Por The New York Times | Nicholas Bogel-Burroughs and Richard Fausset
HAMPTON, Carolina del Sur — Por años, Curtis Edward Smith, un empleado de mantenimiento que había sido leñador, realizó su cuota de trabajos ocasionales para Alex Murdaugh, un abogado descendiente de una de las familias de abogados más poderosas del País bajo de Carolina del Sur.
Pero, según afirmó, no estuvo dispuesto a hacer el último trabajo que le pidió Murdaugh cuando, un sábado de septiembre, se reunieron a la orilla de una carretera rural.
“Quiero que me dispares en la nuca”, Smith recordó que le dijo Murdaugh mientras empuñaba una pistola cargada.
Esta perturbadora historia se volvió todavía más rara cuando, diez días después, los agentes de las fuerzas policiacas estatales arrestaron a Smith, de 61 años, y lo acusaron de colaborar con Murdaugh en un plan de asesinato frustrado. La policía señaló que Murdaugh diseñó este plan para que su muerte pareciera un asesinato, con la esperanza de que su hijo mayor recibiera el pago de un seguro por 10 millones de dólares en un momento en que la vida de Murdaugh estaba desmoronándose de manera estrepitosa.
Ahora, ese desmoronamiento está en el epicentro de una larga historia de muertes misteriosas —entre ellas, el asesinato no resuelto de la esposa y del hijo menor de Murdaugh— y de acusaciones de estafas multimillonarias y abusos de confianza y de poder. Este drama ha impactado a toda Carolina del Sur, donde, durante más de un siglo, Alex Murdaugh y su familia se han impuesto en el ámbito de la abogacía en una franja rural de ese estado.
No es común que las cuestiones personales del abogado de un pueblito tengan tanta trascendencia, pero durante años, Murdaugh, de 53 años, fue un personaje que tuvo buenas relaciones con el cerrado mundo judicial de Carolina del Sur; el despacho de abogados de la familia, ubicado en la pequeña ciudad de Hampton, desde hace mucho tiempo ha sido considerado un portento en la abogacía demandante del estado.
En estas últimas semanas, ha surgido una serie de investigaciones y demandas penales que culpan a Murdaugh de traicionar a sus amigos, a sus colegas y a sus clientes. La policía ha vuelto a abrir casos ya cerrados, entre ellos uno que tiene que ver con la muerte de un excompañero de clases del hijo de Murdaugh y otro relacionado con un ama de llaves que, según se pensó durante mucho tiempo, había tropezado y sufrido una caída fatal en los escalones de la entrada de la casa de los Murdaugh.
También están analizando las afirmaciones de que Murdaugh robó millones de dólares de su despacho de abogados y otros millones más de un acuerdo previsto para los hijos del ama de llaves.
“¿En dónde termina esto?”, preguntó John P. Freeman, profesor emérito de Derecho y Ética en la Universidad de Carolina del Sur. “En Carolina del Sur, no se puede hablar con nadie que no esté comentando este caso y no esté igual de sorprendido por lo que está ocurriendo”.
A través de sus abogados, Murdaugh ha insistido en que no tuvo nada que ver con los disparos fatales que recibieron en junio su esposa, Margaret, de 52 años, y su hijo menor, Paul, de 22 años, cuyos cuerpos fueron descubiertos por él en la finca familiar de caza que tiene una extensión de 688 hectáreas. Sin embargo, el mes pasado, lo arrestaron por estar acusado de un falso intento de suicidio. Antes de confesar su plan, Murdaugh había afirmado que un extraño le disparó cuando se detuvo a cambiar una llanta y que la bala le pasó rozando por la cabeza.
Antes de ser liberado, en espera de su juicio, el 16 de septiembre se presentó en el tribunal. Tenía el cuerpo encorvado y mechones de canas en la cabellera pelirroja que lo caracterizaba. Su abogado, Richard A. Harpootlian, senador demócrata del estado, señaló que Murdaugh estaba por entrar a un programa de rehabilitación para superar su adicción a la oxicodona. Un apellido que es sinónimo de poder Para algunas personas de esta región, el apellido Murdaugh ha llegado a representar un imperio tan extendido sobre el sistema jurídico, que la gente, con o sin justificación, preguntó si tenía el poder de alterar la trayectoria de la justicia para favorecer a su familia.
Esa es una de las preguntas que se plantean los investigadores ahora que no solo investigan el asesinato de la esposa y del hijo de Murdaugh, sino al menos otras tres muertes anteriores a esa tragedia.
Los investigadores han estado tratando de averiguar en qué medida Alex Murdaugh manejó sus poderosas influencias para proteger a su familia y amasar su fortuna.
Uno de los casos que se están volviendo a analizar es la muerte de Stephen Smith, de 19 años, cuyo cuerpo fue hallado en una carretera rural en 2015. Su muerte fue resultado de un fuerte golpe en la cabeza, pero no había señales que insinuaran que hubiera sido atropellado por algún automóvil.
Smith había sido compañero en la escuela del hijo mayor de Alex Murdaugh, Richard Alexander Murdaugh hijo, quien se hace llamar Buster. La familia Smith le dijo a la policía que el hermano de Alex Murdaugh, socio del despacho de abogados Murdaugh, se había comunicado con ellos para ofrecerles representar a la familia de manera gratuita, pero la familia no aceptó la oferta. Jamás se encontró conexión alguna con la familia Murdaugh, aunque los investigadores afirman que están volviendo a analizar el caso.
