Por The New York Times | Anupreeta Das
El hijo menor de Mukesh Ambani, el hombre más rico de India, se casó con su prometida el viernes en Bombay, como colofón a un mes de extravagancia que ha marcado la llegada del multimillonario indio a la escena internacional y ha introducido al mundo en la Edad Dorada del país.
Durante gran parte del año, los festejos en torno a la boda de Anant Ambani y Radhika Merchant, hija de otro magnate de los negocios, han acaparado todas las miradas por su derroche de riqueza. Se han gastado millones en diamantes y esmeraldas del tamaño de tarjetas de crédito, en saris de alta costura, y en invitaciones de boda de plata y oro.
Empresarios multimillonarios, estrellas de Bollywood, modelos y políticos fueron algunos de los más de 1200 invitados que asistieron a una fiesta celebrada en marzo, previa a la boda. Bill Gates pasó por allí. Rihanna actuó. En mayo, los futuros novios organizaron una fiesta de cuatro días en un crucero de lujo por el Mediterráneo; Merchant declaró a Vogue India que no encontraron un lugar en tierra lo bastante grande como para acoger a todos sus invitados.
Jay Gatsby se habría quedado boquiabierto.
El espectáculo ha servido de invitación para entrar en el mundo de las altas esferas de India, donde unas pocas personas y familias han amasado fortunas asombrosas en los últimos años. El número de multimillonarios indios y sus riquezas se han disparado, impulsados por un crecimiento en auge y un gobierno entusiasta. Son los amos de la economía india, dirigen las redes telefónicas que conectan a millones de personas, los hospitales que las atienden, los supermercados donde compran y los rascacielos en los que muchos viven.
Mucho dinero, en manos de unos pocos
En 2000, India tenía nueve multimillonarios, según Oxfam. Ahora, India tiene 200 multimillonarios, quienes en conjunto poseen alrededor de 1 billón de dólares en riqueza, según Forbes, es decir, casi una cuarta parte del producto interno bruto del país en 2023.
Su vertiginoso ascenso es el símbolo de un país donde muchos viven por debajo o cerca del umbral de la pobreza, imitando la desigualdad extrema de la Edad Dorada estadounidense, cuando los “barones ladrones” alardeaban de sus joyas en medio de la miseria extrema.
Kavil Ramachandran, profesor de iniciativa empresarial en la Indian School of Business, afirmó que hay más multimillonarios con mayores riquezas porque India ha mantenido un alto índice de crecimiento durante más de dos décadas. Eso ha creado un profundo mercado nacional de bienes y servicios, y ha empujado a las empresas indias a buscar nuevos negocios, combinando la oportunidad con la ambición.
“Es una consecuencia del rápido crecimiento y del espíritu emprendedor”, aseguró Ramachandran.
En 2002, Radhakishan Damani vio la oportunidad de un supermercado indio y abrió su primera tienda en Powai, un suburbio de Bombay. Más de dos décadas después, su empresa Avenue Supermarts gestiona una de las cadenas de supermercados más populares del país, DMart. Damani, quien tiene un patrimonio neto de 17.000 millones de dólares, es llamado a veces el “rey del comercio minorista” de India.
Un estudio reciente sobre la riqueza y la desigualdad en India subtitulado El auge del Raj multimillonario descubrió que la riqueza total de los multimillonarios ha aumentado de manera constante, pasando de menos del 5 por ciento de la renta nacional en la década de 1990 a más de una quinta parte en 2022.
“Todo esto sugiere que al menos a los muy ricos parece irles muy bien en los últimos años”, escribieron los autores.
La apertura de India desencadenó un crecimiento vertiginoso
India ha recorrido un largo camino desde sus orígenes socialistas. Hasta 1990, el país funcionaba bajo estricta supervisión gubernamental y políticas proteccionistas. Las empresas solo podían funcionar tras obtener múltiples permisos y licencias del gobierno, lo que originó el nombre de “Licencia Raj”, un juego de palabras con el término Raj británico, que hacía referencia a la dominación colonial.
Cuando India abrió su economía tras una serie de reformas, algunas empresas nacionales adoptaron la lógica del libre mercado sin dejar de ser familiares y estar estrechamente controladas, diversificándose en nuevos negocios.
En la década de 2000, el auge del software y los servicios en India —durante un tiempo, el país fue apodado como “la oficina administrativa” del mundo— creó una pléyade de nuevos multimillonarios. Azim Premji logró que Wipro pasara de ser una empresa de grasas de cocina hidrogenadas a un gigante de las tecnologías de información, convirtiéndose en uno de los primeros multimillonarios tecnológicos de India. Otro multimillonario de la tecnología, Nandan Nilekani, cofundó Infosys y ayudó a crear Aadhar, un sistema de identificación único para los ciudadanos indios, similar a la tarjeta de la Seguridad Social.
