Tiene 7 años y parece dormido, pero solo parece. En realidad está con los ojos cerrados, fingiendo un sueño que no consigue, pero el médico y su madre creen que duerme. "Si no lo operamos le quedan seis meses", dice el hombre. Siete años tiene. No es momento de hablar de la muerte, debe pensar, con los ojos cerrados y fingiendo dormir.
Cuando lo recuerda ahora, muchos años después, sus ojos están abiertos y húmedos. La operación de corazón lo salvó entonces y la muerte pasó de largo, pero el destino hizo que se transformara en una de esas compañías molestas pero ineludibles, que se aprende a tratar de che y vos.
Juan Gómez es el único fiscal especializado en Homicidios. Pasan por sus manos -y por su corazón, porque se trata de vida y muerte- desde un accidente fatal hasta el crimen más aberrante. Hace mucho que convive con ella y su tendal de desgracia, odio, miseria, dolor.
Ayer lo llamé para confirmar la entrevista. Por su tono de voz adiviné que tenía muchas ganas de cancelarla y que no lo hacía simplemente por no deshonrar un compromiso. Hoy lo comprendo: debe ser difícil hallar un hueco entre tanto expediente y lágrimas, simplemente para atender a un periodista que quién sabe qué se trae.
El despacho donde atiende de lunes a viernes una romería de víctimas, victimarios, testigos, es pequeño y austero. En la puerta, cuando me presento, pone cara de estar sintiendo lo mismo que me transmitió, sin decirlo, en el teléfono. Prometo brevedad, en lo posible, lo cual es una mentira piadosa o una mentira a secas.
Sin embargo, la charla le va ganando y nunca mira el reloj ni demuestra urgencia. Lo que hace le apasiona. Lo dice y se le nota en la forma en que se va colgando a la conversación. La muerte -esa puta vieja y fría que retrató El Sabalero- anda ahí afuera, cargada en los hombros de los que esperan en el pasillo.
Por Gerardo Tagliaferro
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1) El único fiscal de Homicidios que hay en el país nació en La Palma, un pequeño paraje de Rivera. ¿Cómo es ese lugar?
La Palma es un pueblito que en mi época de estudiantes llegó a tener una escuela rural con 75 alumnos, incluso en los recreos teníamos hasta cuatro cuadros de fútbol. Ahora lamentablemente anda por los veintipico de alumnos. Es una zona muy linda, el punto lindero con el Valle del Lunarejo. Me crié en esa zona y tengo un profundo amor por ella. Todos mis hermanos se criaron allí.
2) ¿De qué condición social era su hogar?
Pasó por varias condiciones. Mi padre era una persona que emigró de Brasil, mi madre era de de la zona rural y se casaron. Mi padre era granjero y se fundió con la creciente del 59. Siguió luchando y yo le di el golpe final cuando tuvieron que operarme del corazón, cuando tenía siete años.
3) ¿Qué afección tenía?
Lo que entendí con el tiempo es que tenía un orificio por el que se mezclaba la sangre. Yo sé que corría y quedaba negro, y estaba en campaña y no había médicos. Hasta que tuve la suerte de que el doctor Carlos Dellepiane dijo "este niño tiene que ir urgente a Montevideo". Y ahí tuve la cooperación de gente a la que uno nunca le agradeció de forma debida, desde quienes me donaron sangre hasta quienes facilitaron determinadas atenciones, como la señora "Chispa", que así era el nombre cariñoso que tenía. Recuerdo que estaba en el Hospital de Clínicas y los médicos le decían a mi madre -yo no sé por qué, me hice el dormido pero estaba escuchando- "si no lo operamos se muere en seis meses; si lo operamos alguna chance podemos tener".
4) ¿Tuvo después algún otro problema relacionado con eso?
No, me quedó lo que los médicos llaman una CIA (N de R: Comunicación Inter Auricular, patología que permite el pasaje de sangre entre las dos cámaras del corazón). Tengo en el esternón la marca de esa operación, que hace tantos años era complicada. Los médicos no aconsejan hacer más nada ahora. He superado esa y otras dificultades. Tuve una peritonitis en 2008, no me daban más de un 5% de posibilidades de sobrevivir. Me dejé estar, sentía que no estaba bien pero me fui para campaña a pescar. Un domingo la empecé a generar y recién el miércoles fui a atenderme, y estaba muy avanzada. También le debo la vida a la gente del sanatorio de Rivera. Fue el 12 de abril del 2008... son las cosas de la vida. He zafado de un par, y ahí ando.
5) ¿Cómo es el régimen de trabajo de la Fiscalía de Homicidios?
