Recién estrenada y con aspiraciones al Óscar, La sociedad de la nieve, película dirigida por el español J.A. Bayona y basada en el libro homónimo de Pablo Vierci, puso nuevamente en el centro de la agenda pública el accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, episodio conocido como la “Tragedia” o el “Milagro de los Andes”.
En ese vuelo viajaron 40 personas, junto a cinco tripulantes. Del accidente, volvieron 16. Precisamente uno de los mayores elogios —incluso de algunos sobrevivientes— que ha recibido la película, por su narración y guion, es que, a diferencia de otras películas antecesoras, le da “voz” a los que no volvieron.
Sin embargo, uno de los primeros homenajes que recibieron los fallecidos fue realizado por sus propias madres. Fundada el año siguiente al accidente, en 1973, la biblioteca Nuestros Hijos fue el impulso de 13 madres de los fallecidos que buscaron “en forma silenciosa y honoraria” trabajar “por la promoción de la lectura y la instrucción en Uruguay”, partiendo de la unión del “dolor por la pérdida” de sus hijos, tal como señala la web de la organización.
En 2017, cuando se cumplían 45 años del accidente, Canal M de Montevideo Portal, con su programa “Me lo dijo Adela”, conducido por Adela Dubra, narró la historia de ese espacio que buscó transformar la tragedia en “una obra maravillosa” como terminó siendo, según contaba en aquel entonces Raquel Arocena de Nicolich, madre de Gustavo Diego Coco Nicolich.
“La biblioteca fue para nosotros algo extraordinario”, contó en aquella entrevista Arocena, que también leyó, para aquel programa, fragmentos de las cartas que le escribió su hijo en el valle de las Lágrimas. “Él, en las cartas, en ningún momento se deja vencer, él está seguro que va a volver”, dijo, citando las frases cargadas de ironía a las que pudo acceder.
“Unas cartas maravillosas”, destacó a su vez Gustavo Zerbino, uno de los sobrevivientes, que se autodesignó la tarea de traer objetos de los fallecidos a sus familiares. “A uno de los primeros lugares que fui fue a lo de Nicolich”, agrega.
Por su parte, Selva Ibarburu de Maquirraín, madre de Felipe Horacio Maquirraín Ibarburu, —hoy fallecida— comentó en aquel momento, explicando la decisión de fundar la biblioteca: “Te imaginás que en el momento del accidente, los esposos trabajaban y nosotras nos quedamos limpiando las ollas; cuando estás más activa es más llevadero el dolor”.
“Todas queríamos hacer algo, algo para distraernos, porque no podés hablar todo el tiempo, toda la vida del accidente”, añadió Arocena.
Según recuerda Stella Pérez del Castillo, hermana de Marcelo Pérez del Castillo, capitán del equipo de rugby que viajó a Chile y presidenta en 2017 de la organización, la biblioteca se fundó “para mantener vivo el recuerdo de los que no volvieron del accidente”.
“Cada estudiante, cada lector, es recibido aquí en nombre de nuestros hijos”, reza la placa que figura en la institución fundada por las madres de lo que no volvieron.