Gautam Adani, cuyo conglomerado Adani Group es el mayor operador portuario de India, ha aprovechado el auge del transporte marítimo, las infraestructuras y la energía del país para acumular un patrimonio neto de más de 80.000 millones de dólares.
El ascenso de Adani ha coincidido con el del primer ministro Narendra Modi, con quien comparte estrechos lazos y cuyas ambiciones para el país han desatado un frenesí constructor. Por todas partes hay nuevos puentes, autopistas, túneles y vías de tren de alta velocidad, y la empresa de Adani está en el centro de muchos de ellos.
Los Ambani son la primera familia del capitalismo indio
Ambani, cuya fortuna de 115.000 millones de dólares lo convierte en el hombre más rico de Asia, lleva mucho tiempo a la cabeza del explosivo crecimiento de la riqueza en India. Reliance Industries, el gigantesco conglomerado fundado por su padre que es la fuente de gran parte de la fortuna de su familia, en ocasiones ha servido como representante del auge económico de India.
Sus negocios incluyen una de las mayores refinerías de petróleo del mundo, la mayor red de telefonía móvil de India, empresas de televisión y entretenimiento y una popular cadena de tiendas de comestibles.
Muchos indios ven en el asombroso ascenso del Ambani una versión del país que desean: una nación que no juega a llamar la atención, sino que la exige. Algunos incluso se sienten orgullosos de que la boda de su hijo haya atraído tanta atención mundial. Para ellos, la pobreza de India es un hecho previsible, tanta opulencia no lo es.
“Teniendo en cuenta el nivel de riqueza de los Ambani, la boda es perfecta”, dijo Mani Mohan Parmar, un residente de 64 años de Bombay.
“Incluso el hombre común aquí en India gasta más de su ingreso en una boda”, dijo Parmar. “Así que no es demasiado si hablamos de Ambani. Tiene tanto dinero por la gracia de Dios, así que ¿por qué no iba a gastarlo a su antojo?”.
La riqueza e influencia de la familia Ambani son tan incuestionables que incluso el uso de recursos públicos para ayudar a sus fiestas privadas puede ser motivo de orgullo. En marzo, la fiesta previa a la boda que organizaron en Jamnagar, ciudad del estado occidental de Gujarat donde se encuentra la refinería de petróleo de Reliance, amenazó con saturar el pequeño aeropuerto nacional de la ciudad.
Con cientos de aviones privados que transportaban a los invitados, el máximo organismo de aviación civil de India y sus fuerzas aéreas intervinieron para ayudar a Dhananjay Singh, director del aeropuerto, a gestionar el tráfico aéreo.
“Aunque fue un periodo exigente en el que se durmió poco, el esfuerzo valió la pena”, escribió Singh en su perfil de LinkedIn.
Algunos cuestionan la ostentación de riqueza
Rashmi Venkatesan, quien es profesor de Derecho de los derechos humanos y cultura popular en la Facultad Nacional de Derecho de la Universidad de India, consideró peculiar el “carácter público conscientemente explícito” de la boda de los Ambani.
Para Venkatesan, la celebración fue algo más que el enriquecimiento de los ricos; le molestó lo que calificó como la “valorización” de este tipo de riqueza.
No solo es nuevo el alucinante aumento de la riqueza de los multimillonarios, sino también la forma en que esa riqueza ha creado un nuevo tipo de realeza en un país bien familiarizado con los maharajás.
Al igual que las familias reales de antaño, los multimillonarios de hoy mantienen cada vez más su riqueza dentro de su clase, ya sea por sucesión dinástica o por matrimonio. Cada uno de los tres hijos de Ambani dirige tres líneas diferentes del negocio de Reliance.
En 2018, la hija de Ambani, Isha, se casó con Anand Piramal, el hijo del multimillonario Ajay Piramal, quien dirige uno de los gigantes farmacéuticos del país. El viernes, su hijo Anant se casó con Radhika, la hija de 29 años de Viren y Shaila Merchant, los multimillonarios fundadores de una empresa de atención sanitaria de cuyo consejo ella forma parte.
Sadiba Hasan colaboró con reportería desde Bombay.
es la editora de finanzas de The New York Times, supervisa una amplia cobertura de Wall Street, que incluye banca, inversión, mercados y financiación al consumo. Anteriormente fue subdirectora de negocios de The Wall Street Journal. Más de Anupreeta Das
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