El expresidente Jair Bolsonaro regresó este jueves a Brasil, después de permanecer tres meses en Estados Unidos, país al que viajó dos días antes de dejar el poder, en medio de un fuerte esquema de seguridad montado en el aeropuerto de Brasilia.
El vuelo comercial de la aerolínea Gol procedente de Orlando, que tenía previsto su llegada a las 7:10, aterrizó 25 minutos antes.
Por razones de seguridad, Bolsonaro salió del aeropuerto por una zona restringida, sin pasar por el vestíbulo, donde esperaban periodistas y decenas de seguidores, que llevaban banderas de Brasil.
El líder de extrema derecha, que enfrenta varias investigaciones en diferentes instancias judiciales, se dirigió luego a la sede del Partido Liberal (PL), donde fue recibido por su esposa Michelle, su hijo senador Flávio, aliados políticos y el presidente de la formación, Valdemar Costa Neto.
En la sede del partido, después de una calurosa recepción por parte de sus correligionarios, Bolsonaro salió a saludar a las decenas personas que se habían concentrado en las afueras del edificio, pero no dio ninguna declaración.
Un fuerte esquema de seguridad fue montado para la llegada de Bolsonaro, debido a las movilizaciones en los últimos días en redes sociales de sus seguidores, en el que desplegaron 500 agentes para reforzar la vigilancia del aeropuerto y sus alrededores.
A pesar del anuncio de las autoridades para restringir el acceso a la terminal aérea, decenas de sus seguidores se concentraron en el vestíbulo del aeropuerto con banderas y los gritos de “mito”, aunque sin poder saludar al exmandatario.
La seguidora Fátima Morrana, residente desde hace cuatro décadas en Brasilia, dijo a EFE que Bolsonaro “es la mayor esperanza para que Brasil pueda volver al orden” y todo lo que están haciendo contra él es fake news (noticias falsas) e “intrigas” para que “pierda su popularidad”.
“Fue difícil conquistarlo y por eso él jamás va a salir del corazón del pueblo brasileño y esto va a quedar en la historia”, agregó Morrana, quien manifestó que los seguidores del exgobernante “parecen quietos, pero están trabajando en silencio”.
Otro de sus seguidores, Humberto Santos, que pasó toda la noche en el aeropuerto, celebró que Bolsonaro se instalará a partir de ahora en Brasilia para “batallar” por un país, que a su juicio, “está desgobernado”.
El ahora expresidente va a residir en una mansión cedida por el PL, formación de la que será su presidente honorario a partir de la semana que viene.
Las autoridades regionales de Brasilia anunciaron igualmente que este jueves establecerán bloqueos en torno a los edificios públicos en la Explanada de los Ministerios, donde se encuentran las sedes de los tres poderes, para evitar disturbios.
El pasado 8 de enero, miles de bolsonaristas radicales invadieron y depredaron las sedes de la Presidencia, del Congreso Nacional y del Tribunal Supremo, en un intento de golpe de Estado, perpetrado una semana después de la investidura de Luiz Inácio Lula da Silva.
Antes de embarcar en Orlando, el mandatario declaró en el aeropuerto al canal CNN Brasil que no va a liderar la oposición al Gobierno de Lula, pero que aportará su “experiencia” de más de tres décadas en la política “para cambiar lo que se necesite ser cambiado” en el país.
“No se necesita hacer oposición a este Gobierno. Este Gobierno es una oposición por sí sola dada la calificación de aquellos que lo componen”, afirmó el exgobernante.
“Voy a trabajar en el Partido Liberal (...) recorrer Brasil y hacer política”, dijo Bolsonaro al informar de su regreso a la Record TV en Florida, en una entrevista publicada el jueves pasado.
“Mantener en pie la bandera del conservadurismo” en Brasil es la misión que se fijó el líder derechista.
En Orlando, Bolsonaro se hospedó en la casa del luchador de artes marciales mixtas José Aldo, hizo una vida normal con visitas a supermercados, restaurantes y templos y participó con el expresidente estadounidense Donald Trump en un foro político conservador en Miami.
El retorno de Bolsonaro a Brasil generó todavía más expectativa después de que en estos meses, se han agravado sus problemas con la Justicia, que le ha incluido en una investigación sobre los sucesos del 8 de enero, que tramita en la Corte Suprema.
En las últimas semanas, los jueces han abierto otro caso por unos regalos de joyas que recibió por parte de Arabia Saudí y que no declaró en la aduana y por tal motivo ya la Policía Federal lo convocó para el próximo 5 de abril a declarar sobre el asunto.
En el Supremo permanecen cinco procesos, pero en los tribunales de primera instancia, ahora como ciudadano común, tramita una decena de causas, aunque de momento, no está formalmente imputado en ningún caso.
EFE
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