Trabaja de lunes a viernes, en el horario de 10 a 18. Ese horario se extiende un poco porque nos interesa el conocimiento directo de los sucesos: homicidios, suicidios, accidentes de tránsito con resultado de muerte... La competencia de esta Fiscalía desde el 5 de febrero es exclusivamente en los delitos de homicidio, atentado o aquellos que estuvieran vinculados con un homicidio.
6) ¿Está conforme con el funcionamiento, hasta ahora, del nuevo Código del Proceso Penal?
Mire, parto de la base de que era una necesidad. Yo hago el mejor esfuerzo para que se cumpla lo que dispuso el legislador. En un estado de derecho, cualquier operador debe en principio acatar y cumplir lo que las leyes dispongan. Personalmente, me apasiona lo que hago, por lo cual no puedo decirle que esté en una situación de incomodidad. No lo estoy. Tampoco de saturación. Reconozco sí, por un derecho legítimo que pueden tener colegas y también por la eficiencia del propio servicio, la necesidad de contar con mayores recursos, tanto humanos como quizás en número de fiscalías. Sería muy bueno que hubiere al menos dos fiscalías de homicidios que contemplaran todos los casos en turnos semanales y no dependiéramos de estar cargando a otros compañeros de flagrancia y turno, con cuestiones que corresponden a Homicidios.
“Tuve una peritonitis en 2008, no me daban más de un 5% de posibilidades de sobrevivir”
7) ¿Hay dificultades en el relacionamiento y el trabajo conjunto entre fiscalía y policía?
En mi caso no. Por supuesto que hay cosas que hay ajustar, una es la inmediatez de la comunicación. Yo soy responsable de las investigaciones, si ocurre un hecho considero que la primera llamada debe ser al fiscal. Y en el horario que estoy de turno lo exijo muchísimo más, porque mi deber es comparecer en el lugar.
8) Se ha hablado de demoras de la justicia en procesar órdenes de allanamiento o de detención.
Con mucho respeto digo que las cosas pasan por una normalidad. Hay situaciones en las que es necesario acudir a lo que se llama procedimientos de contingencia, y siempre he contado con un apoyo de los jueces, en cumplimiento de su deber, en forma totalmente normal y humanitaria diría, en función de los temas que trato. He tenido de gestionar en la madrugada una orden de allanamiento para la primera hora del día siguiente y no he tenido dificultades. Lo que puede ocurrir es que hay un trámite normal para eso: uno solicita una orden (de allanamiento) y si el juez está en una audiencia no la va a cortar. Son tiempos normales en el sistema. El rol de los jueces es el más importante: salvaguardar las garantías de todos los ciudadanos. Por eso cuando nosotros solicitamos una intromisión en la vida de una familia allanando una vivienda es porque contamos con información de que se puede encontrar algo, y los jueces tienen el deber de evaluar si la medida es razonable y es necesaria. Lo mismo con las detenciones. Hay roles diferentes y cada uno debe cumplir es suyo respetando el de los demás.
9) ¿Le consta que el aumento de los homicidios en los últimos meses está originado en ajustes de cuentas o conflictos entre delincuentes?
Básicamente sí, sin ninguna duda. Obviamente hay homicidios que no tienen nada que ver con eso.
10) ¿Diría que ese es un problema que está instalado en la sociedad uruguaya como ha sucedido en otros países?
Le diría que de alguna forma sí. Lo que me preocupa es que la falta de respeto por la vida se traduce en la falta de respeto por la muerte. A quienes como yo peinan muchas canas, en nuestra niñez si había algo que nos producía un repliegue era la presencia de la muerte. Ahora uno advierte, en cualquier escena de homicidio, la presencia de muchos jóvenes y aun de niños con desparpajo ante lo sucedido. En algunas zonas se perdió el temor por la muerte.
11) ¿Está instalado el fenómeno del sicariato en Uruguay?
Eso es lo terrible: pensar que personas que ni siquiera conocen a la persona que dan muerte pueden llegar y tranquilamente... (hace silencio).
12) ¿Cómo enfrentan a la justicia esas personas? ¿Hay un patrón de conducta?
En muchos casos la primera intención es negar, negar, negar. Por eso son casos que requieren un trabajo de reunir la prueba que es un poco mayor que en otros.
“Mi experiencia me indica que hay casos que no son recuperables”
13) Quienes han hecho de la delincuencia su modo de vida ¿están adiestrados en cómo enfrentar a la justicia y los interrogatorios?
