Por The New York Times | Michael Wines
Richard Flacks recuerda lo difícil que fue crear un movimiento de protesta durante la guerra de Vietnam como pilar del grupo político de izquierda y de oposición a la guerra Students for a Democratic Society (SDS) en los años sesenta.
“La idea de SDS surgió a partir de la noción de que necesitábamos una nueva manera de ser de izquierda, un nuevo vocabulario, una nueva estrategia”, explicó Flacks, quien ayudó a escribir el manifiesto del grupo, titulado Port Huron Statement, en 1962. “Sabíamos que teníamos razón y no me parece que hayamos sido arrogantes al respecto”.
Sesenta años más tarde, Iman Abid enfrenta retos similares con respecto a la guerra de la Franja de Gaza entre Israel y Hamás. “Por mucho tiempo, no logramos que Palestina fuera un tema importante para las personas”, explicó Abid, director de organización y defensa del grupo U.S. Campaign for Palestinian Rights, que colabora con organizaciones universitarias propalestinas. “Pero ahora, a las personas les interesa porque lo ven. Es una constante en sus redes sociales. Es una constante en las noticias”.
Es muy pronto para saber si el conflicto palestino-israelí definirá a esta generación de la misma manera que la oposición a la guerra de Vietnam marcó el futuro para muchos jóvenes hace más de medio siglo.
No obstante, para muchos que estudiaron o vivieron durante la era de Vietnam, parece haber muchos paralelos con las protestas por Gaza: un ejército poderoso que lanza ataques por aire y causa destrucción en un territorio pequeño y subdesarrollado de personas que no son blancas; una división generacional por aspectos morales del conflicto; la idea de que la guerra representa corrientes políticas y culturales mucho más amplias; una confianza inquebrantable (que sus críticos quizá tilden de fariseísmo) entre los estudiantes de que su causa es justa.
Las diferencias también son evidentes, empezando por el ataque terrorista de Hamás que hizo estallar esta guerra, que no tiene paralelo en Vietnam. En la guerra entre Israel y Hamás, el Ejército estadounidense tampoco es un combatiente, como en Vietnam, donde más de 58.000 estadounidenses murieron y muchos jóvenes fueron reclutados por sorteo.
Miles Rapoport, exsecretario de Estado de Connecticut, que se afilió al SDS cuando estudiaba en la Universidad de Harvard en los años sesenta, ve las similitudes; sin embargo, subrayó una diferencia fundamental entre ambos movimientos: Estados Unidos fue a Vietnam en un despliegue de arrogancia por ser una superpotencia. En cambio, Israel lucha por su existencia tras un ataque terrorista que causó la muerte de 1200 ciudadanos. La guerra actual, puntualizó, “tiene muchos más matices morales y filosóficos”.
Esto se ve reflejado mucho más en las marchas y manifestaciones de apoyo a Israel que en su momento, en particular en campus universitarios, para los partidarios de la guerra durante la era de Vietnam.
De cualquier manera, Rapoport comentó que ambos movimientos reflejan “una especie de solidaridad instintiva e inicial con el bando que lleva las de perder”. Añadió: “En relación con ella, también hay un sentido de solidaridad con las personas que luchan por tener su propio país y quedar libres de una especie de existencia colonial”.
Para los críticos de las manifestaciones a favor de Gaza, el movimiento actual refleja los excesos, no las virtudes, de las manifestaciones de apoyo a Vietnam, con consignas que a algunos les parece que incitan al genocidio contra los judíos, de manera muy parecida a la forma en que algunas manifestaciones de los años sesenta aislaron a muchos estadounidenses por respaldar a Vietnam del Norte contra las fuerzas estadounidenses. Además, esos críticos también acusan a los manifestantes propalestinos de hipócritas, pues dicen que muchos de los mítines incluyen otros temas que serían antitéticos para muchos palestinos, como los problemas de la mujer y los derechos de la comunidad LGBTQ+.
Muchos partidarios de Israel ven al movimiento con una mezcla de horror y preocupación. Kenneth L. Marcus, presidente del Brandeis Center for Human Rights Under Law, institución civil de defensa de derechos que no tiene ninguna afiliación con la Universidad Brandeis, indicó que las manifestaciones en el campus comenzaron incluso antes de la invasión de Israel a Gaza.
