Martina Casás, diputada suplente del Frente Amplio, veía al titular de su banca, Gustavo Olmos, como un padre. Fuentes de su entorno comentaron a Montevideo Portal que la legisladora ha dicho en su núcleo íntimo que no podía ser de otra manera con un hombre que tiene 62 años. 

Sin embargo, en setiembre de este año, ese vínculo cambió porque Casás comenzó a notar que Olmos ya la miraba “con otros ojos”. La diputada pensó que sería algo pasajero y que esa “posible confusión” en Olmos pasaría luego de que ella le dejara claro que no quería tener más que una relación laboral.

Los días pasaron y la postura del frenteamplista seguía incambiable. A esto se le sumaba las largas horas laborales, que terminaban tarde por la noche, las recorridas por el interior del país que muchas veces eran mano a mano entre Olmos y Casás. 

En ese escenario, la legisladora comenzó a evaluar la idea de denunciar al legislador o, por lo menos, hacer pública su situación. Esto le tomó varios meses, sobre todo por el temor a exponerse públicamente y también a perder su trabajo. 

Entre evitar y no perder 

De las conversaciones entre Casás y Olmos por WhatsApp no se deprenden situaciones de acoso sexual o laboral. Las palabras del diputado realmente denotan un vínculo cordial, en el que se preocupaba por cómo estaba Casás, le decía que se “cuidara” e incluso le pedía que le avisara cuando llegara a su casa tras las jornadas extensas en la cámara baja. 

Este tipo de intercambios continuaron incluso luego de que Casás notara, desde setiembre aproximadamente, que la relación había cambiado. En otras palabras, el vínculo virtual fue igual, algo que la defensa de Olmos —a cargo de Diego Camaño— seguramente usará ante la Fiscalía. 

En la medida que las situaciones comenzaron a repetirse, Casás comenzó a evitar el trato con Olmos, aunque en determinados momentos se tornó imposible por el vínculo laboral que tenían y las obligaciones que ello conllevaba. 

La diputada dejó de quedarse hasta tarde, rechazó recorridas por el interior y canceló reuniones a solas que tenía con el titular de la banca. Comentarios sobre su vestimenta y su cuerpo, abrazos excesivos, contacto físico innecesario fueron algunas de las conductas que Casás denunció. 

Tres besos, un arrinconamiento: lo que le bastó 

La diputada venía sobrellevando la situación con cierta cintura. Si bien sentía que trabajaba en un mal ambiente laboral, le permitía cumplir con sus responsabilidades en el trabajo.  

La gota que derramó el agua del vaso fue cuando Olmos, en una noche en su despacho de la Cámara de Diputados, arrinconó a Casás y le intentó dar tres besos. Los legisladores se encontraban solos y trabajando sobre algunos temas que les habían quedado pendientes. 

Antes de que ese encuentro terminara, Olmos tomó de los brazos a Casás e intentó besarla en la boca, pese a que la mujer le dijo que no, que la dejara. Esto fue, según supo Montevideo Portal, lo que la frenteamplista denunció. 

Al otro día Casás no fue a trabajar y se reunió con su abogado, Juan Raúl Williman, para saber qué decisiones podían tomar. El defensor, que suele trabajar con víctimas de violencia sexual y de género, entendió que debía tomarse un tiempo para hacer la denuncia en Fiscalía aunque le recomendó que empezara por blanquear su postura en ámbitos políticos. 

Ahora el tema, más allá de estar en el Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio, se encuentra bajo investigación del fiscal de Delitos Sexuales de 4° Turno, Maximiliano Sosa. También fue presentado el reclamo formal ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social bajo el argumento de que entre Casás y Olmos había una relación jerárquica, por lo que se configuraría acoso laboral. 

En caso de que el fiscal lo considerara, podría encuadrar la denuncia en abuso sexual. De avanzar por este camino, y comprobarlo, Olmos debería ser condenado a un mínimo de dos años de cárcel efectiva.