No creo tanto en eso. Dependerá de cada operador. Hay cosas que uno va aprendiendo e incorporando en su forma de ser. Si veo que ese es un riesgo jamás voy a preguntar aquello de lo que ya sé la respuesta. Voy a intentar otra cosa, y nadie está preparado para todo. Muchas veces alguno está preparado para decir "ayer estuve en tal lado", pero cuando uno escarba más ya no lo está tanto. Y si sigue escarbando puede encontrar fisuras en esos relatos.
14) ¿Ha llegado a saber cuánto puede pagarse por una muerte por encargo?
No. He escuchado desde 50 mil pesos hasta valores muy bajos, pero normalmente hay detalles que nunca se logran saber. No hay forma de acreditar cuánto dinero le dieron a alguien para hacer el mandado.
15) Hay sectores de la sociedad en los que el delito está bien visto, genera "galones".
Puede ser uno de los debes de nuestra propia sociedad tomada en su conjunto. Como hombre de derecho yo debo soñar con una mirada distinta, tanto de un lado como del otro. Pero debo reconocer que la realidad va contra esos sueños de una sociedad respetuosa de los derechos de los demás, a su integridad, su vida.
16) ¿Hay guetos donde el delito está instalado y genera una mentalidad afín a él?
Lo que diría es que hay miedo en determinadas zonas donde grupos violentos se instalan. La mayoría de las personas humildes y trabajadoras que viven allí, lo que temen es por los actos de violencia de la que pueden ser objeto. Hay grupos semiorganizados y organizados que tienen armas y desprecio por la vida y pueden someter al resto, a la mayoría de la gente, simples laburantes como cualquiera, a determinados silencios que benefician al propio delincuente. El esquema debe ser construir puentes para que la gente se sienta respaldada, protegida, pero no es fácil.
17) ¿Hay un perfil de jóvenes que ingresan al mundo del delito y muchas veces se integran a bandas criminales?
Una de las causas que quizás ocupe el primer lugar en eso son las drogas. El consumo y la venta y todos los problemas que circundan al mundo de las drogas. ¿Por qué? Porque quien consume se va muchas veces endeudando y es impulsado a cometer delitos para solventar su consumo problemático. Se empiezan a generar problemas de endeudamiento y ¿cuál es la respuesta descarnada e inhumana de los acreedores, entre comillas? Es tirarle un tiro en las piernas y decir "si no pagás, en la próxima te liquido".
18) Eso lleva a esa persona agredida a delinquir.
Puede llevarlo, como una salida.
19) ¿También está la ilusión de la plata fácil, de llegar a gozar rápidamente de un estilo de vida que de otra forma no conseguirían?
Eso puede ser en niveles más selectos, para decirlo de alguna forma. Para la gran mayoría no es más que el vivir día a día. Quizás haya sectores, aquellos que dirigen, que pueden tener esa expectativa, incluso para mantener su hegemonía. Hay gente que normalmente vincula al éxito a aquellas personas que manejan dinero, armas, vehículos, es hasta una forma de ascenso en determinados sectores de la población.
“La verdad que hay instantes en que uno piensa que si hubiera un infierno, la antesala anda por allí (en el Comcar)”
20) En esos sectores ¿paga más el ser más duro? ¿Provocar la muerte a otros puede dar prestigio?
No sé si da cierto prestigio. A mí me preocupa otra cosa: uno aprendió que en la vida, para casi todas las cosas la dificultad está en la primera vez. Y me preocupa la repetición. Si alguien se corrompe, la dificultad está en esa primera vez. Ya la segunda, la tercera... Si alguien dio muerte una vez, después dar muerte a otra persona puede ser un mero trámite. Eso puede llevar a la pérdida absoluta y total de cualquier valor.
21) ¿Cree que todas las personas que viven del delito y llegan a matar para conseguir lo que quieren, son recuperables?
No, mi experiencia me indica que hay casos que no son recuperables. La cárcel básicamente se convierte en un castigo, es muy duro estar en una cárcel y es más duro muchas veces para las personas salir y no tener la posibilidad de reinsertarse realmente a la vida diaria. Hablo fundamentalmente del trabajo. Ese es uno de los temas a los que debería encontrarse una solución: el trabajo en la propia reclusión y el trabajo cuando salen. Si no, es muy difícil hablar de recuperación o reinserción. Eso inevitablemente tiene un costo para la sociedad y muchas veces ese costo no se advierte. Pienso que habría que repensar estos temas y establecer que trabajar sea un derecho pero, en algunos casos, que no tuviera el efecto de redimir pena. Hablo de delitos graves: homicidios especial y muy especialmente agravados, violaciones, abusos sexuales y otro tipo de delitos.
22) Hace pocos días se suicidó en su celda William Pintos, el asesino de la niña Brissa González. ¿Está plenamente comprobado que fue un suicidio?
