Seré curioso

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La presidenta de Antel que nunca se propuso llegar hasta ahí y que empezó como pasante

Annabela Suburú lidera la empresa de las telecomunicaciones con el foco en adaptarla a los cambios del futuro.

10.09.2024 11:12

Lectura: 25'

2024-09-10T11:12:00-03:00
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Por César Bianchi

Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti

Annabela Suburú (66) lleva 43 años en Antel. Había llegado de su pueblo, Lascano, para estudiar Economía, le avisaron que había un llamado y se presentó. Quedó en Antel como pasante, y estuvo a punto de no ingresar, porque ella pensaba que la jornada laboral era de seis horas y era de ocho. Finalmente, aceptó el consejo de su padre y comenzó a trabajar.

Tenía que hacer un seguimiento de un proyecto que financiaba el BID y, luego, los registros que anotaba se pasaban a mano a la contabilidad de una nóvel empresa estatal. Antel había nacido en dictadura, en 1974, y Annabela ingresó en 1981. Fue una becaria aplicada, tuvo buenas notas en la carrera universitaria, se recibió de contadora y estudió administración de empresas. Fue recibiendo ascensos que ella misma se había ganado.

Fue pasando de oficina en oficina: de Evaluación y Seguimiento a Comercialización Internacional, de Gestión Comercial para el Desarrollo a Marketing, y de ahí a la Gerencia General de la mano de Gabriel Gurméndez, ese puesto que la asustó y por el cual iba, a escondidas, a trabajar los sábados en silencio. Y con la renuncia de Gurméndez para su carrera como precandidato, este le ofreció que fuera su sucesora al frente de la empresa.

Hay frases en las que Suburú, funcionaria de carrera, deja ver su sello personal. Cuando dice: “Si bien es importantísima la ingeniería, también la interdisciplinariedad es muy importante”. O: “Creo que la virtud que tengo es que soy armadora de equipos, me gusta trabajar en equipo”. O cuando dice que ha buscado la equidad de género en la empresa. “Es parte de la concientización que hace uno también de decir: ‘Yo llegué. ¿Cómo hago para ayudar a otras mujeres de mi empresa a que también puedan llegar?’”, dice.

Que diga “mi empresa” es sintomático. Suburú tiene puesta la camiseta de la empresa donde trabaja hace 43 años. Por supuesto, su número de teléfono es de Antel y el de sus dos hijos también (dice que no les permitiría que tuvieran servicios de otra compañía). Y se prepara para el año que le resta al frente de Antel, sabiendo que, quizás, después se jubile.

¿Desde chica ya le tiraban más los números que las letras?

Sí, siempre. Desde la escuela, me gustaron las matemáticas. Y si no sabía resolver un problema de entrada, como que no tenía alternativa. Era muy de la lógica. Y por ahí fui buscando mi vocación. Uno empieza a observar con los números qué carreras puede hacer. Hay que ubicarse: liceo, en el interior, no estaba Google, no había tanta información. Así que fui descartando carreras. Y de las que tenían matemáticas, podía ser agrimensura —mi padre me decía: “No te va a contratar nadie por ser mujer” —, y terminé en economía.

¿Estudió para ser contadora por vocación, entonces, o por presión familiar para tener un título universitario?

Mi madre era docente. Así que, en mi casa, estudiar no se negociaba. Y a mí me gustaba estudiar. Así que no fue una presión desde mi casa. Sí cuando me vine a Montevideo, porque ahora las distancias son más chicas, las comunicaciones son otras. Pero cuando uno se viene del interior a Montevideo, es duro el desarraigo. Yo me tuve que ir de Lascano a Rocha capital, porque en Lascano no había sexto de liceo. Así que ahí viví un año en Rocha. Ahí uno empieza a soltar un poquito la familia, pero son 100 kilómetros, entonces me iba todos los fines de semana.

Pero cuando me vine a Montevideo, la cosa cambió. Así que alguna vez estuve por largar todo y pegar la vuelta. Mi madre me decía: “No, tienes que estudiar”. Mi padre, con otra filosofía diferente, me decía: “Bueno, está bien, yo mañana te voy a buscar. Apronta las cosas, yo te voy a buscar”. Y ahí pensé: “¿Y qué voy a hacer? ¿Voy a volver a qué?” Entonces seguí. Pero la carrera me gustó mucho estudiarla.