El segundo caso bajo escrutinio ocurrió en 2019, cuando, según los testigos, el hijo de Alex Murdaugh, Paul, bajo los efectos del alcohol chocó la lancha de la familia contra un puente, lo cual provocó que varios de sus amigos cayeran al agua. Una semana después encontraron el cuerpo de una de ellos, Mallory Beach, de 19 años.
Un gran jurado inculpó a Paul Murdaugh de conducir la lancha bajo la influencia del alcohol, cosa que provocó una muerte, pero fue asesinado antes de tener la oportunidad de comparecer.
La familia de Beach está demandando a Alex Murdaugh y a la tienda de autoservicio que le vendió el alcohol a Paul, quien era menor de edad. El mes pasado, Connor Cook, un amigo de toda la vida de Paul que también había estado en la lancha, entabló otra demanda, en la que acusa a Alex Murdaugh y a otras personas de intentar incriminarlo por el accidente de la lancha. Cook comentó que Murdaugh le había dicho que “mantuviera la boca cerrada” y que les dijera a los investigadores que no sabía quién iba conduciendo.
Esa demanda decía que Murdaugh había convencido a la familia de Cook de contratar a un abogado llamado Cory Fleming, amigo y compañero de habitación de Alex Murdaugh en la universidad y padrino de Paul Murdaugh.
Luego del asesinato de la esposa y del hijo de Alex Murdaugh, los investigadores comenzaron a reanalizar otra muerte misteriosa relacionada con esta familia: la de Gloria Satterfield, quien durante un cuarto de siglo trabajó como ama de llaves y niñera para la familia Murdaugh. Sus hijos aseguraron que, unas horas después del funeral de Satterfield, Alex Murdaugh les dijo que él asumiría la responsabilidad y les recomendó a un abogado que les ayudaría a entablar una demanda para obligar a las aseguradoras de Murdaugh a pagarles una indemnización.
Una vez más, este abogado era Fleming, el amigo de toda la vida de Murdaugh, pero más adelante ellos llegaron a pensar que no estaba velando por sus intereses, sino por los de Alex Murdaugh.
En una demanda subsecuente, los hijos explicaron que Fleming les recomendó que cedieran la administración de los bienes de su madre a un directivo del banco local con el que Murdaugh había hecho negocios.
Los expedientes judiciales muestran que, cinco meses más tarde, un juez aprobó un acuerdo para que las aseguradoras de Murdaugh les pagaran a los hijos la cantidad de 2,8 millones de dólares y destinaran más de un millón de dólares a los honorarios de los abogados. Pero, según los hijos, jamás supieron nada sobre ese acuerdo.
De acuerdo con las copias de los cheques y de otros documentos que presentó Bland hace poco en el tribunal, se descubrió que Fleming había enviado el dinero a Murdaugh.
Los hijos aún no han visto nada del dinero, comentó Bland.
En un comunicado, Fleming mencionó que Murdaugh también lo había engañado a él y que pensó que los hijos iban a recibir el dinero. La semana pasada, el despacho de Fleming aceptó rembolsar todos los honorarios recibidos según el acuerdo, y sus seguros contra negligencias aceptaron pagarles a los hijos los límites máximos que contemplan las pólizas. El encuentro en una carretera solitaria
Un día después de que el despacho anunció que iba a romper su relación con Murdaugh, él y Curtis Smith terminaron discutiendo sobre el plan de Murdaugh para salir del desbarajuste en el que se había convertido su vida en una carretera de las afueras del pueblo, relata Smith.
Smith, quien ahora enfrenta acusaciones que incluyen suicidio asistido, violencia, fraude a las aseguradoras y venta de metanfetaminas, comentó que no tiene pensado participar en ninguna artimaña para obtener dinero del seguro. Afirmó que Murdaugh, quien es su primo lejano, le había llamado esa mañana y le había pedido que llevara su camioneta de servicio a Hampton, pero nunca le dio una razón.
Smith mencionó que, al poco tiempo, Murdaugh pasó conduciendo y le tocó el claxon para que lo siguiera.
Murdaugh se estacionó a la orilla de la carretera en las afueras del pueblo y Smith se detuvo cerca. Cuando salió de la camioneta, Murdaugh sacó una pistola y le pidió a Smith que le disparara con ella.
Smith narra que le dijo a Murdaugh que no lo haría, pero explicó que cuando Murdaugh hizo un movimiento como si se fuera a disparar en la cabeza, Smith le sujetó el brazo y se lo torció detrás de la espalda. La pistola se disparó.
Murdaugh cayó al suelo con la mano sobre la cabeza y las piernas extendidas, afirmó Smith.
Smith, quien se había quedado con la pistola, le preguntó a Murdaugh si estaba bien y él señaló que sí.
El empleado de mantenimiento insultó al abogado, se subió de nuevo a la camioneta y se alejó. Curtis Edward Smith afuera de su casa en Walterboro, Carolina del Sur, el 4 de septiembre de 2021. (Travis Dove/The New York Times) La reja de entrada a la finca de Islandton, Carolina del Sur, donde fueron encontrados la esposa y el hijo de Alex Murdaugh asesinados de un disparo. (Travis Dove/The New York Times)