Tengo la tranquilidad de que concurrí al lugar acompañado de un médico forense y me guío por las investigaciones de los peritos forenses que hasta ahora no me hablan de otra hipótesis que la del suicidio. Observé la revisión del cuerpo íntegro del fallecido. Noté el surco que tenía (alrededor del cuello) producido por un cable; no observé ninguna lesión en el resto del organismo, por lo cual dije, repitiendo lo que dijo el médico forense, que en un 99% la muerte se debió a un acto suicida. Lo que faltan son los informes toxicológicos, que todavía no estaban.
23) ¿Es fácil colgarse con un cable de electricidad en una celda?
Me explicaban que la compresión del cuello afecta rápidamente la irrigación al cerebro y provoca la muerte. No necesariamente supone una suspensión.
24) ¿Pudo saber cómo llegó ese cable hasta allí?
Es una asignatura pendiente, que puede tener dos o tres hipótesis. La primera, es que él mismo lo haya conseguido. En esa celda no existía electricidad, había orificios en las paredes donde antes seguramente había algún cable. Podía ser de ahí, podía ser de otro lado, de todas formas si usted me pregunta de dónde salió ese cable, no tengo una respuesta.
25) ¿No había luz en esa celda? ¿El prisionero estaba a oscuras?
Tenía luz natural.
26) ¿Estaba solo?
Estaba solo.
“En mi vida siempre he respetado, nunca le he pegado a alguien caído, no lo hago aunque sea el delincuente más avezado”
27) Era como una invitación al suicidio, en una persona además que tenía una patología psiquiátrica y había estado internado en el Vilardebó.
Yo creo que no soportó la contundencia de lo que hizo. La gravedad de quitar la vida de una niña en una forma absolutamente miserable... debe ser muy fuerte estar conviviendo con esa certeza de ser responsable de ese hecho. Y es muy probable -esta es una apreciación muy personal- que el propio medio de la cárcel haya incidido. En primer lugar hay un repudio generalizado incluso de la población carcelaria, contra aquellas personas que abusan de niños. Y creo que no habrá soportado los gritos... Le digo por experiencia. Yo hacía tiempo que no visitaba el COMCAR y la verdad que hay instantes que uno piensa que si hubiera un infierno, la antesala anda por allí.
28) Se dijo que uno de los guardias que custodia el módulo donde se recluyó a Pintos era el hermano de la niña asesinada. ¿Es así?
No, no. El hermano de la niña tenía licencia, no estaba entre los custodios. Sí tenía compañeros que estaban trabajando en el módulo 12, del cual lo pasaron al módulo 11.
29) También tuvo a su cargo la investigación del homicidio de Florencia Cabrera, la chica que fue asesinada en un supermercado en febrero. El autor, "el Kiki", se mató cuando la policía iba a detenerlo. ¿Qué cree, de acuerdo a su experiencia, que fue lo que lo llevó a matarse?
Mire, quizás sea duro con lo que voy a decir. Es la cobardía de aquellos seres que han vivido en los últimos tiempos irrespetando a los demás, quitándole la vida en forma miserable a una trabajadora, lesionando a una persona que estaba en el suelo sin ningún motivo. O la cobardía de Pintos, al quitarse la vida y no afrontar un juicio que hubiera permitido, con todas las garantías, demostrar a la gente que puede hacerse justicia con transparencia y se puede pretender castigos que también tienen un fin ejemplarizante. Otra cosa no tengo para opinar sobre esas personas que son muchas veces valientes haciendo el daño y después no asumen ni siquiera la consecuencia ineludible, en un estado de derecho, que es el castigo que la ley impone.
30) El fiscal de Corte, Jorge Díaz, ha dicho que los ajustes de cuentas entre delincuentes son un primer paso que, en otros países, ha seguido en ataques a operadores policiales o judiciales. ¿Piensa que eso puede darse en Uruguay?
Espero que no, pero de alguna forma ya le contesté: lo que me preocupa es que lo difícil es la primera vez. Cuando hay un acto de repetición de determinadas conductas uno por lo menos lo mira con mucha atención. Es posible, esperemos que la sociedad toda no permita que eso ocurra.
31) ¿Ha sufrido amenazas o agresiones?
Una pseudo amenaza, felizmente aclarada (N de R: se refiere al grito de un muchacho que pasó en un vehículo y lo amenazó de muerte; era vecino de Brissa González y después concurrió a la Fiscalía con su padre y se disculpó). En mi vida siempre he respetado, nunca le he pegado a alguien caído, no lo hago aunque sea el delincuente más avezado. Yo los trato con respeto. Obviamente, sé que no soy querido por mucha gente, ese es el precio de la propia profesión pero, aun así, en la medida en que uno dispensa respeto a los demás, por lo menos aspira a recibir un trato respetuoso.