“Me había anotado para seis horas, porque seguía estudiando. Y me dijeron: ‘No, son ocho horas’. Eso me implicaba ir a clase después como hasta la medianoche, si trabajaba ocho horas. Una tía me aconsejó: ‘Tiempo de decir que no, siempre tienes’”

Cuando estaba en Rocha, empecé a interiorizarme. ¿Qué es la economía? ¿Qué se estudia? ¿Y la contabilidad? Había un curso en la UTU, que era sobre un secretariado ejecutivo, pero que tenía mucha contabilidad. Entonces hice un año, además del liceo. Por suerte estaban los edificios en Rocha: uno en una manzana y otro en la siguiente. Salía del liceo y me iba a clase de la UTU. Me gustó porque eran números, pero había todo un análisis. Y ahí empecé la carrera. Yo soy contadora pública y licenciada en Administración, que es la parte más linda porque es la de gestión y la de dirección y gestión de empresas.

Antel este año cumple 50 años y usted ha trabajado 43 de ellos en la institución Debe ser récord. ¿Le consta que haya otro funcionario o empleado con más años en la empresa de telecomunicaciones?

Hay sí, somos muchos. En cada aniversario de Antel se hace un homenaje a los que se jubilan entre el año anterior y este. Y lo hicimos este año: entregamos reconocimientos a gente que ha estado trabajando 50 años en Antel, que se ha jubilado. Los que se jubilan entre una fecha y otra. Y de 42 o 43, como yo, somos unos cuantos que entramos más o menos en las mismas condiciones.

Había una oficina que se llamaba Bienestar Estudiantil, dependiente de la universidad, que te concedía becas de alimentación, de vivienda, de trabajo. Y muchos entramos por esas becas de trabajo, sobre todo en las empresas públicas. Yo no me anoté ni para alimentación ni para vivienda, porque por suerte lo tenía resuelto. Pero me presenté para una beca de trabajo. Y bueno, un día, yendo a consultar en qué estaba, había un llamado para Antel. Y ahí entré. Me acuerdo que me había anotado para seis horas, porque seguía estudiando todavía. Y me dijeron: “No, son ocho horas”. Ahí dije: “Bueno, ¿qué hago? Porque la carrera también”. Eso me implicaba ir a clase después como hasta la medianoche, si trabajaba ocho horas. Y uno ahí no tiene muchas herramientas ni para protestar, ni para pedir, ni para exigir. Lo hablé con una tía y me dijo: “Tiempo de decir que no, siempre tienes”. Y fue un consejo que me ha durado toda la vida.

Ingresó en 1981, todavía en dictadura, como pasante. ¿Cuáles eran sus tareas en aquel entonces?

Entré en una oficina que se llamaba Evaluación y Seguimiento. Y era, precisamente, la evaluación y todo el seguimiento de un proyecto que financiaba el BID, que era la instalación de microondas en todo el territorio nacional. Así que ingresé con las microondas. El BID, como contraparte de su financiamiento, pedía una gestión y contabilidad, si bien después se volcaba a la contabilidad de Antel. Éramos un grupo de cuatro personas, y nos auditaban. Venían delegados del BID y teníamos que presentar todas las planillas.

El primer día hacía cuentas y quedé con el brazo duro, por la maquinita que era aquella grande… Llevábamos todas unas carpetas enormes, unas hojas de cartulina. A mano se iba pasando proyecto por proyecto, artículo por artículo todo lo que después se volcaba en un asiento que era manual.

Luego se recibió de contadora pública y se graduó como licenciada en Administración y supongo que eso conllevó un ascenso y mayores responsabilidades, ¿no?

Antel tenía un mecanismo extraordinario para los estudiantes. Yo era estudiante nivel B. Estaban los niveles A, B, C, D para los estudiantes. Y el A, B, C y D dependía de la cantidad de materias aprobadas. Y cada aumento del A al B, del B al C, del C al D te implicaba un aumento de sueldo. Entonces era una motivación adelantarse en la carrera, salvar exámenes. Mientras fuera A, B, C o D yo estaba en esa oficina, pasé de hacer cuentas, y fui aumentando mis actividades y responsabilidades. Y después viene el reconocimiento como profesional. Porque hasta ahí eras becario, ese era el título. Así que el primer reconocimiento fue como profesional. Ya ahí trabajaba en otra oficina, que era Comercialización Internacional.