“Quizá algunas personas que participan en ellas crean que apoyan a los palestinos, pero el movimiento que ayudan es principalmente antisemita”, aseveró, y añadió que su génesis fue una celebración de la violencia. Afirmó que, en vez de responder con fortaleza moral a las manifestaciones en campus universitarios, muchos administradores de esas instituciones “han respondido con debilidad y cobardía”.
Quienes protestan contra la guerra en Gaza están en deuda con sus predecesores de la era de Vietnam por un legado: las tácticas, desde tirarse al suelo como víctimas hasta gritar consignas como “¿A cuántos niños mataron hoy?”, que les dieron impulso a ambos movimientos. “En 1960, los estudiantes no tenían mucho que emular”, indicó Flacks, profesor emérito de Sociología de la Universidad de California, campus Santa Barbara. “Muchas de las tácticas inventadas en esa época se volvieron parte del arsenal del activismo en los campus universitarios”.
El movimiento de oposición a la guerra de Vietnam tenía una mayoría abrumadora blanca, como la mayoría de los campus universitarios de los años sesenta. En cambio, los campus universitarios en 2023, en particular los urbanos, tienen muchos más estudiantes de color, muchos de los cuales empatizan con la posición de los palestinos, una población asediada bajo control de una fuerza más poderosa. Además, una proporción mayor de personas que no son estudiantes participan en las protestas.
“Los movimientos no brotan de la nada”, explicó Michael Kazin, historiador de la Universidad de Georgetown que en los años sesenta era miembro de SDS y, por un breve plazo, de su hijastro violento, Weather Underground. Para los manifestantes de Vietnam, comentó, los precursores fueron la matanza de 1960 en Sharpeville, Sudáfrica, y el movimiento en defensa de los derechos civiles. Para los manifestantes de Gaza, los antecedentes van desde la respuesta violenta contra los musulmanes tras los ataques del 11 de Septiembre hasta las protestas recientes contra la injusticia racial.
Cuando jóvenes manifestantes se volcaron a Ferguson, Misuri, después de que unos agentes de policía asesinaron a un hombre negro desarmado en 2014, los palestinos les hicieron recomendaciones en las redes sociales para que pudieran resistir el gas lacrimógeno. Hoy en día, en la Universidad de California, campus Santa Barbara, y muchas otras, estudiantes negros y latinos se encuentran entre los dirigentes del movimiento propalestino, dijo Flacks.
Además, ambas eras reflejan la influencia de líderes políticos de lo más polarizantes, en particular los presidentes Lyndon Johnson y Richard Nixon en la era de Vietnam, así como el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, cuyo conservadurismo extremista ha favorecido el apoyo en campus universitarios a la causa palestina.
“Las personas de mi edad tienen recuerdos directos de las razones por las que Israel planteaba un marco moral positivo. Era el refugio al que escapaban quienes sufrían el peor tipo de opresión”, señaló Flacks. Pero “lo que los universitarios de ahora ven sobre Israel es un gobierno encabezado por Benjamin Netanyahu”, que consideran una fuerza de represión respaldada por organizaciones judías establecidas.
Larry P. Gross, experto en medios y cultura de la Universidad de California del Sur, afirmó que el problema es que los líderes israelíes no han adaptado su mensaje, y mucho menos sus políticas, de tal forma que resuenen con una generación cuya visión de Israel no es la de una patria judía sitiada, sino de un árbitro de la libertad en la Cisjordania palestina y Gaza.
“Los israelíes y su división de relaciones públicas, en esencia, no se percataron de que estaban perdiendo a los jóvenes”, explicó. “Sin pensar más, jugaron sin parar la carta del Holocausto”, añadió, aunque “pasamos de catalogar imágenes de bombardeos rusos contra Ucrania como crímenes de guerra a imágenes de bombardeos de Israel en Gaza”.
Afirma que el apoyo de los jóvenes a los palestinos “será perdurable. Creo que es uno de esos cambios generacionales”.
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