La reina Isabel II murió este jueves 9 de setiembre en la residencia de Balmoral, en Escocia, a los 96 años. Sin embargo, desde la década de 1960, sabían que este día se realizarían dos operaciones milimétricamente orquestadas: London Bridge y Unicornio.
Entre los muchos planes modelados con lupa en previsión de este momento de luto, la misión oficial detalló paso a paso qué sucede exactamente con la monumental maquinaria logística que se activó desde el deceso de la monarca.
Además de London Bridge, se puso en marcha la operación Unicornio, otro mecanismo previsto que especifica los pasos a seguir en Escocia para trasladar el cadáver de la reina a la capital británica, donde se oficiará el funeral.
El operativo dicta que, en el momento en que la reina muere, Edward Young, su secretario privado y principal, encargado de organizar su sucesión, es la primera persona en recibir la noticia.
Los planes trazados prevén que Young comunique la noticia a la primera ministra, Liz Truss, con la frase: “London Bridge is Down” (“Ha caído el puente de Londres”).
De ahí, el llamado Centro de Respuesta Global del Foreign Office —Ministerio británico de Asuntos Exteriores— se encarga de trasladar la noticia a los 15 Gobiernos fuera del país donde la reina es jefa de Estado, y a las otras 38 naciones de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth).
La operación London Bridge contempla los eventos que se sucederían en los próximos diez días, a partir del llamado Día D (el de la muerte), con acontecimientos históricos como una gira de cuatro días por toda la nación a cargo del nuevo rey.
Los ministros son avisados de inmediato por correo electrónico y, tras ese mensaje, las banderas en la sede del Gobierno se colocan a media asta, en menos de diez minutos del anuncio.
La agencia británica Press Association (PA) es la encargada de difundir la noticia con un flash informativo, tras lo cual un sirviente de palacio atraviesa el patio del Palacio de Buckingham para colgar la “notificación oficial” del fallecimiento en las puertas.
Los parlamentos, tanto en Londres como el escocés, el galés y el norirlandés, suspenden sus sesiones y la web de la Familia Real se pone en negro con el comunicado.
Truss es la encargada de dar el primer mensaje a la nación tras el deceso.
Posteriormente, se anuncia un minuto de silencio nacional y la primera ministra mantiene una audiencia con el nuevo rey, lo que pone en marcha la operación Spring Tide (“Marea de Primavera”), que reglamenta la ascensión del monarca.
Carlos, el heredero que se convierte en rey y pasará a llamarse Carlos III, dará un mensaje a la nación a las 18:00 hora local (17:00 GMT) el mismo día de la muerte.
Un servicio en memoria de la reina se celebrará con la primera ministra en la Catedral de San Pablo.
El funeral
Si el funeral por (el ex primer ministro británico) Winston Churchill fue, según algunos analistas, “el réquiem del Reino Unido como gran poder”, el de la reina cobra una magnitud muchísimo mayor.
También está todo organizado para el funeral de la soberana, cuya muerte deja abierta la puerta a un nuevo rey ya de avanzada edad, ya que Carlos tiene 73 años.
Como ocurriera en el funeral del duque de Edimburgo, el elemento militar será una constante durante los próximos días.
La oficina del Lord Chambelán —situada dentro de palacio— será el centro de operaciones, trabajando sobre un plan orquestado por el teniente coronel Anthony Mather, retirado en 2014, una figura clave en el funeral de Churchill en la llamada Hope Not (operación Esperemos que no).
Los primeros planes para los preparativos de la muerte de Isabel II se remontan a los años 60, aunque se han introducido modificaciones, con reuniones dos o tres veces por año entre varios departamentos del Gobierno, la policía, el Ejército, medios de comunicaciones y la asociación Royal Park.
El objetivo: que todo salga perfecto durante estos próximos diez días de actos solemnes.
No obstante, en estas primeras horas hay detalles que, por ahora, solo Carlos conoce.
El Foreign Office lidia con las llegadas al país de dignatarios de todo el mundo, muchos de los cuales se alojarán en Palacio y otros en el hotel Claridge’s, y se prevén reuniones en el Parlamento de ambas Cámaras —Comunes (baja) y Lores (alta).
Al día siguiente se ondearán de nuevo las banderas y a las 11:00 Carlos sería proclamado rey en una ceremonia en St James’s aderezada con toda la pompa que la ocasión merece, en la que un funcionario de Palacio leerá una declaración formal y en la que Carlos jurará proteger la Iglesia en Escocia.
El Parlamento se reunirá para acordar un mensaje de pésame y que los diputados rindan tributo a Su Majestad en los Comunes. Toda la actividad parlamentaria quedará suspendida durante diez días.
Operación Unicornio
De morir en Escocia, el cuerpo de la reina será trasladado inicialmente a la sede del Parlamento escocés, el palacio de Holyrood, donde se interrumpirá automáticamente todo tipo de actividad parlamentaria y se pone a disposición de los ciudadanos un libro de condolencias.
Allí será custodiada por la Compañía Real de Arqueros, que adornarán sus sombreros con plumas de águila.
El siguiente paso será trasladar, por la avenida Royal Mile en Edimburgo, el cadáver hasta la Catedral de St Giles, donde yacerá en la capilla ardiente y donde se celebrará un primer servicio.
Para el llamado D-Day+2 se contempla que el ataúd de la reina se traslade al Palacio de Buckingham, en Londres, desde Balmoral en tren, desde la estación de Waverley, lo que se ha llamado operación Unicornio, el protocolo contemplado si la reina muere en Escocia.
Se anticipan multitudes aguardando al paso del tren en diferentes localidades para arrojar flores a los vagones.
Acorde con el guion, el día D+3, el nuevo monarca británico se embarcará en una gira por todo el país, donde visitará Edimburgo, Belfast y Cardiff, así como también asistirá a servicios en recuerdo de su madre.
Para el denominado D+5 —el sexto día tras la muerte—, el ataúd se trasladará a Westminster Hall, donde permanecerá durante cuatro días hasta que llegue el momento de la procesión desde el Palacio de Buckingham, que atravesará el Mall —el primer gran desfile militar de esta operación—, pasará por las Guardas a Caballo (Horse Guards) y por el Cenotafio. Un recorrido similar al trazado por la procesión de la reina madre en 2002.
Antes de que llegue el amanecer del D+10 —el día de la celebración del funeral—, se extraerán las joyas reales del ataúd y se limpiarán, al tiempo que esa jornada será declarada festiva a nivel nacional, con los comercios y la Bolsa de Valores de Londres cerrados.
El día del funeral —D+10—, a las 9:00 de la mañana, el Big Ben se dejará oír para anunciar el funeral de Estado por la reina en la Abadía de Westminster, que acogerá a 2000 invitados.
Se espera que a las 11:00 horas el ataúd alcance las puertas del templo y que el país enmudezca en señal de respeto. Sus restos yacerán en la Capilla del Rey Jorge VI, en el Castillo de Windsor, junto a su padre.
EFE