Empezó un préstamo del Banco Mundial. Lo empezamos haciendo con la misma metodología del BID, pero en un momento llevábamos el 80% de las inversiones de Antel en una oficina chiquita. Cuando el Banco Mundial no requería esa independencia del resto. Entonces, obviamente, hubo que anexarse. Y yo no fui económico-financiera con esa actividad, sino que ahí se creó una gerencia de Comercialización Internacional. Y ahí me reconocieron como profesional.

Estuvo como gerenta de división de Marketing a principios de siglo, en 2008 fue nombrada gerenta de la división Gestión de Clientes, y desde 2012 a 2020 trabajó como gerenta de la división Gestión Comercial. ¿Es más complicado tratar con clientes que reclaman o hacer que los productos se vendan?

Yo creo que todo tiene que ver con todo. Yo antes de trabajar en Marketing, trabajé en un grupo… Yo estaba en planificación estratégica, Antel organizó un llamado para la explotación de la banda celular. Hubo un cambio de filosofía: pasamos del suscriptor a cliente, hubo un cambio de conciencia que fue cuando empezó Ancel. El 1° de setiembre se cumplieron 30 años de que se creara Ancel, en el proyecto en el que estuve trabajando. Y ahí hubo un llamado a concurso para crear un grupo que se llamó Grupo de Gestión Comercial. Y ahí quise pasar a la acción. Desde los planes y la planificación a la acción.

Se creó ese Grupo de Gestión Comercial para el Desarrollo, que fue la semilla del marketing, porque ahí se atendían clientes empresariales de nuevos servicios. Empezaron todos los servicios digitales, los servicios de acceso a internet, el ADSL, que ahora está casi sustituido el cobre por fibra. Pero todos los nuevos servicios se desarrollaron ahí. Entonces tuvimos desde la creación de los servicios hasta la atención del cliente y la posventa.

Después, a partir de ahí, es que se genera marketing. Y después se jubiló la persona que estaba a cargo de la atención comercial. Y era una gerencia enorme, de más de 2.000 personas con la atención comercial, pero siempre digo que, desde marketing, todos tienen que haber atendido primero a los clientes, porque crear cosas desde un escritorio no es lo mismo que cuando dialogas con el cliente y conoces las necesidades y las inquietudes del público. A mí me encanta tratar con gente, aunque sean problemas y aunque sean reclamos, me gusta mucho el trato con la gente.

En julio de 2020, Gabriel Gurméndez la nombró gerenta general de Antel. Para una funcionaria de carrera que conoció la empresa casi desde sus cimientos, ¿cómo vio a la institución desde un cargo de alta responsabilidad que respondía directamente al presidente?

Cuando yo era gerente de marketing, Gurméndez fue presidente de Antel, durante el gobierno de Jorge Batlle. Y ahí nos conocimos. Primero fue [Fernando] Bracco, presidente, que había trabajado en Antel. Bracco fue quien me designó como gerente de marketing. Después renuncia, nombran a Gurméndez presidente, que además ya había estado de director en los 90, en el directorio de Rosario Medero. Viene Gurméndez, y lo conozco. La primera vez yo era estudiante y él era un director jovencísimo, así que más de saludarlo al cruzarlo, nada. Pero ahí sí empezamos a dialogar, cuando él llegó, preguntaba y preguntaba, y siempre me tocaba a mí ir a explicarle. Me hizo pasar muchos exámenes Gurméndez cuando estaba en Marketing.

Y después trabajamos muy en consonancia, porque si un gerente de Marketing trabaja bien, está en todo. Un día me dijo: “Cada vez que yo pregunto algo, está usted”. Le dije: “Bueno, estoy haciendo bien mi trabajo”. Y entonces ahí nos conocimos y trabajamos muy bien en equipo. Viene ahora y me ofrece la gerencia general, algo que para mí fue totalmente inesperado. Y, después de algunas negativas, me terminó convenciendo.

