eran militares que habían aportado datos al exjefe del Ejército Ángel Bertolotti, a pedido del presidente Vázquez.
Sin embargo, en ese momento, el equipo que dirigía el antropólogo Juan López Mazz no halló los restos de María Claudia y el hecho fue interpretado como un “falso anuncio” o, en todo caso, uno realizado a partir de “fruta podrida”. Para López Mazz se trató de un “operativo de contrainformación”.
Hoy, Gelman retoma aquella desilusión y piensa: “Quizás no fue un anuncio falso. Puede que haya sido poco preciso en todo caso”.
“El elemento para pensar que puede ser mi mamá es el lugar, que siempre se señaló que era por esa zona. Realmente no se puede descartar que sea ella, y hay chances de que sea. Pero hasta que no se identifique por ADN no se puede concluir nada”, insiste.
A María Claudia García se la buscó especialmente en el Batallón 13 y en distintas áreas del Batallón 14. López Mazz, quien renunció a la investigación en 2014, ha dicho que le quedó pendiente entrar al Servicio de Material y Armamento, donde hubo indicios de enterramientos.
Por Paula Barquet
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