En la previa de los festejos por el Día del Niño, Montevideo Portal dialogó con la psicóloga, psicoterapeuta gestáltica y escritora Fanny Berger, para entender las implicancias de este festejo y conocer otras maneras de celebrar, más allá de los regalos materiales.
Según explica Berger, en los últimos años se ha manifestado una tendencia por la que los niños asocian el Día del Niño con un regalo material. De esta manera, la jornada "pasa a ser un día comercial; y no tendría que serlo".
"El niño espera el mejor regalo, espera un regalo material", explica la psicóloga, y apunta que "hay regalos materiales y regalos afectivos: el día del niño no tiene que ser el día del regalo material".
Siendo así, Berger llama a que los padres "no corran a comprar" y a que "no se estresen comprando y comprando". "Un padre puede brindar un regalo emocional: un abrazo, una mirada, un aliento", señala, y agrega que, por ejemplo, "si al niño le gusta caminar por la rambla, que vayan a caminar por la rambla aunque al papá no le guste, porque lo hace porque es el Día del Niño".
En este sentido, estima que los "regalos emocionales" son "más fuertes": "Es más fuerte el recuerdo de miradas, abrazos, gestos, que los regalos concretos, como los juguetes".
Por esta razón, Berger propone otras formas de festejar el Día del Niño, más allá de las propuestas materiales -aunque reconoce que ''a todos nos gusta recibir regalos''-: "Hay otras cosas: un rico desayuno, unas galletitas, algo que le guste al niño". Para ello, es necesario "mirar al niño y ver lo que necesita afectivamente, no solo materialmente".
Los hermanos sean unidos
"Muchas veces, los hermanos discuten por el tipo de regalos pero debajo de ese regalo material hay un tema de celos", apunta la especialista en alusión a cómo deberían ser las condiciones de realizar regalos por parte de aquellos padres que poseen más de un hijo.
Así, estima que "Si tenemos dos hijos o tres, los regalos tienen que ser parecidos en costo o en necesidad".
Sin embargo, Berger recuerda que "Tampoco es bueno tratar de compensar o reparar por culpa" regalándole cosas a los niños, en los casos que los padres sienten que ven poco a sus hijos o que se sienten en falta con ellos: porque eso sería una "indemnización material" y "el niño no necesita eso".
"Los chicos no solo miran el regalo que le diste a su hermano, sino también cómo los tratas. Los hermanos pueden necesitar cosas distintas, pero los niños observan el trato, el vínculo", reflexiona Berger.
Tecnología y videojuegos
"La tecnología ya se ha instaurado, el tema es el uso que le damos a los contenidos", estima la escritora, y en este sentido remarca que "Los padres tenemos que estar presentes y saber qué hacen nuestros niños".
De esta manera, Berger plantea la necesidad de que las figuras paternas acompañen y "guien" a sus hijos cuando éstos se vinculan con las tecnologías: "Desde el vamos, los padres tenemos que saber qué hacen nuestros hijos y con quién, y guiarlos".
Siendo así, aconseja que el niño haga uso de las tecnologías en espacios compartidos en el ambiente de la casa, y no desde su cuarto, en pos de cuidarlos y protegerlos en relación a las posibilidades de vincularse con personas desconocidas.
De esta manera, dio cuenta de que el asunto entre las tecnologías y los niños estaría en mejorar el acompañamiento, y no en una problemática vinculada a un prematuro acercamiento a las tecnologías. "Más que una edad, que puede cambiar de caso en caso, lo importante es el acompañamiento, la presencia física y emocional de los padres", apunta Berger.
En el marco de las tecnologías, los videojuegos son otro aspecto que también se ha visto consolidado en los últimos años. Muchos de ellos presentan propuestas muy violentas a las que el niño reacciona con naturalidad frente a la pantalla.
Sin embargo, Berger exorciza el miedo a esos videojuegos. En este sentido, aconseja hablar sobre la opinión que el niño mantiene acerca de que "tal personaje mató a tal personaje", y vincularlo con situaciones en las que el niño se enoja con un amigo suyo y así reflexionar sobre cómo se lo explicaría.
"Utilizaría el juego como un estímulo para conversar. Aprovecharía lo que veo como un ejemplo, con el que no estoy de acuerdo, y se lo diría", apunta la psicóloga.
Así, considera que los padres deberían hablar sobre los juegos con sus hijos, vincularse, preguntar, comentar, intercambiar: "Faltan espacios de intercambio familiar", estima.