“Si miras las empresas, nosotros recibimos más [clientes] de los que cedimos. Si miras los contratos, igual. Si miras los prepagos, ahí depende de cuándo lo mires: podemos estar arriba, podemos estar en el medio o abajo”

Uno tiene temor de no estar a la altura. Él me convenció, y cada argumento que yo le daba, él me lo rebatía. Yo le decía: “No soy ingeniera. Nunca ha habido un gerente general en Antel que no fuera ingeniero o ingeniera”. Bueno, tampoco mujer. Ni mujer, ni ingeniera. “Soy mujer, no soy ingeniera”, le decía yo. “Yo soy ingeniero, no necesito, hay cantidad de ingenieros, no necesito una ingeniera ahí”, me dijo. Así fueron argumentos que fueron cayendo. Así que empecé con mucho respeto al cargo. Venía los sábados a trabajar sola y tranquila, porque cuando asumí había una cantidad enorme de expedientes.

Usted era gerenta general cuando Gurméndez defendió, ante la posibilidad de derogar 135 artículos de la LUC, la portabilidad numérica. Al quedar firme la LUC, ¿cómo le fue a la empresa con la portabilidad numérica?

Yo creo que le fue muy bien. Pese a todos los pronósticos de que Antel iba a perder numerosos clientes y servicios, nosotros empezamos ganando el partido y bastante bien. Los números de portabilidad son muy chicos en relación al mercado. Los que portan son muy chicos, me refiero a un cliente que pide pasar a otra empresa manteniendo el número, el traslado entre empresas manteniendo el número. Puedes cambiarte de empresa, de operador y mantienes el número. Después de la LUC poca gente migró.

Nosotros tuvimos todo un primer tiempo donde recibimos más clientes de los que cedimos. Nuestro saldo, nuestro balance fue positivo. Ahora estamos en una etapa en la que ya hay que mirar con lupa. Si miras las empresas, nosotros recibimos más de los que cedimos. Si miras los contratos, igual. Si miras los prepagos (es el que no tiene compromiso, entonces va atrás de las ofertas), ahí depende de cuándo lo mires: podemos estar arriba, podemos estar en el medio o abajo. También hay un competidor que hace ofertas muy baratas. Entonces los prepagos tienden a irse. Pero si miras el mercado todo y no solo los que portan, nosotros crecimos y crecimos el market share. Es decir, crecimos más que nuestros competidores, y tenemos prácticamente el 50% del mercado; 49,7%, para ser exactos. Ahora estamos esperando un informe de Ursec.

Los servicios, los precios de los servicios, el precio del giga bajó cuatro veces, el tráfico se multiplicó cuatro veces. Entonces hubo como un movimiento de mercado que obligó a que las operadoras dieran mejores ofertas y peleen por el cliente. La mayor competencia permitió abaratar las tarifas de cara a los clientes.

En la gestión Gurméndez, Antel puso foco en la conectividad de las localidades del interior del país para intentar cerrar la brecha digital. ¿Cuánto se acortó esta brecha? ¿A qué sitios remotos lograron darles conectividad?

Más de 120 pueblos de menos de 500 habitantes estamos completando. Eso siguió. Teníamos 110, con Gurméndez. Bueno, ahora seguimos. Pueblos que no podían hablar. Con la pandemia hubo una necesidad de comunicación muy superior, la pandemia desnudó una realidad que yo, que estoy de este lado, siempre en Antel, seguramente no la veía. No era tan evidente. Ahora, cuando los niños y los chicos tuvieron que estudiar a distancia, trabajar a distancia, había lugares en que no es que no tuvieran internet: ¡no podían hablar, no tenían para hablar! Entonces, se buscaron una tecnología de radiobases celulares que se fueron conectando en esos pueblos chicos usando escuelas rurales o Mevir. Se hicieron acuerdos con Mevir para los terrenos, porque a veces no es solo la capacidad de invertir y la decisión de hacerlo. A veces se complica encontrar el sitio para instalar la radiobase. Alguna gente no quiere tener una torre en su patio. Y bueno, se fue logrando con Mevir, con Anep, instalando esos monopolos que no eran antenas tan grandes, sino que eran más reducidas, pero que para esa dimensión de población sirvieron y mucho.

