En su primera comparecencia después de recuperar sus derechos políticos por una decisión judicial, el exmandatario de izquierda (2003-2010) se abstuvo de indicar si pretendía presentarse a las presidenciales de 2022, aunque se dijo abierto a buscar alianzas con todos los sectores.
"Voy a ser muy claro: sería alguien pequeño si estuviese pensando en 2022 en este momento", cuando Brasil enfrenta el momento más duro de la pandemia que ya dejó casi 270.000 muertos, dijo el fundador del Partido de los Trabajadores (PT).
"Cuando llegue el momento, el PT pensará si tiene que tener candidato o integrar un frente amplio. Pero ahora los líderes de los partidos tienen que discutir de la vacuna, de los salarios", agregó.
El desastre sanitario de Brasil, el segundo país con más muertos por coronavirus después de Estados Unidos, fue el principal caballo de batalla de su intervención en el Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo (periferia de Sao Paulo).
"Quiero hacer propaganda para que el pueblo brasileño no siga ninguna decisión imbécil del presidente de la República ni del Ministerio de Salud. Vacúnense, vacúnense porque esa es una de las cosas que pueden librarnos del covid", dijo Lula, anunciando que él mismo esperaba ser vacunado la semana próxima.
El exmandatario, de 75 años, lamentó que "las muertes se estén naturalizando" en Brasil.
"Muchas de esas muertes podrían haberse evitado, si tuviésemos un gobierno que hubiese hecho lo elemental", declaró en el acto.
"Lo primero que tendría que haberse hecho el año pasado era crear un comité de crisis", con participación de científicos, pero "teníamos un presidente que hablaba de cloroquina y gripecita", prosiguió, en referencia a declaraciones de Bolsonaro en las que minimizaba la pandemia y preconizaban el uso de medicamentos sin pruebas de eficacia contra la enfermedad.
"Este país no tiene gobierno, no tiene ministro de Salud, no tiene ministro de Economía" y "por eso está empobrecido", acusó Lula. "Es un país desgobernado", sentenció.
La economía de Brasil se contrajo el año pasado 4,1%, un derrumbe mitigado por el pago de subsidios a casi un tercio de sus 212 millones de habitantes, pero que en enero finalizaron.
- "No tengan miedo de mí" -
Según sondeos, Lula es el político con más posibilidades de impedir la reelección del ultraderechista Bolsonaro, aunque su nombre enfrenta una fuerte resistencia en sectores de la clase media e incluso en otros partidos de izquierda o centroizquierda.
Lula se abstuvo de indicar si asumiría el rol de candidato, pero dejó claro que tendrá en adelante un papel protagónico y que se dedicará a disipar esos recelos.
"No tengan miedo de mí. Soy radical porque quiero ir a la raíz de los problemas de este país, porque quiero ayudar a construir un mundo justo, más humano (...), donde la mujer no sea repudiada por ser mujer" y donde "quede abolido el maldito prejuicio racial", proclamó, agregando que pretende "conversar con empresarios".
Añadió que continuará luchando para que se le declare inocente de las acusaciones de corrupción por las cuales fue encarcelado en 2018 durante 18 meses.
"He sido víctima de la mayor mentira jurídica contada en 500 años de historia", declaró.
Un juez de la corte suprema anuló el lunes, por fallos de procedimiento, los juicios y condenas incoados contra Lula en el marco de la investigación Lava Jato sobre sobornos pagados por constructoras a políticos para obtener contratos en la estatal Petrobras.
Pero esa decisión no significó su exculpación, sino la transferencia de las causas a otro tribunal.
"Nunca desistiré. La palabra desistir no existe en mi diccionario", afirmó Lula.
"El discurso de Lula abrió el calendario electoral", dijo a la AFP el analista político Creomar de Souza.
"Cuando Lula dice que no es radical (...), está haciendo señales hacia el mercado", agregó.
La Bolsa de Sao Paulo, que había caído casi 4% cuando Lula recuperó sus derechos políticos, registraba un descenso de 0,55% tras la alocución del miércoles.
AFP