32) Usted acusa a personas que cometieron homicidios y eso significa para ellas la posibilidad de ir a la cárcel por mucho tiempo. ¿No recibe amenazas o agresiones de ellas cuando está cara a cara?
No. Quizás es ese respeto en el que hago hincapié. Obviamente es muy corto el camino cuando no se transita por el respeto. A lo sumo queda inmediatamente terminada la entrevista o la declaración cuando no lo hay.
“Muchas veces la autoridad policial piensa que el caso está resuelto, pero de ahí a estar acreditado ante un juez, hay una diferencia muchas veces muy grande”
33) ¿Ha sentido miedo?
Quien vive con miedo, muere de susto, decía un paisano de mis queridos pagos. Por supuesto que hay miedo de situaciones de la propia vida. Uno ama demasiada la vida y si le dijera que me da lo mismo morir estaría mintiendo. Uno pretende vivir, disfrutar de su familia, felizmente tengo muchísimos amigos y bueno... me gusta vivir. Pero no lo podría hacer bien si viviera con miedo. Lo que no quita el cuidado que uno debe tener, y es hasta una responsabilidad, para no facilitar situaciones enojosas.
34) ¿Tiene custodia?
He tenido. Es un tema del que no hablo.
35) ¿Anda armado?
Jamás.
36) ¿Sabe manejar un arma?
Llevo la cuenta y le puedo errar por uno o dos: en mi vida he disparado creo que once o doce veces. En alguna pesquería, al observar algún entrenamiento... no me gusta. Creo que es una gran responsabilidad tener un arma y quitar la vida de una persona es un tema muy difícil, aun cuando se tenga la razón.
37) ¿Alguna vez supo en su fuero íntimo que una persona era culpable pero no tuvo las pruebas para ponerla ante un juez?
No hay nadie infalible ni que tenga la verdad absoluta. Muchas veces sentí eso, pero como sé que esto es largo -como dice un amigo muy querido- la vida demuestra que quien anda en malos pasos, inevitablemente termina, más pronto que tarde, termina... podrá vencer una vez, dos, tres, pero llega un momento que la suerte, entre comillas, no podrá acompañar a esa persona. Muchas veces la autoridad policial piensa que el caso está resuelto, y en su fuero íntimo puede estarlo; pero de estar en el fuero íntimo de una persona a estar acreditado con todas las de la ley ante un juez, hay una diferencia muchas veces muy grande. Uno puede estar convencido de algo pero no lo puede probar.
38) ¿Acusó a alguien que terminó preso y después se supo que era inocente?
Muy pocas veces. Me ha pasado, pero son criterios jurídicos y no de ausencia de prueba. He tenido felizmente muy pocos a lo largo de mi vida. En algún caso solicité un enjuiciamiento, el juez lo dispuso, la defensa apeló y un tribunal consideró que la prueba era insuficiente.
“Yo me baso en si hay prueba o no la hay; cuando entro en dudas es porque no hay prueba suficiente”
39) ¿Qué se siente en esos casos?
Uno tiene que aprender que vive en un estado de derecho y saber que actuó de buena fe, con apego al derecho y que alguien que está en una escala superior considera algo distinto a lo que uno pensó. Hay experiencias que no son deseables pero que ocurren. Hace 42 años que estoy en esto, trabajando en una fiscalía. Desde muy joven empecé a decidir, que es lo más difícil. Si no me equivocara sería... pero cada vez más limito mi posibilidad de error. Me exijo al máximo para eso. Yo me baso en si hay prueba o no la hay; cuando entro en dudas es porque no hay prueba suficiente. Si un hecho admite dos o tres interpretaciones, es que algo faltó hacer.
40) En las redes sociales frecuentemente se cuestionan cosas del tipo "¿cómo puede ser que hayan largado a quien hizo tal cosa"?
Un mismo hecho puede ser apreciado de distintas formas. Yo puedo decir una cosa y cuarenta personas en las redes sociales pueden salir a decir lo contrario. Si fuera a analizar mi actuación en función de eso, requeriría varias asistencias. Yo valoro mucho más las opiniones, aun adversas, que se dan cara a cara, que opiniones de gente que a veces no sabe ni de dónde provengo. Yo pediría un componente de responsabilidad en las opiniones, porque sin ella no se construye una sociedad sana. Uno aspira a una sociedad reflexiva y con fundamentos al momento de emitir una opinión.
Montevideo Portal | Gerardo Tagliaferro
Fotos: Juan Manuel López
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