La empresa también avanzó en la implementación de la red de quinta generación, lo que conocemos como 5G, en todo el país. ¿A dónde ha llegado y a dónde falta llegar?

En julio del año pasado hicimos el lanzamiento con la presidencia de Gurméndez en todas las capitales departamentales y ahora, en agosto, habilitamos el sitio número 400 en Vichadero (Rivera). Y vamos a ir por el sitio 500, que si bien ya lo tenemos más o menos identificado, ojalá se dé y sea ahí, pero a veces hay que cuidar esa sorpresa porque el clima o, no sé, capaz te falla una empresa en determinado lugar, te hace cambiar y de repente no es ese lugar. Pero en octubre estaremos habilitando el sitio 500 de 5G, así que ha sido un arduo trabajo.

Y otro dato: más de 600.000 terminales 5G ya están en manos de los clientes de Antel. Es decir, que al revés de lo que se dio en otras tecnologías, que primero estuvo la instalación y después la gente empezó a comprar los terminales, en esta tecnología ya empezaron a haber terminales a precios razonables junto con la tecnología. Entonces Antel ya fue comprando y vendiendo porque funcionaban con los dos, funcionaba con 5G y funcionaba con LTE o 4G. Entonces fuimos sustituyendo tempranamente, comprando los que sirvieran para 5G, así se unían las dos cosas y era mucho más rápido.

Usted asumió como presidenta en octubre de 2023, lleva 10 meses de gestión. ¿En dónde podríamos ver su impronta personal?

Es muy difícil, con un año nada más que me queda, cambiar muchas cosas. Seguimos con la instalación de fibra, la sustitución del cobre por fibra que también ha sido importante y aumentamos muchísimo el ritmo de la extensión y la habilitación de 5G, pero también es continuación de la gestión Gurméndez. Pero también estoy trabajando mucho hacia la interna, que no se ve para los clientes. Se vienen cambios muy grandes en la ingeniería de las telecomunicaciones.

“Más de 600.000 terminales 5G ya están en manos de los clientes de Antel. En esta tecnología ya empezaron a haber terminales a precios razonables junto con la tecnología”

Estamos capacitando el personal, va a tener que darse un cambio de cultura, porque, así como las centrales digitales sustituyeron a las electromecánicas, ahora toda la ingeniería se va de la tierra a la nube. Y no es la nube del servicio de Data Center, las centrales dejan de estar ahí para estar todo en un software en las nubes. Y eso es un cambio que hasta los profesionales tienen que estudiar, tenemos que tomar decisiones y formarse.

Por otro lado, yo soy convencida de que, si bien en estas empresas tecnológicas, por mi rol, por mi formación y por lo que pasé, es importantísima la ingeniería, también la interdisciplinariedad es muy importante.

Si le pregunto por obras de infraestructura, ¿qué me puede decir? ¿Cuánto se tiene pensado invertir y en qué?

Seguimos con la inversión en fibra óptica. Tenemos este año unos 166 millones de dólares de inversiones que se distribuyen básicamente en fibra, en 5G, en ciberseguridad y también en un proyecto de unas nuevas plataformas que permiten trabajar mejor en la posventa, midiendo la calidad de servicio y adelantándose a las fallas o eventuales fallas de servicios.

Usted ha dicho que Antel definió un plan de negocios con cuatro grandes programas que, a su vez, desarrollan 16 proyectos estratégicos. ¿A qué apuntan? ¿A dónde pretenden llegar esos programas y proyectos? 

Con respecto a la tecnología, tenemos una planificación de estrategias que tiene cuatro programas, y uno de ellos trabaja con la inteligencia artificial (IA), con los cambios en la tecnología de la información, con este cambio de la tecnología hacia la nube, y sobre todo el desarrollo de los recursos humanos y la organización que acompañen ese desarrollo. Estamos trabajando con Genexus en transformar los sistemas que son los que apalancan los inventarios desde la tramitación.

Generamos maestrías que ya están cursando, empezaron este año, pero varios profesionales de Antel están cursando. Espero que siga, este es un mundo en el que hay que aprender continuamente. Por eso creamos un grupo de profesionales de distintas disciplinas, de distintas gerencias, con equidad de género, teniendo una cantidad de condiciones y atendiendo una cantidad de condiciones, que hoy están muy contentos.

Después tenemos otro programa, que es hacia los gerentes, que no necesitan un máster, pero sí necesitan aggiornarse en gestión y dirección. A veces, muy buenos técnicos nos transformamos en gerentes y de repente un buen técnico no siempre es un buen gerente.

También con [el Mercado de Emprendedores] Omeu estamos trabajando en el desarrollo de las profesionales mujeres para dotarlas de herramientas personales, habilidades y profesionales para mejorar su gestión. Hay muchas cosas que no vamos a poder hacerlas dentro del año, pero que la semilla esté ahí pronta para que el próximo año se puedan tomar decisiones en base a una nueva organización que también va de la mano de todo esto. Antel es una empresa organizada muy verticalmente, como un esquema de empresa tradicional y tayloriana, y hoy tiene que ser borrón y cuenta nueva. De alguna manera, tienen que cambiarse esas estructuras rígidas, salvo en aquellos lugares que sea, por ejemplo, planta externa, operación, que son más tipo fábrica.

En la transformación digital tenemos además también de la inteligencia artificial, por ejemplo, el Antel Open Digital Lab, que es un espacio donde las empresas, emprendedores, pueden probar soluciones tecnológicas para problemas que a veces no son tan tecnológicos, pero que sí con la tecnología se solucionan.

¿Hay una mirada distinta por ser mujer a la hora de gestionar una empresa tan grande y con tantos recursos humanos como Antel? Digo: ¿me puede señalar aspectos en los que se note una sensibilidad femenina?

Tenemos un especial cuidado en la equidad de género, pero creo que también es por cómo se ha ido desarrollando el feminismo, no solo acá sino a nivel mundial, un feminismo no radical, un feminismo que apunta a que podamos acceder a los lugares donde tenemos las mismas capacidades que otros. Es parte de la concientización que hace uno también de decir: “Yo llegué, ¿cómo hago para ayudar a otras mujeres de mi empresa a que también puedan llegar?” Yo nunca me propuse estar acá, pero las cosas se fueron dando.

Sí trabajé mucho siempre, con mucha responsabilidad y con mucha dedicación, con tan excesiva dedicación. Creo que, si bien esta empresa nunca me hizo a mí sentir que por ser mujer no podía acceder a determinadas cosas, sí siempre sentí que teníamos que dar más exámenes (que los hombres). Es como que siempre hay que probar que sirves y que puedes. Yo totalmente agradecida porque me dio muchas oportunidades.

Y te hablé de capacitación a mujeres. Cuando nos presentan las propuestas a directorio de Recursos Humanos y cuando trabajamos en nuestros proyectos, tenemos especial cuidado, porque en las altas gerencias hay pocas mujeres en Antel. Entonces, cuando hay un círculo donde los gerentes son hombres, resuelven sin tener ese cuidado —que no quiere decir que accedan mujeres que no tienen capacidad—, sin mirar el universo. Y formarlas, porque si no tienen la capacidad de demostrar, difícilmente pueden acceder.

¿Cómo se adapta Antel a la realidad de la inteligencia artificial [IA]? Porque no es el futuro, es una realidad.

En un evento que hubo del BID, decían que Nicolás Jodal hace años que habla de inteligencia artificial. Yo creo que ha ido también tomando diversos nombres, pero que en realidad es automatización de procesos donde el valor que agrega un ser humano no es tal, sino que son actividades a veces rutinarias. Así empezó y fuimos sustituyendo… y Antel fue haciendo eso, fuimos sustituyendo los bots primero, y después de los bots, ahora viene la IA con, valga la redundancia, una inteligencia mayor que soluciona más temas, como una atención comercial que a veces te parece que estás hablando con una persona real, cuando del otro lado es una máquina. Antel está trabajando en eso.

Estamos trabajando desde dos puntos de vista: hacia la interna, en procesos internos donde son actividades reiteradas y donde la información puede suplir al trabajo humano. En esos proyectos estamos trabajando en procesos hacia el cliente que van a ser más lentos que los internos porque todo el mundo te aconseja: “primero adentro y después hacia afuera”. Pero ya en los celulares tenemos inteligencia artificial. El año pasado algunas marcas incorporaron la traducción simultánea que es algo impensado tiempo atrás.

Tú puedes acceder a apps que transcriban la entrevista por ti, y que, así, la IA sustituya lo que no agrega valor. Porque el valor que tú le das está en la entrevista.

¿Cuáles son los desafíos de Antel en el año en que celebra su medio siglo de vida, de cara al futuro?

Hay varios. Ya estamos tomando decisiones y a veces la industria todavía no te da señales muy claras. Y hay que tomar decisiones a veces con determinados riesgos. La ingeniería y las centrales se van y todo va hacia un software que se actualiza desde cualquier lado, en vez de una central donde cambiaba una cosa por la otra. Eso es un cambio sustancial, tecnológico, de trabajo, de procedimientos. Es un cambio enorme, ya empezamos algunas cosas, pero eso continuará en los próximos años. Me parece que es de los desafíos más grandes que va a enfrentar no solo Antel, sino todas las empresas tecnológicas.

“Es parte de la concientización que hace uno también de decir: ‘Yo llegué. ¿Cómo hago para ayudar a otras mujeres de mi empresa a que también puedan llegar?’ Yo nunca me propuse estar acá, pero las cosas se fueron dando”

Con respecto a Antel, este año se abrió también el mercado de servicios de acceso a internet donde los cableoperadores pueden dar servicios asociados a sus servicios de cable, y es otro movimiento de mercado que Antel está trabajando en cuidar. Si bien estamos seguros de que la tecnología es excelente, aunque fuéramos prácticamente únicos (teníamos el 99% del mercado), se trabajó en mejorar la calidad del servicio, en actualizar los servicios de acceso a internet, en la fibra, el hogar, etcétera. Bueno, ahora se abre un mercado nuevo en el país. Tenemos que trabajar para convencer a los clientes y dar servicios similares. Entonces tenemos que cuidar el servicio de acceso a internet sobre fibra de muy buena calidad, pero también dar servicios de entretenimiento de buena calidad para competir en ese nuevo mercado.

¿Tiene aspiraciones políticas?

No. Nunca fui militante de ningún partido, ni dirigente, ni nada.

¿Su día a día cambió mucho con el cargo de presidenta de Antel? ¿Le quitó más tiempo a su familia?

Mirá, tengo dos hijos varones y cinco nietos. Pero no me quitó tiempo, porque siempre fui muy adicta al trabajo y mis hijos ya están grandes. En todo caso, siempre le quité tiempo a la familia por el trabajo. Mis hijos están grandes: uno se fue a vivir a Lascano, y mi nuera es de allá también, y el otro trabaja allá. Esta es una de las consecuencias de mi adicción al trabajo. Cuando ellos nacieron, yo estudiaba y trabajaba. Cuando yo tenía exámenes y ellos eran chiquitos, mis padres vivían afuera (en Lascano); en vacaciones o los exámenes de la madre, todo era allá afuera. ¿Dónde trabajan hoy? Allá, en Lascano. Entonces los abuelos hicieron ese trabajito para que les gustara el trabajo del campo.

¿Qué será de usted los próximos años? ¿Va a seguir en Antel o está dispuesta a dejar el lugar donde trabajó 43 años? Porque, además, la presidencia de Antel es un cargo político. Si se queda en la empresa, deberá bajar algún escalón…

(Piensa unos segundos) Creo que me voy. Pero, bueno, también dije que me iba hace unos cuantos años, entonces hoy nadie me cree. Ya es hora de dedicarle más tiempo a la familia. Seguramente me jubile, lo que no quiere decir quedarme en casa sin hacer nada. No me veo quieta en mi casa, porque trabajo desde que tengo conciencia, y siempre estudiando.

¿Es feliz?

Sí. Soy feliz porque me gusta mi trabajo. Primero, porque tengo una familia preciosa. Mis hijos me han apoyado siempre. A pesar de que parezca que uno los descuida, uno les da calidad. Cuando les da poco tiempo, les da calidad de tiempo.

Por César Bianchi